Miguel Delibes, con su esposa, Ángeles de Castro, en los años cuarenta. FUNDACIÓN MIGUEL DELIBES
La digitalización del archivo del escritor español ha costado dos años y 221.000 euros
Valladolid
Toda una vida, 59 cajas físicas, comprimidas en los 2,2 terabytes de un disco duro. Después de dos años de trabajo, la identificación, organización y digitalización del archivo deMiguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) ha concluido. A partir del 4 de mayo, gran parte de sus papeles personales y de trabajo —14.352 documentos entre manuscritos, correspondencia, artículos, fotografías…— serán de libre acceso en la Red. Un ingente trabajo que ha costado 221.000 euros, capital invertido por la bodega Vega Sicilia para sacar adelante el proyecto más importante de la fundación del escritor.
Los documentos, reunidos en cajas hechas a medida que ocupan varias estanterías y un dispositivo de seguridad para los valiosos manuscritos, se expanden en formatos virtuales para permitir que estudiosos y lectores conozcan con mayor precisión la herencia literaria, periodística y académica del autor de Los santos inocentes. “Podemos seguir los pasos de su proceso creativo, como sucede, por ejemplo, con las seis versiones que hizo de Señora de rojo sobre fondo gris, o su forma de trabajar con correcciones manuales sobre sus artículos periodísticos ya publicados”, apunta Javier Ortega, director de la fundación y el encargado de pilotar este proyecto después de haber pasado por, entre otros, el archivo general de Simancas.
“Esto es un instrumento fundamental para la crítica genética, es decir, para estudiar el proceso de creación”, asegura Ortega. “Hemos contextualizado cada documento, con cada una de las funciones de las que son reflejo, llegando hasta ocho niveles de descripción. Es uno de los archivos privados con mayor grado de detalle y de organización que existe”.
Así, el 21 de febrero de 1951 Pío Baroja, quejoso de sus dolores de reuma, le escribía a Delibes para darle cuenta de la lectura de El camino y Aún es de día. “Están bien las dos novelas pero son evidentemente muy tristes”, escribe Baroja. “Yo no sé si estos pueblos de Castilla son tan cochambrosos y tan pobres en la realidad. He pasado por algunos de ellos hace ya cerca de cuarenta años y he vivido en la posada o en el fonducho tres o cuatro días y no lo recuerdo con desagrado. Sus libros tienen un paralelismo lejano con los de Jules Renard, pero el francés esconde su tristeza detrás de una sonrisa y usted no la esconde”.
Preocupaciones y deseos
Más de tres décadas después, el 29 de diciembre de 1997, Delibes escribe a su amigo el crítico Gonzalo Sobejano haciendo referencia a sus preocupaciones con el medio ambiente, al no ratificar EE UU el Protocolo de Kioto. “Querido Gonzalo: También yo te deseo, y deseo al mundo (que los americanos se resisten a limpiar) un 1998 piadoso. El año 2000 nos va a sorprender llenos de mierda. Mi nieta pasó medio año en Australia y viene asustada: se bañan vestidos y se iban a casa sin tomar el sol. El agujero en la capa de ozono progresa cada año. Es posible que en el 98 te sorprenda, llevo tiempo trabajando [Delibes se refiere a la que sería su última novela, El hereje]. Un abrazo fuerte de tu viejo amigo”. 11 años después, el 15 de enero de 2009: “No me gusta lo que me cuentas pero vives. Yo voy perdiendo la cabeza y lo que conlleva. No me quejo. Queda poco tiempo pero lo aprovecho para abrazarte”.
“Mi padre no escribió sus memorias porque le daba vergüenza. De alguna manera este archivo viene a sustituir esas memorias que él se negó a escribir”, apunta Elisa Delibes Castro, hija mayor del escritor y presidenta de su fundación. Según explica, su padre fue un hombre ordenado pero en ningún caso meticuloso, de ahí que estén perdidos los manuscritos originales de La sombra del ciprés es alargada, Mi idolatrado hijo Sisíy La hoja roja. “Entre sus papeles no he encontrado nada que me sorprenda demasiado porque él fue un hombre que lo dijo todo en vida, no se guardaba secretos. Eso sí, viví con él 58 años y me he conmovido mucho viendo algunos documentos antiguos, como algunas facturas o la cancelación de un préstamo cuando ganó el Nadal [en 1947, por el libro La sombra del ciprés es alargada]. Pero sorpresas, pocas, él era muy pudoroso y me consta que lo más personal, como toda la correspondencia con mi madre, sus cartas de amor, las destruyó antes de morirse”.
Pese a todo, en el menú, hoy disponible virtualmente, hay para elegir: el archivo tiene 14.352 documentos, que, digitalizados, se convirtieron en 112.579. Entre otros, 36 manuscritos, 1.974 fotografías, 114 negativos, 109 fotolitos, 955 felicitaciones por el premio Cervantes, 1.200 pésames (telegramas, tarjetas…) por la muerte de su esposa, Ángeles de Castro, 4.772 cartas, 68 casetes y 46 vídeos.
MUÑECAS RUSAS Y VINOS EMBLEMÁTICOS
Javier Ortega, director de la Fundación Delibes, compara el archivo Delibes con un juego de muñecas rusas donde se puede bucear durante horas o meses. Fotografías de infancia y de juventud, telegramas y correspondencias, y los infinitos folios en los que escribió a mano sus novelas.
“Este archivo ha seguido un proceso de actuación, organización y difusión que puede ser una referencia para otras empresas futuras de estas mismas características”, asegura Ortega.
La inversión de Vega Sicilia (bodega y vinos a los que Delibes hizo referencia en varias ocasiones en sus novelas y artículos periodísticos, porque los consideraba un emblema de Castilla) se ha dividido en dos fases. La primera, de 66.000 euros, se dedicó a las tareas de identificación, organización y descripción del archivo, y la segunda, de 155.000 euros, fue para su digitalización y la vinculación de las imágenes digitales con su descripción correspondiente.