MAPA DE VISITAS
La ciencia lo dice: escuchar a personas que siempre se quejan te quita energía
La ciencia lo dice: escuchar a personas que siempre se quejan te quita energía
Todos tenemos un amigo o amiga que se queja todo el día. El clima, la vida, el trabajo o la película que vio ayer, puede ser un motivo para que estas personas estén en profundo desacuerdo con todos e incluso con ellos mismos. Si bien hay personas que sólo lo hacen por cuestionar hay otras que se pasan vomitando palabras de negatividad y odio.
Pues bien, estar en contacto con una persona negativa por más de 30 minutos provoca que las neuronas del hipocampo cerebral se despeguen y es, precisamente esta parte del cerebro la que se necesita para resolver los problemas, por lo que comenzamos a pensar que todo se está volviendo un desastre.
Los siguientes consejos te pueden ayudar para que sepas qué debes hacer si a tienes a tu lado a una persona negativa:
1. Toma distancia
Lo primero que debes hacer es huir de esa persona. Sí, así tal cual. Es necesario que tomes distancia y mantengas a las personas negativas lo más lejos posible.¿El motivo?, estas personas tienen ese don de convertir un día normal en uno terrible. Además se están llevando toda la energía que podrías gastar haciendo planes o relajándote contemplando un hermoso paisaje.
2. Establece límites
Con calma, respeto y equilibrio es necesario poner límites a las personas que con algunas de sus afirmaciones siempre intentan hacer daño.
3. Exije una solución
Por cada mínimo problema, esta persona hará una tormenta en un vaso de agua. Por ello, lo mejor que puedes hacer es pedirle una solución al respecto. Decirles que deben arreglar ese problema para que así, en vez de estar quejándose todo el tiempo, busquen por sí mismos una forma de solucionar lo que tanto les aqueja.
4. Demuéstrale que el problema es suyo, no tuyo
Detrás de una persona negativa siempre encontrarás derrota y escaso valor por disfrutar de las cosas positivas de la vida. Cuando haga comentarios negativos comienza a sonreír y le comentas que, a veces, "solo las personas positivas consiguen cosas y aprecian la vida".
5. Respira
Para que la energía negativa no llegue a tu cuerpo inhala profundo y exhala todo ese sentimiento tóxico. Con el oxígeno circulando por tu cuerpo comenzarás a producir endorfinas y por ende, felicidad.
6. Usa técnicas mentales
En el primer punto te recomendábamos que evitaras a la gente negativa, pero si en un momento te encontró distraída y no pudiste huir no queda más que usar técnicas mentales para bloquearlas y así salvar tus neuronas.
7. Observa tus pensamientos
Trata de observar tu comportamiento y lo que piensas a lo largo del día para mantenerte positiva. Al igual que la actitud negativa, la positiva también es pegajosa. Trata de acercarte a personas que tengan estas características y tómate el tiempo de observar las cosas buenas que te rodean: lee, escucha música alegre y en definitiva, como te he hemos dicho a lo largo de este artículo, toma distancia de las personas negativas.
No solo te amargan, también te quitan energía vital.
En el juego del odio no gana nadie

Siempre hemos escuchado frases del tipo “ojo por ojo”. Palabras que nos invitan a dar lo mismo que recibimos en una situación desacertada. Por ejemplo, si nos mienten, deberíamos mentir también; si nuestra pareja nos es infiel, tendremos que pagarle con la misma moneda. Es lo justo, ¿no? Quizás no estemos en lo cierto… Tal vez estemos entrando en un oscuro juego. En el juego del odio.
De alguna manera, te estás convirtiendo en tu propio enemigo. Adoptas la posición de quien te ha hecho daño. ¿Te sientes mejor así? Ahora no eres mejor que esa persona tan odiosa, mentirosa o infiel que ha sido el motivo de tus noches sin dormir, de tus lágrimas y de tu sufrimiento. Pagar con la misma moneda no es una solución. Es una forma fácil de entrar en un juego del odio, del cual no te será fácil salir.
En el juego del odio no siempre el otro sufre
Cuando tomamos la decisión de hacerle a la otra persona lo mismo no siempre conseguiremos los resultados deseados. Recojamos el ejemplo ya mencionado de que nuestra pareja nos ha sido infiel. Ahora no confiamos en ella y la relación está por los suelos. A pesar de esto, decidimos darle una nueva oportunidad a nuestro compañero y seguir adelante.
Tal vez no tengas en mente hacer lo mismo que la otra persona. No ha sido una decisión, ni te lo habías planteado. Sin embargo, en tu interior, no estabas del todo seguro de continuar con la relación. Esto provoca en ti pensamientos negativos que van a ir in crescendo. Terminarán convirtiéndose en rencor y dando lugar a una actitud desesperada: la de actuar de la misma manera que hicieron contigo.

El gran problema surge cuando llega el momento de llevarlo a cabo. Con seguridad y determinación, piensas que tu pareja no tiene derecho a reclamarte nada, pues ella inició todo esto. Sin embargo, ella muestra indiferencia o, simplemente, te deja cuando descubre lo que has hecho. Te das cuenta de que no ha sufrido tanto como tú. No se le ha venido el mundo encima y sientes que nunca le has importando. ¿Qué has ganado desafiando al juego del odio?
En el juego del odio nadie gana nada. Una vez apuestas por jugar, lo único que puedes obtener son pérdidas cada vez más dolorosasCompartir
Ahora te sientes mal. No solo porque no has tenido éxito en tu estrategia, sino porque te has convertido en la persona que te ha hecho sentir tan mal. Tú no eres así. Quisiste actuar de determinada manera para conseguir sufrir menos o, al menos, consolarte con el padecimiento del otro. No ha sido así. Ahora, ¿qué vas a hacer?
Un ataque no justifica otro ataque
Un insulto no justifica que nosotros respondamos con otro. Aún no somos conscientes de que si una persona tiene una mala actitud esto no nos acredita para actuar de igual manera. De hecho, generamos más malestar, siendo partícipes de una guerra en la que ninguno ganará.
Responder de igual forma que la persona que nos hace daño no hace más que llevarnos por un camino que no tiene salida. Tu mejor actitud no sería la de actuar, sino la de permanecer indiferente. Es aquí cuando tú cogerías el mando de la situación y, seguramente, sí saldrías vencedor. No te pones al nivel de la otra persona, no te comportas como ella.

Recuerda alguna circunstancia en la que la otra persona no haya respondido a tus críticas, enfados, bromas de mal gusto… Cuando la réplica es la indiferencia, ¿verdad que te molesta? Esperas todo lo contrario, una reacción. En el momento en el que no la hay incluso nos notamos ofendidos.
La indiferencia es una posición inteligente ante una situación negativa de la que lograremos salir airosos. Aunque nos duela lo que nos hayan hecho, aunque sintamos nuestra autoestima herida, dar media vuelta y no ser igual que el otro es lo mejor que podemos hacer. De otra manera, la situación no mejorará, sino que nos hará aún más daño.
En el juego del odio ninguno de los participantes gana. Tan solo se generarán más emociones negativas que acabarán destruyendo todo lo bueno que existió, alguna vez, en nuestras relaciones. Nos acabamos convirtiendo en lo que jamás desearíamos. Lo hacemos por rabia, por rencor, por odio…

Este es un juego peligroso, lleno de angustia y de remordimientos. Nos cambia, nos transforma en monstruos que se equiparan con aquellos que alguna vez fueron crueles con nosotros. Acepta lo que te han hecho y no entres en este juego. Sabemos a dónde nos llevará y no será nada bueno.
Imágenes cortesía de Nasida, Art Abstract-KY
Hasta el corazón más fuerte se cansa de ser maltratado Valeria Sabater

Hasta la personalidad más fuerte se cansa de ser lastimada, boicoteada y manipulada. Porque el corazón fuerte no es un corazón frío ni aún menos inmune al mar querer y al cariño interesado. Todos tenemos límites; sin embargo, las personalidades acostumbradas a “resistir” son las que más sufren, las que más tardan en reaccionar.
Algo que a menudo se entiende de forma errónea es que la persona emocionalmente fuerte es alguien que sabe controlar sus sentimientos. A día de hoy, a pesar de la facilidad con la que manejamos términos asociados a la “Inteligencia Emocional” aún mantenemos ideas equivocadas, como pensar que la emoción, por ejemplo, es lo opuesto a la razón.
Al imaginar un corazón fuerte, visualizamos casi al instante a una persona parapetada detrás de una fuerte armadura, alguien que mantiene la cabeza fría y la mirada firme para mantener a raya ese mundo complejo, a veces hiriente y demandante, que es el universo de los afectos y sentimientos. Sin embargo, la personalidad fuerte no siempre presenta este tipo de arquitectura psicológica.
La resistencia o fuerza emocional responde a menudo a ese compromiso personal que uno mantiene con los demás. Es mantenerse firme para prestar ayuda cuando otros caen, intentando ser siempre útiles, cercanos. Son perfiles que se alzan como el mástil de un barco en una noche de tormenta, son el pilar donde todos se apoyan, la roca donde todos ponen sus pies para cruzar los ríos…
Parecen fuertes, hasta que un día se rompen o sencillamente, se cansan. Te proponemos reflexionar sobre ello.

El corazón cansado de ser fuerte
Muchas veces, cuando una persona acude a terapia en busca de ayuda, lo primero que expresa es su cansancio. Sienten un agotamiento que nunca habían experimentado antes, están abrumados, exasperados y con la clara sensación de haber llegado al límite de sus fuerzas. Sus análisis médicos no revelan ningún problema de salud, sin embargo han perdido “su aliento vital”.
Algo que deberíamos dejar muy claro al respecto de la intervención psicológica o la psicoterapia es que no solo la solicitan personalidades inestables, perfiles con necesidades clínicas concretas o pacientes que carecen de adecuadas estrategias para gestionar sus emociones, sus problemas.
A veces, llegan personas muy conscientes de que el nivel de su estrés las ha sobrepasado. Están al día en diversos mecanismos de afrontamiento, conocen la atención plena y otras herramientas que han intentado aplicar sin obtener beneficio alguno. Su capacidad de desempeño y de autocuidado ha quedado tan diluida por el cansancio, que son incapaces de reconocerse ante el espejo. ¡Pero si yo era una persona muy fuerte! ¿Qué me ha pasado?

Lo que ha pasado es que su cerebro ha dicho basta. Cuando se ahonda un poco más en sus realidades personales descubrimos siempre el gran exceso de responsabilidad que cargan sobre sus hombros, sobre su corazón. En realidad, más que personas fuertes son personalidades acostumbradas a practicar una resistencia extrema y poco higiénica, donde no existe la autoprotección.
Son mujeres y hombres acostumbrados a callar sus necesidades para aparentar fortaleza y así, ser esa luz constante y siempre perdurable para los demás. Sin embargo, lo que muchas veces reciben a cambio es amargura, egoísmos y soledad.
Sencillos consejos para las personas cansadas de ser fuertes
Visualicemos por un instante una cinta de correr. La persona necesitada de ser fuerte se ha acostumbrado a mantener un ritmo de velocidad y de exigencia en su vida muy elevado. Se siente orgullosa de sí misma, su corazón es muy fuerte, y piensa, que va a poder mantener ese ritmo toda su vida.
Sin embargo, tarde o temprano llegan los calambres, el dolor y el agotamiento. La cinta sigue moviéndose a la misma intensidad, las personas de su alrededor continúan con el mismo nivel de demanda y de exigencia sin ver el mal estado de su pareja, de su familiar, de su compañero o amigo. Sin embargo, nuestro protagonista ha llegado al límite y no sabe cómo detener esa cinta de correr, esa espiral destructiva.
¿Qué deberíamos hacer en este caso? ¿Bajar el ritmo, reducir la intensidad? En absoluto. Lo más adecuado en dicha situación es detenernos: nuestro corazón necesita recuperarse.

Es momento de cuidar de ti
No necesitas un respiro ni un alto en el camino. Necesitas ser fuerte para ti y no solo para los demás y, para ello, debes hacer cambios, enfocar las encrucijadas vitales y cotidianas de un modo más armónico, consecuente y saludable.
Valora unos segundos las siguientes propuestas:
- Renuncia a los conflictos, problemas o situaciones que no tienen solución. Has perdido ya mucho tiempo y energía en cosas y personas que no valen la pena.
- No esperes que las personas actúen como tú lo harías. Es una fuerte insoportable de frustración.
- Empieza a tomar conciencia de tus necesidades, escúchalas cada día y dales prioridad.
Recuerda por encima de todo, que no eres un héroe. Tu función no es hacer posible lo imposible, no eres mago ni arquitecto de puentes donde no existen orillas. Tampoco puedes salvar lo insalvable ni dar felicidad a quien no sabe de alegrías, respeto o reciprocidad.
Aprende a cuidar emocionalmente de ti, aprende a ser fuerte también para tu propia persona.
Imágenes cortesía de Sasha Salmina
RECETA - SOPA DE FIDEOS CON ALMEJAS
El jardin de mis recetas ♥ |
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)



