Soy de ciudad, si bien me siento estupendamente en la Naturaleza. Y cada vez soy más consciente de que los humanos, con independencia de nuestros orígenes, somos parte de la misma. Por lo que nos conviene observar y aprender de ella para desenvolvernos en la vida.
La mente humana es como la tierra; los pensamientos son las semillas. Una buena tierra, unas buenas semillas y un buen cuidado resulta en una excelente cosecha de lo sembrado.
El campesino no espera recoger zanahorias si plantó patatas, ni que la cantidad y calidad de frutos no corresponda y multiplique a la calidad y cantidad de las semillas, así como el trabajo, esfuerzo, tesón y perseverancia que requiere su cuidado a fin de recoger buenos frutos.
Asume también que no puede controlar las condiciones climatológicas o el ataque de animales o plagas: es algo fuera de su influencia. Lo más que puede hacer es prever o protegerse lo mejor posible de un impacto negativo para sus intereses.
En ocasiones, la tierra necesita quedar en un período de barbecho, sin cultivar, a fin de ser limpiada, reparada y fortalecida. Ello asegura que la próxima siembra dará una mejor cosecha.
La persona común, incluso la gente de campo, suele ignorar esta similitud. No sabe que el origen y causa de sus circunstancias son sus pensamientos dominantes y que su realidad será conforme a lo que siembre. Espera recoger los frutos que desea sin sembrar previamente las correspondientes semillas y tampoco está muy dispuesta a invertir trabajo, esfuerzo, tiempo, dinero y perseverancia en su preparación, actitud, comportamientos y acciones que atraigan las circunstancias favorables.
Por otra parte, quiere controlar todo, sin aceptar que hay cosas que quedan fuera de su zona de influencia, si bien le queda la libertad de responder a esas circunstancias: en lugar de quejarse y culpar, aceptar y hacer lo que pueda hacer, con una actitud mental constructiva, esperanza, confianza y sudor.
Sin embargo, el barbecho no existe en el ser humano. No podemos dejar de pensar, por lo que siempre estamos sembrando. El análisis y la reflexión previos a la decisión de cambio y nuevos objetivos conviven con la antigua siembra, por lo que podemos estar cambiando nuestras creencias, actitudes y hábitos y aún así “recoger” resultados de las siembras anteriores. Aunque arranquemos o desenterremos antiguas semillas, puede que algunas hayan crecido ya lo suficiente y germinen. Debemos ser pacientes y persistir en las nuevas semillas. Es lo único que nos asegurará resultados distintos.
Somos libres para escoger los pensamientos y creencias que sustentan nuestra vida, y responsables ciento por ciento de los resultados de los mismos. Lo que no sabemos es el tiempo de recoger la cosecha. La Ley no falla. Esa es la Justicia Divina, absolutamente igual para todos.
Hoy es un nuevo día, escojamos nuevas semillas; aceptemos la cosecha; perdonémonos y pidamos perdón y siempre, siempre dar las gracias. A su debido tiempo gozaremos de los frutos deseados.