La semana pasada una noticia daba la vuelta al mundo, y no hablaba de ninguna desgracia, se hacia eco de una gran historia de amor. Hoy quiero recordarla con vosotros y rendir un pequeño homenaje a Harold y Ruth Knaple, que nos han recordado la cara amable de esta vida, y que la forma en la que decidamos vivirla es lo que hace de ella algo especial y maravilloso.
Su historia comienza en la escuela primaria dónde se conocieron Harold y Ruth, y ya desde muy niños se hicieron inseparables. Pero el destino se interpuso entre ellos, ya que la familia de Harold se mudó en varias ocasiones. Fue durante la 2ª Guerra Mundial, mientras Harold servía en Alemania cuando comenzó su romance. Fue el cuñado de Ruth, que también estaba en Alemania, cuando al ver que Harold, conocido como "Doc", era de la misma localidad que Ruth, le dió las señas para que la escribiese. La correspondencia entre ellos no cesó hasta que él regresó de la guerra en 1945, y dos años más tarde se casaron, exactamente un 20 de agosto de 1947.
Ruth siempre bromeaba sobre su noviazgo diciendo que... "deje que me persiguiera hasta que lo atrapé". Y así fue se casaron felizmente y tuvieron seis hijos. Harold trabajó como director, maestro y entrenador en Fort Recovery en Ohio, y Ruth como secretaria de la escuela.
En la actualidad ambos residían en el hogar de ancianos "Versailles Health Care Center" de Ohio, y estaban a punto de celebrar sus 66 años de casados. La salud de Harold estaba muy deteriorada, pero todo se agravó cuando días antes del final, Ruth contrajo una rara infección. De hecho, Harold empeoró notablemente tras enterarse de ello. En sus últimos días, Harold practicamente pasaba el día dormido, pero en cuanto despertaba lo primero que hacia es preguntar por Ruth y por como se encontraba. Tres días más tarde fallecía a las 7:30 de la mañana y Ruth moría ese mismo día a las 18:30, tan sólo 11 horas después.
Harold y Ruth fallecieron el 11 de agosto a los 91 y 89 años el mismo día, con unas pocas horas de diferencia, y fueron enterrados juntos tal y como era su deseo. Al hablar de ello sus hijos afirman que su padre quería quedarse junto a su esposa, pese a su frágil salud, hasta el final. Un acto final de amor que no logró separar, ni siquiera la muerte.
"Creemos que él quería acompañarla hasta el final de su vida y hasta la siguiente, y así lo hizo", Margaret Knapke.
"El consuelo para nosotros es que se fueron juntos", "Por un lado, es difícil perder a ambos padres a la vez... Pero es muy consolador saber que se fueron juntos", Margaret Knapke.
"Creo que sin duda cuando dos personas están tan juntos, cerca de 66 años, desarrollas mucha sintonía mental. Así que, independientemente de su estado creo que se dieron cuenta de que era el momento", dijo Ted Knapke.
Una bonita historia de amor que merece la pena ser contada... Para Ruth y Harold KnapKe.