Sabes apreciar un jardín japonés?
La historia de la jardinería japonesa es la historia de la búsqueda del paraíso, la historia del esfuerzo humano, para alcanzar una existencia adecuada con y en la naturaleza.
Y es que un jardín japonés se entiende y se aprecia mejor si se conoce un poco la cultura japonesa.
Para alcanzar el paraíso, no hace falta “volver a la naturaleza” como promulgan otras culturas, sino que basta con ir a la naturaleza creada por el hombre, es decir, a un jardín.
El sentido japonés de la belleza es el culto por una parte a lo imitable de la naturaleza, la forma natural, y por otra a la forma perfeccionada por el hombre, el ángulo recto.
Y es que el jardín japonés va muy ligado a su arquitectura, y por ello la mejor manera de apreciar un detalle de un jardín, una agrupación de rocas, un árbol reflejado en un estanque, es decir la forma natural, es enmarcarlo por la cuadrícula de una puerta corrediza de un pabellón de té, es decir el ángulo recto.
Los jardines japoneses huyen de la suntuosidad, y se basan en una sabia combinación de elementos : arbustos, piedras, gravas y arena, y siempre que sea posible agua, jugando con la antitesis de lleno y el vacío.
Y es que todo jardín japonés debe tener presente un lleno, varias rocas que simbolizan montañas o islas, rodeadas por un mar imaginario, el vacío.
Las rocas son elementos con gran fuerza simbólica, por lo que la elección de las piedras debe realizarse con sumo cuidado.
El vacío simboliza el curso del agua con el uso del musgo ( aplicable a climas húmedos y no excesivamente calurosos), o con arena blanca, o si es posible propiamente con agua.
El agua es uno de los principales elementos en los jardines orientales en general, y debe dar la sensación de que brota de la vegetación.
Un surco de agua que simula el recorrido de un río es altamente apreciado porque trae al jardín el sentimiento del valle, mientras que las rocas enterradas hasta más de la mitad de su volumen permiten lograr una mayor naturalidad de las montañas.
Un pequeño estanque poblado por peces y nenúfares puede convertirse en el centro de atención, de forma que todo el diseño del jardín gire a su alrededor y, aunque éste no se encuentre necesariamente en el medio, debe ocupar un lugar privilegiado.
Las islas y las cascadas son otros de los elementos característicos. Las islas crean otros focos visuales de interés y las cascadas introducen el sonido y el movimiento en el diseño general, de forma complementaria a la del viento que mueve los árboles y el follaje.
Y no olvidarnos de los puentes, siendo los más típicos los constituidos por una única piedra plana o los curvados de madera.
Las plantas, que también como las rocas conforman el ‘lleno’, pueden ser de cualquier tipo, aunque si queremos lograr un aspecto típicamente japonés, podemos recurrir a especies como el cotoneaster, el cerezo, los arces, el bambú, los helechos o los crisantemos. En cuanto a su disposición no debe ser demasiado abundante ni de una variedad cromática excesiva. La flor debe ser un toque de distinción, ya que de lo contrario desviaría la atracción visual. Un jardín sobrio y visualmente panorámico es el secreto del éxito.
Configurar un jardín de estilo japonés va más allá de un simple ejercicio de paisajismo. Hay que conocer bien la filosofía oriental y su concepto del hombre para poder conseguir un espacio ideal para la meditación. Si estás interesados nosotros tenemos todas las claves, y te podemos ayudar. Consúltanos.