Desarrollo Personal
516
SHARES
|
“Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”, escribió hace muchos años el poeta José Martí.
Esta reflexión tiene un profundo trasfondo taoísta y se refiere a que en cada persona, en cada proyecto y en cada acción pueden coexistir dos partes, una más positiva y otra más negativa. Somos nosotros quienes elegimos en qué parte fijarnos.
Desgraciadamente, hay personas que solo han aprendido a ver las manchas del sol, obviando su luz y calor. Se trata de personas que se centran en los pequeños errores ajenos y pasan por alto las virtudes.
Estas personas tienen la costumbre de mirar a los demás con lupa, para detectar todos sus fallos, y no se dan cuenta de que antes necesitarían mirarse al espejo. El problema es que relacionarse con ellas puede terminar causando profundos daños a nuestra autoestima ya que esas personas no solo nos hacen sentir mal por nuestras debilidades y equivocaciones, sino que además harán que creamos que no valemos nada.
¿Cómo detectar a las personas criticonas?
Estas personas siempre ponen el dedo en la llaga, asumen una actitud negativa con la cual se encargan de minar tu moral. Podrás descubrirlas porque:
- Por mucho que hagas por ellas y les ayudes, siempre se acordarán de aquella vez que no estabas disponible.
- Aunque tengas razón, se empecinarán en resaltar pequeños detalles de tu discurso para generar una discusión.
- Aunque logres cosas increíbles, seguirán recordándote tus fracasos.
- Siempre encuentran mínimos errores en todo lo que haces, aunque las cosas salgan bien.
- Son capaces de ver la paja en el ojo ajeno, pero no se fijan en los errores que ellas mismas cometen.
- Opinan desde una visión reduccionista, sesgada y simplista que no tiene en cuenta el cuadro global.
- Ven la vida en blanco y negro asumiendo un pensamiento de “todo o nada”, para estas personas o haces las cosas bien o te equivocas, no hay puntos intermedios.
- Son muy poco autocríticos, no les gusta sentirse juzgados en ninguna tarea y siempre que puedan, evadirán su responsabilidad.
- Aplican una vara de medir muy férrea para los demás pero no utilizan esos valores y criterios consigo mismas.
Juzgar a los demás es un hábito común de las personas frustradas
Sin darnos cuenta, todos tendemos a replicar las formas de relacionarnos que aprendimos en el seno del hogar. Por eso, es probable que estas personas hayan crecido en un hogar donde los adultos solo se fijaban en sus errores. Si de pequeños solo recibieron atención por sus fallos, es comprensible que hayan desarrollado esta forma de relacionarse con los demás. En práctica, se trata de personas que no han aprendido a relacionarse de una manera positiva y asertiva.
No obstante, lo más común es que esas críticas provengan de una profunda frustración. Generalmente se trata de personas que no se sienten satisfechas con su vida, por lo que en vez de mirarse al espejo, algo que sería extremadamente doloroso porque tendrían que reconocer su fracaso o insatisfacción, prefieren fijarse en los errores de los demás.
Estas personas no se sientan satisfachas con las decisiones que han tomado, quizá porque han sido impuestas por otros, y viven un profundo conflicto interior. Por eso, criticar a los demás les permite poner el foco de atención fuera de sí. De hecho, ya lo había dicho Antoine de Saint Exupéry: “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás”.
En otros casos esa tendencia a criticarlo todo es un mecanismo de defensa. En práctica, la persona necesita justificar su insatisfactoria trayectoria de vida desacreditando a los demás. Piensan “después de todo no estoy tan mal, mira a fulanito” o “después de todo no soy tan malo, mira lo que hace menganito”.
Por supuesto, esto significa que cualquiera de nosotros puede convertirse en cualquier momento en una persona criticona. Por eso, antes de dirigir la lupa hacia los demás, debemos asegurarnos de que nos hemos mirado bien al espejo.
¿Cómo lidiar con personas criticonas?
Si les entregas el poder, las personas criticonas pueden llegar a hacerte mucho daño. No solo pueden afectar tu reputación ante los demás sino que incluso, a fuerza de críticas destructivas, pueden dañar tu autoimagen haciéndote creer que no tienes ningún valor.
No te involucres en una discusión con estas personas porque normalmente reaccionan muy mal y no aceptarán tus razones. Si se sienten atacadas, responderán negativamente porque tus palabras están haciendo mella en el frágil escudo protector que han construido en torno a su ego.
Una buena estrategia para lidiar con las personas criticonas proviene de la Psicología Transpersonal, que ha aplicado uno de los principios del aikido, un arte marcial de origen japonés que tiene un objetivo meramente defensivo y que se basa en usar la fuerza del ataque del adversario, no para causarle daño sino tan solo para alejarlo o dejarlo fuera de combate.
¿Qué sucede cuando aplicamos este principio a los conflictos en las relaciones interpersonales? Que en vez de entrar en un torbellino de reactividad emocional, nos centramos en que esa crítica no nos afecte. De esta manera no asumimos el papel que la otra persona quiere otorgarnos, con lo cual no podrá dañarnos.
Por ejemplo, ante una crítica destructiva, puedes preguntarle a esa persona "¿Cómo crees que tu crítica puede ayudarme a mejorar?" o "¿Qué habrías hecho en mi lugar para obtener mejores resultados?" De esta forma no atacas a la persona pero le devuelves el golpe, motivándola a reflexionar sobre sus palabras. De hecho, con esta estrategia incluso es posible que logréis un acercamiento constructivo, convirtiendo una situación cargada de negatividad en algo positivo.
Una buena estrategia para lidiar con las personas criticonas proviene de la Psicología Transpersonal, que ha aplicado uno de los principios del aikido, un arte marcial de origen japonés que tiene un objetivo meramente defensivo y que se basa en usar la fuerza del ataque del adversario, no para causarle daño sino tan solo para alejarlo o dejarlo fuera de combate.
¿Qué sucede cuando aplicamos este principio a los conflictos en las relaciones interpersonales? Que en vez de entrar en un torbellino de reactividad emocional, nos centramos en que esa crítica no nos afecte. De esta manera no asumimos el papel que la otra persona quiere otorgarnos, con lo cual no podrá dañarnos.
Por ejemplo, ante una crítica destructiva, puedes preguntarle a esa persona "¿Cómo crees que tu crítica puede ayudarme a mejorar?" o "¿Qué habrías hecho en mi lugar para obtener mejores resultados?" De esta forma no atacas a la persona pero le devuelves el golpe, motivándola a reflexionar sobre sus palabras. De hecho, con esta estrategia incluso es posible que logréis un acercamiento constructivo, convirtiendo una situación cargada de negatividad en algo positivo.