¡Ay, no! ¿Cómo es esto de que ahora la crisis de la mediana edad se nos ha adelantado y se le ocurre llegar a los 35? Bueno… es que el mundo también ha cambiado, ¿no?
La dinámica laboral es otra: mientras que nuestros padres trabajaban toda su vida en un mismo sitio, muchos de los que estamos en los 30 ya hemos pasado por varios empleos en busca de uno que nos satisfaga. Para variar, pensemos que gente como Mark Zuckerberg fundó Facebook a los 20 o que Jennifer Lawrence se ganó un Óscar a los 21. ¿Y qué hemos hecho nosotros a los 35? Ese es el tipo de pregunta que destruye autoestimas y que es mejor no hacerse.
Eso no es todo. La dinámica familiar también se ha modificado. Si bien depende del nivel educativo y social de cada mujer, la tendencia crece hacia embarazos a mayor edad.
La búsqueda de realización personal, que antes se reducía a casarse y tener hijos, ahora amplía sus horizontes a otros intereses como el desarrollo profesional, los viajes, estar en forma y toda una serie de metas que son fabulosas pero también un arma de doble filo. La suma de exigencias hace que la presión sea mayor y las conclusiones sean más tempranas.
Ok, llegas a los 35 con una parte del “plan perfecto” cumplido… ¿y lo otro? ¿Ya tienes hijos y pareja? ¿Ya eres una alta ejecutiva o un exitoso empresario? ¿Ya has recorrido el mundo? ¿Qué… cómo que aún no fuiste a Tailandia? ¿Y no piensas apuntarte al gimnasio para tener una foto “fit” para las redes sociales? ¿Y la dieta sana dónde quedó? ¿Te has tapado las canas y hecho cavitación?
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¡Qué fracaso! No… ¿verdad que no? La vida no es una competencia para ver quién llega más pronto a la meta. A veces, claro, comparar es inevitable y si lo era antes… ni hablar ahora con las redes sociales. Ves a DOS de tus contactos con sus fotos de vidas perfectas y piensas ‘¿y yo por qué no he logrado eso?’. Pero quizás los otros 300 contactos que tenemos están en el mismo lugar que nosotros, o mejor o peor…
La crisis de los 40 se está adelantando porque el “deber ser” se ha modificado. A eso de nacer-crecer-escuela-universidad-trabajo-esposo-hijos-nietos se le han agregado toda una serie de pequeñas obligaciones, ahí, donde he puesto los guiones, que han hecho mucho más complejo el “deber ser”. ¿Y sabes cuál es el problema? ¡Que es difícil salirse del “deber ser”!
Que si te casas, que para cuándo los hijos. Que si estás soltero, para cuándo una pareja. Que si tienes todo eso, que por qué no lanzas tu emprendimiento. Y si ya lo tienes, qué tal si te tomas el bendito vuelo para recorrer el mundo. Presión, presión y presión.
Cuesta, pero hay que descomprimir. Y no me refiero a abandonar metas, sino a hacer algo productivo con esta crisis que amenaza con ser temprana. No hay una edad para todo. Sí, es cierto que no se tienen hijos a los 60, pero cada uno de nosotros tiene su ritmo. Y no hay nada más triste que vivir una vida que sea la que se supone que DEBEMOS vivir en vez de aquella que QUEREMOS vivir.
Si tu crisis llega a los 35, a los 40 o a los 50, aprovecha ese trance para mirar hacia adentro y repensar lo que realmente quieres y lo que no. A quitar presiones… ¡y vivir!