Puertas del mundo II
Valloria, el pueblo de las puertas pintadas
Hace un par de meses publicamos el primero de los posts con los que pretendo que nos vayamos de tour por el mundo, virtualmente hablando… para visitar las puertas más curiosas de cada lugar, que representan la diversidad cultural y artística que hay, a pesar de la globalización. En aquel primer tour, vimos algunas de las puertas más originales de una región donde las puertas tienen gran protagonismo, Marruecos. Si no estuviste, puedes dar una vuelta ahora haciendo clic aquí (lo mejor de los viajes virtuales es que siempre hay un vuelo disponible, sin esperas, gratis, y a un clic )…. Hoy nos vamos a un lugar muy diferente y no menos especial, desde Marruecos, más o menos a 2.500 kilómetros al noreste, después de atravesar España desde Gibraltar hasta los Pirineos y seguir un poco más allá por la costa mediterránea, llegamos al comune de Prelà, y cerca de Imperia llegamos a un pequeño pueblo muy antiguo que tiene una peculiaridad que lo hace famoso: sus puertas están siempre abiertas al arte… y a las visitas. Se llama Valloria y es conocido como “el pueblo de las puertas pintadas“.
Se trata de un pequeño pueblo medieval italiano que resurgió de sus cenizas gracias al arte. Concretamente, en la actualidad, en Valloria hay 142 puertas pintadas.
¿Vienes de tour? un cartel como éste nos dará la bienvenida:
Las pinturas de las puertas pintadas de Valloria no siguen un estilo concreto sino que son de muy diversos estilos y artistas. Sobre todo son las puertas de graneros, almacenes y bodegas, y están realizadas por artistas de renombre internacional en los festivales de verano que animan Valloria en una mezcla única de cultura y diversión.
Todas son sorprendentes porque el pueblo en sí es como un museo al aire libre, pasear por sus calles es una sorpresa continua… en una puerta encontramos un paisaje, en otra una pintura hiperrealista, en otra un trampantojo que nos hace creer en un patio que no existe, o en unas vistas al mar, pinturas de estilo renacentista, clásicas, modernas, o simplemente… divertidas.
Como ha ocurrido en la mayoría de los pueblos pequeños en las últimas décadas, los jóvenes de Valloria estaban emigrando, entre ellos Angelo Balestra, quién salió de Valloria a buscar trabajo y se estableció como publicista en Milán. Cuando iba al pueblo de visita, al ver que en el pueblo solo quedaban unos ancianos y que estaba muy apagado y triste, decidió poner en acción sus habilidades como publicista.
Así, en 1991, con algunos amigos y ex compañeros de estudios, Balestra creó la asociación Le Tre Fontane (“Las tres fuentes”) para reunir fondos para reparar las casas y edificios y para hacer un pequeño museo.
Lo primero que se hizo fue organizar un festival veraniego con un lema -A Valloria, fai baldoria (“En Valloria, haz jolgorio”)-. Celebraron la gran fiesta en julio de 1992 y fue todo un éxito. Al grupo se le ocurrió después una idea aún mejor. Para representar el orgullo del pueblo por su hospitalidad, el festival de verano se había promovido con frases del tipo: “Valloria abre las puertas de su corazón”; pero la mayoría de las casas viejas realmente estaban vacías o se usaban como bodegas, así que decidieron no sólo abrir las puertas sino ofrecérselas a los pintores y convertir el pueblo en una galería de arte al aire libre. Valloria renació entonces como el pueblo italiano de las puertas pintadas. Invitaron a artistas de la zona, y también de Milán y Turín. Otra artista, Michelina Croteau, llegó a Valloria desde New Hampshire, EE.UU.
Valloria ahora es famosa tanto por el festival de pintura de puertas de julio como por el banquete anual de agosto. Puedes leer toda la historia, por Steve Burgess, en la revista Reader’s digest.