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¿Por qué los tontos se consideran inteligentes?


Posted: 14 Jul 2018 09:28 AM PDT

 Todos nosotros nos creemos personas inteligentes, geniales, de buenos gustos y demás cualidades, pero, ¿que les parecería si les digo que los científicos, ya demostraron que no? ¿Que pensarían si supieran que está comprobado que las personas que menos saben sobre un tema son los que más hablan de él?



  Pero aún se pone mejor, ¿y si además les decimos que descubrieron que las personas verdaderamente capaces y especialistas en un tema, tienden a sobre estimar a las personas, pensando que si ellos pueden hacer algo, cualquiera con poco de estudio podría hacerlo?

 Pues bien, de lo que estamos hablando es del efecto Dunning-Kruger.


El efecto Dunning-Kruger


  Usted se considera inteligente, ¿no es cierto? Perspicaz, con sentido del humor... Lo mismo que yo. Por supuesto, ambos somos personas geniales. Pero, ¿no sería terrible si los dos estuviéramos equivocados? 

  Los psicólogos han demostrado nuestra tendencia a no advertir nuestros defectos, y esto es algo que sucede mucho más de lo que llegamos a darnos cuenta. 

  Dicho fenómeno explicaría por qué algunas personas incompetentes son tan irritantes. Y también sirve para añadir una sana dosis de humildad a nuestra autoestima.


Origen del estudio (El robo utilizando zumo de limón)


  A mediados de la década de los '90, un recio individuo de 44 años habitante de Pittsburgh, atracó dos bancos de su ciudad en pleno día, sin ningún tipo de atuendo o máscara que cubrieran su rostro. Su aventura delictiva terminó a las pocas horas de cometer ambos robos, durante su fechoría.

  Al ser detenido, McArthur Wheeler confesó que se había aplicado zumo de limón en su cara, confiando en que el zumo le haría aparecer invisible ante las cámaras. “No lo entiendo, yo usé el zumo de limón”, espetó entre sollozos en el momento de su arresto policial.



  Más tarde se supo que la inaudita idea del zumo fue una sugerencia que dos amigos de Wheeler explicaron días antes del atraco. Wheeler probó la idea aplicándose zumo en su cara y sacándose una fotografía para cerciorarse de la eficacia.

   En la fotografía no llegó a aparecer su rostro, probablemente porque el encuadre de la misma fuera algo torpe y terminara enfocando el techo de la habitación en vez de su cara cubierta de zumo de limón. 

 Sin percatarse de ello, Wheeler dio por válido que permanecería invisible durante el atraco.


  Meses más tarde, el profesor de Psicología Social de la Universidad de Cornell, David Dunning, no podía creer la historia del intrépido Wheeler y el zumo de limón. 

  Intrigado ante el caso, sobre todo por la incompetencia exhibida por el frustrado ladrón, se propuso realizar una investigación con una hipótesis previa: ¿Podría ser posible que mi propia incompetencia me volviera inconsciente de esa misma incompetencia?

  Una hipótesis algo rebuscada, pero que tenía mucho sentido.

  Para llevar a cabo el estudio que dilucidara si era cierta la hipótesis, Dunning escogió a un brillante pupilo, Justin Kruger, con el objetivo de encontrar datos que confirmaran o refutaran la idea. Lo que hallaron les dejó todavía más sorprendidos.


¿Qué es?


  La relación entre estupidez y vanidad se ha descrito como el efecto Dunning-Kruger, según el cual las personas con escaso nivel intelectual y cultural tienden sistemáticamente a pensar que saben más de lo que saben y a considerarse más inteligentes de lo que son. 

   El fenómeno fue rigurosamente estudiado por Justin Krugger y David Dunning, psicólogos de la Universidad de Cornell en Nueva York, y publicado en 1999 en “The Journal of Personality and Social Psychology”.


Se basa en los siguientes principios:


1. Los individuos incompetentes tiendes a sobreestimar sus propias habilidades.
2. Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer las verdaderas habilidades en los demás.

   Antes de que estos estudiosos lo evidenciasen científicamente, Charles Darwin ya había sentenciado que “La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento”.



  Quienes más tienden a sobrevalorarse son, precisamente, quienes están peor cualificados: cuanto menos sabemos sobre un tema, más tendemos a creer que sabemos lo suficiente. 

 De hecho, los expertos tienden a infravalorar ligeramente sus aptitudes, hasta el punto de que en algunos estudios los más ignorantes creían saber casi tanto como estos expertos.

   El error de los expertos, por cierto, también es interesante: no es que crean saber menos que los demás, sino que a menudo piensan que los demás también saben bastante sobre el tema que dominan.

  El avance de Krugger y Dunning fue simplemente demostrarlo en un experimento consistente en medir las habilidades intelectuales y sociales de una serie de estudiantes y pedirles una auto-evaluación posterior.


   Los resultados fueron sorprendentes y reveladores: 


  Los más brillantes estimaban que estaban por debajo de la media; los mediocres se consideraban por encima de la media, y los menos dotados y más inútiles estaban convencidos de estar entre los mejores.

¿A qué se debe este efecto? 


   Tal y como explica el propio Dunning en un artículo publicado en Pacific Standard, quienes están menos cualificados en un campo ni siquiera tienen la experiencia necesaria para saber que lo están haciendo mal.


  A esto se le suma que una mente ignorante no está vacía, sino que está llena de ideas preconcebidas, experiencias, hechos, intuiciones, sesgos y corazonadas, además de conceptos que importamos de otros campos de conocimiento. 

  Con todo eso construimos historias y teorías que nos dan la impresión de ser conocimiento fiable.


  Y, de hecho, nos fiamos: un estudio de la Universidad de Yale mostró que la mayoría de la gente no sabe casi nada sobre nanotecnología.

   Esto es normal. Lo que no es tan normal es que casi nadie dudaba en opinar acerca de si los beneficios de esta tecnología compensaban o no los riesgos.

  Eso sí, como ha subrayado Dunning en alguna ocasión, la conclusión de su estudio es que no conocemos los límites de nuestra incompetencia, no de la ajena. 

  La gracia no está en identificar a las víctimas de este error, sino en tener en cuenta que es muy probable que nosotros lo estemos cometiendo en algún aspecto de nuestras vidas, sin ni siquiera saberlo.


  Y no solo se trata de que juguemos peor al ajedrez de lo que pensamos o de que, por algún motivo, sostengamos opiniones muy vehementes sobre la nanotecnología: este efecto puede ser muy peligroso.

   Dunning recuerda que la burbuja financiera de 2008 estuvo causada por “las maquinaciones de los financieros y la ignorancia de los consumidores”. Según un estudio de 2012, el 23% de los estadounidenses encuestados que se había declarado recientemente en quiebra se puso la máxima nota en conocimientos financieros.


Conclusiones:


  Después de leer el efecto Dunning-Kruger se puede comprender el motivo por el cual las personas hablamos de un tema como si lo domináramos, cuando en realidad desconocemos casi todo de él, tendemos a valorarnos más de lo que somos y somos incapaces de ver nuestra propia ignorancia.

  Esto es un golpe al ego y al orgullo de los que se sienten o sentimos mejor que la media, y pasa por un problema metacognitivo, todos en algún momento hemos padecido este efecto, que nos lleva a ser en algún momento insoportables.




Marilyn Monroe y la historia del vestido veraniego más famoso de la historia

MÍTICA ESCENA DE 'LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA'




La rubia platino tenía que colocarse encima de una rejilla de metro para que su falda volase con el impulso del aire y dejase ver su ropa interior. La prenda llegaría a venderse por casi 6 millones

Foto: Marilyn en 'La tentación vive arriba'. (Cordon)
Marilyn en 'La tentación vive arriba'. (Cordon)
TIEMPO DE LECTURA4 min
La noche del 15 de septiembre de 1954, medio Manhattan se fue a pasar el rato a Lexington Avenue. Docenas de personas se agolpaban a las puertas del Trans-Lux Theatre por una buena razón. Allí estaban rodando, alrededor de la 1 de la madrugada, Billy WilderTom Ewell y la que acaparaba todas las miradas: Marilyn Monroe. La rubia platino tenía que colocarse encima de una rejilla de metro para que su falda volase con el impulso del aire y dejase ver su ropa interior. Se rodaba la escena más mítica de 'La tentación vive arriba'.
El ruido del lugar era ensordecedor. A las bocinas de coche que impregnan de sonidos la Gran Manzana se sumaban los silbidos de docenas de varones en celo a años luz del #MeToo.
Si hubiesen pagado dinero a todos los ciudadanos que se habían desplazado hasta allí esa noche, la Fox, productora de la cinta, se habría quedado en la ruina. Tantos fueron los mirones que hasta Joe DiMaggio, el marido de la actriz, se acabó enfadando. Cuentan que aquella escena fue la gota que colmó el vaso, uno de los últimos detonantes del divorcio que se produciría meses después.
La actriz durante el rodaje de la famosa escena. (Cordon)
La actriz durante el rodaje de la famosa escena. (Cordon)
Empero, el que peor lo pasó fue Wilder, que tuvo que desechar el metraje rodado y volver a recrear la escena en el 'backlot' de la Fox y al otro lado del país, en la soleada California. Lo que ni él ni la propia Marilyn Monroe imaginaban es que ese momento y ese vestido vaporoso pasarían a formar parte del imaginario colectivo como uno de los grandes emblemas del siglo XX.
Todo empezó cuando alguien decidió incluirlo en una escena de esta adaptación de una obra teatral de George Axelrod; una película picante que desafió los convencionalismos de la censura impuesta por el Código Hays. Cuando Marilyn encarnó a la ingenua y tentadora vecina de un rodríguez neoyorquino en 'La tentación vive arriba' ya era la mujer más deseada de América. Y también tenía un hombre de confianza para el vestuario de sus películas: el diseñador William Travilla. Este confeccionó (o directamente compró, según los rumores más malévolos) un vestido tipo cóctel en color marfil de escote halter y falda plisada.
Marilyn junto a Joe DiMaggio, su marido en aquella época. (EFE)
Marilyn junto a Joe DiMaggio, su marido en aquella época. (EFE)
Travilla siempre guardó la prenda como uno de sus bienes más preciados. Era consciente de que DiMaggio odiaba el vestido con todas sus fuerzas y del mal rato que su obra más conocida le había hecho pasar al marido de la rubia. Desde que Marilyn murió en 1962 hasta su propia muerte en 1990, el diseñador lo mantuvo en su casa, guardado como un tesoro. A partir de esa década una subasta hizo que fuese a parar a la colección cinematográfica más extensa de todas: la de Debbie Reynolds. La protagonista de 'Cantando bajo la lluvia' luchó con uñas y dientes para que el legado del viejo Hollywood no se dispersase. Apenas había pagado 200 dólares por él, pero cuando en 2011 se vio obligada a subastar algunos de sus tesoros hollywoodienses, se calculó que podría recaudar unos dos millones. Finalmente, consiguió 5,6, el desorbitado precio que el comprador ofreció por hacerse con una pieza que ya era pasto de la leyenda.
El vestido era odiado y amado a partes iguales. Hubo quien se atragantó a base de verlo en los pósteres que colgaban de las paredes de los dormitorios de los adolescentes. Otros tenían muchas más razones para tenerle tirria. Que le pregunten a DiMaggio, que siempre habló de “ese tonto vestido blanco” o a la propia Marilyn, que sufrió en sus carnes la ira de un marido que llegó a golpearla tras rodar aquella secuencia nocturna. La fama, sin embargo, siempre ha acompañado a esta joya del vestuario cinematográfico y veraniego. La mayoría de dibujos y recreaciones con Marilyn de protagonista la incluyen vistiendo el famoso vestido, esa vaporosa prenda blanca que inmortalizó a la rubia más sexy y más triste de la historia del cine.

CARTA A UN AMIGO William Shakespeare


iEl Yogur Puede Hacer Mucho Por T, ¡Toma Nota!


Las personas que necesitan moderar los niveles altos de colesterol en su cuerpo, pueden beneficiarse de comer yogur con el probiótico Lactobacillus acidophilus, junto con una combinación de la bacteria Enterococcus faecium y Streptococcus thermophilus. Se cree que este tipo de yogur reduce el colesterol LDL (malo). Sin embargo, no aumenta el colesterol HDL (bueno).
2. Usa el yogur para mejorar el sistema inmune
El yogur contiene cultivos activos que mejoran el sistema inmune del cuerpo. Aumenta la producción de interferones gamma, los cuales desempeñan un papel clave en la lucha contra las alergias y las infecciones virales. Estudios realizados sobre el yogur también encontraron que puede ayudar a prevenir las infecciones gastrointestinales.de manera natural
3. Usa el yogur para blanquear tus dientes de manera natural
Un tratamiento odontológico para blanquear los dientes puede ser realmente costoso, pero para qué gastar dinero en algo que puedes preparar de forma natural desde la comodidad de tu casa. Sólo necesitas frotar un poco de yogur en tus dientes diariamente por un par de semanas para conseguir esa sonrisa blanca que tanto quieres. El yogur funciona por el calcio y el fósforo que contiene.
4. Usa yogur para remplazar el queso
La consistencia de la crema de yogur es similar a la crema de queso, pero es baja en grasas, y contiene unas baterias saludables. La crema de yogur puede ser usada para esparcir en los panecillos, las tostadas, y las galletas, incluso en los cheescake, en lugar del queso. Preparar crema de yogur es muy fácil. Vacia un litro de yogur en un colador grande, de malla fina para atrapar el líquido se drene del yogur. La textura puede variar dependiendo de cuánto tiempo se drena. Luego, cubra y refrigere durante ocho a 24 horas. Esto hará que alrededor de una taza de queso de yogur.
 
5. Usa yogur para aliviar las quemaduras solares
El yogur es una fantástica fuente de zinc, lo que ayuda a calmar el ardor y la picazón de las quemaduras solares. Para aliviar los síntomas, aplica una capa gruesa de yogur natural y fresco directamente sobre la quemadura y enjuagar con agua fría después de 20 minutos.
6. Usa yogur para aliviar los síntomas asociados con la diarrea
El yogur ayuda a restaurar las bacterias del intestino, y puede ser usado después de tomar antibióticos. De hecho, una fórmula de yogur se puede administrar como un sustituto de la leche de fórmula en lactantes y niños pequeños para aliviar la diarrea persistente.
7. Usa el yogur como un exfoliante natural para el cuerpo
El yogur puede ser un exfoliante natural para tus manos, pies y el cuerpo completo. Simplemente mézclalo con avena y cortezas de cítricos secos. Masajea la mezcla suavemente sobre tu piel con un movimiento circular y enjuaga con agua tibia. tu piel debe sentirse suave e hidratada.
8. Usa el yogur como acondicionador de cabello
Las propiedades encontradas en el yogur hacen que sea un excelente remedio para suavizar la piel, pero también es muy bueno para el cuero cabelludo y el cabello. El yogur ayuda a resaltar el brillo natural del cabello por lo que es suave y sedoso. Se puede utilizar como una mascarilla para el pelo en lugar de su acondicionador. Basta con echar un poco de yogur natural y frotarlo por todo el cabello, luego enjuagar con agua tibia. El yogur también ayudará a calmar el cuero cabelludo inflamado, reducir la pérdida de cabello y desterrar las puntas abiertas.
 
9. Usa yogur para aliviar las llagas o úlceras
Las úlceras bucales, llagas blancas y amarillas que por lo general se forman en las encías, dentro de la boca y en los labios puede ser muy dolorosa de soportar. Usar yogur te ayudará a reducir el dolor y curar las llagas. Puedes optar por incluirlo en tu dieta o aplicarlo directamente sobre la zona afectada.
10. Usa yogur para prevenir el acne y prevenir el envejecimiento prematuro
Las propiedades antibacterianas y antifúngicas naturales que se encuentran en el yogur se puede utilizar para deshacerse de los granos. Aplicar el yogur para las zonas propensas a acné y dejar que repose durante 30 minutos, luego enjuagar con agua tibia. El ácido láctico se encuentra en el yogur ayuda a disolver la piel muerta y se puede utilizar para prevenir las arrugas y líneas finas a medida que envejecemos.

El árbol de los deseos: Esta parábola nos muestra cómo saboteamos nuestra vida


Posted: 09 Jul 2018 12:22 PM PDT

Un hombre caminaba por el bosque dándole vueltas a sus preocupaciones, pensando en sus muchos problemas. Agotado, se detuvo a descansar a la sombra de un árbol, pero se trataba de un árbol mágico que concedía instantáneamente todos los deseos de cualquier persona que lo tocara. 



  El hombre estaba sediento, así que pensó para sus adentros que le encantaría tener agua fresca. Al instante, un vaso de agua fría apareció en su mano. 

  Sorprendido, miró el agua y la bebió. Cuando calmó su sed, se dio cuenta de que estaba hambriento y deseó tener algo de comer. Un plato de comida apareció ante él. 

“Mis deseos se vuelven realidad”, pensó el hombre con incredulidad. 

“Si realmente es así, deseo tener un hermoso hogar”, dijo en voz alta. 


  La casa apareció en el prado que se extendía frente a él. Una gran sonrisa cruzó su rostro mientras deseaba tener sirvientes que se hicieran cargo de aquella maravillosa casa. 

  Cuando aparecieron, se dio cuenta de que de alguna manera había sido bendecido con un poder increíble y deseó tener una hermosa, amorosa e inteligente mujer con quien compartir su buena fortuna. 

  Cuando la mujer apareció ante sus ojos, el hombre le dijo: “Espera un minuto, esto es ridículo. Nunca he tenido tanta suerte en la vida. Esto no me puede pasar a mí”


No había terminado de pronunciar esas palabras cuando todo desapareció. 


  Resignado, el hombre se dijo: “Lo sabía, algo tan maravilloso no me podía pasar”. Y se alejó cabizbajo pensando en sus muchos problemas. 

   A muchas personas, como al hombre de la historia, le suceden cosas maravillosas que luego se desvanecen como por arte de magia simplemente porque piensan que no las merecen.

  Esta parábola nos invita a reflexionar sobre lo que esperamos de la vida y lo que creemos que podemos alcanzar. 


Para alcanzar lo que deseas, primero debes creer que lo mereces


  Solemos pensar que nuestro mundo está construido de hechos. Pero los hechos son tan solo una variable en una ecuación mucho más compleja. 

 Interpretamos constantemente esos hechos, y al hacerlo les conferimos un significado según nuestra concepción de la vida y la imagen que tengamos de nosotros mismos. Entonces entran en juego nuestras certezas, que en su origen fueron presunciones.

  Una presunción implica dar algo por cierto a partir de determinados indicios, hasta el punto que luego se convierte en una certeza.


   Cuando esa presunción se transforma en una certeza, esta terminará influyendo en nuestra manera de interpretar los hechos que nos ocurren. Al igual que el hombre de la historia, cuando tenemos la certeza de que no merecemos algo, tarde o temprano lo perderemos. 

   Cuando creemos que no somos lo suficientemente valiosos como para alcanzar ciertas metas, en nuestro interior se activará un mecanismo dirigido a confirmar esa presunción, convirtiéndola en una certeza. 

 Entonces comenzamos a sabotearnos, generalmente a nivel inconsciente. 


   Esto se debe a que odiamos la disonancia cognitiva. Es decir, una vez que nos hemos formado una idea sobre nosotros mismos, todo aquello que la refute o haga tambalear se convierte en una disonancia cognitiva.

   En nuestro interior se activa una especie de alarma para lograr que ese “yo” se mantenga estable. El problema es que a veces ese mecanismo de autoprotección nos impide crecer y, como al hombre de la historia, nos impide alcanzar metas más ambiciosas. 

   Por tanto, si creemos que no nos merecemos algo, encontraremos la manera para impedirnos alcanzarlo.

  Ese mecanismo puede apreciarse en una relación de pareja, cuando encontramos a una persona tan fantástica que creemos que todo es demasiado bueno como para ser cierto y terminamos saboteando la relación, quizá con los celos o la desconfianza. 



  También puede ocurrir en el plano laboral, cuando nos brindan una oportunidad tan buena que no damos crédito y el miedo a equivocarnos y la inseguridad terminan haciendo que perdamos esa ocasión. 

  Así cerramos un círculo vicioso en el que terminamos diciendo: “era demasiado bueno para mí”

   El problema es que cuando aceptamos esos cambios, también nos obligamos a cambiar la imagen que tenemos de nosotros. Y ese es un proceso complicado que no todos están dispuestos a asumir.

  
  Muchos prefieren quedarse en su zona de confort, lamentándose de su "mala suerte", sin darse cuenta que muchas veces ellos mismos contribuyen a que los acontecimientos tomen ese giro negativo.


   Sentirse no merecedor genera una resistencia al cambio positivo. Así nos condenaremos a una vida mediocre en la que solo se cumplen las profecías negativas que hemos hecho sobre nuestro futuro. 


No te conviertas en tu principal límite: ¿Cómo romper este círculo vicioso?  


  "Ignoramos nuestra verdadera altura hasta que nos ponemos en pie", dijo la poeta Emily Dickinson. 

  Lo curioso es que generalmente la educación que recibimos, la sociedad y las personas más cercanas son quienes prefieren que nos mantengamos sentados. Así es más cómodo para todos.

   Por eso, el primer paso para conseguir lo que sueñas consiste en deshacerte de las "certezas" que te limitan. Esas cosas que asumes como verdades inamovibles en realidad son presunciones cuyo origen probablemente se puede rastrear en tu pasado.


   La sensación de no ser lo suficientemente capaz o de sentirse indigno suele provenir de experiencias durante la infancia o la adolescencia. Incluso es probable que esas "certezas" sean palabras que te repetían tus padres, maestros u otras personas significativas en tu vida.

   Con sus palabras, contribuyeron a formar la imagen que tienes de ti mismo. Sin embargo, debes darte cuenta de que un “yo” estático es un “yo” que no crece.

   La disonancia cognitiva no es algo negativo a lo cual se le debe temer sino que en realidad es señal de que piensas, evolucionas y cambias.


  Mientras trabajas para perdonarte por esos pensamientos profundamente arraigados que te detienen y te impiden alcanzar tus sueños, descubrirás que comienzas a sentirte mejor, más ligero y aliviado. 

 Poco a poco te irás preparando para aprovechar al máximo las buenas oportunidades que se te presenten en la vida, en vez de sabotearlas y quedarte llorando sobre la leche derramada.


Fuente / para leer más notas: Rincón de la psicología / Osho