DOS TÍTULOS COINCIDEN EN EL MERCADO EDITORIAL
Los 'trapos sucios' de la Casa Real, de nuevo carne de librería
Dos nuevos libros que centran su interés en los claroscuros de la Zarzuelallegan estos días al mercado editorial. Uno en clave más positiva o menos crítico, tiene como protagonistas a los Príncipes de Asturias. Se trata de Felipe y Letizia, la conquista del trono, escrito por José Apezarena, que resume los diez años de matrimonio de los herederos de la Corona española. El otro, en cambio, hace gala de un tono más duro a la hora de repasar el controvertido 'escenario Nóos', con la infanta Cristina como estrella. Se trata de La Intocable, firmado por Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta y que viene a ser la secuela de su primer libro en común, Urdangarin, un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos. Tanto el de Apezarena como el de Inda y Urreiztieta –ambos de La Esfera de los Libros–, a pesar de la diferencias de enfoque, sacan a la luz los 'trapos sucios' de la Casa Real, que se lavarán en las librerías con el consiguiente éxito que ha acompañado a los ejemplares que han contado con los Borbón como protagonistas.
‘Felipe y Letizia, la conquista del trono’
1. Letizia, princesa de día ‘plebeya’ de noche. Mucho se ha hablado en la prensa de la necesidad de Letizia de ‘huir’ de la tensión que le provoca ser foco mediático las 24 horas del día. Así lo describe Apezarena: “A pesar de su condición de personaje público, y la proyección que merecen sus comparecencias y actuaciones, Letizia ha pugnado por conservar un cierto espacio propio, de intimidad y hasta de soledad. Para ello, y sin previo aviso a nadie, ha asistido a conciertos, salido de compras y quedado a cenar con amigas sin el Príncipe (…) Y en principio Felipe está de acuerdo en que lo tenga, según se afirma en La Zarzuela”. No obstante, en palacio no todos comparten esta permisibilidad y califican estos momentos como “muy duros”: “Con la pelea para defender el espacio propio de privacidad ajeno a su condición de princesa, parecía como si luchara por mantenerse como ella es, por conservar su personalidad, sin dejarse absorber y aplastar por el potente aparato de la institución”, explica el autor que además recoge las palabras de una persona “con entrada” en palacio: “No quiere que le pase lo que a la reina Sofía”.
2. Un toque de atención a la Princesa. En relación al punto anterior, sobre sus ‘escapadas’, Zarzuela se vio obligada en el verano de 2013 a “explicarle los inconvenientes de sus actuaciones, y argumentando que, por su posición, no podía asistir a determinados conciertos, aparte de que incluso ya no tenía edad para eso. Ella lo había entendido y se había mostrado dispuesta a rectificar, añadían. Podemos confirmar que tales conversaciones se produjeron”, asegura Apezarena que se hace eco del cambio de actitud mostrado por la princesa Letizia desde ese ‘toque de atención’ donde sus salidas, ahora con el Príncipe, “reflejaban normalidad” y un inusual “deseo de Letizia de agradar en sus actos públicos”.
4. Salvar la popularidad de la Princesa. Las encuestas castigaron con dureza el ‘caso Nóos’ y tan sólo el Príncipe y la Reina se salvaron. Fue entonces cuando Zarzuela elaboró una hoja de ruta para hacer de Letizia una princesa “más cercana y natural” de cara al pueblo, que incluía “transmitir que es sincera su entrega a la corona y al servicio de los españoles, a lo que se comprometió cuando contrajo matrimonio”, evitar comentarios como que “sólo quiere trabajar de ocho a tres como una empleada” y que en sus “días libres promocione son su familia lugares emblemáticos de España, dejándose fotografiar, acercándose a la gente sin transmitir la imagen fría y distante de los últimos tiempos”. Esto le obligaba además a “no obsesionarse con los retoques estéticos”, confiar en otros diseñadores además de Varela y “sonreír con naturalidad” y especialmente “no perder la sonrisa cuando es sorprendida por los fotógrafos y no enviar a los escoltas a requisar las imágenes”
5. Los Príncipes se desligan del caso Nóos. Felipe ha visto peligrar su trono por culpa de su cuñado. Es por ello que “cuando estalló el caso Nóos en noviembre de 2011 optó por romper radical y absolutamente con su cuñado”. El Príncipe dejó claro a un periodista en una conversación privada que en sus problemas “hay un culpable con nombre y apellidos: Iñaki Urdangarin. Y por tanto que lo pague”. De hecho, Apezarena asegura que Felipe es “el principal impulsor de las tajantes medidas adoptadas desde La Zarzuela para establecer un cortafuegos que minimizasen las consecuencias del escándalo”, como puede ser calificar las actividades del duque de Palma como “poco ejemplares”, condenando antes que los tribunales su actuación.
La infanta Cristina, alias ‘La intocable’
1. Operación cortafuegos: Cristina es intocable. 28 de febrero de 2012. El Rey se cita con el presidente Mariano Rajoy, su ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, el fiscal general del Estado Eduardo Torres-Dulce –Rubalcaba se queda fuera al no recibir invitación, mientras que el Príncipe declinó la suya–. El tema a tratar es establecer los movimientos que darán a partir de ese día para evitar la imputación de la infanta: “Ella es intocable constara lo que costara, cayera quien cayera”. También se baraja la posibilidad de un indulto a Urdangarin pero, en palabas de Inda y Urreiztieta, “él era un juguete roto y, lo que era peor para él, nadie iba a forzar la máquina ni torcer la ley para apartarlo del abismo”. No hubo suerte y el matrimonio cayó en las garras del juez Castro.
3. Urdangarin, castigado a Washington. “Lo pasaportaron por una razón capital, sus devaneos con el sexo contrario; y otra accesoria, impedir que siguiera haciendo de las suyas en el ámbito empresarial patrio (…) El ‘duque em…palma…do’ tenía affaires extramatrimoniales (…) En aquellos años se llevaba demasiado bien con la esposa de uno de sus mejores amigos, matrimonio con el que los Urdangarin-Borbón compartían fines de semana, escapadas a la nieve en Baqueira y desconexiones en el Ampurdán. ‘Ojitos azules’ la llamaba el mocetón de Zumárraga, según las bombas atómicas en forma de emails facilitadas por Diego Torres”, escriben Inda y Urreiztieta.
4. El duque casi se sale con la suya: los muebles de la polémica. “Su final en Telefónica fue idéntico a su llegada: glorioso”. Tal y como narran los autores de La intocable, en la empresa recuerdan a Urdangarin como “caprichoso y pedigüeño”. Como muestra, un botón. Inda y Urreiztieta recuerdan cómo el duque preguntó a sus jefes si podía quedarse los muebles de su mansión en Washington para adecentar su casa de Barcelona. Estos no mostraron reparos, siempre y cuando los pagase. 400.000 euros era la cifra solicitada por Telefónica para cumplir el deseo del yerno real. Declinó la oferta, pero más tarde les propuso enviar el mobiliario a un charity, donde el dinero conseguido por su venta se destinaría a una obra social. En Telefónica les pareció buena idea, hasta que al día siguiente de llegar los muebles Urdangarín se personó en el charity ofreciendo por los mismos 20.000 dólares. No tuvo suerte al fin, ya que ya estaban vendidos.
5. El yerno del Rey amenaza a la Casa Real. “Consumido y ojeroso aguantaba la presión a base de pastillas, de concienciarse una y otra vez de que era una víctima injusta”, afirman Inda y Urreiztieta en su último libro. Urdangarin se convirtió entonces en enemigo de su familia política, a los que incluso llegó a amenazar con ‘tirar de la manta’ desvelando ciertos datos que les involucrarían, como narran los autores: “Sus pretensiones económicas no se satisfacían y entre las amenazas incluyó la posibilidad de desvelar que el anillo de pedida de la princesa Letizia, que fue un regalo de Urdangarin, había sido pagado con dinero de la trama. ‘Si caigo yo, caen todos’, reiteraba”. De hecho, tales fueron las sospechas de que el duque estaba llevado a cabo sus amenazas que se pensó que “el movimiento realizado por el sindicato Manos Limpias para imputar a la infanta era estratégico (…) consistente en implicar a su mujer en el escándalo para conseguir así que La Zarzuela se tomase en serio el asunto y librase a ambos del yugo del juez Castro y de la Fiscalía Anticorrupción”. No pudo ser y ambos responden ante la justicia desde el mismo banquillo de los acusados.