Cualquier visitante que se entremezcle con la atmósfera de Florencia respirará aquel aroma de las ciudades bañadas por el resplandor de la historia. A pesar de los siglos transcurridos desde que la dinastía Médici impulsó allí el Renacimiento, la capital de la bellísima región de la Toscana continúa conservando la impronta de ese movimiento cultural. Una huella que ha perdurado y ha sabido convivir con la modernización de la metrópolis que, vertebrada por el río Arno, está considerada una de las cunas mundiales del arte y la arquitectura.
Y no es de extrañar. Edificios como la inmensa y revestida de mármol Basílica de Santa Maria del Fiore, popularmente conocida como el Duomo de Florencia, no dejan indiferente. Es una de las obras más grandes de la cristiandad, con una gran cúpula, un campanario independiente y un baptisterio, cuyas puertas originales puertas de bronce. También es destacable la Basílica de Santa Cruz, la iglesia franciscana de mayor tamaño del mundo.
Pero si hay algo que ningún viajero puede pasar por alto en Florencia es el emblemático Ponte Vecchio, que ofrece la estampa más cotizada de la ciudad. El puente es el más antiguo de Europa construido en piedra, a pesar de que una inundación destruyó el original hecho de madera. Además de la multitud de turistas que a diario pasean sobre él, sostiene varias tiendas de joyería, ya que antiguamente los comerciantes se establecieron en el puente porque allí estaban exentos de pagar impuestos y tasas.
A pocos metros, se halla la Piazza della Signoria que desde la antigüedad, cuando se llevaban a cabo en la plaza las ejecuciones públicas, ha sido uno de los sitios más concurridos de Florencia. Actualmente, alberga el Palazzo Vecchio, en cuyo interior se exponen obras de Bronzino, Miguel Ángel y Giorgio Vasari; un museo exterior, la Loggia dels Lanzi, una construcción gótica que exhibe obras escultóricas, y el museo Gucci, abierto desde septiembre de 2011, con motivo del 90 aniversario de la prestigiosa firma.
Y como Florencia es la capital de la región de la Toscana, símbolo del romanticismo y lo pintoresco a raíz de la presentación de la película Bajo el sol de la Toscana, puede ser una experiencia inolvidable salir al extrarradio de la ciudad para pasear entre suaves colinas repletas de viñas y viñedos. La zona vinícola con más renombre es Chianti, donde se hallan las famosas y exclusivas bodegas de Colle Bereto, que ofrecen al visitante la posibilidad de degustar sus deliciosos y refinados vinos de elaboración tradicional.
Sin duda, la de Colle Bereto puede ser una salida inolvidable para los amantes de la enología que ofrece el hotel de lujo y elegancia sencilla Il Salviatino, situado a tan solo 10 minutos en coche del casco histórico de la ciudad –cuenta con un servicio de autobús para sus clientes-. semiescondido en las colinas del Fiesole y construido en el siglo XV, Il Salviatino fue un palacio señorial para huéspedes. Su última reforma la llevó a cabo la familia Pigozzo, una consolidada trayectoria en la hostelería de alto standing. Con tan solo 45 habitaciones, el recinto cuenta con 50.000 m2 de jardín privado.
Cada habitación tiene su singularidad. Son un claro ejemplo la suite Ojeti, cuyo último propietario fue el periodista Ugo Ojeti, y que cuenta con un techo acristalado por donde se cuela la luz natural que cae sobre un precioso salón anexo al dormitorio. Mientras que en su planta superior sorprende encontrar un jacuzzi desde donde se puede observar la ciudad de Florencia. En otra habitación, oculta tras las estanterías de la biblioteca, se halla un fresco del siglo XIX de Domenico Bruschi, que cubre el techo de la estancia. El hotel destaca también por su restaurante, Le Serre, uno de los más importantes y reconocidos de Florencia, y por su spa.
