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¿Qué pescados tienen más metales pesados y cuáles menos?

Jaime, socio y lector de eldiario.es nos escribe: "hola: ¡por fin me he hecho socio! Así que me toca pediros un tema que me inquieta desde hace tiempo y no he tenido hasta ahora momento para mirar, el de los metales pesados en el pescado. Ya sé que el pescado azul tiene más que los otros, pero también quisiera saber cuál es el que tiene menos". 
Antes que nada debemos aclarar a Jaime, y en general a todos los lectores, que para pedir un tema de interés a ConsumoClaro no es necesario ser socio de eldiario.es, aunque sin duda nos alegra mucho contar con nuevas personas que apoyen el periodismo honesto e independiente. Seguidamente introducir un matiz a su pregunta: no todo el pescado azul presenta acumulación de metales pesados, sino que la misma depende de bastantes factores.
Además, este no es el único tipo de pescado o marisco que puede acumularlos. Por otro lado, la mayor parte de las capturas que se realizan para llevar a cabo estudios y controles, detectan la mayoría de las veces cantidades por debajo de los límites permitidos por las autoridades. Sin embargo, el problema no es una posible intoxicación por la ingesta de un determinado pescado o marisco, sino la acumulación de metales que hacemos en nuestro cuerpo y que pueden afectarnos a la larga.
Por lo tanto, para evitar esta bioacumulación, o acumulación de metales en nuestros tejidos a lo largo de los años, los expertos recomiendan diversificar el consumo de pescado y combinarlo con la ingesta de vegetales, para que la fibra pueda capturar parte de los metales. También limitar el consumo a lo ocasionalde las especies que presentan mayores porcentajes, pero frecuentar sin problemas aquellas que no suelen tenerlos. 

¿De donde proceden los metales pesados?

Los metales pasados más peligrosos son principalmente el mercurio -el más abundante en acumulación-, el cadmio, el estaño, el arsénico, el plomo, el cobalto o el cobre. Son los que se detectan con más frecuencia y su origen suele estar relacionado casi siempre con la actividad industrial y sus vertidos contaminantes a ríos cuyas aguas y lodos, que terminan en el mar por arrastre de las corrientes. 
Foto:Javier Lastras
Foto:Javier Lastras

Lo normal es que los metales se depositen en el fondo o en algunos casos se mantengan en una suspensión coloidal. En todo caso su incorporación a la cadena trófica se producirá desde los organismos filtradores del agua, como son sobre todo los moluscos, en especial los mejillones, almejas, berberechos, etc. 
De ahí pasarán a sus más directos predadores, generalmente pescados carnívoros de pequeño tamaño, y de estos a los predadores mayores, hasta llegar a las grandes fieras del mar, que encarnan sobre todo los grandes túnidos. En estaescala creciente de peces grandes que se comen a los chicos, los metales pesados se van acumulando en el predador final.
Es destacable, y en este sentido lo comentaba Jaime, el caso del pescado azul, ya que su alto porcentaje de materia grasa en su carne favorece sobre todo la acumulación de mercurio, el metal más preocupante en función de su frecuencia, aunque hay otros tanto o más tóxicos como el arsénico. Desde la sardina, la caballa o el jurel a los grandes atunes o el pez espada, acumulan mercurio, pero como se ha comentado, los mayores son las grandes pilas acumuladoras.
Esto no quiere decir que el pescado blanco no presente metales si procede de aguas contaminadas industrialmente, que son especialmente las del Atlántico norte y las del Sudeste asiático, pero no las únicas. Lo que ocurre es que su carne al ser menos grasa tiende a acumular menos cantidad de estos elementos. No obstante pueden presentarse en sus vísceras y sobre todo en la cabeza, donde se presenta la mayor cantidad de materia grasa, en concreto en el cerebro.
Por ello se desaconseja chupar las cabezas del pescado si se consume con frecuencia. Y lo mismo sucede con el marisco, ya que los crustáceos filtran también el agua y los fangos de fondo, pero a diferencia de los moluscos no acumulan los metales en su carne sino en las cabezas. 
Foto: Wikimedia Commons
Foto: Wikimedia Commons

El pescado y marisco, de más a menos metales

  • La punta de lanza de la lista de los más contaminantes la encabezarán los grandes túnidos: pez espada y las distintas variedades de atún (rojo,bonito, de cola amarilla, etc.). Tienen por el contrario muchas virtudes nutricionales, un alto porcentaje de ácidos grasos omega y abundante proteína de calidad. Sin embargo, según AECOSAN (Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria) conviene no abusar de ellos y mucho menos hacerlos un plato de dieta regular para niños o embarazadas.
  • El cazón, el marrajo, la tintorera y otros tiburones pequeños también pueden presentar niveles de metales considerables, por lo que se recomienda eventualidad en el consumo.
  • Respecto al salmón, tanto el salvaje como el de piscifactoría pueden presentar ciertos niveles de metales, salvo los que proceden de aguas vírgenes como las de Alaska.
  • Otro pescado que tiende a acumular ciertas cantidades de arsénico - según un estudio de la Universidad de Granada-, es el salmonete de roca, muy apreciado gastronómicamente.
  • En cuanto al marisco, conviene espaciar el consumo mensual de mejillones, berberechos, almejas, etc., y no superar los 200 gramos cada dos meses.
  • Seguidamente, también es recomendable, según AECOSAN, no abusar degambas, langostinos, cigalas, etc., y especialmente abstenerse de chupar las cabezas, aunque su limitación no es tan estricta como en el caso de los moluscos de concha.
  • Sepia pulpo y calamar vendrían en el siguiente puesto de productos del mar con una menor contaminación de metales. 
  • Seguidamente estarían el pescado azul pequeño -lo que incluye sardina, anchoa, boquerón, caballa o jurel, muy ricos en ácidos grasos omega.
  • Finalmente estaría el pescado blanco como el que se puede consumir con una mayor frecuencia: el bacalao, el rape, el gallo, el mero o la dorada
  • En el caso del lenguado y la merluza conviene ser más precavidos. El primero por ser un filtrador de fondos que acumula plomo - según el ya citado estudio de la Universidad de Granada- y el segundo por ser un gran predador. 

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RECETA - Bolas de arroz crujientes



Entrante
6 porciones
15 min
20 min
Fácil
Bolas de arroz crujientes
Una receta muy original ,para comer arroz de una forma diferente

Ingredientes


200grs de arroz de grano largo
huevos
100 grs de queso parmesano(rallado)
50grs de queso emental (rallado)
1 cucharada de nata liquida
Unas hebras de azafran
2 cucharadas de pan (rallado fino)
2 cucharadas de harina
Aceite de oliva suave
Sal
Pimienta















Preparación

Paso 1 - Bolas de arroz crujientes






PASO 1

Poner el arroz en una olla con agua ligeramente salada y cocer unos 15 minutos.Dejar escurrir en un colador y sin lavar,colocar en un bol
Paso 2 - Bolas de arroz crujientes






PASO 2

Mezclar el arroz con los quesos rallados,la nata liquida,las hebras de azafran y el pan rallado.Rectificar de sal y añadir un poco de pimienta negra recien molida.Remover bien para que se mezclen todos los ingredientes
Paso 3 - Bolas de arroz crujientes






PASO 3

Con las manos muy limpias, haremos con la masa de arroz unas bolas como albondigas.
Paso 4 - Bolas de arroz crujientes






PASO 4

Pasar las bolas de arroz por el huevo batido y luego por la harina hasta que queden totalmente rebozadas
Paso 5 - Bolas de arroz crujientes






PASO 5

Verter el aceite de oliva en una sarten antiadherente,cuando este bien caliente,freir las bolas
Paso 6 - Bolas de arroz crujientes






PASO 6

Dejar escurrir sobre papel de cocina y servir recien hechas
Paso 7 - Bolas de arroz crujientes






PASO 7

Se pueden acompañar con una ensalada de brotes

Truco:

Si a la mezcla de arroz le añadimos unas setas salteadas y cortadas en trocitos ,las bolas de arroz resultaran mas sabrosas

CUCA LA NINFA QUE CANTA Y HABLA


MÚSICA - LAS 100 MELODÍAS MAS BELLAS DE LA HISTORIA - CECIL GONZÁLEZ


MÚSICA - EL PROGRESO - ROBERTO CARLOS


Shiba Inu inclina la cabeza y reza antes de comer


oscarwilly06 Publicado: 18 de abril de 2018 Actualizado: 20 de abril de 2018 17 visitas
Chiko Shiba Inu recuerda dar gracias antes de cenar. ¡Increíble!

LOS DIEZ LADRONES DE TU ENERGÍA


MUSICA - ENYA


Los gestos que haces con las manos revelan tu inteligencia


Posted: 20 Apr 2018 04:12 AM PDT

Hay pequeños gestos que revelan mucho más de nosotros de lo que estaríamos dispuestos a contar. Las manos, en especial, son las que más nos delatan. No solo revelan nuestro nerviosismo sino también nuestras incongruencias y, recientemente se ha descubierto que incluso pueden ser un indicador de nuestro nivel de inteligencia o, para ser más específicos, reflejan nuestro nivel de procesamiento cognitivo. 



"Embodied Cognition": Pensar con el cuerpo 


   En el ámbito de la Psicología está ganando cada vez más terreno la teoría del “embodied cognition”, que podría traducirse como “pensar con el cuerpo”. Esta nueva corriente argumenta que el pensamiento no ocurre en un espacio abstracto, limitado a nuestra mente, sino que se expresa en el cuerpo. 

 Es decir, el trabajo cognitivo del cerebro tiene un reflejo directo en nuestro cuerpo. 

  Desde esta perspectiva, nuestros gestos constituyen una especie de canal a través del cual expresamos nuestros pensamientos, aunque no siempre seamos conscientes de ello. 


  Los movimientos que hacemos con las manos mientras hablamos constituyen una especie de segundo idioma, y ​​añaden información extra que no se encuentra en nuestras palabras, poniendo al descubierto el proceso de pensamiento que se encuentra detrás. 

El movimiento de las manos revela el proceso de pensamiento 


  Susan Goldin-Meadow, profesora de Psicología en la Universidad de Chicago, ha dedicado años al estudio de los gestos que realizamos mientras aprendemos y resolvemos problemas. Está convencida de que “cambiamos de opinión moviendo las manos”. 

  En sus investigaciones ha encontrado una pista fascinante sobre cómo los gestos que hacemos con las manos revelan nuestra inteligencia. Se trata de “desajustes” entre la expresión verbal y los gestos físicos. 

  Por ejemplo, una persona puede decir que una pelota más pesada cae más rápido que una ligera, pero hace un gesto que indica que ambos caen a la misma velocidad, lo cual es correcto.


  Esa discrepancia revela que el pensamiento está trabajando a máxima capacidad y que la persona se encuentra en un estado de transición, pasando de un nivel de comprensión a otro superior. 

  A menudo los pensamientos que expresan nuestras manos son ideas más nuevas y avanzadas sobre el problema que estamos intentando solucionar. Nuestra mente consciente aún no ha asimilado esas nociones a través del lenguaje, porque se trata de un proceso mucho más complejo, pero ya las ha captado y las expresa a través de los gestos. 

  Por tanto, esos gestos con las manos que implican una “contradicción” con nuestro discurso verbal en realidad son muestras de nuestra inteligencia en plena acción, del trabajo cognitivo que estamos desarrollando en el fondo para resolver el problema. 


Mover las manos también nos hace más listos porque acelera el aprendizaje 


  La teoría del “embodied cognition” es un camino de dos sentidos. Significa que el pensamiento no solo se refleja a través del cuerpo sino que los movimientos de las manos también aceleran el aprendizaje, llevando el conocimiento incipiente a la conciencia y contribuyendo a la comprensión de los nuevos conceptos. 

  Un estudio realizado en la Universidad de Rochester descubrió que los estudiantes que gesticulaban mientras aprendían álgebra tenían casi tres veces más probabilidades de comprender lo que habían aprendido que sus compañeros que no gesticulaban. 

  En un segundo experimento, estos psicólogos constataron que los estudiantes universitarios que gesticulaban mientras contaban una historia corta después podían recordar mejor y más detalles, lo cual sugiere que los gestos nos ayudan a recuperar la información de la memoria. 


  Por tanto, los gestos que hacemos con las manos son una especie de “código secreto”. De hecho, es probable que en algún momento hayas usado de manera automática las manos para dibujar números en el aire y sacar una cuenta. 

   Eso se debe a que esos movimientos nos ayudan a recopilar información e integrarla. Se ha comprobado que los gestos con las manos facilitan la representación mental, sobre todo cuando tenemos que solucionar problemas complejos, ayudándonos a llevar a la práctica algunas ideas abstractas. 

  Por si fuera poco, psicólogos de la Universidad de Columbia comprobaron que los gestos con las manos también nos ayudan a mejorar nuestro discurso. Cuando gesticulamos hablamos de manera más fluida, cometemos menos errores y nos mostramos menos vacilantes. 



Wagner, S. (2011) Abstract thinking in space and time: Using gesture to learn math. Cognition, Brain, Behavior; 15(4): 553-570. 
Wagner, S. et. Al. (2011) Gesturing makes memories that last. J Mem Lang; 63(4): 465–475. 
Goldin-Meadow, S. (2009) Gesturing Gives Children New Ideas About Math. Psychol Sci; 20(3): 267–272. 
Goldin-Meadow, S. (1999) The role of gesture in communication and thinking. Trends Cogn Sci; 3(11): 419-429. 
Rauscher, F. H. et. Al. (1996) Gesture, Speech, and Lexical Access: The Role of Lexical Movements in Speech Production. Psychological Science; 7(4): 226-231.

La diferencia entre querer y amar según el Principito

Posted: 20 Apr 2018 02:31 PM PDT

Querer y amar son ambos sentimientos maravillosos pero, sin duda, distintos. ¿Cuál es la diferencia? Nos la enseña El Principito, partiendo de la idea de que todos (o casi todos) tenemos un propósito firme e intangible en nuestra vida: amar a alguien con todas nuestras fuerzas.





  Gracias a la tremenda confusión que ha nacido a partir de la aparición de las redes sociales y los avances tecnológicos que parecen facilitarnos la vida cada vez más, nuestros sentimientos se han convertido en una especie de masa homogénea difícil de asimilar por completo.  

  Sin embargo, por diversas razones, acabamos confundiendo el querer con el amar y viceversa. Como consecuencia de esta confusión llenamos nuestra mochila emocional de falsos “te quiero” y de “te amo” vacíos.


  La razón por la que éste sería un escenario posible es simple: la confusión sentimental a la que estamos sometidos nos ha llevado a creer que estos dos conceptos no sólo van de la mano, sino que son sinónimos. 

 De esta manera, conforme vamos conociendo más personas, nuestro historial de palabras de afecto se va llenando de quereres y amores sin sentido cuya carga lingüística va disminuyendo hasta convertirse en algo tan común como decir "hola".


La sabiduría emocional que encierran los diálogos en El Principito


  Una maravillosa recreación literaria basada en El Principito de Saint-Exupéry nos brinda una poderosa enseñanza sobre esta cuestión. 

  Leamos con atención este pasaje con el objetivo de aportar luz sobre esta poderosa realidad emocional que nos afecta a casi todos en un momento u otro de nuestra vida.


“—Te amo —le dijo el Principito.
—Yo también te quiero —respondió la rosa.
—Pero no es lo mismo —respondió él, y luego continuó— Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.“

   Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.


   Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.

   Esta misma reflexión la encontramos en el budismo, que nos dice que cuando queremos una flor la arrancamos para llevarla con nosotros; en cambio, cuando en realidad sentimos amor por aquella planta, lo que haremos será regarla constantemente con el fin de hacer que su vida sea duradera y llena de comodidades. 

  Asimismo, se asocia a la idea, también oriental, de que cuando uno quiere o desea algo lo único que está haciendo es entregarse al sufrimiento que provoca el no poder obtener lo que está buscado. 


   Querer a alguien inevitablemente implica esperar que esa persona nos devuelva el gesto con la misma intensidad que nosotros, cosa que en muchas ocasiones es imposible; a veces lo que queremos está muy lejos de nuestro alcance.

 Pues simplemente lo que ella quiere no se encuentra dentro de nosotros y como consecuencia de ello, el sufrimiento invadirá cada rincón de nuestro cuerpo que, entregado aún a la confusión de conceptos, dirá que todo el dolor que siente por dentro se debe a un amor no correspondido y no a un deseo que nunca podrá concretarse.

   El amor, según lo percibe el Principito, se trata de entregarlo todo sin esperar nada a cambio. Cuando actuamos con amor, lo único que esperamos es que el sujeto de nuestro amor viva con plenitud, no importa si nos corresponde o no; nuestra única recompensa será su felicidad. 


  Por consiguiente, cuando nos damos cuenta de que su sonrisa es sincera y llena de vida, la felicidad que transmite ese gesto en combinación con nuestro amor, nos lleva a sentirnos contentos lejos de todo deseo difícil de alcanzar. 

  Además es darse cuenta de que entre todas las personas que existen en el mundo, no hay nadie cuyo bienestar te preocupe tanto como el de aquella a quien amas en particular.


   Lo ideal sería llegar a comprender estos dos conceptos y aprender a diferenciarlos para no cometer errores en el futuro, mismos que podrían conducirnos a sufrir en lugar de disfrutar de cada momento ─bueno o malo─ en nuestras vidas; después de todo, como dice el personaje de Saint-Exupéry: no basta con entenderlo «es mejor vivirlo».



Fuente: Raquel Aldana para La mente es maravillosa