Si dos personas están saliendo, viven en la misma ciudad, duermen varias noches a la semana juntos y se encaminan hacia el matrimonio, ¿no tiene sentido compartir piso y, de paso, ahorrar un poco de dinero? La mayoría de las parejas responden con un "sí". Sin embargo, ¿sabías que vivir juntos antes del matrimonio aumenta el riesgo de divorcio?
De hecho, antes de firmar un contrato de arrendamiento juntos, cada cual debería preguntarse: ¿Nos estamos dejando llevar por las circunstancias o hemos decidido realmente irnos a vivir juntos? No se trata de una mera diferenciación terminológica, de la forma en la que hayas decidido este paso dependerá cuán feliz será en tu vida en pareja.
A demostrar esta idea llega un estudio realizado en la Universidad de Virginia, en el cual se analizaron diferentes factores relacionados con el matrimonio en aras de predecir su estabilidad y nivel de felicidad. Más de 1.000 personas con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años que mantenían una relación de pareja estable formaron parte de este estudio.
A lo largo de 5 años, 418 de estas personas contrajeron matrimonio. Los psicólogos escudriñaron en su relación de pareja, analizando cada una de las etapas trascendentales de esta, como la primera cita, la primera relación sexual o la decisión de irse a vivir juntos. Después evaluaron su nivel de satisfacción y felicidad con la vida que llevaban.
Más libertad para elegir, más probabilidades de equivocarse
En el pasado, los hitos por los que pasaba una pareja estaban bastante bien establecidos, podemos afirmar que estaban ritualizados. Las personas comenzaban a conocerse, el hombre se declaraba, pasaban a la fase de noviazgo, cada cual en su casa, luego llegaba el matrimonio y más tarde los hijos. Esta estructura era muy rígida por lo que no es extraño que en la actualidad la mayoría de las parejas decida alterar el orden de esos factores.
Hoy cada pareja tiene mayor libertad para elegir cuándo irse a vivir juntos, cuándo tener hijos y cuándo casarse. Obviamente, esa libertad es beneficiosa pero también encierra más riesgos ya que algunas personas podrían tomar decisiones de manera menos reflexiva. De hecho, en realidad muchos no toman decisiones sino que se van dejando llevar por las circunstancias.
Los datos de este estudio demuestran que las parejas que simplemente se dejan llevar mantienen relaciones más pobres y su nivel de felicidad es menor, en comparación con aquellas que toman decisiones intencionales sobre sus principales hitos. Por eso, estos psicólogos afirman que la manera en que una pareja tome una decisión cuenta mucho para su futura satisfacción.
En la investigación se pudo apreciar que solo el 28% de las parejas que se fueron a vivir juntas movidas por las circunstancias eran felices, mientras que esta cifra ascendía al 42% en aquellas parejas que habían pensado seriamente la decisión. También se pudo apreciar que 1/3 de las personas que reconocían que habían iniciado una relación sin reflexionar mucho sobre ella, dejándose llevar por las situaciones, se sentían infelices con sus matrimonios.
¿Por qué es mejor decidir que dejarse llevar?
Cuando debemos tomar una decisión, pensamos cuidadosamente en los detalles, no nos dejamos llevar solo por la pasión sino que también analizamos aspectos más prácticos, como los intereses comunes con la otra persona o qué queremos realmente de la vida. Tomar decisiones en pareja implica comunicarse con el otro, comprender sus puntos de vista y exponer los nuestros. Por tanto, estas parejas asumen una actitud más proactiva y reflexiva, la cual les ayudará en otros momentos de su vida, cuando tengan que enfrentar verdaderos problemas. Esa actitud puede ser la clave para sentirse satisfechos y felices en el matrimonio.
Sin embargo, las parejas que simplemente se dejan llevar, pueden terminar casándose con la persona errónea o sin la madurez necesaria. Actuar por inercia puede conducirnos a tomar decisiones que, si las hubiésemos pensado un poco más, no habríamos tomado o habríamos postergado hasta que llegase un momento más adecuado. Por tanto, no es difícil comprender por qué muchas de estas parejas se sienten insatisfechas e infelices en su vida conyugal.
Decidir en vez de dejarse llevar implica un verdadero acto de compromiso, no solo con la otra persona sino con nosotros mismos y con la decisión. De hecho, varios estudios han demostrado que cuando tomamos una decisión, nos obligamos a ser consecuentes con esta y solemos sentirnos más satisfechos.
Moraleja: Si quieres que la relación de pareja funcione, es mejor tomar decisiones con conocimiento de causa. No actúes por inercia, reflexiona y habla con tu pareja.