Soy afortunado de haber tenido la suerte de viajar. Algo he ido aprendiendo a lo largo de los años que quiero compartir.
- Los prejuicios acerca de las personas, incluso de una cultura al completo se desmoronan cuando conocemos cara a cara a aquellos de los que en un día nos formamos una opinión equivocada.
En China he conocido cara a cara a personas con las que ya tenia relación en la distancia por mi trabajo. He aprendido la enorme diferencia que existe entre la imagen que formamos acerca de alguien en nuestra mente y cómo es en la realidad.
- Nuestra mente es como un director de cine sin control creando películas e imaginando conclusiones equivocadas. Somos máquinas de crear historias, lo necesitamos para justificar nuestra experiencia adquirida, nuestros preceptos aprendidos. Juzgamos y creamos aquello que realmente no conocemos de forma automática.
También nos hacemos daño a nosotros mismos con esas mismas películas.
- Nos separa el velo que nos trajo la experiencia del país en el que crecimos. Fue una casualidad. Yo nací en España, y de forma contraria a mi voluntad, adquirí una carga de experiencia buena y otra mala de la cultura de mi sociedad. Simplemente por el hecho de estar allí
Somos iguales. Somos distintos
- Como todos nosotros, cargo la losa de imposiciones, preceptos y creencias con las que nuestra mente ha sido programada en su disco duro. Igualmente, es casualidad. Gran parte de lo que sé y la forma como miro al mundo se debe a lo que he aprendido al estado expuesto a una cultura determinada
Viajar y leer es la única forma de romper esa losa, es la única forma para ser más libres.
Cuando no conocemos algo, el director de cine que llevamos dentro arranca con una película en la que crea los personajes, imágenes, sensaciones y también los prejuicios. Antes de estar en China imaginé que la gente sería como la imagen que proyectan los medios de comunicación sobre el país.
Pensé que iba a encontrar una sociedad cerrada y con una mentalidad igual de oscura como la imagen que proyecta su gobierno. Es importante evitar proyectar la idea que nos lanzan los medios de comunicación sobre algo que no conocemos realmente, mucho menos hacerlo sobre las personas que habitan en un lugar.
Acaso son las personas que habitan en Shanghai culpables de respirar un aire tan contaminado que se puede agarrar con una cuchara? son culpables por tener que pagar para tener su segundo hijo?
Las miserias y grandeza de las personas, los sueños y lo que nos hace felices son exactamente iguales vayamos donde vayamos.
Somos iguales, somos distintos.