Para solucionar el grave problema de vivienda en Israel, a dos mujeres —Tali Shaul, una psicoterapeuta y Hagit Morevski, una especialista de tratamiento de aguas— no se les ocurrió otra cosa que transformar un viejo autobús en una preciosa casa.
Con la ayuda de su amigo, el diseñador Vered Sofer Drori, han conseguido convertir lo que era un antiguo y destartalado autobús del transporte público israelita en una auténtica casa con ruedas que no sé si solucionará el problema de vivienda en el país, pero desde luego es un precioso ejercicio de diseño.
Como decía, el punto de partida es un autobús de línea desvencijado, sin asientos y en un estado bastante deplorable. Antes de empezar la decoración, se debieron arreglar muchas cosas, como las ventanas, los pasos de las ruedas, el suelo y los techos.
Según subimos al autobús, nos encontramos con una pequeña zona de lectura donde antes estaba el puesto del conductor. El volante se ha conservado, pero en vez del asiento, ahora hay un pequeño puf y una mesita. Huelga decir que no se ha arreglado el motor —aunque sí las luces— y que la idea es que este autobús no se conduzca nunca más, por lo que no es una autocaravana, aunque estaría muy bien.
Tras el rincón de lectura encontramos la zona de cocina y comedor, que domina el espacio principal. A un lado, una gran barra de cocina con muchas armarios, un fregadero, una pequeña vitrocerámica y mucha superficie de trabajo. Al otro lado, dos sillones de estilo retro —como los de las cafeterías americanas de los 50— y una mesa a juego.
En el centro del autobús se encuentra el cuarto de baño y la zona de almacenaje, decorada con un gran vinilo de Audrey Hepburn. Del baño no hay una toma demasiado buena, pero se intuye una amplia ducha y un lavabo de medidas estándar, así que debe de resultar cómodo de usar.
Por último llegamos al dormitorio, situado al fondo del autobús, que hace también las veces de salón. En él hay una gran cama que ocupa todo el ancho, con multitud de cojines y reposabrazos para poder cumplir también su función como sofá.
No me entusiasman en exceso algunos de los acabados, como el revestimiento del techo o los pasos de las ruedas, que están como acolchados, pero por lo general la transformación de este autobús en una preciosa casa tiene muchas más luces que sombras. Si fuera rico y tuviera una gran casa con jardín, no me importaría tener uno de estos como casa de invitados o para que mis niños pasaran la noche con sus amigos.