Hasta la personalidad más fuerte se cansa de ser lastimada, boicoteada y manipulada. Porque el corazón fuerte no es un corazón frío ni aún menos inmune al mar querer y al cariño interesado. Todos tenemos límites; sin embargo, las personalidades acostumbradas a “resistir” son las que más sufren, las que más tardan en reaccionar.
Algo que a menudo se entiende de forma errónea es que la persona emocionalmente fuerte es alguien que sabe controlar sus sentimientos. A día de hoy, a pesar de la facilidad con la que manejamos términos asociados a la “Inteligencia Emocional” aún mantenemos ideas equivocadas, como pensar que la emoción, por ejemplo, es lo opuesto a la razón.
Al imaginar un corazón fuerte, visualizamos casi al instante a una persona parapetada detrás de una fuerte armadura, alguien que mantiene la cabeza fría y la mirada firme para mantener a raya ese mundo complejo, a veces hiriente y demandante, que es el universo de los afectos y sentimientos. Sin embargo, la personalidad fuerte no siempre presenta este tipo de arquitectura psicológica.
La resistencia o fuerza emocional responde a menudo a ese compromiso personal que uno mantiene con los demás. Es mantenerse firme para prestar ayuda cuando otros caen, intentando ser siempre útiles, cercanos. Son perfiles que se alzan como el mástil de un barco en una noche de tormenta, son el pilar donde todos se apoyan, la roca donde todos ponen sus pies para cruzar los ríos…
Parecen fuertes, hasta que un día se rompen o sencillamente, se cansan. Te proponemos reflexionar sobre ello.
El corazón cansado de ser fuerte
Muchas veces, cuando una persona acude a terapia en busca de ayuda, lo primero que expresa es su cansancio. Sienten un agotamiento que nunca habían experimentado antes, están abrumados, exasperados y con la clara sensación de haber llegado al límite de sus fuerzas. Sus análisis médicos no revelan ningún problema de salud, sin embargo han perdido “su aliento vital”.
Algo que deberíamos dejar muy claro al respecto de la intervención psicológica o la psicoterapia es que no solo la solicitan personalidades inestables, perfiles con necesidades clínicas concretas o pacientes que carecen de adecuadas estrategias para gestionar sus emociones, sus problemas.
A veces, llegan personas muy conscientes de que el nivel de su estrés las ha sobrepasado. Están al día en diversos mecanismos de afrontamiento, conocen la atención plena y otras herramientas que han intentado aplicar sin obtener beneficio alguno. Su capacidad de desempeño y de autocuidado ha quedado tan diluida por el cansancio, que son incapaces de reconocerse ante el espejo. ¡Pero si yo era una persona muy fuerte! ¿Qué me ha pasado?
Lo que ha pasado es que su cerebro ha dicho basta. Cuando se ahonda un poco más en sus realidades personales descubrimos siempre el gran exceso de responsabilidad que cargan sobre sus hombros, sobre su corazón. En realidad, más que personas fuertes son personalidades acostumbradas a practicar una resistencia extrema y poco higiénica, donde no existe la autoprotección.
Son mujeres y hombres acostumbrados a callar sus necesidades para aparentar fortaleza y así, ser esa luz constante y siempre perdurable para los demás. Sin embargo, lo que muchas veces reciben a cambio es amargura, egoísmos y soledad.
Sencillos consejos para las personas cansadas de ser fuertes
Visualicemos por un instante una cinta de correr. La persona necesitada de ser fuerte se ha acostumbrado a mantener un ritmo de velocidad y de exigencia en su vida muy elevado. Se siente orgullosa de sí misma, su corazón es muy fuerte, y piensa, que va a poder mantener ese ritmo toda su vida.
Sin embargo, tarde o temprano llegan los calambres, el dolor y el agotamiento. La cinta sigue moviéndose a la misma intensidad, las personas de su alrededor continúan con el mismo nivel de demanda y de exigencia sin ver el mal estado de su pareja, de su familiar, de su compañero o amigo. Sin embargo, nuestro protagonista ha llegado al límite y no sabe cómo detener esa cinta de correr, esa espiral destructiva.
¿Qué deberíamos hacer en este caso? ¿Bajar el ritmo, reducir la intensidad? En absoluto. Lo más adecuado en dicha situación es detenernos: nuestro corazón necesita recuperarse.
Es momento de cuidar de ti
No necesitas un respiro ni un alto en el camino. Necesitas ser fuerte para ti y no solo para los demás y, para ello, debes hacer cambios, enfocar las encrucijadas vitales y cotidianas de un modo más armónico, consecuente y saludable.
Valora unos segundos las siguientes propuestas:
- Renuncia a los conflictos, problemas o situaciones que no tienen solución. Has perdido ya mucho tiempo y energía en cosas y personas que no valen la pena.
- No esperes que las personas actúen como tú lo harías. Es una fuerte insoportable de frustración.
- Empieza a tomar conciencia de tus necesidades, escúchalas cada día y dales prioridad.
Recuerda por encima de todo, que no eres un héroe. Tu función no es hacer posible lo imposible, no eres mago ni arquitecto de puentes donde no existen orillas. Tampoco puedes salvar lo insalvable ni dar felicidad a quien no sabe de alegrías, respeto o reciprocidad.
Aprende a cuidar emocionalmente de ti, aprende a ser fuerte también para tu propia persona.
Imágenes cortesía de Sasha Salmina