Llevé a mis hijos a la heladería "Dairy Queen" después de cenar. Ellos pidieron los helados que eligieron y esperamos unos 5 minutos hasta que nos llamaron con nuestro número. La joven (tal vez tenía unos 17 años) entregó a cada niño su helado. Pero ninguno la miró a los ojos. Ninguno dijo gracias. Ni a ella, ni a mí... así que esperé. Conté hasta 10.
Esperé mientras ellos empezaban a comer su helado. La chica me miraba, posiblemente pensaría que estaba loca. Miré cómo mis hijos salían por la puerta. Los seguí afuera donde tranquilamente tomé sus helados mientras ellos miraban con espanto en sus ojos mientras los tiraba en el tacho de basura más cercano.
LOS 3 ESTALLARON EN UN ATAQUE DE HISTERIA. Yo esperé. En silencio. Tranquila. Cuando se dieron cuenta de que tenía algo que decir, se callaron.
Les expliqué que un día, si tenían suerte, harían un trabajo como esa jovencita. Y que yo esperaría que la gente los mirara. Que realmente los mirara. Los mirara a los ojos y les diera las gracias.
Somos muy mayorcitos a las 8/7/5 para pasar nuestros días sin ejercitar modales y, honestamente, algo de decencia humana básica.
Así que sí, soy la madre más malvada del mundo.
"Ellos estaban comprensiblemente molestos, pero espero que mis hijos sepan que cuando mamá dice algo, lo dice en serio. Y siempre hablamos mucho sobre la conexión humana y la responsabilidad social en el mundo, por lo que estaban familiarizados con mi punto y terminaron por entender por qué estaba decepcionada."