Narcisos silvestres. Foto: JJ/MI.
- La fantasía es una droga psicológica muy extendida y potenciada, y como cualquier droga es adictiva y tiene efectos secundarios negativos.
- ¿Ah sí?, nunca se me habría ocurrido pensar que fantasear podía perjudicarnos.
La mayoría de los allí reunidos reconoció que fantaseaba o soñaba despierto. Sentados al aire libre bajo la pérgola, degustábamos unos zumos de fruta, taquitos de diferentes tipos de queso, tomates asados con hierbas y especias, endivias rellenas y otros sabrosos aperitivos. Aunque refrescaba, la temperatura era agradable, y entre bocado y bocado, la conversación había derivado hacia esta cuestión de la fantasía.
- ¿Y dónde queda aquello de la imaginación al poder?
- Imaginar, fantasear, visualizar..., son capacidades del pensamiento, y aunque cada uno puede vivir como mejor le parezca, es bueno comprender sus beneficios y perjuicios. Hemos tratado a personas que sufrían desequilibrios psicológicos por haber traspasado demasiado a menudo la línea entre imaginar y fantasear.
Imaginar, creatividad y fantasear
Imaginar es pensar en imágenes, y podemos utilizar esta capacidad de la mente a nuestro favor o en nuestro perjuicio. A nuestro favor sería pensar en imágenes para reflexionar, planificar, entender problemas, recordar, resolver cuestiones prácticas... También para crear algo nuevo, lo cual formaría parte de la creatividad, que sin duda es una capacidad de gran utilidad. Por ejemplo, si vamos a construir algo, primero lo imaginamos mentalmente, luego lo podremos construir; o si tengo que ir a la estación, puedo ver en imágenes mentales el camino hasta llegar allí, esto me facilita el trayecto.
Sin embargo, utilizar el pensamiento en imágenes para ensoñar algo quimérico, fingido, hechos inventados que no tiene realidad con el fin de autoproducirse sensaciones generalmente placenteras, eso sería fantasear y es perjudicial psicológicamente hablando. Es el equivalente a una droga, una droga psicológica que produce un falso bienestar temporal, con su consiguiente decaimiento posterior que incita a administrarse una nueva dosis, en este caso de irrealidad.
Fantasear es adictivo, sólo tienen que intentar dejar ese hábito, para darse cuenta de que no resulta tan sencillo evitarlo. Incluso, muchas personas son apenas conscientes de que fantasean.
- Entonces ¿la fantasía de los niños...?
- En los niños es similar. Por ejemplo, hay una etapa evolutiva en la que juegan a roles, imaginan ser papá o mamá y con ello ensayan situaciones, crean nuevas asociaciones, no están fantaseando, están usando la imaginación para aprender. Pero cuando inventan que su "tío es policía y tiene un tanque", aún cuando sepan que eso es falso, se autoengañan con el propósito de escapar de la realidad, tratando de esquivar así algún temor.
Imaginar cómo serían las cosas si hubieran ocurrido de otra manera, sería eso, imaginar, y podemos aprender con ello. Fantasear, embriagarse suponiendo una vida diferente en la que habitualmente el que ensueña es el protagonista, es una forma de evadirse de la realidad. Esta forma de evasión ocurre cuando algún aspecto de la realidad resulta desagradable o hace sufrir, y no se sabe cómo afrontarla.
Pero fantasear es un sistema de falsa compensación emocional, y produce un ilusorio bienestar que confunde la mente, la desorienta, fomenta el bloqueo mental y la inseguridad. Aumenta la frustración y el rechazo hacia la vida, pues las circunstancias y las personas del entorno del soñador no cumplen con las expectativas de sus sueños. Conlleva además un elevado gasto de energía psicológica, lo que hace más difícil afrontar los desafíos de la vida cotidiana y profundizar en su entendimiento, y con ello se agravan los problemas de los que se huye.
En casos extremos, el hábito de fantasear puede llegar a conformar un trastorno patológico por sí mismo. La mayoría de las personas que sufren un trastorno de este tipo lo mantiene en secreto, y tienen dificultades para comportarse de forma fluida en situaciones de la vida real. Cuando se aborda con ellos este asunto, reconocen que este desorden tiene un efecto negativo en sus vidas. También, fantasear puede estar aparejado a trastornos como la fobia social y la depresión, o utilizarse para tratar de gestionar erróneamente una situación traumática como un abuso.
En casos extremos, el hábito de fantasear puede llegar a conformar un trastorno patológico por sí mismo. La mayoría de las personas que sufren un trastorno de este tipo lo mantiene en secreto, y tienen dificultades para comportarse de forma fluida en situaciones de la vida real. Cuando se aborda con ellos este asunto, reconocen que este desorden tiene un efecto negativo en sus vidas. También, fantasear puede estar aparejado a trastornos como la fobia social y la depresión, o utilizarse para tratar de gestionar erróneamente una situación traumática como un abuso.
Aprender a afrontar la realidad con inteligencia
Una persona que aprenda a afrontar los conflictos de la vida cotidiana, que logre vivir con intensidad y curiosidad la vida, no necesitará fantasear y dejará de evocar irrealidades.
Como siempre, no es cuestión de juzgarse por ello, sino de entender que es una salida falsa a los problemas, y que va a generar más dificultades. La parte emocional juega un papel fundamental en cualquier conflicto, pero en este caso especialmente. Son las emociones autogeneradas por la fantasía las que crean adicción y hay que aprender a desengancharsede ellas.
Por otro lado, para dejar este hábito hay que identificar los aspectos de la realidad que se temen, que no se saben resolver o se cree que no tienen solución, y aprender a afrontar esos temores. En ese sentido, como fórmula sencilla podemos deducir que si se fantasea con una pareja maravillosa, probablemente se teme la soledad o no tener una imagen social concreta; si se fantasea con tener mucho dinero, el temor sería a la escasez; si se fantasea con algún tipo de éxito social, el miedo sería a no ser valioso a los ojos de los demás, etc.
Hay que abordar las emociones desagradables que generan las circunstancias de la vida real, y que están siendo rechazadas, para poder afrontar con serenidad los problemas y darles solución, tanto si son circunstancias reales del presente como si son temores hacia el futuro.
Psicológicamente hablando, todo tiene solución, si se aprende cómo. El futuro es la consecuencia, el efecto del presente, así como el presente es el resultado del pasado. Si ponemos nuestro interés en resolver lo que anda mal en el presente, nuestro futuro será mucho más satisfactorio, para nosotros y para los demás.