Sean Hepburn, hijo del icono del cine americano Audrey Hepburn, pisó Marbella por unas horas invitado por el Conde Rudy para asistir a la gala contra el Sida que preside la reina Sofía de Grecia. El hijo de la dama más elegante que ha dado Hollywood atendió a Vanitatis en una entrevista en la que nos confesó que “nada es cómo parece y se ve. La vida de mi madre, no fue fácil y hasta llego a comer galletas de perro para matar el hambre”.
En la intimidad del cine fue Audrey quien nos hizo creer que los guantes y la personalidad del personaje eran su segunda piel. Pero nada más alejado de la realidad. “Fue una madre fantástica”. Nada que ver con la aparentemente amoral y alocada Holly Golightly, de pasado tormentoso que ahogaba en el glamour más impostado sus debilidades y que ella tuvo que interpretar en su film Desayuno con diamantes. Sus personajes nunca la atrapaban. “Sobre esa película sé un poco porque yo también estaba allí –bromea Sean–. Mi madre estaba embarazada de mí en ese rodaje. Estaba de tres meses.Increíble, pero cierto”, señala Sean. Este papel es el más popular de su carrera. Inicialmente estaba pensado para Marilyn Monroe; sin embargo, fue “su película sagrada de ese momento porque irradiaba mucha luz por llevar una vida dentro, que era yo”, aduce su hijo.
Sean Ferrer (Gtres)
Audrey Hepburn tenía una capacidad de encantamiento que no se desvaneció nunca ante su familia. Es por eso que su hijo Sean decidió retomar el testigo de su vida y escribir las memorias espirituales de su madre. “Hay quien ha escrito una biografía de ella, pero yo sólo he hecho las memorias espirituales de mi madre. Es decir, ha sido como colorear la parte espiritual a través de las conversaciones que ella me contó en sus últimas semanas de vida. Fue algo intimo e inolvidable”, relata Sean Hepburn a Vanitatis. El éxito ha sido tal que se han vendido más de un millón de copias”.
Sean no olvida su legado. "Ella creía que lo barato termina saliendo caro y lo caro termina siendo barato. Es mejor comprar un buen par de zapatos que usarás mucho tiempo que comprar varios pares baratos que durarán poco.Cuida tu ropa porque es la primera impresión que das, solía decirme".
Enigma y fragilidad
Audrey era trasparente. Su mirada parecía conjugar el enigma y la fragilidad. Eso dice su hijo. “Era como se la veía en las películas. Una mujer con un fondo de tristeza y una tendencia a dudar constantemente de sí misma”. Acaso la fotogenia forme parte del prodigio, al que contribuyen de forma entusiasta los fabricantes de realidad desde revistas, periódicos y pantallas. Pero ella era así.
Audrey Hepburn junto a su hijo Sean
El menor de los Hepburn asegura que Audrey “cuando quiso tener familia dejó el cine y nosotros sólo la hemos visto como madre”. La infancia de ellos fue mucho mejor que la de su progenitora, puesto que “su infancia transcurrió en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial. Se pasaba días enteros en la cama leyendo para olvidarse del hambre”. El hecho de que su padre desertara del Ejército y la familia al inicio de la contienda “también le dejo heridas en el corazón. Solo volvió cuando ya mi madre era una estrella”. De ahí ese halo de melancolía que la impregna de misticismo.
El hijo de Audrey junto a su esposa
La última parte de su vida la dedicó a colaborar con Unicef y a tratar de evitar que la tristeza marcara la existencia de otros niños. Es por eso que su hijo, Sean Hepburn, dedicará los beneficios de su libro al Fondo Audrey Hepburn para la Infancia que él mismo alienta. “Todo tipo de soporte para los desfavorecidos en bueno –dice a Vanitatis–, me lo enseño mi madre”. Audrey estuvo casada en dos ocasiones, la primera con el actor Mel Ferrer, con quien tuvo a Sean –ha invertido el orden tradicional de sus apellidos–, que actualmente gestiona la fundación Audrey Hepburn Childhood, y la segunda con Andrea Dotti, un médico italiano con quien tuvo su segundo hijo, Luca.
Audrey Hepburn murió a los 63 años en Suiza, después de que se le diagnosticara un cáncer que no remitió tras una primera operación. Como recuerda su hijo, “murió en paz. Sentía que la muerte era parte natural de la vida”. Y ahora tiene una sucesora, su nieta Enma, que podría ser la nueva Holly con gafas de sol y moño alto, una muchacha de veinte años que cuando está deprimida se come el croissant frente a Tiffany’s, la tienda de joyas más exquisita del mundo que inmortalizó un día su abuela.
Audrey Hepburn con su marido Mel Ferrer y su hijo Sean Ferrer en Disneyland, California (1967)