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Dejar de hablar a alguien como castigo

Dejar de hablar a alguien como castigo

 Edith Sánchez 15, Agosto 2017 en Emociones22195 compartidos
pareja que no se mira pensando en dejar de hablarle al ser amado
El silencio a veces cumple la función de castigo. Dejar de hablar a alguien es una salida a la que muchas personas acuden para “expresar” su enojo, su inconformidad o sus reproches. ¿Cómo de eficaz es este método para superar un problema o lograr que alguien cambie? ¿Qué significa la decisión de evitar las palabras cuando hay un rencor que arde?
Establecer un diálogo con alguien no es fácil, en especial si hay un conflicto que no parece tener vías de solución. Pero si en lugar de abordar el tema directamente lo que se hace es dejar de hablar al otro, lo único que se logra es introducir una tensión adicional. A la disputa no resuelta se suma un limbo que puede llegar a ser una verdadera incubadora de veneno.
Habla para que yo te conozca”.
-Sócrates-
Muchos, sin embargo, en el fondo no tienen interés en resolver el conflicto mediante el diálogo. Lo que desean es que el otro se someta a su propio punto de vista. Entonces utilizan el silencio como castigo, para que el otro se doblegue. Finalmente se trata de una actitud infantil y lo peor es que no resuelve nada. Eso sí, proporciona una gratificación egoísta.
chica-con-rayas-azules-en-el-rostro

Las razones para castigar con el silencio

Hay todo tipo de argumentos para defender la idea de que dejar de hablar a alguien es válido. En el fondo, lo que se busca es castigo. Que entienda que hay un reproche en esa ausencia de palabras. Pero, ¿por qué no decirlo, sino tramitarlo a través del silencio? Estas son las principales razones que esgrimen aquellos que optan por esta medida:
  • Es mejor dejar de hablar a una persona que participar de una discusión en la que se intercambien insultos.
  • Esa persona no me escucha. Por más que le pido que cambie, no me hace caso. Entonces, es mejor no decir nada porque, ¿para qué?
  • Tiene que disculparse conmigo por lo que me hizo (o me dijo, o no hizo, o no dijo). Hasta que no lo haga, voy a dejar de hablar.
  • Para qué hablar si siempre llegamos al mismo punto. Mejor dejar de hablar para ver si entiende que no voy a ceder.
En todos los casos se afirma que el silencio es la mejor opción para tramitar el conflicto. Por una razón u otra, la palabra se ha mostrado ineficaz. Se acude entonces a la decisión de dejar de hablar a alguien para que esto sea asumido como un castigo y, en consecuencia, el otro reconsidere su actitud.

Dejar de hablar a alguien es agresivo

Un silencio puede tener multitud de significados. Algunos de ellos son realmente violentos. Dejar de hablar a alguien es asumir una actitud pasivo-agresivaEsto quiere decir que se está violentando al otro, pero de manera implícita. La mayoría de las veces este tipo de actitudes son tanto o más nocivas que la agresión directa, y lo son porque el silencio se convierte en un vacío que es susceptible de cualquier tipo de interpretación.
Mujer pensando en dejar de hablar a su pareja
Para quien deja de hablar a alguien hay razones claras. También hay una expectativa clara frente a lo que esta situación debe traer como desenlace. Pero, a quienes acuden a estos recursos habría que preguntarles: ¿estás seguro de que el otro comprende realmente el significado de tu silencio? ¿Jurarías que la mejor manera de lograr que cambie, o haga lo que tú quieres que haga, es atacándolo con la falta de diálogo?
El silencio alarga distancias. Y la distancia no suele ser un buen aliado para la comprensión o para restaurar lazos rotos o dañados. Por el contrario, contribuye a ahondar las diferencias.
Por otro lado, dejar de hablar a alguien puede funcionar momentáneamente. Se impone el castigo y el otro reacciona: vuelve para disculparse, prometerte cambios o hacer lo que tú quieres. Sin embargo, a largo plazo también termina incubando pequeños rencores que pueden crecer. El silencio rara vez resuelve el conflicto de fondo o da paso a su resolución, solo lo encubre.

Las sanas funciones del silencio

Es cierto que a veces es mejor callar. Cuando estamos muy exaltados, por ejemplo. La ira hace que exageremos y nos preocupemos más por herir al otro que por expresar realmente lo que pensamos o sentimos. En esas condiciones nada mejor que dejar de hablar mientras recuperamos la compostura. Bajo esas circunstancias, se trata de una decisión inteligente.
En cambio, dejar de hablar para castigar o propiciar que otra persona “se rinda” como hemos dicho es raro que traiga buenos resultados. A veces nos enfrentamos al reto de expresar nuestra ira o nuestro enfado, pero sin herir al otro. La salida no está en dejar de hablar, sino en buscar y encontrar los medios para tender puentes hacia la comprensión. La ausencia de palabras puede hacer que el otro ceda, lo que no significa que el conflicto desaparezca. Por otro lado, también puede pasar que el otro no lo haga y que lo que en un principio era un copo de nieve se trasforme en una bola.
Mujer en silencio junto a un banco
Quizás lo necesario sea buscar mejores condiciones para conversar. También una forma diferente de expresar nuestra inconformidad. Cambiar el espacio rutinario por otro más cálido y amable a veces contribuye a que la comunicación se renueve. Hablar desde el corazón, siempre remitiéndote a lo que tú sientes y no lo a lo que supones que siente el otro es una fórmula que no suele fallar. Inténtalo.+








 Edith Sánchez 15, Agosto 2017 en Emociones22195 compartidos
pareja que no se mira pensando en dejar de hablarle al ser amado
El silencio a veces cumple la función de castigo. Dejar de hablar a alguien es una salida a la que muchas personas acuden para “expresar” su enojo, su inconformidad o sus reproches. ¿Cómo de eficaz es este método para superar un problema o lograr que alguien cambie? ¿Qué significa la decisión de evitar las palabras cuando hay un rencor que arde?
Establecer un diálogo con alguien no es fácil, en especial si hay un conflicto que no parece tener vías de solución. Pero si en lugar de abordar el tema directamente lo que se hace es dejar de hablar al otro, lo único que se logra es introducir una tensión adicional. A la disputa no resuelta se suma un limbo que puede llegar a ser una verdadera incubadora de veneno.
Habla para que yo te conozca”.
-Sócrates-
Muchos, sin embargo, en el fondo no tienen interés en resolver el conflicto mediante el diálogo. Lo que desean es que el otro se someta a su propio punto de vista. Entonces utilizan el silencio como castigo, para que el otro se doblegue. Finalmente se trata de una actitud infantil y lo peor es que no resuelve nada. Eso sí, proporciona una gratificación egoísta.
chica-con-rayas-azules-en-el-rostro

Las razones para castigar con el silencio

Hay todo tipo de argumentos para defender la idea de que dejar de hablar a alguien es válido. En el fondo, lo que se busca es castigo. Que entienda que hay un reproche en esa ausencia de palabras. Pero, ¿por qué no decirlo, sino tramitarlo a través del silencio? Estas son las principales razones que esgrimen aquellos que optan por esta medida:
  • Es mejor dejar de hablar a una persona que participar de una discusión en la que se intercambien insultos.
  • Esa persona no me escucha. Por más que le pido que cambie, no me hace caso. Entonces, es mejor no decir nada porque, ¿para qué?
  • Tiene que disculparse conmigo por lo que me hizo (o me dijo, o no hizo, o no dijo). Hasta que no lo haga, voy a dejar de hablar.
  • Para qué hablar si siempre llegamos al mismo punto. Mejor dejar de hablar para ver si entiende que no voy a ceder.
En todos los casos se afirma que el silencio es la mejor opción para tramitar el conflicto. Por una razón u otra, la palabra se ha mostrado ineficaz. Se acude entonces a la decisión de dejar de hablar a alguien para que esto sea asumido como un castigo y, en consecuencia, el otro reconsidere su actitud.

Dejar de hablar a alguien es agresivo

Un silencio puede tener multitud de significados. Algunos de ellos son realmente violentos. Dejar de hablar a alguien es asumir una actitud pasivo-agresivaEsto quiere decir que se está violentando al otro, pero de manera implícita. La mayoría de las veces este tipo de actitudes son tanto o más nocivas que la agresión directa, y lo son porque el silencio se convierte en un vacío que es susceptible de cualquier tipo de interpretación.
Mujer pensando en dejar de hablar a su pareja
Para quien deja de hablar a alguien hay razones claras. También hay una expectativa clara frente a lo que esta situación debe traer como desenlace. Pero, a quienes acuden a estos recursos habría que preguntarles: ¿estás seguro de que el otro comprende realmente el significado de tu silencio? ¿Jurarías que la mejor manera de lograr que cambie, o haga lo que tú quieres que haga, es atacándolo con la falta de diálogo?
El silencio alarga distancias. Y la distancia no suele ser un buen aliado para la comprensión o para restaurar lazos rotos o dañados. Por el contrario, contribuye a ahondar las diferencias.
Por otro lado, dejar de hablar a alguien puede funcionar momentáneamente. Se impone el castigo y el otro reacciona: vuelve para disculparse, prometerte cambios o hacer lo que tú quieres. Sin embargo, a largo plazo también termina incubando pequeños rencores que pueden crecer. El silencio rara vez resuelve el conflicto de fondo o da paso a su resolución, solo lo encubre.

Las sanas funciones del silencio

Es cierto que a veces es mejor callar. Cuando estamos muy exaltados, por ejemplo. La ira hace que exageremos y nos preocupemos más por herir al otro que por expresar realmente lo que pensamos o sentimos. En esas condiciones nada mejor que dejar de hablar mientras recuperamos la compostura. Bajo esas circunstancias, se trata de una decisión inteligente.
En cambio, dejar de hablar para castigar o propiciar que otra persona “se rinda” como hemos dicho es raro que traiga buenos resultados. A veces nos enfrentamos al reto de expresar nuestra ira o nuestro enfado, pero sin herir al otro. La salida no está en dejar de hablar, sino en buscar y encontrar los medios para tender puentes hacia la comprensión. La ausencia de palabras puede hacer que el otro ceda, lo que no significa que el conflicto desaparezca. Por otro lado, también puede pasar que el otro no lo haga y que lo que en un principio era un copo de nieve se trasforme en una bola.
Mujer en silencio junto a un banco
Quizás lo necesario sea buscar mejores condiciones para conversar. También una forma diferente de expresar nuestra inconformidad. Cambiar el espacio rutinario por otro más cálido y amable a veces contribuye a que la comunicación se renueve. Hablar desde el corazón, siempre remitiéndote a lo que tú sientes y no lo a lo que supones que siente el otro es una fórmula que no suele fallar. Inténtalo.









RECETA - PIZZA DE CALABACIN

EL CAMINO DEL GUERRERO


Maneras naturales de blanquear los dientes en casa


La gente siempre ha apreciado una sonrisa brillante y perfecta como algo de la perfección estética. Por lo tanto, otros siempre han querido lograr este efecto mediante el uso de numerosas formas y recetas que blanquean los dientes.

Maneras naturales de blanquear los dientes en casa
Maneras naturales de blanquear los dientes en casa
Es un hecho que nuestros dientes tienden a mancharse y perder su blancura en el tiempo, principalmente debido a nuestros estilos de vida. Bebidas como el café, diferentes tipos de alimentos, cigarrillos y muchos otros dejan manchas en nuestros dientes. Estos son difíciles de eliminar y la pérdida de blancura es a menudo gradual, por lo que es muy difícil de notar y actuar a tiempo.
Existen varios medicamentos, geles, enjuagues bucales y productos similares para este propósito. Sin embargo, la mayoría de estos son bastante caros, mientras que el efecto es a menudo suave o completamente ausente. Aunque los dentistas pueden ayudar con este problema, el costo del procedimiento es de nuevo una obstrucción, ya que estas manchas volverán y más visitas pueden ser necesarias.
Por último, hay muchas maneras naturales para resolver este problema, la mayoría de ellas son baratas pero eficaces y ni siquiera requieren salir de su casa.

ME GUSTA LO QUE VEO

Blanqueadores de dientes naturales
Uno de los trucos más antiguos y más populares consiste en aplicar bicarbonato de sodio a los dientes. Usted puede usarlo solo o mezclarlo con la pasta de dientes que está utilizando con el fin de encubrir el sabor del bicarbonato de sodio. Junto con esto viene el peróxido de hidrógeno, barato y fácilmente obtenible. Se necesitan varias semanas de uso para que los resultados reales aparezcan, pero definitivamente es efectivo. Uno puede hacer gárgaras o aplicarlo en los dientes con el cepillo de dientes. Sin embargo, no se recomienda tragar. Usted puede incluso crear su propia pasta de dientes de estos dos elementos mencionados anteriormente. La combinación de los dos es excelente para el uso diario y los efectos serán obvios.
Las fresas contienen sustancias excelentes para blanquear los dientes. Usted puede frotar directamente sobre los dientes o machacar para crear algo similar a una pasta de dientes. Sin embargo, lávese los dientes regularmente después ya que estos contienen algunos elementos no deseados como el azúcar.
Por extraño que parezca, la ceniza de madera se puede utilizar para estos fines. Lo creas o no, es un blanqueador de dientes muy bueno. Se puede aplicar directamente a los dientes o a la pasta de dientes. Tenga en cuenta que este procedimiento puede dañar sus dientes si se usa con demasiada frecuencia.
Por último, un buen cepillado de dientes regular, pero un poco más fuerte seguido de enjuague puede ser a menudo un excelente medio para evitar que aparezcan manchas. Además, puede combinar todos los elementos mencionados anteriormente, amplificando el efecto general.

Amor a través de sus manos


Cuando estás conectado con la Fuente del amor, tienes energía curativa en tus manos, no sólo para los demás, sino también para ti mismo.

Amor a través de sus manos
Amor a través de sus manos
Una de las cosas maravillosas que eventualmente experimentamos al practicar unión interna es que no estamos solos. A medida que desarrollamos nuestro amoroso adulto a través de nuestra práctica de union interna, nos sentimos cada vez más conectados con nuestra Guía espiritual. En algún momento, tenemos tantas experiencias maravillosas de Orientación que ya no dudamos de que siempre está aquí para nosotros, guiándonos hacia nuestro mejor bien cada momento.
A medida que practiques union interna, descubres que tus sentimientos te están guiando siempre, y que el pensamiento y las imágenes que aparecen en tu mente también te están guiando. Usted encuentra que cuando se abre a aprender acerca de amarse a si mismo, puede sentir ese amor y compasión en tu corazón y alma.
Y hay otro gran beneficio de conectar con nuestra Guía: la habilidad de traer energía curativa a través de nuestras manos, tanto para nosotros como para los demás.
Piense por un momento acerca de lo que sucede con los niños cuando un padre amoroso los sostiene cuando están heridos o asustados. El niño es calmado, porque los padres automáticamente traen el amor a través de sus manos mientras acarician y calman al niño. Muchos padres acarician naturalmente la espalda de un niño, lo que trae amor al corazón del niño. Como adultos también, nos calmamos con el tacto, sin darnos cuenta de que cuando nuestra intención es amar, estamos trayendo energía curativa a través de nuestras manos.

ADELGAZAMIENTO Y NUTRICION


LA CANCION DEL ALMA...

Abundancia, Amor y Plenitud


Posted: 22 Aug 2017 07:27 PM PDT


No soy ni el Ego ni la Razón.
No soy la mente ni el pensamiento.
No puedo ser escuchada ni descrita en palabras
ni puedo ser captada por vía del olfato o de la vista.
No puedo ser encontrada en la luz ni en el viento, ni
Tampoco en la Tierra o en el Cielo.

Soy Conciencia y alegría encarnadas, Gloria de los Bienaventurados, yo soy.

No tengo nombre ni tengo vida, no respiro aire vital.
No he sido moldeada por los elementos, ninguna
Cubierta corpórea es mi hogar.
No tengo discurso, no tengo manos ni pies,ni medios
para evolucionar.

Soy Conciencia y alegría, Bienaventuranza en la disolución.

Dejo a un lado el odio y la pasión, he vencido
 la desilusión y la avaricia.
Ningún indicio de orgullo me acaricia, por lo cual la
envidia no alimento.
Más allá de todas las creencias religiosas, por encima de la fortuna,
por encima de la libertad, por encima del deseo,
Soy conciencia y alegría, la Suprema felicidad es mi atuendo.


Ni la virtud ni el vicio, ni el placer ni el dolor son mi herencia.
Ni los textos sagrados, ni las ofrendas, ni las oraciones,
ni los peregrinajes.
No soy alimento ni el acto de comer ni el que se alimenta.

Soy Conciencia y  alegría encarnada,
Gloria de los Bienaventurados yo soy.

No soy pasible de muerte, no estoy dividida en
Castas ni razas.
Ningún padre me ha llamado Hijo,
Ninguna atadura de nacimiento me aprisiona.
No soy discipulo ni maestro, no tengo compinches ni amigos.

Soy Conciencia y alegría, sumergirme en la Gloria es mi destino.

No soy ni lo conocido, ni el conocimiento o
El conocedor, sin forma es mi forma.
Habito en los sentidos, pero ellos no son mi hogar.
Serena y en equilibrio, no soy ni libre ni esclava.

Soy Conciencia y Alegría y en la Gloria soy hallada.


~ Sri Shankaracharya.

RECETA - Jamoncitos de pollo a la mandarina

JULIA Y SUS RECETAS


Posted: 23 Aug 2017 01:00 AM PDT
Jamoncitos de pollo a la mandarina. Julia y sus recetas
Hay veces en que no sabemos como poner el pollo para cambiar un poco los sabores...
Y aunque en mi casa la carne de pollo es una de las que más nos gustan, siempre me gusta variar la forma de cocinarlo. 
Hoy os traigo una receta de jamoncitos de pollo a la mandarina, que ya tenía publicada, pero necesitaba un cambio de fotos y enseñarla de nuevo, porque quedan deliciosos.


Ingredientes:

     -   6-8 jamoncitos de pollo
     -   4 mandarinas
     -   sal al gusto
     -   pimienta molida al gusto
     -   1 pastilla de caldo de carne o 250ml de caldo casero
     -    200 ml de agua, si usamos la pastilla de caldo
     -   aceite de oliva virgen
Precalentamos el horno a 180º.

Ponemos un poco de aceite en una fuente de horno.

Salpimentamos los jamoncitos de pollo y los ponemos en la fuente.
Exprimimos 2 mandarinas y las otras dos las cortamos en trozos.

Le añadimos al pollo las mandarinas troceadas, el zumo, la pastilla de caldo desmenuzada por encima y el agua o el caldo de carne casero. Le ponemos un chorreón de aceite de oliva por encima.
Horneamos 30 minutos a 180º. Les damos la vuelta y horneamos 20 minutos más, hasta que doren (si hace falta les añadimos un poco más de agua o caldo).
¡Muy ricos!
Si sois cocinillas y os gusta cocinar, os invito a compartir vuestras recetas en mi nuevo grupo de Facebook COCINANDO CON JULIA Y SUS RECETAS, ¡¡Seréis bienvenidos todos !!

Esta parábola budista resume 3 grandes verdades muy difíciles de aceptar



Cuentan que una vez, un famoso poeta chino se propuso estudiar la sabiduría del Buda. Recorrió un largo camino para encontrar un gran maestro zen y apenas tuvo la oportunidad, le preguntó: 

- ¿Cuál es la enseñanza más importante de Buda? 

- No perjudiques a nadie y haz solo el bien - respondió el maestro. 

- ¡Qué tontería! - exclamó el poeta. – He recorrido miles de kilómetros para encontrarle puesto que le consideran un maestro muy sabio. ¿Y esa es la respuesta que me da? ¡Hasta un niño de tres años sería capaz de decir eso! 

- Puede ser que un niño de tres años sea capaz de decir eso, pero lo difícil es ponerlo en práctica, incluso para un hombre viejo y sabio, como yo - dijo el maestro sonriendo.

Una de las cosas más interesantes de las filosofías orientales, como el budismo y el taoísmo, es precisamente su simplicidad. Estas formas de comprender y estar en el mundo no intentan atarnos a una interminable lista de normas morales, muchas de las cuales solo sirven para que las quebrantemos y nos sintamos culpables por ello, sino que nos ofrecen un camino mucho más sencillo donde encontrar el equilibrio mental. Sin embargo, algunas de las ideas que promulgan son muy difíciles de aceptar, sobre todo para las mentes occidentales.

1. No eres lo que dices, eres lo que haces


Pensamos que nuestras creencias y valores nos definen como personas. De cierta forma es así, pero esa afirmación no es completamente cierta. No somos mejores personas simplemente porque creamos en algo o enarbolemos ciertos valores como nuestros estandartes Lo que nos convierte en buenas personas son nuestras acciones. Las palabras y los pensamientos sin acciones se quedan en buenas intenciones.

De hecho, el mundo está lleno de personas con buenas intenciones que en los momentos decisivos no actúan según los valores y creencias que proclaman a los cuatro vientos. Esta parábola nos anima a no caer en el error de pensar que somos mejores simplemente porque tenemos ideales “más puros” o muy buenas intenciones. Debemos asegurarnos de que esos valores e ideas tengan una salida práctica. Debemos cerciorarnos de que existe una congruencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. No somos buenas personas únicamente por lo que pensamos o sentimos, lo somos por lo que hacemos.

2. No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti


En el taoísmo no hay 10 mandamientos ni leyes complicadas que determinen lo que está bien y lo que no. Solo hay una norma: no hacer el mal a los demás, abstenernos de causar daño, sufrimiento y dolor.

Debemos comportarnos con los otros de la misma manera en que nos gustaría que se comportaran con nosotros. Es una regla muy sencilla porque ante cualquier dilema moral solo tenemos que preguntarnos: ¿nos gustaría que alguien se comportara así con nosotros o con las personas que amamos?

El problema de esta regla es que implica que la responsabilidad por nuestros actos es completamente nuestra, y eso aterra a las personas que prefieren que sea una religión, estado o sociedad quien decida lo que está bien o mal porque de esa forma tienen excusas para evadir su conciencia. Siempre es más fácil culpar al otro que asumir los errores.

Por supuesto, esta regla aparentemente tan sencilla también tiene otra gran implicación puesto que es imprescindible que seamos capaces de amarnos a nosotros mismos. Si caemos en hábitos autodestructivos, le haremos daño a los demás. Por lo que para aceptar y llevar a la práctica esta verdad será necesario realizar un gran trabajo interior, algo que muchas personas no están dispuestas a hacer. 

3. Madurez no es añadir, sino aprender a restar


Nuestra sociedad se ha encargado de generar necesidades falsas. Así nos mantenemos ocupados y estresados mientras intentamos alcanzar esas cosas que nos darán la seguridad o el bienestar que tanto anhelamos. En realidad la vida es mucho más sencilla y, una vez que nuestras necesidades básicas están cubiertas, no necesitamos mucho más para ser felices.

Creemos erróneamente que la vida es sumar cada vez más. Sumar más personas aunque estas no nos aporten nada. Sumar más cosas aunque no las necesitemos. Sumar más seguridades aunque no sean más que espejismos. Sumar más roles sociales aunque no seamos capaces de interpretarlos bien y sentirnos a gusto con ellos. Pensamos que sumar es sinónimo de éxito y felicidad cuando en realidad es solo una expresión de miedo, insatisfacción y caos. Aceptar que no necesitamos sumar sino aprender a restar es difícil porque implica un cambio radical en la manera de comprender la vida. Pero el resultado es extremadamente liberador.

El maestro zen de la parábola nos invita, de cierta forma, a liberarnos de esa necesidad de sumar y complejizarlo todo para abrazar la simplicidad. Nos enseña que a veces las grandes verdades son las más sencillas y que para encontrar el equilibrio a veces solo es necesario regresar a los orígenes y despojar las cosas de todas las capas inútiles que hemos ido construyendo a su alrededor.