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Rincón de la Psicología


Posted: 07 Nov 2017 10:45 AM PST

"Más profundo y visceral que la sexualidad, más recóndito que el ansia de poder social y más profundo incluso que el deseo de acumular posesiones, es el deseo generalizado y universal de saber que vamos en la dirección correcta y que nos orienten", dijo el psicólogo William Sheldon a inicios del siglo XX.

Sin duda, la necesidad de ser aceptados por los demás es muy fuerte, hasta el punto que muchas personas prácticamente llegan a anular su identidad para someterse a las tradiciones, creencias y opiniones ajenas. Sin embargo, sin llegar a esos extremos, todos sacrificamos una parte importante de nosotros por encajar en la sociedad. A veces ese “sacrificio” es demasiado grande y causa una profunda insatisfacción e infelicidad. 

El problema es que no siempre somos capaces de detectar cuáles son las creencias que maniatan nuestro futuro. Por eso, uno de los ejercicios psicológicos más importantes y beneficiosos que podemos hacer, consiste en detectar cuáles son esos condicionamientos sociales y cómo desprendernos de ellos para llevar la vida que realmente deseamos.

La inoculación de las formas de pensar socialmente aceptadas


Apenas nacemos, nos vemos obligados a aprender a navegar y orientarnos en un mar de símbolos que designan la realidad. Las figuras de autoridad son las encargadas de orientarnos en ese vasto universo de información. De esta manera, es probable que nuestros padres nos hayan transmitido tradiciones desactualizadas, la iglesia nos haya inculcado ideologías dogmáticas y la escuela nos haya enseñado a repetir la información en vez de cuestionarla.

Los pensamientos que se generan a través de esas experiencias, que en Psicología se denominan “condicionamientos sociales”, terminan determinando nuestra manera de ver la realidad y la forma en que respondemos a esta. De hecho, en muchos casos el proceso de “maduración” y “desarrollo” no es más que pasar de una expresión infantil auténtica a repetir frases y formas de pensar transmitidas por las figuras de autoridad con las que nos relacionamos.

Cuando repetimos esos clichés, estamos recurriendo a generalizaciones, lo cual significa que nos abstraemos de nuestra singularidad. En otras palabras, nos escondemos detrás de una entidad a la que llamamos “ellos”. Al asumir como nuestras sus tradiciones, puntos de vista, creencias y metas, nos alejamos de nuestra esencia. El problema es que podemos terminar persiguiendo sueños que no son los nuestros y viviendo una vida que no es la que nos apetece. Por tanto, no es extraño que la insatisfacción y la infelicidad se conviertan en las constantes de nuestro día a día.

Subcepción: Sentir que hay algo mal, sin saber qué es exactamente


Jordan Peterson, psicólogo y profesor de la Universidad de Toronto, nos propone un ejercicio basado en la “subcepción”, un término que acuñó el psicólogo Carl Rogers para explicar los mecanismos inconscientes que activamos ante una amenaza “subcendida”. En otras palabras, se refiere a una discriminación sin que exista una representación consciente. Es ese sentimiento de ansiedad difusa, la sensación de algo está mal sin saber exactamente qué es.

La subcepción, según Jordan Peterson, es una especie de sexto sentido que nos indica cómo reaccionar internamente y a menudo se utiliza como un mecanismo de defensa porque nos lleva a aplicar estrategias a nivel inconsciente para evitar que un estímulo perturbador entre en el ámbito de la conciencia.

Por ejemplo, una de las estrategias más comunes que usamos consiste en culpar a los demás de nuestro estado emocional. Así evitamos asumir que somos responsables de esos sentimientos que, según la sociedad, no deberíamos estar experimentando.

En práctica, cuando nos exponemos a una amenaza, respondemos inconscientemente y no decimos lo que realmente deseamos expresar sino que nos limitamos a repetir lo que hemos escuchado antes y nos han transmitido esas figuras de autoridad.

Coartamos nuestra singularidad, un fenómeno que Nietzsche describió a la perfección al decir que “las personas se ocultan detrás de las costumbres y las opiniones por miedo a su vecino, que exige conformidad”. La buena noticia es que podemos superar esa incongruencia y reconectar con nuestra esencia.

Un ejercicio de deconstrucción de nuestras ideas y pensamientos


Carl Rogers explica que cuando nos alejamos de esa actitud defensiva y reaccionamos de manera más constructiva a la sensación de la subcepción, “desarrollamos una creciente apertura a la experiencia, sin distorsionar el momento para adaptarnos a la personalidad o el autoconcepto, pero permitiendo que la personalidad y el autoconcepto emanen de la experiencia”. 

Para lograrlo, Jordan Peterson nos propone un ejercicio de instrospección y deconstrucción muy interesante que nos ayuda a evitar que los fantasmas del pasado nos engañen, de manera que terminemos confiriéndole valor a creencias antiguas que no tienen voz ni voto en nuestro presente. 

Es un ejercicio para abrir la mente a lo que está sucediendo ahora, reconectar con las sensaciones corporales, asumir nuestra responsabilidad por lo que somos y creemos y lograr expresarnos con mayor libertad en los diferentes roles sociales.

“Empieza asumiendo que la mayoría de las cosas que dices y piensas no son tuyas y que no crees en ellas; son sólo cosas que has recogido por alguna u otra razón.

Imagina tus propios pensamientos como si los dijera alguien que acabas de conocer, para así desapegarte de ellos.

Deja de repetir ciegamente las opiniones ajenas.

Nota que eso no eres tú.

Entonces empieza a escuchar lo que dices y, sobre todo, empieza a sentir lo que dices.

Y luego recuerda seguir esta regla:

Pon atención si lo que dices te hace sentir más empoderado o más débil.

Si te sientes más fuerte, sigue repitiéndolo.

Y si te hace sentir más débil y notas, por ejemplo, una sensación de desintegración o fragmentación en tu estómago, deja de repetirlo.

Cada vez que sientas una sensación física de inestabilidad, detente.

Luego busca palabras que no sean verdaderas.

Reformúlalas para que cuando vuelvas a plantear tus pensamientos, tu sensación de integridad, fuerza y autenticidad vuelva aparecer.

Podrás sentirlas a nivel corporal.

Decir algo que no es verdadero te deja una sensación de debilidad porque te disocias; una parte de ti está de acuerdo y otra no, lo cual fragmenta tu psique. 

Por ejemplo, decir cosas que no crees para impresionar a alguien, o para que te acepten en cierto orden social, crea una máscara detrás de la cual se oculta lo que sientes realmente.

Debes evitar la falsedad cuando te representas a ti mismo, de lo contrario puedes terminar sumido en una interminable serie de mentiras.

Pero si logras que tus palabras sean correctas, puedes sentir como recuperas la alineación.

Cuando realizas este ejercicio, subordinas tu capacidad de hablar a tu capacidad para prestar atención.

En realidad la atención es una función cognitiva superior respecto al intelecto ya que es quien lo guía.

Por tanto, presta mucha atención a lo que dices.

Intenta articular con el mayor cuidado posible tus creencias.

Entonces, acepta el resultado. Asume tu verdad.

Para resistir los embates de la vida, tendrás que aprender a hablar desde el fondo de tu alma.

No hay nada mejor”. 


Fuente:
Schirp, M. (2017) Jordan Peterson Explains the Most Useful Psychological Exercise Anyone Can Ever Do. En: High Existence.