De vez en cuando me pasa que postergo el sentarme a escribir un nuevo artículo. Cualquier tarea pendiente me parece más importante que comenzar a escribir, y así va pasando el tiempo. Y cuando finalmente termino con las excusas y trato de empezar, nada se me ocurre. Las pocas ideas que tengo me parecen poco interesantes o demasiado obvias o inadecuadas por cualquier otra razón.
Aunque no siempre encuentro rápidamente la salida durante estos episodios en los que a veces quedo atrapado, por lo menos me conozco lo suficiente como para saber bastante bien cuál es su causa: es que a veces soy muy perfeccionista.
En el siguiente video puede verse a un perfeccionista en acción, un caso bastante grave…
Cortometraje “On the Level” (Nivelado), de Michael Rutter.
Al hablar de perfeccionistas no me refiero a las personas que simplemente hacen su mejor esfuerzo y tratan siempre de hacer un buen trabajo, sino a quienes desarrollaron esta estrategia para protegerse de la autocrítica ante el más mínimo error cometido. Y como al perfeccionista prácticamente nunca le resulta posible escapar de la propia crítica (porque cualquiera sea el resultado de su trabajo siempre habrá “algo” que podría haberse hecho un poco mejor), con frecuencia cualquier tarea es postergada, a veces indefinidamente.
Los niños no son precisamente perfeccionistas obsesivos…
En lugar de referirme aquí a lo mucho que hay escrito acerca de este tema (muchos “tips”, consejos y estrategias para “corregir este grave defecto”… que a veces parecen las propuestas de perfeccionistas incorregibles!), prefiero llamar la atención sobre un aspecto de este problema que me parece central: la necesidad de aceptarnos con nuestras limitaciones, de amarnos incondicionalmente, de desarrollar un saludable nivel de autoestima.
Para los que a veces nos quedamos atrapados en estos episodios de perfeccionismo:
Si conseguimos completar una tarea de manera impecable, muy bien! Pero si aprendemos a perdonarnos por postergarla o por cometer algunos errores, todavía mejor… porque es esta saludable actitud la que nos va a liberar definitivamente del problema del perfeccionismo y nos permitirá ser mucho más productivos y desarrollar completamente nuestro potencial.
Y como el desafío es aceptarnos, perdonarnos y aumentar nuestra autoestima, como ejercicio te dejo (un poco en broma, un poco en serio!) estos dos juegos (Pacman y Frogger) con los que una generación entera “perdió el tiempo” y dejó para más tarde “tareas impostergables”. A jugar sin culpas ni remordimientos…
Axel Piskulic