Con la subida de temperaturas y el verano al acecho, nuestros hábitos alimenticios cambian. Ya sea porque el cuerpo nos lo pide o porque queremos deshacernos de ese michelín que tan cómodamente ha pasado el invierno con nosotros, platos más ligeros se hacen hueco en nuestras cocinas. De todas las opciones, las ensaladas son las más presentes.
Preparar una buena ensalada no consiste en juntar un puñado de ingredientes, aderezar y listo. La cantidad de ingredientes que admite una ensalada es tan numeroso que puede resultar abrumador. No obstante, combinados adecuadamente, podemos conseguir magníficos resultados. Para ayudaros, os ofrecemos siete consejos que elevarán vuestras ensaladas a una nueva categoría.
La importancia de una base adecuada
El primer paso para la preparación de nuestra ensalada es la adecuada elección del ingrediente base en función de nuestra necesidad nutricional. Este puede ser un vegetal de hoja verde, una legumbre, una pasta o un arroz. La consistencia de nuestra ensalada, así como el valor nutricional de la misma, dependerá de ello.
Si la ensalada va a hacer las veces de plato único, si vamos a realizar alguna actividad deportiva o esfuerzo físico con posterioridad, si la vamos a consumir a la hora de la comida, puede que la elección de pasta, arroz o legumbres como ingrediente base sean lo más adecuado. El aporte calórico resultará más elevado, pero nuestro organismo lo necesitará.
En el caso contrario, si buscamos frescor y ligereza en nuestra ensalada, los vegetales de hojas verdes, que destacan por su bajo aporte calórico y por ser fuente de vitaminas varias, son la mejor elección. Las opciones son muchas: lechuga en cualquiera de sus variedades o todas juntas, berros, canónigos, espinacas, acelgas, col rizada, escarola, etc.
Una vez decidida la base, en el caso de los vegetales de hojas verdes es necesario lavarlos bien y, ojo, escurrirlos a conciencia. No hay nada más desagradable que una ensalada acuosa en la que el aliño se echa a perder y el deseo por conseguir la ensalada perfecta no da fruto. Si no disponéis de un centrifugador de ensaladas, recurrid a secarlos con papel absorbente o con un paño limpio.
Los ingredientes complementarios: menos es más
El secreto de una buena ensalada no es directamente proporcional a la cantidad de ingredientes que le pongamos. Es más, no hay nada peor que una ensalada compuesta por tropecientos mil ingredientes faltos de sentido que resulta desconcertantes. Menos es más, así que mejor decantarse por pocos ingredientes bien avenidos, que por muchos y sin concordancia entre ellos.
Dicho esto, no os quedéis en el consabido tandem lechuga-tomate. Hay más posibilidades e ingredientes que os esperan para dar vida a vuestras ensaladas. Labúsqueda de contrastes entre sus texturas y sabores es un buen punto de partida y la valentía y creatividad a la hora de explorar nuevas combinaciones suele tener su recompensa.
Agregar un poco más de verde a vuestras ensaladas con una base de vegetales de hoja verde es acertado si lo hacemos en cantidad suficiente con el objeto de obtener más textura y sabor. Nuestras recomendaciones: judías verdes, aguacate, pepino, brócoli, espárragos, puerros, calabaza, germen de trigo, etc.
Un buen conocimiento de los alimentos es clave a la hora a elegir combinaciones ganadoras. No obstante, no nos castiguemos si no contamos con un bagage adecuado y no acertamos a la primera de cambio. Tomemos nota de aquello que no funciona, descartémoslo y sigamos probando combinaciones de ingredientes sin miedo.
Cuidado con ciertos ingredientes peligrosos
Hay tres ingredientes peligrosos que pueden arruinar nuestras ensaladas por su potencia de sabor, pero que usados adecuadamente son grandes aliados. Estos son la cebolla, el pepino y el ajo. Suavizar el sabor de la cebolla es sencillo y se consigue sumergiéndola, una vez picada, en agua helada con un chorrito de vinagre durante 20 minutos.
El pepino funciona mejor como protagonista que como actor secundario, su sabor es fuerte y puede enmascarar al resto. Nuestra recomendación es preparar con el untzatziki griego o combinarlo, simplemente, con tomate y orégano. Cualquiera de las dos opciones es un acierto.
Por último, el ajo. Para aportar su sabor de manera sutil y evitar que nos repita durante horas, podemos frotar el recipiente en el que preparemos la ensalada con un diente de ajo cortado por la mitad.
El papel del color
La comida entra por los ojos. La presentación de nuestros platos, en general, es importante y con las ensaladas, en particular, el color juega un papel relevante dentro de este aspecto. Aportar color a nuestras ensaladas es sencillo pues hay muchas y muy variadas alternativas, pero hay que prestar atención a factores como el sabor y textura de las mismas para no echar a perder nuestras ensaladas.
Las ensaladas con bases de hojas verdes se verán alegradas por el añadido de ingredientes como maíz, piña, queso, tomate, cebolla morada, zanahoria, remolacha, aceitunas negras, atún, huevo duro, pimiento (rojo, amarillo o naranja), fresa, sandía, ciruela, jamón cocido, entre muchos otros.
Aporte de elementos crujientes
Con el "menos es más" en mente, y sin olvidar la importancia de una combinación adecuada de sabores y texturas, nuestras ensaladas ganarán mucho si les aportamos elementos crujientes. Esto mejorará su textura y hará que cada bocado sea aún más delicioso.
Son buenas opciones los frutos secos, como las nueces, los anacardos o las pipas de girasol, la cebolla frita, el beicon, croutons, láminas secas de jamón serrano, entre otros. Pero también son muy calóricos, por lo que conviene utilizarlos en reducidas cantidades o decantarse por otros alimentos como la manzana o el apio, mucho más ligeros.
Enriquecer con proteínas
Si al preparar nuestra ensalada tenemos como objetivo crear un plato completo y rico en nutrientes, conviene incorporar proteínas a la misma: carnes rojas y aves, quesos, huevos, pescados, tofu, soya, etc. Los gustos de cada uno será los que determinen la elección.
Por lo general, las proteínas más utilizadas y populares son el atún, el pollo, el pavo, el huevo, las gambas, el pulpo, los mejillones, la ventresca de bonito, la caballa y otros pescados ahumados. Si la base de nuestra ensalada es la legumbre, la pasta o el arroz, entonces lo más conveniente es que prescindamos de más proteínas y las enriquezcamos con hortalizas y verduras.
No olvidemos el aliño
Una vez elegidos los elementos base, complementarios, crujientes y proteínas le llega la hora al aliño. En este punto, podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad y escoger, desde la tradicional vinagreta, hasta aderezos más elaborados. Siempre teniendo cuidado de no elaborar combinaciones que aporten demasiada grasa a nuestra ensalada.
En la creación de aliños o aderezos, podemos jugar con la amplia gama de aceites que ofrece el mercado (de coco, de ajo, de chile, de sésamo), de vinagres (de manzana, de frambuesa, de Módena, de Jerez), de hierbas y especias (tomillo, hierbabuena, albahaca, cebollino, menta) o frutas (manzana, limón, mango, naranja), entre otros.
Si optamos por usar mayonesa o alguna de sus salsas derivadas (salsa rosa, tártara, etc), debemos tener en cuenta que nuestra ensalada se convertirá en un plato calórico. Aunque no pasa nada por darnos un capricho de vez en cuando, podemos aligerarla y restarle calorías con un poco de leche o de yogur.
Funcionan muy bien los siguientes aderezos a base de mango, cilantro y lima; naranja, semillas de amapola y mostaza Dijon; yogur, curry y limón; mostaza y miel; aceite de oliva, vinagre y membrillo o tahini, limón y perejil. Todos ellos aportan sabores y aromas diferentes que elevarán nuestras ensaladas a otro nivel.
Decidido y elaborado nuestro aderezo, es muy importante no emocionarnos con la cantidad que agreguemos a la ensalada. Si nos pasamos, conseguiremos que el sabor de los elementos se vea enmascarado por el del aliño y habremos fracasado estrepitosamente. Por ello, conviene ser prudente con su uso, agregarlo con cuidado y rectificar el aderezo si fuera necesario.
También es clave el momento del aderezo. Aquí, el orden de los factores si que altera el producto. Hemos preparado la ensalada eligiendo los elementos con sumo cuidado y tenemos ante vosotros un colorido, nutritivo y atractivo plato. Entonces la aliñamos, removemos y, horror, los ingredientes pesados y pequeños se van al fondo.
Por último, para no echar a perder nuestros esfuerzos, lo más adecuado es aliñar el ingrediente base por el que hayamos optado y agregar los complementarios (verduras, frutas, crujientes, proteínas) con posterioridad, utilizándolos para decorar la superficie de nuestra ensalada.
Confiamos en que nuestros siete consejos os ayudarán a elevar vuestras ensaladas a una nueva categoría y esperamos que los pongáis en práctica cuanto antes. No dudéis en dejarnos vuestros comentarios contándonos cómo os han funcionado o incorporando vuestros propios trucos con los que aumentar nuestra lista. Así podremos, entre todos, seguir mejorando.
En Directo al paladar | Ensalada de lentejas. Receta