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AGUA DE ARROZ PARA EL CUTIS


El agua de arroz, el secreto para un cutis de porcelana 

Cuantas veces cocinamos arroz, lo lavamos y luego botamos esa agua pensando que no nos sirve para nada, pero no es así. Se dice que el secreto de las asiáticas para tener un cutis de porcelana es usando el agua de arroz ya que el arroz es rico en vitaminas B, hierro, ácido fólico, zinc y magnesio y lo que no sabes es que la mayoría de esos nutrientes se quedan en el agua.

El agua de arroz contiene propiedades antioxidantes, minerales y vitaminas que al ser aplicados en la piel nos aporta nutrición y nos ayuda a mejorar la apariencia de nuestra piel, ayudándonos a disminuir las irritación e inflamaciones y lo mejor, ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro ya que ayuda atenuar las arrugas.

El inositol, es uno de los componentes del arroz que es un complejo que ayuda a estimular el flujo sanguíneo y promueve el crecimiento de las células, que esto es lo que ayuda a prevenir los signos tempranos de la edad y también para los que sufren de tener la piel grasa y los poros abierto esta es su mejor opción.

El agua de arroz ayuda a :

Brindar a la piel una capa protectora.
Deja la piel mas suave y firme.
Atenuar las arrugas tempranas.
Disminuye los poros abiertos.
Es un excelente tónico natural.
Calma las irritaciones de la piel.
Mejora la apariencia de las manchas provocadas por el sol.
Mejora la apariencia del acné
Ayuda a eliminar los puntos negros.


¿Como Hacerlo?



Si eres de las que cocinas arroz muy a menudo y no te gustaría desperdiciar ese arroz, te recomiendo que le eches agua y lo dejes aproximadamente 10 minutos y luego eches el agua en un recipiente para luego usarlo en tu piel. Pero en realidad la mejor opción para que el agua absorba todos los nutrientes que contiene el arroz, es recomendable hacerlo de la siguiente manera:

Ingredientes

1 Taza de arroz blanco

5 Tazas de agua

Preparación:

En una olla poner a hervir las 5 tazas de agua, luego agregarle la taza de arroz blanco y dejarlo a fuego lento por 5 minutos, luego con la ayuda de un colador, cuelas el arroz y el agua lo guardas en un recipiente en el refrigerador y cuando este fría, aplica en cualquier zona de tu cuerpo, con la ayuda de un algodón.

Otra opción también es echar en un recipiente la taza de arroz y las 5 tazas de agua, tapar el recipiente y dejarlo durante la noche completa, aproximadamente 12 horas, a temperatura ambiente, luego cuelas el arroz y te quedas con el agua y te lo aplicas en cualquier área de tu cuerpo o cara con la ayuda de un algodón.
El agua de arroz es un excelente tónico natural que nos ayuda a limpiar nuestra piel de las impurezas haciéndolo así una perfecta opción natural para los que tienen puntos negro y y los poros abiertos, ademas de que ayuda con el problema de acné.

RECETA - LASAÑA DE ATUN


  • 6 PERSONAS
  • PREPARACIÓN MEDIA
  • 2 EUROS/PERSONA
  • TIEMPO DE PREPARACIÓN: 60 MINUTOS
lasanha de atun

INGREDIENTES

  • 12 placas de lasaña normales (o 6 grandes)
  • 200 gr. de lomos de atún “al natural” (o Bonito del Norte)
  • 250 ml. de salsa de tomate
  • 4 huevos duros
  • 1 cebolla grande
  • 1 pimiento rojo mediano
  • 100 gr. de queso para gratinar
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal y pimienta negra recién molida, al gusto
  • Salsa Bechamel: 500 ml. de leche entera Central Lechera Asturiana
  • 60 gr. de harina
  • 80 gr. de mantequilla Central Lechera Asturiana
  • Nuez moscada y sal (al gusto)
Volvemos con una nueva receta de pasta rellena, algo que nos encanta en casa y creo que la más conocida, después de la rellena de salsa boloñesa es lasaña de atún. En el blog encontraréis ya varias recetas de este tipo, ya sean canelones o lasaña. Veréis que la lasaña está bien presente, y tenemos desde la típica con carne, hasta las más variadas, combinando ingredientes: pollo y espinacas, verduras y merluza, calabacín.
La lasaña es un plato de origen italiano, muy extendido y conocido internacionalmente. Los primeros datos sobre él nos remontan a la época de los etruscos en Italia, donde se hacía referencia a una pasta “aplanada” trabajada en un mesado. Más tarde, en tiempos de Cicerón (Imperio Romano), se mencionaba la “lasagna” tal como la conocemos hoy en día, como un plato presente en su gastronomía. La manera en que la preparamos es prácticamente la misma, alternando luego los diferentes ingredientes para intercalar entre las capas de pasta. El relleno que he utilizado para esta receta, con el atún como principal protagonista, podéis también utilizarlo para preparar canelones. Y si buscamos otros usos, hasta iría perfecto para hacer empanadillas.
Para la base del relleno, os recomiendo usar conservas de atún o Bonito del Norte de buena calidad. Hay muchas marcas en el mercado que nos aseguran un buen resultado. Podéis utilizar atún envasado “al natural” o en “aceite de oliva”, pero en este caso es mejor que lo dejéis escurrir sobre papel de cocina, así será menos “pesado” el relleno.
La bechamel sale perfecta con los pasos que os presento. Una crema suave y cremosa con la leche que compramos siempre en casa, os recomiendo la leche entera de Central Lechera Asturiana, para aportar sabor y ese punto crema yuna mantequilla que le da el punto perfecto para preparar la roux y que ligue perfectamente la mezcla. Cualquier relleno que nos guste, añadido a una bechamel y el queso gratinado, es un placer culinario que bien os merecéis. Esta receta de lasaña estoy seguro que os va a encantar, además de deliciosa, es económica y saludable, con un buen aporte de proteínas e hidratos. Es un bocado contundente, por lo que suele ser  “plato único”. Espero que os guste y que disfrutéis de esta lasaña de atún. ¡Está de rechupete!

PREPARACIÓN DEL RELLENO DE LA LASAÑA

  1. El primer paso lógico es ponerse con los huevos y cocerlos. En una cazuela ponemos agua a hervir, cocemos los huevos, pelamos y reservamos para más adelante.
  2. Picamos el pimiento en tiras. Los colocamos en un plato, tapamos con film transparente y cocinamos en el Microondas 5 minutos a máxima potencia. Con esto conseguiremos una textura parecida al pimiento asado o morrón. Retiramos y reservamos.
  3. Cortamos la cebolla en “brunoise” y sofreímos 5 min. (fuego medio) en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra. Cuando esté blanda, picamos los pimientos y los añadimos. Mezclamos, salamos al gusto y seguimos pochando otros 5 minutos.
  4. Picamos ahora los huevos cocidos en pequeñas porciones y también los echamos con el resto de ingredientes. Mezclamos.
  5. A continuación, vertemos la salsa de tomate y el atún. Mezclamos todo con cuidado y dejamos cocinando a fuego bajo unos 5 minutos. Pasado el tiempo, retiramos a un plato/fuente y dejamos enfriar. Es necesario que esté el relleno frío a la hora de preparar las capas de lasaña.

PREPARACIÓN DE LA LASAÑA DE ATÚN

  1. Es un paso importante, y para que os salga perfecta, seguid los pasos que ya he compartido en el blog para preparar la bechamel.
  2. En recetas con lasaña o canelones, siempre debemos de preparar el relleno antes que la pasta, y debe de estar frío antes del montaje. La láminas de pasta, pueden ser  las que vienen ya precocinadas o las normales, para cocer.
  3. Si compráis de las de toda la vida, las coceremos en agua abundante (1 litro por cada 80 gr.). En cuanto hierva, echamos un buen puñado de sal y a continuación las placas de pasta. Primero la mitad, y luego el resto. De esta manera no se pegan, y se cocinan mejor.
  4. Os recomiendo que echéis un vistazo al envase y respetéis los tiempos de cocción que indica el fabricante. Cocida la pasta, la vamos retirando del agua, la escurrimos y la dejamos secar sobre un paño seco. Si en cambio, usáis la pasta “precocinada”, bastará con sumergirla en agua caliente unos 20 minutos. Este tiempo puede variar según la marca. Removed de vez en cuando para que no se peguen entre ellas.
  5. Precalentamos el horno: 10 minutos, a 200º C. Con todo ya preparado y frío, vamos con el montaje de la lasaña. Escogemos una fuente apta para horno, con alto de altura (5-6 cm.). En la base echamos una capa fina de bechamel, y sobre ella colocamos una fila de placas de pasta. Recortarla si es necesario para dejar toda la superficie cubierta.
  6. Vertemos un poco de relleno sobre la pasta y extendemos uniformemente. De nuevo, colocamos otra capa de pasta, seguimos con la bechamel, y añadimos algo de queso. Repetimos el proceso.
  7. En la capa superior rematamos con el resto de la bechamel y abundante queso para gratinar, bien repartido por toda la superficie. Colocamos la fuente en posición central y horneamos la lasaña.  Primero 15 min. a 200º C y para darle el toque final, dejamos 5 minutos con la función “grill” activada.
  8. De esta manera se dorará la superficie y quedará el queso bien gratinado. En esta fase no os despistéis y controlad el horno para que no se queme. Puede apurar demasiado y estropear el aspecto de la lasaña.
  9. Retiramos del horno y muy importante, la dejamos reposar para que se asiente. La lasaña sale súper caliente y se desmotarán las placas si queremos cortarla en ese momento.  Pasados 5/6 minutos podemos ya llevarla a la mesa y servirla sin problemas.

LA DIFERENCIA ENTRE DOLOR Y SUFRIMIENTO


En nuestro día a día, solemos utilizar las palabras “dolor” y “sufrimiento” indistintamente. El dolor genera sufrimiento y el sufrimiento genera dolor, por lo que en nuestra mente ambas sensaciones están unidas indisolublemente. Sin embargo, existe una diferencia sutil entre ambos conceptos, una diferencia que puede marcar un gran cambio en la forma de afrontar la vida y la adversidad.

La diferencia principal entre el dolor y el sufrimiento radica en la forma de enfrentar los problemas, los conflictos y las dificultades que van surgiendo a lo largo de los años. El dolor es una sensación que experimentamos cuando vivimos una situación que ha tenido un impacto negativo sobre nosotros. 

Es una respuesta automática ante algo que nos ha hecho daño, ya sea a nivel físico o psicológico. Así, experimentamos dolor cuando nos cortamos un dedo pero también cuando perdemos a un ser querido, cuando alguien nos humilla o nos desprecia. 

Desde esta perspectiva, el dolor es una respuesta que no podemos evitar ya que se activa inmediatamente después del suceso. Sin embargo, llegados a este punto, podemos elegir entre dos caminos: aceptar la existencia del dolor y enfrentarlo, o negarlo y hacer como si no existiera.

Sin embargo, el sufrimiento es otra cosa, es el resultado de la interpretación negativa que le damos a ese dolor a lo largo del tiempo. Y en muchos casos, es precisamente ese significado lo que acrecienta el malestar. Por tanto, aunque el dolor puede ser necesario para crecer, el sufrimiento es innecesario y nos limita.

¿Qué sucede en el cerebro que sufre?


El sufrimiento se genera a partir de los significados negativos que le damos a determinadas situaciones dolorosas, pero se mantiene debido a nuestro miedo a experimentar esas emociones negativas. Cuando negamos o queremos ocultar el dolor, lo que estamos haciendo es evitar que la vivencia traumática se integre en nuestra experiencia de vida, como resultado, se mantiene activa causando sufrimiento. Si no comprendemos y aceptamos el dolor, si no le conferimos un significado, impedimos que se integre como una experiencia narrativa de contenido neutro, por lo que continuará atesorando su valencia negativa.

De hecho, se ha apreciado que cuando vivimos una experiencia particularmente dolorosa o incluso traumática, en nuestro cerebro se produce una desregulación bioquímica. En práctica, la amígdala se mantiene activada porque cree que el peligro aún existe, aunque no sea así.

Esa hiperactivación incrementa los niveles de cortisol, una hormona que inhibe el funcionamiento del hipocampo, la estructura que se encarga de procesar las experiencias que vivimos, confiriéndoles un significado y ubicándolas en nuestra memoria. 

Por tanto, hasta que sigamos percibiendo la experiencia dolorosa como una amenaza, hasta que no estemos dispuestos a enfrentarla, no seremos capaces de asumirla y, por tanto, esta seguirá causando sufrimiento. Sin embargo, ese sufrimiento no nos conducirá a ninguna parte.

Cambiar el significado del dolor


En un experimento llevado a cabo en las universidades de Massachusetts y Stanford, los investigadores les presentaron a los participantes una serie de imágenes que despertaban emociones negativas. Sin embargo, a algunos se les pidió que intentasen cambiar su significado, para que dejasen de experimentar esas emociones.

De esta forma, se pudo apreciar que las personas capaces de encontrar explicaciones alternativas, podían cambiar sus emociones negativas. Por tanto, la reestructuración cognitiva es una técnica particularmente eficaz para enfrentar el sufrimiento que se genera a partir del dolor. En práctica, se trata de cambiar las emociones negativas, cambiando el significado que le atribuimos a determinados hechos. ¿Cómo lograrlo?

1. Identifica los pensamientos que te causan sufrimiento. Casi siempre, estos pensamientos se basan en formas distorsionadas de ver la realidad, en una exageración de las consecuencias o en el miedo a no ser capaces de afrontar la adversidad. Sin embargo, considera que lo que sientes, no es la realidad, es tan solo una reacción ante esta. Por tanto, toma papel y lápiz y escribe los pensamientos que más te molestan.

2. Evalúa los pensamientos. Analiza si esos pensamientos se ajustan verdaderamente a la realidad, pregúntate: ¿Qué evidencias confirman lo que pienso? ¿Es una interpretación parcial o exagerada? Luego, debes analizar sus consecuencias: ¿Son útiles estos pensamientos? ¿Me ayudan a sentirme como me gustaría? También es conveniente que imagines las peores consecuencias y te preguntes: ¿Son realmente tan graves? ¿Qué efectos tendrán en mi vida dentro de un año?

3. Busca pensamientos alternativos. Por último, deberás sustituir esos pensamientos negativos que alimentan el sufrimiento con otros más positivos o desarrolladores. Por supuesto, no se trata de engañarse ni de minimizar los problemas sino de asumir una actitud que te ayude a procesar el dolor y seguir adelante. Por tanto, pregúntate: ¿Cómo podría interpretar lo que me está sucediendo de forma más positiva? ¿Cuáles son los beneficios que podría sacar de esta situación? ¿Qué me diría mi mejor amigo en esta situación?

RECETA - PALAFEL


Recetas de ensaladas y verdurasRecetas de tapas y aperitivosFaláfel con salsa de y
Receta de falafel con salsa de yogur

INGREDIENTES

  • 300 gr. de garbanzos
  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo (cantidad al gusto)
  • 2 cucharadas de perejil fresco y 1 cucharada de cilantro fresco
  • 1 cucharada tipo café de comino molido
  • 1 cucharada tipo café de levadura química (tipo Royal)
  • Aceite de oliva suave (para freír)
  • Sal y pimienta negra recién molida (al gusto)
  • Salsa de yogur: 1 yogur natural
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 diente de ajo muy picado
  • El zumo de medio limón
  • Menta fresca picada, sal y pimienta negra
El Falafel es uno de los platos más característicos de la Gastronomía árabe y es muy popular en todo Oriente medio. Su elaboración puede ser diferente en cada país, región, ciudad e incluso casa según el toque personal del cocinero. En la actualidad es muy conocido en el mundo occidental debido a la gran cantidad de restaurantes de cocina árabe y a la facilidad que nos dan Internet y las redes sociales para acceder a platos del resto del mundo.
Hay diferentes versiones sobre cual puede ser su origen, pero la más aceptada lo sitúa en la India donde se cocinaba junto con un pan y una mezcla de especias. Su nombre proviene del árabe “filfil”, que significa pimiento y del sánscrito“pippali”Los garbanzos suelen ser la base de la receta, aunque en algunos territorios como Egipto se elabora conhabas, exactamente de la misma manera, solo cambiando el ingrediente principal. En el falafel, los garbanzos o las habas no se cuecen, sino que simplemente se hidratan en agua y luego se trituran, para obtener una textura “arenosa” que luego mezclaremos con el resto de ingredientes. Es costumbre servirlo como entrante, con el complemento de una salsa de yogur, muy común también en los países mediterráneos como acompañamiento de muchos platos. Otra opción es acompañarlo de Hummus o Tahini, y meterlo en pan de pita caliente para degustarlo a modo de “bocadillo”.
Este plato es muy saludable, y además es 100% libre de gluten. Los garbanzos son una buena fuente de proteínas vegetales,  y sin aporte de grasas saturadas como sucede con la carne. Proporcionan también un alto contenido en fibra, minerales como el hierro, potasio, calcio y magnesio, “lecitina” (un tipo de grasa excelente para el control del colesterol); y ácidos grasos esenciales como el “linoleico”, más conocido como Omega 6. En definitiva es un plato vegetariano, saludable y muy fácil de preparar. Espero que os guste y lo tengáis entre vuestras recetas preferidas, ya me contaréis.

PREPARACIÓN DE LOS GARBANZOS

  1. Como los garbanzos son el ingrediente principal vamos a poner especial interés en prepararlos. Partiremos de unos buenos garbanzos secos, que pondremos en remojo al menos 24 horas, aunque si tenéis tiempo podéis comenzar unas 48 horas antes y cambiáis el agua cuando resten 24 horas. Si el agua está templada ayudaremos a que se hidraten mejor.
  2. Seguro que os surge la duda de si podéis utilizar garbanzos de bote o que nos hayan sobrado de otra elaboración. No los utilicéis ya que esta receta se hace exclusivamente con garbanzos o habas hidratadas, y nunca deben de estar cocidos/as con anterioridad. De esta manera el sabor es mucho más intenso y sabroso.
  3. Una vez hidratados escurrimos los garbanzos y los dejamos sobre un papel absorbente durante unos minutos para que suelten el agua que pueda quedarles.
  4. Los metemos en un utensilio picador de batidora o robot de cocina y trituramos bien, hasta conseguir una textura similar a la de la arena. Queremos que nos queden bien picados pero sin llegar a convertirse en harina de garbanzo. Incluso puede quedar algún que otro tropezón pequeño.
  5. Una vez picados, los reservamos en un bol y seguimos preparando el resto de ingredientes.

PREPARACIÓN DEL FALÁFEL

  1. Echamos en el vaso de la picadora: la cebolla cortada en gajos pequeños, los dientes de ajo en cuartos (sin la parte central para que no nos repitan), el perejil y el cilantro en hojas, sal y pimienta al gusto, el comino en polvo y finalmente la cucharadita de levadura química. Trituramos todo y añadimos la mezcla a la masa de garbanzos.
  2. Con la ayuda de una espátula vamos removiendo con movimientos circulares, hasta que nos quede todo bien incorporado y resulte una mezcla homogénea.
  3. Le damos forma de bola, tapamos con un paño limpio y dejamos que repose al menos 1 hora en un lugar fresco o en su defecto la metemos en el frigorífico en la parte de arriba, donde menos enfría. Durante este tiempo dejamos que la levadura actúe y así nos quedarán más esponjosos.
  4. Pasado ese tiempo, prepararemos las bolas de faláfel. Para ello debemos mojarnos las manos para que no se nos pegue la masa. Hacemos bolas del tamaño aproximado de una nuez, apretándola para que suelte el agua que pueda aún quedar. Si os resultase demasiado húmeda la masa y no podéis darle bien forma,  podéis añadirle un poco de harina para darle más consistencia, si es harina de garbanzo mucho mejor.
  5. Una vez hecha la bola, la aplastamos ligeramente para darle la forma definitiva. Repetimos esta acción hasta que se nos acabe la masa para elaborar el resto. Procuramos que no nos queden muy compactas porque si no el faláfel resultará seco y “mazacote”.
  6. Con estas cantidades nos saldrán unos 20 – 25 faláfel. Si no los queréis comer todos, esta masa se puede congelar perfectamente para cocinarlos en otra ocasión. Al igual que cuando hacemos croquetas, los freiremos directamente sacados del congelador. Os sacarán con éxito de un apuro si necesitáis un aperitivo o una cena ligera.
  7. En un cazo ponemos abundante aceite de oliva suave (que no le dé mucho sabor al falafel), de modo que al freírlos queden sumergidos. Cuando esté caliente (no demasiado, que no llegue a echar humo), los freímos “vuelta y vuelta”. Aproximadamente en 1 minuto estarán listos, en cuanto comprobemos que estén dorados. Vamos friendo 3-4 cada vez, para que no baje demasiado la temperatura del aceite, y una vez hechos los apartamos en una fuente con papel absorbente, para que escurran bien el aceite. Terminados los falafel, preparamos nuestra Salsa de yogur en un momento.

PREPARACIÓN DE LA SALSA DE YOGUR Y PRESENTACIÓN FINAL

  1. En un bol, vertemos el yogur natural, y sobre él un diente de ajo muy bien picadito, el zumo de medio limón, el aceite de oliva, sal y pimienta al gusto. Para darle un toque “árabe” añadimos también unas hojas de menta fresca bien picada (si no la conseguimos nos valdría seca).
  2. Removemos bien con la ayuda de un tenedor/cuchara y en tan sólo 1 minuto, ya tenemos lista la salsa para acompañar los falafel. Los servimos calientes en la mesa, acompañados de la salsa a temperatura ambiente o fría, dependiendo de vuestro gusto.
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