Un día una maestra le preguntó a un niño de apenas 7 años qué quería ser cuando fuera grande.
El niño le respondió: “Quiero ser feliz”.
La maestra lo miró atónita y le dijo: “Usted no ha entendido la pregunta”.
A lo que el niño respondió sin inmutarse: "Y usted no entiende la vida".
Ese niño era John Lennon.
No sé si la historia es real o si se trata de una leyenda urbana pero lo cierto es que si todos tuviésemos el objetivo de ser feliz en la vida, el mundo sería un poco mejor.
Tres concepciones erróneas sobre la felicidad que nos amargan la vida
La felicidad siempre ha sido una de las metas de la humanidad pero, al mismo tiempo, también ha sido uno de los sueños más escurridizos y difíciles de alcanzar. En gran parte, esto se debe a nuestras creencias erróneas sobre el propio concepto de felicidad. Y es que, después de todo, nosotros somos nuestro principal obstáculo para ser felices.
1. Hay quienes no creen que existe la felicidad y, por tanto, ni siquiera la buscan. De hecho, la creencia de que la felicidad no existe es tan fuerte que algunas personas tienen todo lo necesario para ser felices pero no se percatan de ello.
2. Hay quienes creen que solo existen momentos felices. Estas personas suelen adoptar una actitud pasiva, esperan que la felicidad toque a su puerta y la disfrutan pero con aprensión, sabedores de que durará poco. Por tanto, no hacen nada para atesorarla.
3. Hay quienes creen que la felicidad se consigue y dura para toda la vida. Estas personas creen que la felicidad es una posesión, una meta que consiguen de una vez y por todas. Obviamente, cuando se dan cuenta de que no es así, suelen pasar al extremo opuesto y caen en una depresión profunda o pierden el sentido de la vida.
Entonces, ¿qué es la felicidad?
La felicidad es un estado de satisfacción y paz interior que puede ser más o menos estable a lo largo del tiempo pero que demanda una buena dosis de esfuerzo sostenido. La felicidad no es una meta, es un camino que debemos estar dispuestos a emprender. La felicidad es una decisión personal.
¿Existe un secreto de la felicidad?
La felicidad es un viaje y, como tal, es personal. Sin embargo, en los últimos años las investigaciones que se han hecho en el marco de la Psicología Positiva nos han permitido descubrir que, después de todo, no somos tan diferentes. Las cosas que nos hacen verdaderamente felices son bastante similares, sin importar nuestra cultura o condición social. Así sabemos, por ejemplo, que el dinero puede generar una euforia transitoria y da tranquilidad económica pero no reporta verdadera felicidad. Al contrario, las relaciones interpersonales son nuestra mayor fuente de satisfacción.
¿Cómo ser feliz?
1. Deja atrás las excusas. Existen mil y una excusas para ser desgraciados pero solo una buena razón para ser feliz. Es cierto que hay desastres naturales, que hay millones de virus acechándote, que la crisis económica ha puesto a prueba tu resiliencia y que a veces el mundo complota en tu contra. Sin embargo, las condiciones ideales nunca estarán creadas, es imprescindible aprender a ser feliz a pesar de todo y de todos. La vida es mucho más corta de lo que imaginamos, los años pasan en un abrir y cerrar de ojos por lo que si nunca tienes tiempo para hacer las cosas que quieres, puede ser que cuando quieras, ya no tengas tiempo. No procrastines tu felicidad porque será el peor error que cometerás.
2. Decide ser feliz, el cómo llegará después. Hay personas que se empecinan tanto en el “cómo” que se pierden el “por qué”. Son aquellos que siempre se preguntan cómo harán las cosas y, si no encuentran una respuesta que les satisfaga, abandonan el proyecto antes de empezar. Sin embargo, los mayores logros de la vida se consiguen tomando una decisión consciente y comprometiéndose con esta, el cómo llega más tarde, como una consecuencia natural. Cuando estamos motivados y tenemos una buena razón que nos impulsa, vamos encontrando las herramientas a lo largo del camino.
3. Sé optimista, mira el mundo en colores. No se trata de adoptar un optimismo ingenuo, de convertirse en fieles seguidores de la Ley de la Atracción y pensar que conseguiremos todo lo que deseamos vehementemente. Sin embargo, entre el blanco y el negro existe una infinidad de colores. Para ser feliz es fundamental aprender a apreciar los matices porque en ellos descubrirás las cosas más positivas, incluso en los sucesos que en un primer momento te parecían horribles. Aprender a ver el vaso medio lleno te brindará confianza y te animará a seguir adelante. Recuerda que un fracaso solo significa que estás más cerca de tu meta.
4. Jamás te canses de agradecer. Numerosas investigaciones han descubierto que la gratitud es una de las claves para ser feliz. El secreto radica en que, para sentir gratitud, primero debemos ser capaces de reconocer las cosas buenas de la vida. Solo después podemos dar las gracias por ellas. La gratitud implica una mayor conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno, aprender a centrarnos en lo que tenemos en vez de quejarnos por lo que no tenemos. Un excelente ejercicio para desarrollar la gratitud consiste en escribir cada noche, antes de acostarnos, tres cosas por las que nos debemos sentir agradecidos.
5. Aprecia los pequeños detalles. A medida que crecemos, nuestro universo se reduce. Dejamos de mirar a nuestro alrededor para centrarnos cada vez más en nosotros mismos, en nuestros problemas. Dejamos de apreciar el mundo y su belleza porque estamos demasiado “ocupados”. Sin embargo, reaprender a apreciar los detalles tiene múltiples implicaciones para nuestro bienestar. Ante todo, nos ayuda a olvidar los problemas y potencia la relajación, estimula la creatividad y, por último, al estar plenamente presentes, nos permite ser más felices. Existe una técnica muy sencilla denominada “combing” que te ayudará a apreciar los pequeños detalles. Simplemente debes apuntar a un objeto, como hacen los niños, y mencionar su nombre, como si fura la primera vez que lo ves. Durante los primeros intentos no notarás nada nuevo pero poco a poco, comenzarás a notar detalles que habías pasado por alto y redescubrirás la belleza y unicidad del mundo que se encuentra a tu alrededor.
6. Estar plenamente presentes. La vida se nos escapa mientras nos preocupamos por el futuro y nos lamentamos por el pasado. No nos percatamos de que lo único que en realidad tenemos, lo único que nos pertenece es el presente. La culpa y las recriminaciones que provienen del pasado, junto a la incertidumbre y las preocupaciones del futuro, nos impiden vivir el “aquí y ahora”. Estar en la oficina pensando en las vacaciones e irse de vacaciones pensando en el trabajo que dejamos atrás es la mejor manera para arruinar cada uno de los momentos. A lo largo de los años hemos aprendido a vivir suspendidos en un tiempo inexistente pero poco a poco podemos cambiar ese hábito, aprendiendo a centrarnos en el “aquí y ahora”, obligándonos a estar plenamente presentes y disfrutar del momento, sacándole el máximo partido a lo que estamos haciendo.
7. Haz lo que amas y aprende a amar lo que haces. En la Psicología hay un concepto muy poco difundido pero es una de las claves para ser feliz: la capacidad de fluir. El estado de “flow” indica a una persona que ama lo que hace y se sumerge tanto en la tarea que se olvida de sí misma y de las preocupaciones, es como si todo a su alrededor se difuminase. En ese momento estamos plenamente presentes, disfrutando lo que hacemos, sin estrés y sin tensiones. La felicidad viene de la mano de esos estados en los cuales fluimos, nos dejamos llevar por lo que estamos haciendo y aprendemos a disfrutar. Por tanto, si te estás preguntando cómo ser feliz, una de las claves radica en retomar esas actividades que generan un estado de “flow”.
8. Cambia cada vez que sea necesario. Cuando somos jóvenes tenemos muchas ilusiones y proyectos pero después, muchas personas se ven atrapadas en una vida que no les satisface, se dejan vencer por los obstáculos y acatan los convencionalismos sociales. Como resultado, la queja se convierte en una compañera de viaje permanente. Estas personas se han construido su propia cárcel y piensan que los barrotes son reales, se mantienen atadas a un lugar o a una situación que no les gusta porque piensan que no hay otra solución. Sin embargo, puedes cambiar. No tienes por qué conformarte con una vida que no te satisface, siempre puedes hacer algo para mejorar y ser más feliz. De la misma manera, es importante que aceptes el cambio, todo está en continua transformación y aferrarse al pasado, a una zona de confort, solo sirve para hacernos daño.
9. Deja ir todo lo que no necesites, suelta lastre. Uno de los principales problemas de la sociedad actual es que ha fomentado una confusión entre la “necesidad” y el “deseo”, de esta forma ha alentado un consumismo desenfrenado que nos hace correr detrás de cosas que no necesitamos. Al correr nos estresamos y no logramos disfrutar de la vida. Sin embargo, el smartphone, el coche de lujo o la casa más grande no son parte de ti y no te aportan más valor como persona, son tan solo un espejismo que te ayuda a construir una imagen social. De la misma forma en que nos aferramos a las posesiones, como si formaran parte de nuestro “yo”, retenemos las emociones negativas como el resentimiento y la ira, hasta que terminan acumulándose y haciéndonos daño. Por tanto, si de verdad quieres ser feliz, debes estar dispuesto a soltar todo el lastre, tanto el material como el emocional.
10. Cultiva las relaciones como si se tratase de un jardín. Las relaciones interpersonales son nuestra principal fuente de satisfacción pero, a la misma vez, son el principal foco de conflicto. Esto se debe a que enfrentamos las relaciones de manera inadecuada, desarrollando un apego inseguro, generando expectativas irreales o asumiendo máscaras sociales. Sin embargo, para ser feliz debes comenzar a pensar en las relaciones interpersonales como en un jardín, en el cual hay plantas que merecen ser regadas y cuidadas cada día, mientras que otras, las malas hierbas, deben ser eliminadas. En el ámbito social es importante cuidar las relaciones que realmente merecen la pena y continuar dándoles agua aunque se marchiten un poco, pero también es fundamental detectar a los vampiros emocionales y establecer límites o alejarlos definitivamente. Eres tú quien decide qué plantas dejas crecer en tu jardín.