Hay una ley no escrita que dice que en las cumbres bilaterales internacionales, los presidentes de ambos países harán una rueda de prensa conjunta en la que recibirán la friolera de tres preguntas cada uno, aunque a la rueda de prensa hayan acudido 25 periodistas por país. Lo comprobé en mis propias carnes hace un año, en una cumbre en Berlín entre Merkel y Rajoy. Nada más llegar me encontré con un colega de profesión que al verme me dijo: "¿Qué haces tú aquí?". Y yo, ingenuo de mí, con el lirio en la mano, le contesté: "Pues venía a hacer una pregunta". Y el colega me intentó consolar diciéndome que llegaba tarde, que ya habían decidido quienes serían los tres periodistas españoles que iban a preguntar ese día. Yo me indigné como un tonto. Y como un tonto intenté preguntar sin la venia, y como un tonto me comí mi pregunta con patatas.
La cosa mejora en las ruedas de prensa unilaterales, como por ejemplo la que hizo nuestro presidente la semana pasada, tras reunirse con sindicatos y patronal. Rajoy decidió comparecer ante los medios aceptando ni más ni menos que cuatro preguntas. Sin plasma ni nada.
Hace unos días hablaba en Londres con Chris Bryant, diputado laborista. Quedamos frente al Parlamento británico. Allí hay unos jardines donde se plantan los periodistas para informar de las sesiones de la Cámara de los Comunes. Y yo, ahora ya curtido en la tradición periodística española más contemporánea, le pregunté si allí iban los diputados a hacer declaraciones ante los medios. Mr. Bryant se descojonaba. "Declaraciones? Noooo, buena idea, pero no, aquí no hacemos declaraciones y nos vamos. Aquí nos hacen entrevistas y contestamos preguntas. Y el que se esconde es un cobarde y pierde porque la cobardía está muy mal vista".
GOBERNANTES ESCONDIDOS
Aquí lo normal es esconderse. Sobre todo cuando gobiernas. Antes eran unos los que no aceptaban preguntas, y ahora son los otros. ¿Por qué cuando mandas te escondes y cuando estás en la oposición reclamas transparencia? ¿Es que desde el poder siempre hay algo que ocultar? De ser así, es normal que prefieran una democracia sin preguntas, solo con respuestas. Las suyas, claro. Una especie de democracia de tablón de anuncios.
Pero, ¿qué harían los políticos si en las ruedas de prensa los periodistas se pusieran a hacer preguntas sin parar y sin dejar que los políticos respondieran? Serían ruedas de prensa sin respuestas. ¿Nos seguirían convocando? Igual no. Quizá se sentirían humillados. Y, entonces, ¿por qué vamos nosotros a las ruedas de prensa sin preguntas? ¿Y por qué seguimos reproduciendo lo que ellos quieren si no nos dan ni vela en este entierro del periodismo? ¿Tanto les necesitamos? ¿Tanta connivencia hay entre el poder y el periodismo? Mi impresión es que cuanto más se acerca el periodismo al poder, más se aleja el periodismo del ciudadano. Aunque todavía haya quien crea que sin respuestas tendremos una democracia incuestionable.
Jordi Evole