3 reglas de oro para enfrentar los conflictos de pareja
>> 23 DE MAYO DE 2014
¿Eres de los que va directo al punto sin importar si eso genera un conflicto o, al contrario, evitas los temas que podrían dar lugar a una discusión de pareja? En realidad, ambas estrategias no son muy adaptativas, en su lugar, deberíamos asumir una actitud que se encuentre en el punto medio. El mejor enfoque es elegir qué batallas merece realmente la pena luchar y cuáles no deben ser traídas a colación porque, tarde o temprano, se resolverán.
Por supuesto, adoptar esta actitud no es fácil, sobre todo porque no es sencillo discernir cuáles son los temas sobre los cuales realmente vale la pena discutir y cuáles son intrascendentes. No obstante, si sigues estos tres pasos, podrás analizar la importancia de cada conflicto en su justa medida.
1. Calma tus emociones
La inseguridad es uno de los sentimientos más dañinos en la relación de pareja y en la comunicación en sentido general. Cuando te sientas inseguro, la mejor estrategia consiste en abstenerte de traer a colación un tema complicado. ¿Por qué? Sencillamente porque cuando nos sentimos inseguros creemos que tenemos que protegernos de un enemigo imaginario y eso hará que nos pongamos a la defensiva, lo cual no es una buena actitud para enfrentar un conflicto, sobre todo en una relación de pareja.
Sin embargo, no siempre experimentamos inseguridad, a veces nos sentimos enfadados, frustrados o con miedo. En sentido general, ninguna de estas emociones son buenas consejeras en el momento de enfrentar un conflicto de pareja así que lo mejor es serenarnos. Cuando las emociones toman el control, vemos el mundo a través de su filtro y esto nos impide comportarnos de una manera más objetiva, racional y flexible. Por tanto, la primera regla de oro para enfrentar un conflicto consiste en asegurarte de que tus emociones no están nublando demasiado tu razón y de que estás abierto a los argumentos de la otra persona.
2. Aprecia los aspectos positivos de tu pareja
A menudo, cuando nos sentimos mal, solo nos centramos en los aspectos negativos de la otra persona. Sin embargo, si realmente queremos que la discusión dé frutos, es mejor que nos focalicemos en las razones por las cuales le amamos. Se trata de un simple cambio de perspectiva pero marca una gran diferencia porque no enfrentaremos el conflicto con un tono amenazador y acusatorio sino con un ánimo más tranquilo y con la intención de solucionar el problema.
Suele ser muy útil que, antes de plantear el tema, le digas a tu pareja cuánto le quieres y que crees que si solucionáis ese problema, vuestra relación se consolidará aún más o que te sentirás mejor. Ten siempre en mente que cuando tenemos una discusión de pareja nos preocupan dos cosas: la amenaza percibida y la negligencia percibida. Cuando reconocemos los aspectos positivos del otro, logramos que la persona baje sus barreras y adopte una actitud más abierta al diálogo.
3. Nivela tus expectativas
Uno de los principales obstáculos en las relaciones de pareja son precisamente nuestras expectativas y, sobre todo, las expectativas que no comunicamos. Es decir, esperamos determinadas cosas de la otra persona pero no se lo decimos y, cuando estas no llegan, nos decepcionamos o enfadamos. Por tanto, antes de traer un conflicto a colación, analiza qué papel has tenido en todo el proceso. ¿Cuál ha sido tu nivel de responsabilidad? ¿Has omitido cosas importantes? Antes de apuntar el dedo hacia el otro, apúntalo hacia ti mismo. A menudo te sorprenderá descubrir que no solo has formado parte del problema sino que has contribuido sistemáticamente al mismo.
Por otra parte, es importante que sepas exactamente lo que quieres lograr cuando sacas el tema a colación y que seas consciente de que cuando un conflicto existe desde hace tiempo, no se resolverá de la noche a la mañana, se necesitará una buena dosis de compromiso y esfuerzo por parte de ambos. Cuando nivelas tus expectativas asumes una actitud más realista y eso solo puede ser positivo para la relación y la forma de abordar la problemática.