Abu Anas cuenta cómo sobrelleva una relación en medio de la guerra civil en Siria.
La capital de Siria, Damasco, es una ciudad dividida en áreas bajo el control de las fuerzas del gobierno y otras ocupadas por los rebeldes. ¿Pero qué sucede cuando el amor cruza esas líneas?
El hombre trabajador protagonista de esta historia es como la mayoría de los jóvenes que estos días viven en Siria: duro, sarcástico y luciendo mucho mayor de lo que realmente es.
Nos conocimos en una calle muy transitada en el centro de Damasco en un área de cafés rodeados de árboles donde se puede oír el ruido sordo de los disparos de mortero que golpean los suburbios controlados por los rebeldes.
Vivía en una de las ciudades bajo bombardeo y su familia aún está atrapada allí. Me estuvo explicando, sin mucha emoción, lo difícil que es conseguir suministros a través de los puntos de control que la rodean.
Mientras hablábamos, veía constantemente a las personas que nos rodeaban por debajo de sus espesas pestañas. Estábamos en una zona controlada por el gobierno, llena de policías del tránsito y de personas elegantemente vestidas en plan de compras.
A pesar de que no estábamos haciendo nada malo, la vida bajo la mirada de los temidos servicios de inteligencia de Siria -el mukhabarat- deja su huella en la gente. Por ello me pidió que no usara su verdadero nombre. Lo voy a llamar Abu Anas.
En un momento dado, empezó a mirar a través de su teléfono para mostrarme una foto. Cuando alguien que ha estado viviendo en áreas bajo control de los rebeldes te muestra su teléfono, prepárate para ver imágenes horripilantes de personas heridas en los ataques aéreos del régimen.
Su gran amor
Pero Abu Anas tenía algo diferente en su celular. La imagen es de una joven de ojos saltones con una blusa brillante y jeans ajustados.
Resultó que este hijo de las calles de los suburbios rebeldes estaba enamorado. Para su desgracia es la hija de un oficial de alto rango del mukhabarat.
"Estoy en problemas" -suspiró- pareciendo de repente mucho más cerca de su verdadera edad. "No me gusta este régimen, pero me encanta una hija del régimen".
La había conocido por casualidad antes de que la sublevación estallara y ha hablado con ella por teléfono casi todos los días desde entonces, en una Siria de protestas y bombas.
Al igual que muchas personas de su ciudad natal, Abu Anas apoyó la insurrección cuando empezó, pero eso no le impidió seguir buscando a la hija del alto oficial del mukhabarat.
"No me gusta este régimen, pero me encanta una hija del régimen"
"He hecho una clara distinción entre mi relación con ella y mi relación con el gobierno", explicó.
Ninguno de sus amigos rebeldes sabe de su novia, si se enteraran, podrían sospechar que es un informante.
El padre de la joven se puso furioso cuando se enteró de la relación, pero todavía no tiene idea de que el hombre de clase trabajadora que se robó el corazón de su hija, tiene vinculaciones con los rebeldes.
"Nadie sabe de qué lado estoy", se jacta, riéndose además de su propia audacia cuando se trata de vivir entre dos mundos.
No sólo somos testigos de desventurados amantes que llevan una doble vida en la Damasco de hoy. La ciudad capital está llena de puestos de control que separan el centro no afectado por la guerra de los suburbios en control de los rebeldes golpeados por las bombas.
Eso no significa que los que viven en un lado apoyan al gobierno y en el otro a la oposición. A medida que la guerra se prolonga, muchos se acomodan a las circunstancias.
Informantes
Las zonas controladas por los rebeldes están llenas de informantes pagados que pasan datos al gobierno. En el frente sur de la ciudad un combatiente leal al gobierno me dijo que el régimen de Bashar al Asad conoce los nombres de todos los que han tomado las armas contra ellos en el otro lado.
Intentar llevar una vida normal en medio de la guerra es prácticamente imposible, dice Abu Anas.
"Saben exactamente quién está involucrado y quién no, tenemos informantes en sus áreas, tal como ellos los tienen en las nuestras", explicó.
Los soldados y milicianos ubicados en los puestos de control del gobierno también pueden ser sobornados, me asegura Abu Anas. Si bien, en algunos lugares se está imponiendo un férreo asedio, causando una terrible hambruna, en otros se han hecho ricos por aceptar dinero de los contrabandistas.
"Algunos militares apenas tenían suficiente dinero para comprar comida", asevera Abu Anas. "Ahora tienen automóviles, se van a casar y están progresando en sus vidas".
Un poco de envidia se desliza en su voz mientras habla. En este punto, luce estar más interesado en seguir con su vida que preocuparse por la revolución. Se siente completamente desilusionado.
Pudo salir de los suburbios antes de que el asedio se pusiera peor y ahora está tratando de ganarse la vida en el centro de la ciudad.
También trató de olvidarse de su amada. No ve cómo podrán casarse algún día. Pero cuando intentó dejarla, se dio cuenta que simplemente no podía soportarlo.
Una historia de amor, condenada al fracaso y entre dos personas de dos comunidades en guerra, no da esperanzas para Siria.
El conflicto luce más afianzado que nunca. Pero para Abu Anas, su relación amorosa significa un respiro en medio de una vida muy dura y sombría.
"No es frecuente encontrar a alguien que te adora tanto", dice. " Es una historia maravillosa, pero está llena de conflicto".