El veraneo en familia, con hijos y nietos, puede ser un plan idílico o una fuente de conflictos...
Comunicación y confianza
El problema es que, en función de la educación que todavía reciben, los hijos no son iguales que las hijas. «Los estilos de apego son distintos», sostiene Julia Silva. «La educación de las mujeres está más dirigida hacia la cohesión familiar. Suelen estar más pendientes de sus familias», prosigue la psicóloga.
Un ejemplo de ello es que son muchas las que recuerdan a sus maridos que llamen a su madre y todavía más las que se encargan, por ejemplo, de suplir el olvido se sus maridos cuando hay que comprarles el regalo del Día de la Madre. Pero, además, hay un problema de confianza, y por extensión de comunicación. Quizá Maribel debería haber expresado su deseo de que sus hijos pasaran unos días de vacaciones con ella. Y haberlo hecho no como una exigencia o un reproche, sino en positivo, para no ahondar más la brecha. Quizá haya dado por supuesto que sus hijos deberían ir, sin decirles claramente que ello la haría muy feliz. «Tendría que probar a invitarlos», recomienda la psicóloga, «porque a lo mejor a su nuera le gustaría la experiencia, pero no tiene la suficiente confianza como para tomar ella misma la iniciativa».
Las claves del éxito
- Distinguir entre los propios deseos y expectativas y los de los demás.
- Comunicar los propios deseos en positivo.
- Ser realista y pensar en alternativas. Por ejemplo: si mi hijo no puede ni ver a su cuñada, será imposible que compartan unas vacaciones bajo el mismo techo. La alternativa puede ser hacer turnos.
- Aplicar estrategias de resolución de problemas: pararse a reflexionar para ver qué se puede hacer y exponer el problema de forma tranquila en vez de saltar a la primera.
- Reservar un tiempo y un espacio para el disfrute individual.
- Establecer unas normas básicas y el reparto de tareas antes de comenzar la convivencia.
- Respeto a los hábitos ajenos y disposición a renunciar a aquellos que molesten a los demás.
- Comunicar los propios deseos en positivo.
- Ser realista y pensar en alternativas. Por ejemplo: si mi hijo no puede ni ver a su cuñada, será imposible que compartan unas vacaciones bajo el mismo techo. La alternativa puede ser hacer turnos.
- Aplicar estrategias de resolución de problemas: pararse a reflexionar para ver qué se puede hacer y exponer el problema de forma tranquila en vez de saltar a la primera.
- Reservar un tiempo y un espacio para el disfrute individual.
- Establecer unas normas básicas y el reparto de tareas antes de comenzar la convivencia.
- Respeto a los hábitos ajenos y disposición a renunciar a aquellos que molesten a los demás.