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Bostezar mucho es señal de un cerebro más grande y complejo

Rincón de la Psicología


Si cuando ves a alguien bostezar no puedes reprimir el bostezo, si bostezas cuando tienes sueño, cuando estás aburrido y hasta cuando estás cansado, quizá no sea tan mala señal ya que, según un estudio realizado en la Universidad Estatal de Nueva York, es probable que tengas un cerebro más grande o más complejo. Al contrario, quienes tienen un cerebro más pequeño parecen bostezar menos.

Estos investigadores analizaron la duración del bostezo de 109 individuos pertenecientes a 19 especies diferentes, desde personas hasta elefantes, ratones, monos y conejos. Así descubrieron que cuánto más largo era el bostezo, mayor era el tamaño del cerebro y más conexiones corticales tiene.

Para probar esta teoría midieron la duración de los bostezos en diferentes especies animales y descubrieron que la clave no era el tamaño de sus bocas o mandíbulas. De hecho, el bostezo de los ratones dura una media de 0,8 segundos, el de los perros 2,4 segundos, el de los gatos 1,97 segundos, el de los camellos 4,8 segundos y el de las personas 6,5 segundos.

El bostezo como mecanismo para enfriar el cerebro


La relación entre la cantidad de bostezos y su duración con el tamaño del cerebro podría encontrar respaldo en una hipótesis lanzada en 2007 por estos mismos investigadores, quienes descubrieron que al bostezar se expanden y contraen las paredes del seno maxilar para bombear aire al cerebro, lo que hace disminuir su temperatura. 

La “teoría termorreguladora del bostezo”afirma que al bostezar aspiramos aire, el cual sirve para enfriar el cerebro. De hecho, no es casualidad que el maxilar sea una de las cuatro cavidades más grandes de nuestra cabeza.

Estos investigadores primero analizaron los cerebros de ratas y notaron que se producían cambios de temperatura en el cerebro antes, durante y después del bostezo. De hecho, la temperatura cerebral sufría cambios abruptos justo antes de un bostezo.

Posteriormente los investigadores les pidieron a unos pacientes que sufrían episodios crónicos de exceso de bostezos que midieran su temperatura antes y después de este. Los resultados mostraron que su temperatura corporal era elevada antes el bostezo y posteriormente bajaba.

Otra teoría de investigadores franceses sostiene que el bostezo sirve para sacar al cerebro de lo que se conoce como “modo por defecto”, un estado en el que no estamos completamente despiertos ni completamente dormidos, y lograr que pase a estar plenamente atento. 

De esta forma, el bostezo serviría como una especie de interruptor que nos permite activar nuestro nivel de alerta. Este mecanismo se pondría en marcha al aumentar la circulación del líquido cefalorraquídeo.

Desde esta perspectiva, sería lógico pensar que si el cerebro es más grande, la persona necesitará bostezar con más frecuencia o durante más tiempo para enfriarlo.De hecho, los neurocientíficos afirman que la duración del bostezo está vinculada con el tamaño y la complejidad cerebral ya que mientras más neuronas existan y más complejas sean las redes que forman, más flujo sanguíneo se necesitará.


Fuentes:
Gallup, A. C. (2016) Yawn duration predicts brain weight and cortical neuron number in mammals. Biology Letters; 12(10).
Shoup-Knox, M. et. Al. (2010) Yawning and stretching predict brain temperature changes in rats: support for the thermoregulatory hypothesis. Front. Evol. Neurosci.; 24(2): 108.
Gallup, A. C. & Gallup, G. G. (2007) Yawning as a Brain Cooling Mechanism: Nasal Breathing and Forehead Cooling Diminish the Incidence of Contagious Yawning. Evolutionary Psychology; 5(1):92-101.
Walusinski, O. (2014) How yawning switches the default-mode network to the attentional network by activating the cerebrospinal fluid flow. Clinical Anatomy; 27(2): 201–209.

Robert De Niro escribe carta de apoyo a Meryl Streep



El ganador del Oscar compartió un mensaje donde celebró las palabras de la actriz en los Globos de Oro en contra de Donald Trump

11/01/2017 16:03 REDACCIÓN/ FOTOS: AP
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El actor y amigo de Strep salió a respaldar a la actriz. (Foto: AP)
CIUDAD DE MÉXICO. 
Durante los Golden Globes, premios entregados por la Asociación de Prensa de Hollywood, se entregó el premio Cecile B. DeMille a la actriz Meryl Streep por su larga y exitosa carrera cinematográfica.
En el discurso de Streep, la tres veces ganadora del Oscar hizo referencia al presidente electo Donald Trump, específicamente cuando el magnate imitó a un reportero discapacitado en 2016.
Ese instinto de humillar, cuando es utilizado en una plataforma pública por alguien poderoso, afecta la vida de todos’, sentenció Streep.
La falta de respeto invita a la falta de respeto, la violencia incita a la violencia. Y cuando los poderosos usan su posición para intimidar a los demás, todos perdemos", remató la actriz que tienen el récord del mayor número de nominaciones en la historia de Hollywood.
Por supuesto que Trump no tardó en responder a través de su medio favorito, Twitter, donde escribió un mensaje donde aseguraba que Streep era una actriz sobrevalorada y además una ‘lacaya’ de la ‘gran perdedora’ de Hillary Clinton.
Varios actores han respaldado el discurso de la actriz, entre ellos Robert De Niro,quien también recibió el premio Cecille B. DeMille en 2011.
A través de una carta que compartió en exclusiva la revista People, De Niro aplaude a la actriz por sus palabras y la belleza con la que comunicó lo que muchos piensan.
Meryl.
Lo que dijiste fue increíble. Tenía que decirse y lo dijiste de una manera hermosa. Tengo mucho respeto por ti porque lo hiciste cuando el mundo estaba celebrando tus logros. Comparto tus sentimientos sobre los punks y bullies. Suficiente es suficiente. Tú, con tu elegancia e inteligencia, tienes una poderosa voz, una que inspira a otros a alzar la voz para que sean escuchados también.
Es muy importante que TODOS alcemos la voz.
Te amamos.
Bob.
No es la primera vez que De Niro se manifiesta en contra de Trump, algunos meses antes de la elección, lanzó un video donde llamó al candidato ‘punk, perro, cerdo, estafador, una vergüenza para Estados Unidos’ y manifestó su deseo de golpearlo en la cara.
El actor no fue el único en defender a Streep, 90 miembros de la Asociación de Prensa de Hollywood emitieron un comunicado respaldando a la actriz.
Como organización de periodistas, el HFPA está a su lado de libre expresión y rechazamos cualquier llamamiento a la censura", sentenciaron.
Querida Meryl felicitaciones una vez más por ser la ganadora del Premio Cecil B. DeMille de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood”, escribieron.
Le aplaudimos por sus 40 años de trabajo cautivador. Eres un acto de clase, dentro y fuera de tu personaje”, destacaron.

LA CARTA QUE NO PUEDO RESPONDER - PAULO COELHO



La carta que no puedo responder se encuentra ahora sobre mi mesa. Llegó a mis manos gracias a los esfuerzos de un matrimonio holandés que, en junio de 2006, me envió un mensaje de correo electrónico. Yo no le di mayor importancia, y no respondí­. Insistieron a finales del mismo mes, y yo tampoco les presté atención. Hasta que llegó la advertencia con palabras más serias:
“Ésta es la última vez que le pedimos este favor. Le dejamos a su criterio la decisión de escribirle o no a Justin. A criterio de su conciencia, más bien. Yo conocí­ sus libros justamente porque él me los recomendó. Atentamente, Jacobus [omito el apellido]”.
Leo cuidadosamente el texto del mensaje: allí­ se dice que Justin Fuller, prisionero nº 999266 de la Unidad Polunsky, de Livingston, Texas, va a ser ejecutado justamente el dí­a de mi cumpleaños: el 24 de agosto. Su abogado, Don Bailey, ya ha recurrido a todas las instancias, y el caso se da por perdido. No me piden que denuncie el caso en público ni que me posicione al respecto: sólo quieren que le enví­e a este lector algunas palabras para confortarlo.
Tecleo el nombre de Justin en un buscador de Internet. Veo su foto, descubro que existe una página con los nombres de todos los que están (o estaban) en el corredor de la muerte de Texas. Leo su ficha policial:
www.tdcj.state.tx.us/stat/fullerjustin.htm
Escribo la carta. La semana siguiente a la de mi cumpleaños, Jacobus me vuelve a escribir: Justin la habí­a recibido, y me habí­a respondido antes de ser ejecutado. La carta me está esperando en un hotel en el que suelo alojarme en cierta ciudad, y que puse como dirección en el remite.
Finalmente, en los últimos dí­as de octubre de 2006, paso por el hotel. Sé que me está esperando la carta de un condenado a muerte. Sé que él ya ha sido ejecutado. Recojo la carta, paro en un bar, y leo las palabras de alguien a quien nunca más podré responder. A quien tampoco puedo pedirle autorización para publicar algunos trechos, pero como estamos discutiendo una verdadera aberración de la justicia (la muerte como instrumento del estado) transcribo aquí­ algunas frases:
“Estimado Sr. Coelho:
“El corredor de la muerte es el lugar en el que las polí­ticas del Poder, la Retribución, y la Violencia, se aplican a un hombre usando [materiales como] el cemento y el acero… hasta que este hombre se transforma en acero, y su corazón llega a ser tan duro como el cemento. Sin embargo, aunque el acero pueda ser duro, aún puede ser flexible, y aunque el corazón se haya transformado en cemento, todaví­a es capaz de latir. Más allá [del cemento y el acero] queda el hombre, su amor por la vida, y los grandes principios que rigen la actuación del ser humano”.
“Su carta me sorprendió bastante. Y es muy extraño que mi trascendencia [Justin usa siempre este término, en lugar de “ejecución”] pueda tener lugar justo el dí­a de su cumpleaños. Por supuesto que espero que eso no ocurra, pero ambos sabemos que la vida siempre viene acompañada de la muerte. En los Estados Unidos ejecutan prisioneros en nombre de lo que llaman “justicia”, sin tener en cuenta la posibilidad de obtener una buena defensa, ni la situación familiar en la que alguien nació y creció”.
“Mientras espero el último recurso a la Corte Suprema, me siento lleno de vida, fuerte, y con mi espí­ritu completamente libre”.
“Si trasciendo, por fin podré flotar en el viento y disfrutar la libertad. He logrado entender que, aunque mi cuerpo esté preso, mi vida cambió, y mi alma aún puede amar, pues toda libertad es mental. Hay muchas personas en este mundo que, a pesar de estar fuera de la cárcel, se encuentran mucho más presas que yo”.
“Sólo cuando estas personas comprendan que la libertad es un estado mental, podrán disfrutarla de verdad”. La carta que no pude responder es bastante más larga. Describe la relación que establecimos a través de mis libros. Nos desea lo mejor del mundo a mí­ y a mi familia. Y ahora descansa sobre mi mesa.
La carta que no pude responder, de un condenado a muerte, preso a los 19, ejecutado cuando tení­a 27 años de edad, no contiene palabras quejumbrosas: habla de libertad y de vida.

¿Qué revela el recuerdo más antiguo de la infancia de ti?


¿Cuál es tu primer recuerdo de la infancia? ¿Te has preguntado alguna vez por qué es ese recuerdo y no otro?

Las investigaciones indican que los primeros recuerdos de la mayoría de las personas datan de los tres años y medio, antes de ese tiempo se produce lo que se conoce como "amnesia infantil". Sin embargo, estudios más recientes realizados con niños sugieren que sus primeros recuerdos probablemente son más antiguos pero que al crecer los vamos olvidando y nuestras primeras experiencias provienen de los seis años.

Dime de qué cultura eres y te diré cuál es tu primer recuerdo


Los recuerdos tempranos varían mucho en cuanto al contenido: podemos recordar ese juego que tanto nos gustaba, aquella vez en que nos hicimos daño o cuando nos mudamos. Sin embargo, lo curioso es que esas primeras memorias están profundamente mediatizadas por la cultura.

Un estudio muy interesante realizado en la Memorial University of Newfoundland desveló que los niños canadienses eran más propensos a recordar sus primeras experiencias de juego solitario y las transiciones personales, como cuando comenzaron el colegio o se mudaron de casa. Al contrario, los niños chinos solían recordar más las interacciones familiares y escolares. Obviamente, el entorno en el que crecemos determina la importancia que le daremos a unas u otras experiencias, en dependencia de los valores que se promueven.

¿Por qué recordamos algunas experiencias y no otras?


Aún no se sabe a ciencia cierta por qué algunas experiencias ocupan un lugar especial en nuestra memoria mientras otras se borran. No obstante, no queda duda de que los recuerdos más tempranos de la infancia que tienen los adultos se refieren a acontecimientos con un gran significado emocional, algunos son eventos negativos, como los accidentes y las lesiones sufridas, otros son experiencias felices como un día de fiesta o de excursión. 

De hecho, las investigaciones más recientes indican que nuestros primeros recuerdos podrían no ser experiencias al azar sino que reflejan los detalles más significativos de nuestra infancia o incluso representan una parte de nosotros que nos interesa conservar. Por eso, se afirma que más allá del impacto emocional, para que una experiencia se consolide y perdure en nuestra memoria es fundamental que tenga cierta coherencia.

Esto significa que una experiencia será más memorable en la misma medida en que creamos que es más importante para nuestra vida. Por ejemplo, un hombre de negocios puede recordar la primera vez que habló delante de su clase mientras que una activista por los derechos de los animales puede recordar una experiencia de la infancia con los animales que le haya marcado e inspirado.

Por tanto, en realidad esos primeros recuerdos autobiográficos no se deben simplemente al azar y no se limitan a reflejar el camino que hemos recorrido en nuestras vidas sino que también indican en quién nos hemos convertido. Esas primeras memorias no solo son un reflejo de la influencia del contexto cultural y social en el que crecimos sino que también indican el impacto emocional que tuvo nuestra infancia.

Además, esos recuerdos también se convierten en la materia prima que utilizamos para configurar nuestra identidad, nuestro “yo”. La persona que somos se debe, al menos en parte, a los acontecimientos que nos moldearon, a cómo los enfrentamos e incluso a cómo elegimos recordarlos ya que la memoria no es una copia fidedigna de lo ocurrido sino que se reinventa continuamente.

Por consiguiente, muchos de los recuerdos de nuestra infancia en realidad son datos que decidimos retener, ya sea de forma consciente o inconsciente, porque son importantes para comprender quiénes somos y por qué estamos en este punto de nuestra vida. Esos recuerdos le dan sentido al “yo” que hemos construido, ayudándonos a atar los cabos sueltos y a reafirmar nuestra identidad.

Por una parte, esos recuerdos son positivos ya que nos permiten mantener cierta coherencia, pero también pueden convertirse en obstáculos que nos impidan crecer, sobre todo cuando se trata de memorias traumáticas. En esos casos, debemos tener presente que no podemos regresar y reescribir nuestra infancia, pero podemos elegir con qué recuerdos nos quedamos. Por supuesto, no se trata de intentar borrarlos pero sí de revalorar su impacto emocional. El pasado nos ayuda a entendernos, pero no tiene por qué definirnos y, sobre todo, no tiene por qué escribir nuestro futuro.


Fuentes:
Wells, C.; Morrison, C. M. & Conway, M. A. (2014) Adult recollections of childhood memories: What details can be recalled? The Quarterly Journal of Experimental Psychology; 67: 1249-1261.
Wang, Q. & Peterson, C. (2014) Your earliest memory may be earlier than you think: Prospective studies of children’s dating of earliest childhood memories.Developmental Psychology; 50: 1680-1686.
Peterson, C. et. Al. (2013) Predicting which childhood memories persist: Contributions of memory characteristics. Developmental Psychology; 50: 439-448.
Batcho, K. I. et. Al. (2011) A retrospective survey of childhood experiences. Journal of Happiness Studies; 12: 531-545.
Demiray, B. & Bluck, S. (2011) The relation of the conceptual self to recent and distant autobiographical memories. Memory; 19: 975-992.
Peterson, C.; Wang, Q. & Hou, Y. (2009) “When I was little”: Childhood recollections in Chinese and European Canadian grade school children. Child Development; 80; 506-518.