Es curioso, incluso paradójico.
Todo cambia a nuestro alrededor.
El día deja paso a la noche.
Las estaciones se van pasando el relevo.
El tiempo, relativo todo hay que decirlo, queda reflejado en el espejo y en los demás que en tantas ocasiones hacen de espejo para nosotros.
-¿Cómo has cambiado en este tiempo?
-¿Cómo ha crecido esta niña?
-Ya no pareces ni la misma. Antes no solías pensar eso.
Pues sí, cambiamos. Es inevitable.
Por dentro, todas las células se renuevan ajenas a nosotros.
La magia de la vida.
Pero por dentro, todo cambia también, en base a cómo nosotras nos sintamos.
Y eso inevitablemente lo reflejamos por fuera, lo manifestamos de forma inconsciente por fuera.
Me pregunto entonces, si tan claro está que avanzamos, que evolucionamos, que cambiamos, que crecemos, o incluso en ocasiones nos caemos y retrocedemos para aprender, sin tan claro está que cambiamos ¿por qué nos asusta tanto el cambio, por qué nos cuesta tanto cambiar?
Un cambio de casa, un cambio de trabajo, un cambio de hobby, un lugar nuevo, un cambio de imagen, un cambio de vida, un cambio de coche, de amigos. Tantos cambios, algunos más fáciles que otros…
Dicen que somos animales de costumbres, esa famosa zona de confort.
Pero en ella, a menudo cómodas, nos estancamos, hasta tal punto que nos olvidamos de vivir. Rechazamos lo desconocido, probablemente mejor que lo conocido, por la seguridad.
Todo cambia a nuestro alrededor.
El día deja paso a la noche.
Las estaciones se van pasando el relevo.
El tiempo, relativo todo hay que decirlo, queda reflejado en el espejo y en los demás que en tantas ocasiones hacen de espejo para nosotros.
-¿Cómo has cambiado en este tiempo?
-¿Cómo ha crecido esta niña?
-Ya no pareces ni la misma. Antes no solías pensar eso.
Pues sí, cambiamos. Es inevitable.
Por dentro, todas las células se renuevan ajenas a nosotros.
La magia de la vida.
Pero por dentro, todo cambia también, en base a cómo nosotras nos sintamos.
Y eso inevitablemente lo reflejamos por fuera, lo manifestamos de forma inconsciente por fuera.
Me pregunto entonces, si tan claro está que avanzamos, que evolucionamos, que cambiamos, que crecemos, o incluso en ocasiones nos caemos y retrocedemos para aprender, sin tan claro está que cambiamos ¿por qué nos asusta tanto el cambio, por qué nos cuesta tanto cambiar?
Un cambio de casa, un cambio de trabajo, un cambio de hobby, un lugar nuevo, un cambio de imagen, un cambio de vida, un cambio de coche, de amigos. Tantos cambios, algunos más fáciles que otros…
Dicen que somos animales de costumbres, esa famosa zona de confort.
Pero en ella, a menudo cómodas, nos estancamos, hasta tal punto que nos olvidamos de vivir. Rechazamos lo desconocido, probablemente mejor que lo conocido, por la seguridad.
1. ¿Por qué a veces no queremos cambiar, o nos cuesta, o nos da miedo?
*porque nos da pereza, o no queremos esforzarnos.
*porque es más fácil quejarse con lo que una tiene.
*porque es más cómodo dejar pasar el tiempo mientras no pase nada que nos haga tomar conciencia.
*porque nuestra autoestima está baja y pensamos que el cambio nunca será positivo. Sólo es positivo para otros.
*porque el salto al vacío, a lo desconocido, aterra, nos da pánico.
*porque no confiamos lo suficiente en la vida.
*porque queremos tener todo tan controlado, que no poder controlar lo desconocido nos supera.
*porque somos perfeccionistas y exigentes, y el cambio requiere adaptabilidad y flexibilidad constantes
*porque es más fácil quejarse con lo que una tiene.
*porque es más cómodo dejar pasar el tiempo mientras no pase nada que nos haga tomar conciencia.
*porque nuestra autoestima está baja y pensamos que el cambio nunca será positivo. Sólo es positivo para otros.
*porque el salto al vacío, a lo desconocido, aterra, nos da pánico.
*porque no confiamos lo suficiente en la vida.
*porque queremos tener todo tan controlado, que no poder controlar lo desconocido nos supera.
*porque somos perfeccionistas y exigentes, y el cambio requiere adaptabilidad y flexibilidad constantes
2.¿Por qué es importante cambiar?
*porque llega un momento en nuestra vida que nos sacude tan fuerte, que no nos queda otra opción.
*porque nos vamos consumiendo lentamente por dentro, día a día, hasta que un día, nos miramos en el espejo y no reconocemos a nada de lo que fuimos.
*porque dejamos de ilusionarnos si nos mantenemos en la sucia rutina.
*porque la tristeza nos devora trocitos de nuestro interior.
*porque nos vamos consumiendo lentamente por dentro, día a día, hasta que un día, nos miramos en el espejo y no reconocemos a nada de lo que fuimos.
*porque dejamos de ilusionarnos si nos mantenemos en la sucia rutina.
*porque la tristeza nos devora trocitos de nuestro interior.
3. ¿De qué cambios estoy hablando?
-pueden ser grandes cambios que no dependen de nosotros o sí (pero de estos no voy a hablar hoy al menos).
-me refiero sobre todo a esos pequeños cambios personales, de los que tenemos las riendas, pequeños cambios diarios, pequeños pasos que van haciendo el camino.
-me refiero sobre todo a esos pequeños cambios personales, de los que tenemos las riendas, pequeños cambios diarios, pequeños pasos que van haciendo el camino.
4.¿Por dónde puedo empezar?
Aquí te voy a contar algo personal.
Gracias a todas y cada una de las crisis que he ido sorteando en la vida, he conocido a personas, me han llegado libros, he recurrido a herramientas, me he refugiado en mi soledad, dulce compañera para salir del paso.
Pero como ya sabemos, la vida nos depara continuamente sorpresas.
Muchas.
No son ni buenas ni malas.
Todo depende de cómo nos las tomemos, de cómo elijamos enfrentarnos a un suceso.
A raíz de la muerte de mi abuela, entré en una crisis que duró unos 45 días.
Tenía recursos y los utilicé, pero no me sirvieron.
En mi cabeza una voz que me decía:
-Vuelve al pueblo de tu infancia, en el que lo compartiste todo con ella, para cerrar ciclos, para dejarte perdonar, para sanar.
Me hacía péndulo cada semana, desbloqueando emociones, pero a los días, volvía a sentirme igual, y la voz de nuevo al acecho.
¿Por qué no iba al pueblo, si en el fondo sabía que tenía que ir?
Porque tenía un miedo atroz a enfrentarme con una casa vacía, y con tantos recuerdos.
Pero el dolor seguía creciendo, y con mis herramientas, en esa situación completamente nueva para mí, nada podía hacer.
Sentía los lazos que me unían a ella, por dentro, rotos, deshilachados, cortantes. Me hacían daño. Sentía la tristeza pegada a mí, como una lapa de la que no podía deshacerme. Al estar medio rota por dentro, todo lo de fuera se fue rompiendo también. Lentamente. Mi sonrisa, mi confianza, mis proyectos.
Y la voz seguía, y las lágrimas también.
Hasta que un día, por fin, me decidí a CAMBIAR.
Porque no podía hacer otra cosa. Y porque al fin y al cabo ya no perdía nada estando en la situación a la que había llegado.
Me fui al pueblo con una carta perdón, con una foto, y con mucho miedo.
Los primeros momentos fueron duros. Pero luego me invadió una sensación de paz, de tranquilidad y sosiego.
Ese sentimiento de estar haciendo lo que tienes que hacer en el momento adecuado, en el lugar adecuado, con la persona adecuada.
Esa sensación de fluir con la vida, de ser coherente con ella. Seguro que ya la has vivido.
Y esto que te cuento, que ha sido muy nuevo para mí, ocurre siempre en momentos de cambio: miedo a hacer, miedo a soltar, miedo a dejarte llevar hasta que al final, sueltas, te dejas llevar, confías y la vida te da lo que te mereces.
En este caso, mi intuición me dijo lo que tenía que hacer.
Y en la mayoría de las veces, nuestra intuición está ahí para decírnoslos.
Aunque a veces no la oímos, y en esos casos, es difícil cambiar, aunque sepamos qué debemos hacerlo.
Al llegar de este viaje me encontré con un video que quiero dejarte y cuyo mensaje principal es este: Fake it until make it
Gracias a todas y cada una de las crisis que he ido sorteando en la vida, he conocido a personas, me han llegado libros, he recurrido a herramientas, me he refugiado en mi soledad, dulce compañera para salir del paso.
Pero como ya sabemos, la vida nos depara continuamente sorpresas.
Muchas.
No son ni buenas ni malas.
Todo depende de cómo nos las tomemos, de cómo elijamos enfrentarnos a un suceso.
A raíz de la muerte de mi abuela, entré en una crisis que duró unos 45 días.
Tenía recursos y los utilicé, pero no me sirvieron.
En mi cabeza una voz que me decía:
-Vuelve al pueblo de tu infancia, en el que lo compartiste todo con ella, para cerrar ciclos, para dejarte perdonar, para sanar.
Me hacía péndulo cada semana, desbloqueando emociones, pero a los días, volvía a sentirme igual, y la voz de nuevo al acecho.
¿Por qué no iba al pueblo, si en el fondo sabía que tenía que ir?
Porque tenía un miedo atroz a enfrentarme con una casa vacía, y con tantos recuerdos.
Pero el dolor seguía creciendo, y con mis herramientas, en esa situación completamente nueva para mí, nada podía hacer.
Sentía los lazos que me unían a ella, por dentro, rotos, deshilachados, cortantes. Me hacían daño. Sentía la tristeza pegada a mí, como una lapa de la que no podía deshacerme. Al estar medio rota por dentro, todo lo de fuera se fue rompiendo también. Lentamente. Mi sonrisa, mi confianza, mis proyectos.
Y la voz seguía, y las lágrimas también.
Hasta que un día, por fin, me decidí a CAMBIAR.
Porque no podía hacer otra cosa. Y porque al fin y al cabo ya no perdía nada estando en la situación a la que había llegado.
Me fui al pueblo con una carta perdón, con una foto, y con mucho miedo.
Los primeros momentos fueron duros. Pero luego me invadió una sensación de paz, de tranquilidad y sosiego.
Ese sentimiento de estar haciendo lo que tienes que hacer en el momento adecuado, en el lugar adecuado, con la persona adecuada.
Esa sensación de fluir con la vida, de ser coherente con ella. Seguro que ya la has vivido.
Y esto que te cuento, que ha sido muy nuevo para mí, ocurre siempre en momentos de cambio: miedo a hacer, miedo a soltar, miedo a dejarte llevar hasta que al final, sueltas, te dejas llevar, confías y la vida te da lo que te mereces.
En este caso, mi intuición me dijo lo que tenía que hacer.
Y en la mayoría de las veces, nuestra intuición está ahí para decírnoslos.
Aunque a veces no la oímos, y en esos casos, es difícil cambiar, aunque sepamos qué debemos hacerlo.
Al llegar de este viaje me encontré con un video que quiero dejarte y cuyo mensaje principal es este: Fake it until make it
Fíngelo hasta que lo seas. “Haz como”, hasta ser la persona en la que te quieres convertir.
Para mí, en esta fase de cambio brutal, ha sido una señal, una gran señal que quiero compartir contigo.
Tal vez no resuene de forma tan intensa, pero seguro que algo positivo sacas.
Ahora cuando me despierto por la mañana, finjo ser la persona en la que me quiero convertir (pronto te lo contaré)
Y hago cosas diferentes para que ocurran cosas diferentes (si hago siempre lo mismo, siempre ocurrirá lo mismo)
*cambio algunas posturas físicas (esto está siendo totalmente revelador)
*me pongo guapa (cuantas veces me he puesto cualquier cosa del armario…)
*me siento esa que todavía no soy
Una vez más las emociones son claves: SENTIRME PARA SER.
Tal vez no resuene de forma tan intensa, pero seguro que algo positivo sacas.
Ahora cuando me despierto por la mañana, finjo ser la persona en la que me quiero convertir (pronto te lo contaré)
Y hago cosas diferentes para que ocurran cosas diferentes (si hago siempre lo mismo, siempre ocurrirá lo mismo)
*cambio algunas posturas físicas (esto está siendo totalmente revelador)
*me pongo guapa (cuantas veces me he puesto cualquier cosa del armario…)
*me siento esa que todavía no soy
Una vez más las emociones son claves: SENTIRME PARA SER.
Al final este post no me ha salido todo lo estructurado que yo quería, y tal vez no haya contado tampoco todo lo que quería, porque esto de los cambios, da para mucho.
Pero en este caso me he dejado llevar.
Será que estoy cambiando, y si hace falta y te apetece, seguiré con esto de los cambios otro día.
En mi lista de cambios pendientes:
*confiar más en la vida
*soltar más, sin querer controlarlo todo.
*aprender a ser más paciente
*dejar de ser tan exigente.
*cambiar y mejorar este blog.
*mostrar a la luz del día mi faceta creativa
Muchos cambios pendientes, muchos ejemplos que dar a mis hijos.
Pero en este caso me he dejado llevar.
Será que estoy cambiando, y si hace falta y te apetece, seguiré con esto de los cambios otro día.
En mi lista de cambios pendientes:
*confiar más en la vida
*soltar más, sin querer controlarlo todo.
*aprender a ser más paciente
*dejar de ser tan exigente.
*cambiar y mejorar este blog.
*mostrar a la luz del día mi faceta creativa
Muchos cambios pendientes, muchos ejemplos que dar a mis hijos.
5. La idea de la semana.
*Te propongo un pequeño cambio en tu vida esta semana.
*Por pequeño que sea.
*Ponte alguna ropa diferente, mírate al espejo y ve en ti la persona que quieres llegar a ser.
*Visualiza el video que te he pasado, son 21 minutos pero no tienen desperdicio, te lo prometo, de lo contrario no te lo diría.
*Deja a tus hijos hacer, probar cosas diferentes.
*O mejor aún, hacer algo diferente juntos.
*Por pequeño que sea.
*Ponte alguna ropa diferente, mírate al espejo y ve en ti la persona que quieres llegar a ser.
*Visualiza el video que te he pasado, son 21 minutos pero no tienen desperdicio, te lo prometo, de lo contrario no te lo diría.
*Deja a tus hijos hacer, probar cosas diferentes.
*O mejor aún, hacer algo diferente juntos.
Cada día estamos en contacto con cientos de aromas. Sin embargo, hay algunos que nos gustan más que otros. De hecho, muchas personas comparten el gusto por el olor a libro nuevo, así como por el aroma a pan recién horneado y el olor a tierra mojada. No obstante, ¿alguna vez te has preguntado por qué a casi todos nos gusta el olor a tierra mojada, el olor de la lluvia? ¿Se trata de una cuestión cultural o quizás es algo que nos han transmitido nuestros antepasados más remotos?