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Francisco Rivera: El hijo pródigo regresa al ruedo del corazón

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"Maldita prensa del corazón... Yo no soy mi madre". Desde que se anunció que Fran Rivera se iba a sentar con Risto Mejide en su Chester televisado, estas palabras pronunciadas hace años por el hijo de la Divina no han parado de retumbar en mi cabeza. Francisco, como a él le gusta que le llamen, ha sido el brazo armado de una cruzada contra cierta prensa en la que ahora se acomoda para despachar los aspectos más privados de una vida que poco tiene que ver con corridas y  goyescas, con chicuelinas y chiqueros.
Todavía recuerdo aquellas medidas cautelares solicitadas ante un juez en las que el señor Rivera reclamaba que las cadenas de televisión dejasen de emitir imágenes sobre su vida privada. Por entonces, el torero sólo quería ser torero. Ahora, el exdiestro debe preferir ser personaje. El magistrado en aquella ocasión le dio un revolcón al recordarle que tal extremo era imposible, puesto que él mismo había hablado sobre su vida sentimental  y  desestimaba la parte de la demanda, en la que el hombre que en ocasiones se vendía al mejor postor, se quejaba de la imagen que de él proyectaban  los medios, que en ocasiones le definían como un tipo con carácter violento. El presidente de la sala le dijo entonces: “¡Señor Rivera si hay imágenes suyas pegando a un fotógrafo y son veraces! ¿Cómo quiere que le llamen?”
Francisco Rivera, el día de su boda con Eugenia Martínez de Irujo (Gtres)Francisco Rivera, el día de su boda con Eugenia Martínez de Irujo (Gtres)
Sin embargo, todo esto no deja de ser anecdótico si tenemos en cuenta que el hijo de Paquirri intentó llegar hasta Estrasburgo con el fin de velar por la intimidad de su hija; una hija a la que, por cierto, él mismo exhibía en la plaza de torosmientras en los tendidos los fotógrafos capturaban la instantánea para el recuerdo. Ahora, varios años después, es el propio padre quien, recostado en un sillón con motivos taurinos, habla sin tapujos de la situación de una niña hecha mujer que ha tenido que ver como sus progenitores se matan en los juzgados por su custodia, poniéndole de paso un par de banderillas a Eugenia.La mujer que le convirtió en Duque y que un día dio la cara por él, negando ante las puertas de palacio que hubiese sufrido malos tratos, es ahora su toro a lidiar.
En este muchacho todo ha sido pura contradicción, ya que tan pronto asestaba una estocada a la prensa rosa, como posaba en la portada de ¡Hola!  junto a una novia de la que ya nadie se acuerda, (por esa taleguilla han pasado tantas…) en un reportaje en el que hasta el caballo tenía Photoshop. Dando bandazos, Rivera reclamaba que sólo se hablase de su profesión, mientras que al mismo tiempo entraba en un programa para hacer un pase de pecho y decir que estaba enamorado hasta las trancas, hacía paseíllos ante las cámaras promocionando la última marca de un reloj carísimo y escribía sus memorias más personales, en unas páginas que poco tienen que ver con El Cossío.
Carmen Ordóñez y Francisco Rivera (Gtres)Carmen Ordóñez y Francisco Rivera (Gtres)
La puntilla ha llegado a la hora de hablar de los problemas de su madre.Francisco, diez años después, deja de dar capotazos y habla de la cocaína a pecho descubierto. Curioso, teniendo en cuenta los puyazos que recibió su propio hermano cuando publicó un libro que pocos entendieron y que estaba dedicado a la memoria de la Divina.  
Desde aquí sólo deseo dar la bienvenida al hijo prodigo que vuelve por derecho a un ruedo que nunca abandonó, porque aunque haya intentado disimularlo, el digno hijo de su madre siempre ha tenido querencia a una prensa que desprecia, pero de la que sigue viviendo. En esta plaza,  Rivera nunca se ha cortado la coleta.

RECETA - PANETTONE

Receta de Panettone

1 2 3 4 5
Puntuación: 4
por 6 personas
  • Panettone
No puedes dejar de hacer este postre tan navideño. Este pan casero es uno de los postres reyes de nuestras casas en estas fechas, no lo compres y prueba a hacerlo tu.

Ingredientes de Panettone

  • 1 sobre de levadura en polvo
  • 2 cucharadas de uvas pasas
  • 2 cucharadas de mantequilla
  • 6 cucharadas de azúcar
  • 2 huevos
  • 1 lata de fruta confitada
  • 2 vasos pequeños de harina
  • 2 cucharadas de piñones
  • 1 vaso de leche
  • 1 copa de anís
comensales 4 personas
comensales
4 personas
tiempo de preparación - 45 minutos
tiempo de preparación
45 minutos
dificultad - media
dificultad
media

Como cocinar Panettone

  • 1
    Para que las pasas se vayan hidratando, las colocamos en un vaso con agua.
  • 2
    Separamos las yemas de las claras. Colocamos en un bol las yemas junto con el azúcar y batimos bien (la mezcla debe de quedarnos espumosa).
  • 3
    Derretimos la mantequilla y se la añadimos a las yemas, a continuación vertemos la levadura, la leche, la harina y removemos todo muy bien.
  • 4
    A la mezcla le incorporamos las pasas, los piñones, las frutas confitadas y el anís hasta que quede una mas completamente homogénea. Reservamos esta mezcla
  • 5
    Montamos las claras en un recipiente, cuando esté perfectamente montado se lo añadimos a la mezcla reservada (lo vertemos suavemente y sin parar de remover).
  • 6
    Echamos un poco de mantequilla y harina en los bordes de un molde y vertemos la preparación. Lo metemos al horno a 180 grados durante 1 hora. Dejamos enfriar y a comer.

LA MAGIA DE RELACIONARSE, "EL LIBRO DE LA SABIDURIA", OSHO

Abundancia, Amor y Plenitud




Posted: 15 Nov 2014 04:25 PM PST

Relacionarse, OSHO.

¿Por qué es tan difícil relacionarse?

Porque todavía no eres. Hay un vacío interno y el miedo de que, si te relacionas con alguien, tarde o temprano descubrirán que estás vacío. Por eso parece más seguro mantener una cierta distancia de la gente; al menos puedes fingir que eres.

No eres. Aún no has nacido, eres sólo una oportunidad. Toda­vía no eres una plenitud, y sólo dos personas plenas pueden rela­cionarse. Relacionarse es una de las cosas más grandes de la vida: 

Relacionarse significa amar, relacionarse significa compartir. Pero antes de poder compartir, debes tener. Y antes de poder amar debes estar lleno de amor, desbordante de amor.

Dos semillas no pueden relacionarse, están cerradas. Dos flores sí pueden relacionarse; están abiertas, pueden ofrecerse su fragan­cia mutuamente, pueden bailar al mismo sol y al mismo viento, pueden tener un diálogo, pueden susurrar. Pero eso no es posible para dos semillas. Las semillas están completamente cerradas, sin ventanas, ¿cómo se van a relacionar?

Y esa es la situación. Cuando nace, el hombre es una semilla; puede llegar a ser una flor, puede que no. Todo depende de ti, de lo que hagas contigo mismo; todo depende de si creces o no. Es tu elección, y hay que afrontar la elección a cada momento; cada mo­mento estás en la encrucijada.

Millones de personas deciden no crecer. Permanecen como se­millas; permanecen como potencial, nunca se hacen realidad. No saben lo que es realizar el propio potencial, no saben lo que es la autorrealización, no saben nada sobre ser. Viven completamente vacíos, mueren completamente vacíos. ¿Cómo van a relacionarse?

Será exponerte a ti mismo, tu desnudez, "tu fealdad", tu vacío.... Parece más seguro mantener una distancia. Incluso los amantes mantienen una distancia; sólo llegan hasta un punto, y permane­cen alerta para ver cuándo retroceder. Tienen límites; nunca cru­zan los límites, permanecen confinados en sus límites. Sí, hay una especie de relación, pero no es la de relacionarse, sino la de la po­sesión.

El marido posee a la mujer, la mujer posee al marido, los pa­dres poseen a los hijos, y así sucesivamente. Pero poseer no es re­lacionarse. De hecho, poseer es destruir todas las posibilidades de relacionarse.

Si te relacionas, respetas; no puedes poseer. Si te relacionas, hay una gran reverencia. Si te relacionas, te acercas muchísimo, estáis muy, muy cerca, en profunda intimidad, en imbricación. Sin embargo, no interferís en la libertad del otro, que sigue siendo un individuo independiente. La relación es de tipo «yo»«tú», no «yo»«eso» superponiéndose, interpenetrándose y, a la vez, en cier­to sentido independientes.


"El amor no lastima a nadie. Si sientes que has sido lastimado por el amor
 es algo diferente dentro de ti que se ha lastimado y no tu cualidad amorosa.”
~ Osho.

Khalil Gibran dice: «Sed como dos pilares que sustentan el mismo techo, pero no empecéis a poseer al otro, dejad al otro in­dependiente. Sustentad el mismo techo, ese techo es el amor.»

Dos amantes sustentan algo invisible y algo inmensamente va­lioso: cierta poesía de ser, cierta música que se oye en las partes más recónditas de su existencia. Ambos lo sustentan, sustentan cierta armonía, pero permanecen independientes. Pueden mos­trarse al otro porque no hay miedo. Saben que son. Conocen su propia belleza interna, conocen su propia fragancia interna; no hay miedo.

Pero normalmente existe el miedo, porque no tienes ninguna fragancia; si te muestras, simplemente apestarás. Apestarás a celos, odio, ira, lujuria. No tendrás la fragancia del amor, la oración, la compasión. Millones de personas han decidido permanecer como semillas.

¿Por qué? Pudiendo ser flores y bailar al viento y al Sol y a la Luna, ¿por qué han decidido permanecer como semillas? 

Hay algo en su decisión: la semilla está más segura que la flor. La flor es frágil. La semilla no es frágil, la semilla parece más fuerte. La flor puede ser destruida fácilmente; sólo un poco de viento y los pétalos se disi­parán. La semilla no puede ser destruida tan fácilmente por el vien­to, la semilla está muy protegida, segura. La flor está expuesta, algo tan delicado, y expuesto a tantos riesgos: puede venir un viento fuerte, puede llover a cántaros, el Sol puede quemar demasiado, al­gún tonto puede arrancar la flor. A la flor puede sucederle cual­quier cosa, a la flor puede sucederle de todo, la flor está constante­mente en peligro. Pero la semilla está segura; por eso, millones de personas deciden permanecer como semillas. Pero permanecer como semilla es permanecer muerto, permanecer como semilla es no vivir en absoluto. Es seguro, desde luego, pero no tiene vida. La muerte es segura, la vida es inseguridad. Quien realmente quiera vivir tiene que vivir en peligro, en peligro constante. 

Quien quiera al­canzar las cimas tiene que arriesgarse a perderse. Quien quiera ascender a las cimas más altas tiene que arriesgarse a caer de al­guna parte, a resbalarse.

Cuanto mayor es el anhelo de crecer, mayor es el peligro que hay que aceptar. El hombre verdadero acepta el peligro como su es­tilo mismo de vida, como la atmósfera misma de su crecimiento.



Me preguntas: «¿Por qué es tan difícil relacionarse?» Es difícil porque aún no eres. Primero, sé. Todo lo demás sólo es posible des­pués: primero, sé.

Jesús lo dice a su propia manera: «Primero busca el reino de Dios, y todo lo demás te será dado por añadidura.» Esto es simple­mente una vieja expresión de lo mismo que estoy diciendo: prime­ro sé, y todo lo demás te será dado por añadidura.

Pero ser es el requisito básico. Si eres, el valor llega como con­secuencia. Si eres, surge un gran deseo de aventura, de explorar, y cuando estás listo para explorar, te puedes relacionar. Relacionarse es explorar, explorar la conciencia del otro, explorar el territorio del otro. Pero cuando exploras el territorio del otro tienes que per­mitir y acoger que el otro te explore a ti; no puede ser una calle de dirección única. Y sólo puedes permitir que el otro te explore cuan­do tienes algo, algún tesoro, en tu interior. Entonces no hay mie­do. De hecho, tú invitas al huésped, tú abrazas al huésped, tú lo lla­mas, tú quieres que entre. Quieres que vea lo que has descubierto en ti mismo, quieres compartirlo.

Primero sé, luego te puedes relacionar, y recuerda, relacionar­se es bello. Una relación es un fenómeno totalmente diferente; una relación es algo muerto, fijo. Ha llegado un punto final. Te casas con una mujer; ha llegado un punto final. Ahora todo irá hacia aba­jo; habéis llegado al límite, ya nada crece. El río se ha parado y se está convirtiendo en un pantano. Una relación es ya una cosa, com­pleta.

Relacionarse es un proceso. Evita las relaciones, y profundiza más y más en relacionarte.

Yo pongo el énfasis en los verbos, no en los sustantivos; evita los sustantivos todo lo que puedas. En el lenguaje no puedes evi­tarlos, ya lo sé; pero en la vida, evítalos, porque la vida es un ver­bo. La vida no es un sustantivo, en realidad es «viviendo», no «vida». No es «amor», es «amando». No es «relación», es «relacio­nando». No es una canción, es cantando. No es un baile, es bai­lando.

Observa la diferencia, saborea la diferencia. Un baile es algo completo; ya se han dado los últimos toques, ya no queda nada más que hacer. Algo completo es algo muerto. La vida no sabe de puntos finales; las comas están bien, pero no los puntos finales. Los lugares de descanso están bien, pero no los puntos de des­tino.

En vez de pensar en cómo relacionarte, cumple el primer re­quisito: medita, sé, y luego relacionarse saldrá de ello por sí mis­mo. Alguien que se vuelve silencioso, gozoso, alguien que empieza a desbordar energía, que florece, tiene que relacionarse. No es algo que tenga que aprender a hacer, empieza a suceder. Se relaciona con personas, se relaciona con animales, se relaciona con árboles, se relaciona incluso con rocas.

De hecho, se relaciona veinticuatro horas al día. Si camina por la tierra, se relaciona con la tierra... al tocar sus pies la tierra, se está relacionando. Si nada en el río, se relaciona con el río, y si mira las estrellas, se relaciona con las estrellas.

No se trata de relacionarse con alguien en particular. El hecho básico es que, si eres, toda tu vida se vuelve un relacionarte. Es una canción constante, una danza constante, es una continuidad, es un flujo como un río.

Medita, encuentra tu propio centro primero. Antes de poder re­lacionarte con otra persona, relaciónate contigo mismo. Este es el requisito básico que hay que cumplir. Sin esto, nada es posible. Con esto, nada es imposible. 


~ Extracto de "El Libro de la Sabiduria", Osho, Cap. 27.

Las palabras de amor que Joan Manuel Serrat dedicó a sus mujeres

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“Buscando terciopelo en la mirada y abrazarse contra la almohada…  con un amor de contrabando pasas la vida debutando...”. Así cantaba al amor primerizo e inexperto uno de los Premios Ondas de este año,  Joan Manuel Serrat, esa figura imprescindible de la canción de autor española, cuya vida privada no ha consistido precisamente en la de un debut amoroso continuado, sino en un matrimonio estable y consolidado. El ‘Nano’ siempre supo separar de una carrera que, con exilio incluido, letras brillantes y actuaciones históricas, ya está por encima del bien y del mal. Previo a la estabilidad, su historial amoroso fue bastante abultado hasta llegar a los 34 años, momento en el que se casó con Candela Chiffón ante la expectación de muchos medios de comunicación.
Junto a Pepa Flores (Gtres)Junto a Pepa Flores (Gtres)
Antes de la llegada de ese íntimo momento nupcial, Serrat mantuvo romances con artistas bien conocidas como Marisol y Lolita Flores. La primera pasó por su vida de forma fugaz e incluso llegó a cantar una de sus canciones Tu nombre me sabe a hierba pero como muchos de los amores de Pepa Flores, aquello no duró para siempre. Lo de Lolita también tuvo lugar en la década de los 70 y la propia Maruja Torres lo describió en uno de sus artículos como un “amor platónico y sin esperanza” por parte de la hija de La Faraona.
En una de las pocas ocasiones en las que el catalán habló de su vida personal, que sólo se trasluce a través de sus Penélope, sus Mediterráneos o sus Paraules de amor, aseguró que era cierto que había tenido “la suerte” de enamorarse de “infinidad de mujeres estupendas que me han tratado a mí mucho mejor que yo a ellas”. Se vio obligado a hacerlo cuando la prensa prestó demasiada atención al momento de su boda con Candela, a la que había conocido a la vuelta de su exilio, ese amargo episodio de una vida caracterizada por el compromiso político.
El cantante junto a su mujer, Candela Tiffon, hace unos años (Gtres)El cantante junto a su mujer, Candela Tiffon, hace unos años (Gtres)
Un enlace de carácter privado
Corría el año 1979 y, en pleno invierno, la noticia del enlace del cantautor sorprendió a todo el mundo. Después de todo, Serrat había sido un conquistador nato desde bien joven. La revista Lecturas se hacía eco de la boda civil de Serrat con una joven de 20 que, según sus propias palabras, le había “flechado”. Se celebró en un juzgado cercano a Campodrón, localidad por la que pulularon no pocos periodistas a la caza y captura de alguna fotografía de los novios. Sin embargo, Lecturas tuvo que lanzar su revista con una portada que llevaba a confusión: en la fotografía se podía ver al cantante ante el altar, pero no se trataba de su boda real sino del fotograma de la película Mi profesora particular, en la que contraía matrimonio con Analía Gadé.
Junto a Candela Tiffon en 2005 (Gtres)Junto a Candela Tiffon en 2005 (Gtres)
Se dijo entonces que había vendido la exclusiva por un millón de las antiguas pesetas o que la celeridad a la hora de firmar el acta nupcial se debía a que ella estaba embarazada. Jamás se confirmó ninguno de los dos extremos. Tal fue la expectación que se creó alrededor del matrimonio que el propio Serrat tuvo que salir al paso en alguna ocasión para aclarar las cosas, según cuenta la página xjmserrat.com: “¿Qué importa el día? La única verdad es que esta señora y yo ya somos marido y mujer”, dijo entonces.
La boda tuvo lugar en un juzgado y se realizó sólo por lo civil (…) Era algo muy nuestro, algo que nos pertenecía y no era cuestión de pregonarlo”.  Candela también se pronunció en alguna ocasión, asegurando que estaba encantada con ser la compañera sentimental del ‘Nano’ porque hay que “conocerlo en toda su plenitud para saber cómo es”.
En estos 35 años ninguno de los dos ha ido un paso más allá de la discreción, siendo comedidos incluso a la hora de encarar la carrera como actriz de su hija, también llamada Candela, que debutó a los 25 años, en 2011, con la obra La alegría de vivir. Serrat acudió al estreno y apoyó a su hija posando ante los medios gráficos, pero jamás dijo una palabra de más sobre la profesión que había elegido. Es su forma lógica de proceder. Tras una carrera de cincuenta años y un matrimonio de treinta y cinco, a sus casi 71 de edad sigue guardándose sus debuts en el amor para sí mismo. Aquellas depositarias de sus ‘palabras de amor’ han hecho lo propio.