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RECETA - Berenjenas a la parmesana


Plato
2 porciones
30 min
20 min
Medio
Berenjenas a la parmesana









Cuando voy a un restaurante italiano la gran mayoría de las veces suelo pedir estas berenjenas a la parmesana, la he visto de diferentes formas hacer pero esta es posiblemente la que más me gusta. Es una receta muy sencilla y que estoy seguro que como entrante sorprenderéis. Si os sobran berenjena podéis cortarla en palitos y hacer estas berenjenas a la miel.



Ingredientes

2 porciones


2 berenjenas (grandes)

1 cebolla (morada)

1/2 pimiento rojo

1 bote de salsa de tomate (Yo usé el de la marca Solis)

Hojas de albahaca

8 lonchas de mozzarella

Queso parmesano rallado

Aceite

Sal

Azúcar



Preparación




Paso 1 - Berenjenas a la parmesana

PASO 1

Cortamos en láminas de 1/2cm las berenjenas, añadimos sal y esperamos durante media hora, así evitaremos que amarguen.


Paso 2 - Berenjenas a la parmesana

PASO 2

Troceamos la cebolla y pimiento muy fino. Añadimos un chorrito de aceite a la sartén y dejamos que se poche todo durante 5 minutos.


Paso 3 - Berenjenas a la parmesanaPASO 3
Retiramos el aceite sobrante y añadimos la salsa de tomate junto a la albahaca troceada muy fina. Sazonamos y añadimos una pizca de azúcar.
Paso 4 - Berenjenas a la parmesana

PASO 4

Ahora vamos a freir un poco la berenjena con una gota de aceite. También si queréis hacerlo más ligero podéis cocer la berenjena, pero de esta manera al freirla me gusta más el sabor que toma.
Paso 5 - Berenjenas a la parmesana

PASO 5

En la bandeja del horno añadimos un poco de aceite para evitar que nos pegue. Vamos preparando las capas tal y como véis en la fotografía. Berenjena – tomate – mozzarella – tomate – berenjena.
Paso 6 - Berenjenas a la parmesana

PASO 6

Así quedaría montanda por completo, en la última capa añadimos el queso parmesano rallado. Horneamos durante 20 minutos a 200º y ya estaría listo.

ANIMALES QUE SALVAN A ANIMALES INDEFENSOS

PROPÓSITO EN LA VIDA


RECETA - Champiñones laminados en vinagre


60 min
Medio
61 Kcal
Champiñones laminados en vinagre



Ingredientes



4 porciones
250g de champiñones frescos

Vinagre de sidra (o manzana)

2 dientes de ajo (2-3)


Aceite de oliva virgen extra

Perejil

Preparación




PASO 1

Limpiamos los champiñones y los partimos en láminas no demasiado finas.

PASO 2

Les ponemos sal y los cubrimos con el vinagre. Yo los he tapado con film transparente y les he puesto un peso encima para que no floten.

PASO 3

Los dejamos maceras 3-4 horas. Loe quitamos el vinagre y los aclaramos con agua. Los escurrimos y los ponemos en un recipiente, yo los he puesto en un tarro de cristal. Picamos loa ajos muy finitos y el perejil y se lo echamos, los cubrimos con aceite de oliva y los dejamos al menos 4-5 horas en el aceite antes de servirlos.

PASO 4

El aceite que sobra se puede usar para aliñar ensaladas.

Las tribus nativas durante las invasiones españolas

02 junio 2018

Las tribus nativas durante las invasiones españolas tienen un conocimiento detallado de la existencia de una raza de gigantes

MANERAS DE VIVIR

La muerte es la única certidumbre sobre el futuro, pero la humanidad no ha sido capaz hasta ahora de regular, ordenar y preparar ese destino inevitable.
No nos cabe en la cabeza. Nada hay más inhumano, más impensable que la muerte. La idea de que este yo inmenso en el que habitamos se desvanezca un día como una leve pompa de jabón resulta inconcebible (somos tan importantes para nosotros mismos) y, sin embargo, eso nos espera a todos sin remisión. Me parece chocante que, siendo la muerte la única certidumbre que tenemos de nuestro futuro, la humanidad no haya sido capaz hasta ahora de regular, ordenar y preparar ese destino inevitable. Que no haya sido para nosotros una prioridad facilitar las cosas. Porque además morir, sobre todo si eres joven, si estás fuerte, puede ser un tránsito terrible. Según la prestigiosa revista The Lancet, sólo la mitad de las personas que necesitan tratamientos paliativos en el mundo los reciben. Lo que implica que, en 2015, más de 25,5 millones de personas, entre ellos 2,5 millones de menores de 15 años, murieron rabiando. Y el reparto de esos cuidados paliativos es horriblemente injusto: por ejemplo, en ese mismo 2015, la morfina llegó al 36% de quien lo necesitaba en México, al 16% en China, al 4% en India y al 0,2% en Nigeria. En los países más pobres de la Tierra, como Haití o Afganistán, la morfina oral es prácticamente inexistente.
La eutanasia sin duda se trata de una de las cuestiones candentes de nuestro tiempo, de una frontera de la civilidad que va siendo más y más aceptada cada día
En cuanto a Europa, comparados con estas cifras estamos mucho mejor, pero tampoco es para tirar cohetes. Los que hemos vivido esa travesía tan común que consiste en acompañar hasta el fin a un ser querido sabemos lo que cuesta morir. Y tampoco aquí estamos exentos de desigualdades. Por ejemplo, un trabajo científico realizado con 1.300 pacientes de cáncer demostró que las mujeres tenían un 50% más de posibilidades de estar inframedicadas contra el dolor. Y hace pocas semanas leí en este periódico un reportaje espeluznante sobre la dolorosa muerte de Marcela, que, irónicamente, era la funcionaria encargada de tramitar los testamentos vitales en Las Palmas de Gran Canaria; que había firmado su propio testamento y que, a sus jóvenes 63 años, murió, según sus familiares, amarrada durante cuatro días a la cama sin recibir sedantes ni calmantes (la familia ha solicitado una investigación al hospital).
No sé cuántos lectores me habrán seguido hasta estas alturas del artículo. Porque no queremos pensar en estas cosas, no queremos recordar que somos mortales, y quizá esa negación animal a asumir nuestro fin sea una de las razones por las que los humanos hayamos sido tan torpes a la hora de gestionar el tránsito. Me asombra, sobre todo, que el derecho a poner fin a la propia existencia no haya sido una obviedad desde el principio de los tiempos. Pero no sólo no ha sido así, sino que el suicidio y la ayuda al suicidio que es la eutanasia han sido considerados pecaminosos, ilegales, sucios, execrables, criminales. Cuando para mí es evidente que, si nos queremos responsables, libres y dignos, tenemos que tener el control de nuestras vidas, y para ello resulta imprescindible tener el control de nuestras muertes.
Ahora mismo la eutanasia es legal en una minoría de países en el mundo, entre ellos Bélgica, Holanda o Luxemburgo, pero sin duda se trata de una de las cuestiones candentes de nuestro tiempo, de una frontera de la civilidad que va siendo más y más aceptada cada día. Y ese derecho esencial nos permitirá vivir con menos miedo. En España acabamos de hacer historia hace 15 días; después de 16 intentos fallidos desde 1994, el pleno de la Cámara de los Diputados aprobó tramitar una ley que despenalizará la eutanasia. El PP, claro, votó en contra, y Ciudadanos se abstuvo (también votaron en contra de darle una calle a Luis Montes: qué miseria). La aprobación es un paso trascendental que no ha tenido tanta repercusión como merece (ya está dicho: no nos gusta hablar del tema). Hace también un par de semanas murió, por medio de un suicidio asistido en Suiza, el científico australiano David Goodall. Ya saben que no era un enfermo terminal, pero tenía 104 años y estaba harto del deterioro de sus condiciones. “No soy feliz. Quiero morirme. No es particularmente triste”, dijo con admirable, serena, reconfortante lucidez. Así de hermosa puede ser la muerte. Es decir, la vida.

NO VIVAS DISFRAZADO


LOS MORANCOS - CONTENEDORES INTELIGENTES


RECETA - Receta de Pastel de carne picada - Karlos Arguiñano



Valoración
Ver el programa completo de: Pastel de carne picada
Tiempo total: 1 hora y 15 minutos
Karlos Arguiñano elaborada la deliciosa receta Pastel de carne picada en su programa de televisión Karlos Arguiñano en tu cocina ¡deliciosa!
Ingredientes (4 personas):
  • ½ k de carne picada
  • 20 tomates deshidratados en aceite
  • 50 g de espinacas
  • 1 cebolleta
  • 4 dientes de ajo
  • 100 g de queso
  • 1 huevo
  • 2 cucharadas de pan rallado
  • 500 ml de tomate triturado
  • aceite de oliva virgen extra
  • sal
  • pimienta
  • ½ cucharadita de orégano
  • perejil
Elaboración de la receta Pastel de carne picada:
Coloca la carne picada en un bol. Agrega 2 dientes de ajo pelados y bien picaditos, un poco de perejil picado, el huevo, el pan rallado, una pizca de sal y otra de pimienta. Mezcla bien.
Pela y pica la cebolleta y los otros dos dientes de ajo y rehógalos en una cazuela con un chorrito de aceite. Sazona. Añade el tomate triturado, el orégano y 8 tomates deshidratados picaditos. Cocina el tomate a fuego suave 30-35 minutos. Pásalo por el pasapurés y mantenlo caliente.
Unta con un poco de aceite un trozo de papel de horno del tamaño de la placa del horno. Coloca la carne encima y con ayuda de una espátula extiéndela (puede untar la espátula con un poco de agua para que no se pegue). Pica el resto de tomates deshidratados y colócalos encima. Ralla el queso por encima y reparte por encima las espinacas. Envuelve la carne dándole forma redondeada (como si fuera un brazo gitano) y cierra los extremos como si fuera un caramelo. Coloca el rollo de carne sobre un recipiente apto para el horno y hornéalo a 190º C durante 30 minutos. Deja templar, retira el papel y córtalo en rodajas.
Sirve la salsa de tomate en el fondo de los platos y coloca un par de trozos en cada uno. Decora con unas hojas de perejil.