El Blog Alternativo |
Posted: 07 Jan 2014 04:02 AM PST
Artículo de Valentina Thörner quien bebe té verde desde que tiene consciencia y, además, es experta en minimalismo, consumo responsable y sostenibilidad.
“Espera, que preparo un té, y ya estoy contigo” Palabras de mi madre cuando entro en casa que ya se han convertido en las mías propias cuándo recibo visitas. “Hacer un té” son las preliminares para una conversación íntima, el prólogo para un relato personal, el telonero para la celebración de la amistad. “Hacer un té” no es echarle un poco de agua caliente a una bolsita llena de polvo y aromas, ni echarle una cápsula de “te” a una cafetera de última generación. Hacer un té es un momento de calma para poder ir al grano. El mito del té verde amargoFui criada a base de té verde. Frío o caliente, con o sin ingredientes adicionales, el té siempre estaba presente. Todavía recuerdo el susto que me llevé cuando por primera vez pedí un té verde en un restaurante. Era té a granel y por el aspecto de las hojas, del bueno. Le echaron agua hervida para dejarlo reposar 5 minutos. Aquello no era placer, era medicina. Y empezó mi cruzada por el arte del té slow.Si tratas bien las hojas de té, te darán alegría. No las quemes (máx. 80ºC), no las descuides durante demasiado tiempo (2-3 min). Sucede lo mismo que con las personas: tratándolas con delicadeza y atención y podrás descubrir facetas inolvidables. ¿Con algo o con nada?En mi armario de té hay un té de sombra (Gyokuro) para las ocasiones especiales, para degustar puro y casi “frío”. No le gusta el agua por encima de los 60ºC. Para mis amigos que “no son de té”, tengo un Sencha. Es un poco más robusto y se puede mezclar con el contenido de mis otras latitas: cáscara de naranja, cáscara de limón, rodajas secas de mango, trocitos de jengibre. Dependiendo del momento, añado uno u otro ingrediente según el invitado que tengo. ¿Con fruta o con nada?, como diría mi madre.Cuéntame… que hay de nuevoEl ritual para preparar el té me calma y me centra. Con la tetera en la mano y dos tazas en la otra, me siento junto a mi invitado. Ambos rodeamos la taza llena del líquido dorado con la mano, no solo se trata de un placer de invierno. Y mientras bebemos nuestro tecito, la conversa fluye y se genera un bienestar que va mucho más allá de las propiedades saludables del té verde. Hemos conectado, gracias a un té. |