Hermosa animación que nos da una verdadera lección de vida
Un joven camina triste y abatido por las oscuras calles de una ciudad cuando de pronto ve algo en una tienda de antigüedades que le llama la atención.
Esta tienda expone, entre viejos juguetes e instrumentos musicales, un colorido cubo de Rubik.
Inmediatamente el objeto lanza de nuevo al muchacho a la calidez de sus recuerdos de la infancia, a la alegría de correr por los campos persiguiendo a las mariposas, riendo y bromeando hasta el anochecer.
Un amigo era todo lo que necesitaba, alguien que le sacara de la casa y de su propia timidez, y que le enseñara cómo disfrutar de las maravillas del mundo.
Ahora todo se ha ido y la vida puede ser difícil a veces. La existencia languidece hasta que por fin acaba expiando.
Sin embargo, la calidez del pasado se quedó en alguna manera encerrada en el viejo cubo de color, símbolo de los días felices pasados.
Es hora de devolver la valiosa lección a su amigo, cuando nada parece tener sentido para él: redescubrir la alegría basándose en la imaginación y observar cómo las cosas se transforman ante sus ojos como una especie de magia.
El mensaje final que nos transmite esta historia es que al final, lo que importa no es lo que se ve en la vida, sino cómo lo ves.
Se titula Broken Wing (‘Alas rotas’) y es el primer cortometraje de animación del director suizo Amos Sussigan, nacido en 1989. Está inspirada en hechos reales.
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