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RECETA - Tartar de jamón serrano, melón y tomate


Entrante
2 porciones
15 min
0 min
Fácil
276 Kcal
o
Cuando el buen tiempo llega, los tartar son bien recibidos :) Plato ligero, fresco y rápido, perfecto para los días de calor.
Todos conocemos los tartar a base de carne o pescado (salmón o atún). Pero para cambiar de los clásicos, te proponemos una mezcla de jamón y melón para crear un contraste dulce/salado delicioso!



Ingredientes



2 porciones
100 gr de jamón serrano

2 tomates

1/4 de cebolla

1 rodaja de melón

- cebollino

aceite de oliva

- vinagre

























Preparación




PASO 1

Pica el jamón. Haz lo mismo con la cebolla.
Paso 2 - Tartar de jamón serrano, melón y tomate






PASO 2

Pela y corta el tomate en pequeños dados.
Paso 3 - Tartar de jamón serrano, melón y tomate







PASO 3

Mezcla el jamón + cebolla + tomate + cebollino picado.
Añade 1 cda aceite de oliva + 1 cda vinagre. Mezclar bien.
Paso 4 - Tartar de jamón serrano, melón y tomate






PASO 4

Servir en recipientes pequeños o utiliza un molde circular para tartar.
Paso 5 - Tartar de jamón serrano, melón y tomate






PASO 5

Corta 1 rodaja de melón y esta, a su vez, en finas láminas para colocarlas de un modo bonito encima.
Paso 6 - Tartar de jamón serrano, melón y tomate






PASO 6

Y listo! :)



Video

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Obser

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es:

Melón: Si tienes una mandolina, puede ser práctica para hacer las finas láminas.
 I
Paso 1 - Tartar de jamón serrano, melón y tomate



Información Nutricional (por 1 


porción):


276Kcal14%

Calorías

17.8g6%

Carbohidratos

16.1g25%

Grasa total

4g20%

Grasa sat.

12.9g26%

Proteínas

2.9g12%

Fibras

16.1g18%

Azúcar

* Porcentaje de valores diarios están basados ​​en una dieta de 
2000 calorías* 1 porción = 370g
ProPoints: 7 (1 porción)
SmartPoints: 10 (1 porción)
sin glutensin gluten

NUNCA TE RINDAS AL EXITO


¿Por qué los tontos se consideran inteligentes?


Posted: 14 Jul 2018 09:28 AM PDT

 Todos nosotros nos creemos personas inteligentes, geniales, de buenos gustos y demás cualidades, pero, ¿que les parecería si les digo que los científicos, ya demostraron que no? ¿Que pensarían si supieran que está comprobado que las personas que menos saben sobre un tema son los que más hablan de él?



  Pero aún se pone mejor, ¿y si además les decimos que descubrieron que las personas verdaderamente capaces y especialistas en un tema, tienden a sobre estimar a las personas, pensando que si ellos pueden hacer algo, cualquiera con poco de estudio podría hacerlo?

 Pues bien, de lo que estamos hablando es del efecto Dunning-Kruger.


El efecto Dunning-Kruger


  Usted se considera inteligente, ¿no es cierto? Perspicaz, con sentido del humor... Lo mismo que yo. Por supuesto, ambos somos personas geniales. Pero, ¿no sería terrible si los dos estuviéramos equivocados? 

  Los psicólogos han demostrado nuestra tendencia a no advertir nuestros defectos, y esto es algo que sucede mucho más de lo que llegamos a darnos cuenta. 

  Dicho fenómeno explicaría por qué algunas personas incompetentes son tan irritantes. Y también sirve para añadir una sana dosis de humildad a nuestra autoestima.


Origen del estudio (El robo utilizando zumo de limón)


  A mediados de la década de los '90, un recio individuo de 44 años habitante de Pittsburgh, atracó dos bancos de su ciudad en pleno día, sin ningún tipo de atuendo o máscara que cubrieran su rostro. Su aventura delictiva terminó a las pocas horas de cometer ambos robos, durante su fechoría.

  Al ser detenido, McArthur Wheeler confesó que se había aplicado zumo de limón en su cara, confiando en que el zumo le haría aparecer invisible ante las cámaras. “No lo entiendo, yo usé el zumo de limón”, espetó entre sollozos en el momento de su arresto policial.



  Más tarde se supo que la inaudita idea del zumo fue una sugerencia que dos amigos de Wheeler explicaron días antes del atraco. Wheeler probó la idea aplicándose zumo en su cara y sacándose una fotografía para cerciorarse de la eficacia.

   En la fotografía no llegó a aparecer su rostro, probablemente porque el encuadre de la misma fuera algo torpe y terminara enfocando el techo de la habitación en vez de su cara cubierta de zumo de limón. 

 Sin percatarse de ello, Wheeler dio por válido que permanecería invisible durante el atraco.


  Meses más tarde, el profesor de Psicología Social de la Universidad de Cornell, David Dunning, no podía creer la historia del intrépido Wheeler y el zumo de limón. 

  Intrigado ante el caso, sobre todo por la incompetencia exhibida por el frustrado ladrón, se propuso realizar una investigación con una hipótesis previa: ¿Podría ser posible que mi propia incompetencia me volviera inconsciente de esa misma incompetencia?

  Una hipótesis algo rebuscada, pero que tenía mucho sentido.

  Para llevar a cabo el estudio que dilucidara si era cierta la hipótesis, Dunning escogió a un brillante pupilo, Justin Kruger, con el objetivo de encontrar datos que confirmaran o refutaran la idea. Lo que hallaron les dejó todavía más sorprendidos.


¿Qué es?


  La relación entre estupidez y vanidad se ha descrito como el efecto Dunning-Kruger, según el cual las personas con escaso nivel intelectual y cultural tienden sistemáticamente a pensar que saben más de lo que saben y a considerarse más inteligentes de lo que son. 

   El fenómeno fue rigurosamente estudiado por Justin Krugger y David Dunning, psicólogos de la Universidad de Cornell en Nueva York, y publicado en 1999 en “The Journal of Personality and Social Psychology”.


Se basa en los siguientes principios:


1. Los individuos incompetentes tiendes a sobreestimar sus propias habilidades.
2. Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer las verdaderas habilidades en los demás.

   Antes de que estos estudiosos lo evidenciasen científicamente, Charles Darwin ya había sentenciado que “La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento”.



  Quienes más tienden a sobrevalorarse son, precisamente, quienes están peor cualificados: cuanto menos sabemos sobre un tema, más tendemos a creer que sabemos lo suficiente. 

 De hecho, los expertos tienden a infravalorar ligeramente sus aptitudes, hasta el punto de que en algunos estudios los más ignorantes creían saber casi tanto como estos expertos.

   El error de los expertos, por cierto, también es interesante: no es que crean saber menos que los demás, sino que a menudo piensan que los demás también saben bastante sobre el tema que dominan.

  El avance de Krugger y Dunning fue simplemente demostrarlo en un experimento consistente en medir las habilidades intelectuales y sociales de una serie de estudiantes y pedirles una auto-evaluación posterior.


   Los resultados fueron sorprendentes y reveladores: 


  Los más brillantes estimaban que estaban por debajo de la media; los mediocres se consideraban por encima de la media, y los menos dotados y más inútiles estaban convencidos de estar entre los mejores.

¿A qué se debe este efecto? 


   Tal y como explica el propio Dunning en un artículo publicado en Pacific Standard, quienes están menos cualificados en un campo ni siquiera tienen la experiencia necesaria para saber que lo están haciendo mal.


  A esto se le suma que una mente ignorante no está vacía, sino que está llena de ideas preconcebidas, experiencias, hechos, intuiciones, sesgos y corazonadas, además de conceptos que importamos de otros campos de conocimiento. 

  Con todo eso construimos historias y teorías que nos dan la impresión de ser conocimiento fiable.


  Y, de hecho, nos fiamos: un estudio de la Universidad de Yale mostró que la mayoría de la gente no sabe casi nada sobre nanotecnología.

   Esto es normal. Lo que no es tan normal es que casi nadie dudaba en opinar acerca de si los beneficios de esta tecnología compensaban o no los riesgos.

  Eso sí, como ha subrayado Dunning en alguna ocasión, la conclusión de su estudio es que no conocemos los límites de nuestra incompetencia, no de la ajena. 

  La gracia no está en identificar a las víctimas de este error, sino en tener en cuenta que es muy probable que nosotros lo estemos cometiendo en algún aspecto de nuestras vidas, sin ni siquiera saberlo.


  Y no solo se trata de que juguemos peor al ajedrez de lo que pensamos o de que, por algún motivo, sostengamos opiniones muy vehementes sobre la nanotecnología: este efecto puede ser muy peligroso.

   Dunning recuerda que la burbuja financiera de 2008 estuvo causada por “las maquinaciones de los financieros y la ignorancia de los consumidores”. Según un estudio de 2012, el 23% de los estadounidenses encuestados que se había declarado recientemente en quiebra se puso la máxima nota en conocimientos financieros.


Conclusiones:


  Después de leer el efecto Dunning-Kruger se puede comprender el motivo por el cual las personas hablamos de un tema como si lo domináramos, cuando en realidad desconocemos casi todo de él, tendemos a valorarnos más de lo que somos y somos incapaces de ver nuestra propia ignorancia.

  Esto es un golpe al ego y al orgullo de los que se sienten o sentimos mejor que la media, y pasa por un problema metacognitivo, todos en algún momento hemos padecido este efecto, que nos lleva a ser en algún momento insoportables.