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OTRA VEZ KEANU REEVES DEJÓ A TODOS PENSANDO CON SU MENSAJE


Posted: 25 Jun 2018 05:30 AM PDT

Keanu Reeves ha sido conocido durante mucho tiempo por ser un actor estelar, uno que puede jugar papeles serios y divertidos. Otra cosa por la que cada vez es más conocido, es por su sabiduría. No es algo que a menudo, se encuentre en los famosos.
Cada pocos meses, suele dar al mundo el regalo de sus pensamientos. 


“No puedo ser parte de un mundo donde los hombres visten a su mujer de manera vulgar para lucirla con los demás”.

  El interesante, talentoso y atractivo Keanu Reeves como siempre generando polémica con sus declaraciones que sinceramente siempre nos terminan sorprendiendo pero en ellas hay gran verdad, más una cruda realidad y en esta ocasión no fue la excepción.

  Todos conocemos al actor por su gran actuación en la cinta ¨Matrix¨, siempre arriesgado e interesante. Este actor genera polémica debido a aquellos textos que comparte en sus redes sociales en donde expresa su más profundo sentir con toda sinceridad, sin tapujos y mostrando la cruda realidad. 


 Mensajes fuertes que sin duda nos ponen a pensar hasta hacernos reflexionar.


  Hace días no pudo ignorar el tema de la desigualdad de género y la violencia a la mujer, abordando el tema y con su más sincero y profundo sentir, compartió lo siguiente:

  Realmente no puedo y no quiero ser parte de una sociedad en donde los hombres visten a su mujer de manera vulgar con el fin de lucirla con los demás. 

  En donde el concepto de dignidad y honor poco a poco se van olvidando y nos aferramos a confiar en aquellos que vacíamente pronuncian un ¨te lo prometo¨, mismo que la mayoría de las veces ni siquiera se cumple.


  Una sociedad en la que las mujeres están tomando la decisión de no tener hijos y todo porque ahora son más los hombres que no desean formar una familia. 

  Un mundo en donde los perdedores se creen exitosos, sobre todo aquellos que manejan el auto de papá, mismo que se siente con mucho poder y autoridad y siempre intenta pisotear a los demás, claro, sólo por vender imagen.

  A diario me pregunto qué pasa con esta sociedad, una sociedad con doble moral en donde dicen amar a Dios y brindar por él con un trago de alcohol y no conforme con ello no tienen ni el más remoto conocimiento de religión.


  Una sociedad en donde el concepto de celos es considerado vergonzoso y la modestia es una desventaja. Una sociedad en donde el amor se va dejando de lado, se va olvidando pero aun así todos buscan tener a alguien al lado. 

  Un mundo en donde la gran mayoría invierten tiempo y dinero en su auto pero les cuesta ahorrar tiempo para ellos mismos y terminan viéndose tan pobres tras un auto impresionante.

  Una sociedad en donde los jóvenes se creen adultos y viven una vida desenfrenada, derrochando el dinero de los padres, llenándose de vicios y rodeándose de malas amistades, practicando sonidos primitivos que irónicamente terminan enamorando a la gran mayoría de mujeres, y entonces me pregunto: ¿qué ven en ese tipo de chicos?

  Un mundo donde hombres y mujeres pierden su personalidad y esencia. Donde todo esto es llamado “libertad para escoger”, pero para aquellos que escogen un camino distinto es llamado un ¨retardado¨.

  Finalmente yo escogí mi camino, pero lamento no haber encontrado compresión en aquellas personas que yo quería.

–Keanu Reeves–


"Los pensamientos curan más que los medicamentos", asegura el revolucionario científico Bruce Lipton

"Los pensamientos curan más que los medicamentos", asegura el revolucionario científico Bruce Lipton
Posted: 25 Jun 2018 06:23 AM PDT

Bruce Lipton reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la energía por su capacidad para curar. El científico asegura que los medicamentos matan a más de 300.000 personas al año en EEUU y subraya el poder de la mente para la autocuración.



 Bruce Lipton, un biólogo celular estadounidense de 70 años, causó una pequeña revolución en el mundo científico tras lanzar su libro “La biología de la creencia” en 2006, que sería declarado posteriormente uno de los mejores libros científicos y que acercaba los conceptos de ciencia y espíritu.

Este biólogo celular norteamericano unió en sus estudios ciencia y espíritu y plantea con fuerza su visión sobre la energía vital del ser humano.


   Bruce Lipton planteaba lo siguiente: lo que condiciona a todo organismo vivo es su “entorno” físico y energético, y no su carga genética, como afirma la síntesis evolutiva moderna y que los seres humanos, como organismos vivos, no estaban determinados por sus genes, sino condicionados por el entorno y sobre todo por sus creencias, lo que los convertía en dueños absolutos de su destino.


   Para explicarlo, Lipton pone el siguiente ejemplo: “nos han hecho creer que el cuerpo es una máquina bioquímica controlada por genes sobre los que no podemos ejercer ninguna autoridad. Eso implica que somos víctimas de una situación. No elegimos estos genes, los recibimos al nacer y ellos programan lo que sucederá."

  "Yo ya trabajaba con las células en los años 60 y fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Cogí tres grupos de células y las puse en tres placas, y cambié el medio de crecimiento y los componentes del medio ambiente en cada una de ellas."


   "Luego verifiqué que en una de las placas se formó hueso, en otra músculo y, en otra, células liposas. ¿Qué fue lo que controló el destino de cada una de ellas si eran genéticamente idénticas?"


 "Eso demuestra que los genes no lo controlan todo, es el ambiente. El ser humano es el que controla, dependiendo de cómo lee el ambiente, de cómo su mente lo percibe. La conclusión es que no estamos limitados por nuestros genes, sino por nuestra percepción y nuestras creencias”.


  “Cuando tú crees que los genes controlan tu vida tienes una excusa para considerarte una víctima. Hay enfermedades que sí, en efecto, son causadas por un gen, pero estas enfermedades equivalen a menos del 2% de los malestares que sufre la población mundial. 

 La mayoría de la gente viene a este mundo con genes que deberían permitirles vivir una vida feliz y saludable.

   Las dolencias más comunes actualmente, como la diabetes, los problemas del corazón y el cáncer, son el resultado de la interacción entre múltiples genes y sobre todo de los factores medio ambientales y no son el resultado de un único gen como se ha venido sosteniendo.


  Por eso se cree que la mayoría de las enfermedades tienen una causa genética o hereditaria y que por tanto no podemos hacer nada para defendernos de ellas o para curarnos. Las personas viven en un constante miedo esperando el día en que sus genes actúen contra ellos y se enfermen mortalmente. El cáncer es un buen ejemplo de esto”, añade.

Los medicamentos, una farsa


   El científico dedicó parte de su libro a abogar por un nuevo tipo de medicina, una que tenga en cuenta el poder de la energía y su capacidad para curar. “Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero la mayoría de las veces causan más problemas que beneficios."

  La medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”.


  Pero, en realidad, estos efectos no son secundarios, sino directos. Según recientes estadísticas en EE.UU., ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! 

  Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda”.

  Bruce Lipton añade en su libro que “si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. 

  La mente es energía. Cuando piensas transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química.


  Esto, por supuesto, es muy inconveniente para las empresas farmacéuticas mundiales, porque si se aceptara este postulado no podrían vender sus productos. Las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. 


  Por lo demás, así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina y las empresas farmacéuticas no quieren ir por ese camino. 


  Saben que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer”.
   Uno de los planteamientos del biólogo molecular que más llamaron la atención en la comunidad científica fue que las células de nuestro cuerpo tenían una especie de memoria. 

  “Las células aprenden a través de la experiencia, de su contacto con el medio que las rodea, y luego guardan una memoria que les permite adaptarse mejor y anticiparse a los cambios. Es decir, las células son inteligentes. ¡Esta memoria incluso se mantiene intacta en las células de los órganos que se han donado!”.




Energía vital que se transfiere


   El doctor Bruce Lipton, al contrario que otros colegas de su especialidad, también sostiene que la energía vital de un ser humano no necesariamente muere con la muerte física, dando pie a fenómenos como la reencarnación.

  “Para explicar esto de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen un programa televisivo de Bruce."


  "Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión.

  Pero si otro ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí." 


  "Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad? ¿Por qué tenemos un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si sólo existiera el espíritu, ¿cómo sé a qué sabe el chocolate?"

 "Y sí sólo tengo una parte física y no una parte espiritual, ¿cómo puedo experimentar y emocionarme con una puesta de sol? ¿Y cómo voy a sentir cuando estoy enamorado? La lección más importante de todo esto es que estar vivo es un regalo, y que hay que experimentar alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará más sano”.

(Las opiniones y recomendaciones expresadas por Bruce Lipton no necesariamente reflejan las de los integrantes de nuestra página, y de ningún modo reemplazan o anulan las consultas a profesionales de la salud.)


Fuente: Intereconomía

No quiero un novio, quiero un compañero de camino", una genial carta que te inspira a viajar por la vida

"No quiero un novio, quiero un compañero de camino", una genial carta que te inspira a viajar por la vida
Posted: 25 Jun 2018 07:27 AM PDT

La juventud es una de las cosas y etapa más bonitas de la vida, nunca seremos más jóvenes de lo que somos hoy, hay que disfrutar de esa dulce libertad de equivocarnos (Por supuesto, con su debida responsabilidad ante todo).



 No quiero un novio, quiero un compañero de camino:


  He llegado a un punto de mi vida en que ya me estoy cansando de los amores de un rato, ya no quiero más juegos; quiero algo más intenso, que despierte y mueva mi alma.

  Desde luego que en estos tiempos y a estas alturas, no me asustan, ni intimidan los “juegos amorosos”, “frees”, amigovios, amigos con derecho, etc. Como gusten llamarle, al contrario creo que a pesar de que en ocasiones puede no resultar como uno lo espera, también es emocionante, divertido y lo he disfrutado bastante. 

 Y he aprendido a manejar mis sentimientos y emociones en cada situación, y por lo mismo, también he aprendido mucho de cada vivencia; buena, mala o extraña, finalmente mi decisión, lo que yo quería y me hacía feliz o sentir bien.


  Ahora me conozco un poco más, y aunque quizá en ocasiones no esté completamente segura de lo que quiero para ciertos aspectos de mi vida, sí tengo la certeza y plena convicción de lo que no quiero. 

  Ya no soy la misma de antes. He sido víctima y también victimaria. He tenido que enfrentarme con el dolor de perder a alguien y he renacido de las cenizas. He tocado el amor con las palmas de mis manos, pero se me ha ido entre los dedos.


  Por eso, no quiero un novio. No deseo a un hombre al que le entregue mi alma y después se la lleve a pedazos. No estoy interesada en amores de medio tiempo, ni con fecha de vencimiento.

  Quiero un compañero de camino. Un hombre que, además de ser mi enamorado, también me acompañe en el sendero de vida que he decidido tomar. Y que para él yo sea la única mujer con la que anhela recorrer, día a día, todos sus caminos.

  Ya no quiero una relación frágil, inconstante, ni insegura, ya no estoy dispuesta a lidiar, ni gastar mi tiempo en relaciones falsas, inestables o sin compromiso… Sin futuro. No quiero a un hombre santo ni perfecto, porque yo no soy santa, ni mucho menos perfecta, y no busco serlo, pero… 


  Sí busco a un compañero de vida, y no precisamente un novio o amante, simplemente quiero a alguien que esté dispuesto a ser mi cómplice y a aventurarnos, volando juntos, más nunca amarrados.

  Que aunque no entienda mis cicatrices, las ame como cualquier otra peca o lunar de mi piel. Que sostenga mi mano, sin encadenar mi alma. Un valiente para afrontar cualquier adversidad que se nos presente.

   Un romántico y detallista, mas no cursi, ni irrealista. Alguien que a pesar de que yo me sienta como una chica “rara” él me considere única y especial, al menos para sus ojos.

  Qué no se enamore de mí solo por cómo me vea un viernes o sábado por la noche, sino de mi esencia y esa manía tan mía de soñar despierta y contemplar las cosas poco convencionales de la vida. 


 Alguien para quien sea yo su mejor amiga, y él para mí, mi mejor amigo, quien me rete intelectualmente y me prenda físicamente, y podamos pasar horas y horas hablando de todo y nada, hasta que alguno de los dos nos venza el sueño.


   Quiero a alguien que me haga llorar de risa y no de tristeza, que no rompa mi corazón, y mejor rompa mis medias, que no lastime mi alma y mejor me lleve con dulzura y pasión a la cama. 

  Alguien en quien pueda confiar mi alma en sus brazos y mi cuerpo en sus manos, donde sus abrazos combinen perfecto con los míos y su aroma con mi piel.


  Un ser con quien pueda desenvolverme con tal autenticidad, que me vea con ojos de fascinación; como si quizá fuera magia.

   Alguien que no dude que siempre estaré ahí para él incondicionalmente, pero que tampoco lo dé por hecho, que no se atormente por mi pasado, que no lo cuestione, ni lo juzgue, y mejor apoye y disfrute nuestro presente, e imagine y motive nuestro futuro. 

  Que se enamore de mi lado oscuro, de todos esos demonios que no me dejan dormir, y altere los latidos de mi corazón, agite mi respiración, alimente mis sueños e ilusiones, revolucione mis neuronas y encienda mis pasiones; que su presencia me cautive y que sus palabras y caricias me enloquezcan.


   No quiero a alguien que cosa mis alas, ni repare mi alma, pues sería una encomienda egoísta que alguien ajeno a mí repare lo que yo misma causé, quiero a alguien que me complemente y no que me complete, porque yo misma me completo día a días, y además  estoy consiente de que nadie tiene la obligación de arreglar mis despojos, ni llenar mis propios vacíos.

  No quiero entregar mi corazón por una porción limitada de tiempo, con el temor de que, en cualquier momento, deje de latir y se resigne al dolor. No quiero que se lleven una parte de mí y me dejen un agujero en el pecho.

  No busco a alguien que me haga feliz, sino a alguien con quien compartir mi felicidad y perder la poca cordura que me queda.


Fuente: El perla negra

Link to Rincón de la Psicología 5 cuentos psicológicos para reflexionar sobre la vida

Rincón de la Psicología

Link to Rincón de la Psicología

Posted: 25 Jun 2018 02:00 AM PDT

A todos nos encantan las historias, no solo aquellas que nos hacen soñar sino también las historias para reflexionar que tocan nuestras fibras más sensibles. No es casualidad que desde hace siglos, los grandes líderes espirituales de las tribus recurrieran a cuentos sabios para hacer reflexionar al resto de la tribu. 

Milton Erickson, un psicólogo e hipnoterapeuta estadounidense, se dio cuenta del enorme poder que tenían las historias psicológicas y comenzó a aplicarlas en la hipnosis y la psicoterapia. Erickson se dio cuenta que las parábolas llegan a nuestro subconsciente, burlando las barreras de la mente consciente, de manera que pueden causar un cambio positivo más radical que el mejor discurso, por mucha lógica o bien hilvanado que esté. 

El poder de los cuentos de Psicología radica en que no intentan convencernos, por lo que no asumimos una actitud defensiva a priori sino que nos mostramos más recepceptivos, escuchamos su mensaje y luego reflexionamos sobre ello. 

Por eso, leer cuentos psicológicos también es una manera de prepararnos para la vida y de crecer emocionalmente ya que a veces nos permiten comprender de golpe, por insigth, dónde nos equivocamos y qué deberíamos hacer para desarrollar la paz interior. 

Historias psicológicas con sabios mensajes 


1. El peso de un vaso de agua 

Un psicólogo estaba desarrollando una sesión grupal cuando, de repente, levantó un vaso de agua. Todos esperaban la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” 

Sin embargo, preguntó: 

- ¿Cuánto pesa este vaso? 

Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo les respondió: 

- El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no representará un problema, pero si lo sostengo durante una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no ha cambiado, siempre es el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de soportar se vuelve. 

Moraleja: Este cuento psicológico nos recuerda que las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores y el resentimiento son como ese vaso de agua. Si pensamos en ellos un rato, no pasa nada. Si pensamos en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si pensamos en ellos durante toda la semana, acabaremos sintiéndonos paralizados e incapaces de hacer nada. Por eso, debemos aprender a dejar ir todo aquello que puede dañarnos. 

2. La roca en el camino 

En un reino lejano, una vez un rey colocó una gran roca en medio del camino principal que conducía al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver qué hacían sus súbditos cuando pasaban por allí. 

No tuvo que esperar mucho. Pronto pasaron algunos de los comerciantes más adinerados y cortesanos del reino, quienes se limitaron a rodear la roca. Muchos se quedaron un rato delante de la roca quejándose y culpando al rey por no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para retirar el obstáculo. 

Al cabo de un rato llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. Se quedó un momento observándola y luego colocó su carga en la tierra, al borde del camino. Intentó mover la roca solo con sus manos pero no pudo, así que usó un tronco para hacer palanca. Después de un gran esfuerzo, finalmente logró apartar la roca. 

Mientras se inclinaba para recoger su carga, encontró una bolsa, justo en el lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de oro y una nota del rey, indicando que se trataba de la recompensa para quien despejara el camino. 

Moraleja: Esta historia psicológica nos recuerda que los obstáculos superados suponen una oportunidad para crecer como personas y mejorar nuestra condición. Muchas veces los problemas son oportunidades para cambiar, para reflexionar sobre nuestras formas de hacer o incluso llamadas de atención. El resultado final dependerá de la manera en que los abordemos. 

3. El coleccionista de insultos 

Cerca de Tokio vivía un gran samurái que se dedicaba a enseñar el budismo a los jóvenes. Aunque tenía una edad avanzada, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario. 

Un día, un guerrero conocido por su falta de escrúpulos pasó por la casa del anciano samurái. Era famoso por provocar a sus adversarios y, cuando estos perdían la paciencia y cometían un error, contraatacaba. El joven guerrero jamás había perdido una batalla. 

Conocía la reputación del viejo samurai, por lo que quería derrotarlo y aumentar aún más su fama. Los discípulos del maestro se opusieron pero el anciano aceptó el desafío. 

Todos se encaminaron a la plaza de la ciudad, donde el joven guerrero empezó a provocar al viejo samurái: 

Le insultó y escupió en la cara. Durante varias horas hizo todo lo posible para que el samurái perdiera la compostura, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró. 

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones sin responder, sus discípulos le preguntaron: 

- ¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aunque pudiera perder en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros? 

El anciano les contestó: 

- Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo? 

- A quien intentó entregarlo, por supuesto - respondió uno de los discípulos. 

- Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – explicó el maestro - Cuando no los aceptas, siguen perteneciendo a quien los llevaba consigo. 

Moraleja: Este cuento psicológico nos enseña que debemos medir nuestras reacciones ya que cuando nos enfadamos o frustramos con los demás, en realidad lo que estamos haciendo es cediéndoles el control. Muchas personas se comportan como camiones de basura, dispuestas a dejar sus frustraciones e ira donde se lo permitan. 

4. El frasco de la vida 

Un profesor quería darle una enseñanza que animara a reflexionar a sus alumnos sobre la vida. De pie, frente a los jóvenes, sacó de debajo de la mesa un gran frasco y lo colocó sobre la mesa. Luego sacó una docena de pelotas de golf y empezó a colocarlas una por una dentro del frasco. 

Cuando el frasco estuvo lleno hasta el tope y no podía colocar más pelotas, le preguntó a sus estudiantes: 

- ¿Está lleno este frasco? 

Todos dijeron un sí rotundo. 

Entonces les preguntó: 

- ¿Estáis seguros? 

Y sacó de debajo de la mesa un cubo con piedras pequeñas. Las echó dentro del frasco y las movió, de manera que las piedras se fueran acomodando en el espacio vacío entre las pelotas de golf. 

Cuando terminó, volvió a preguntarles si el frasco estaba lleno. 

Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo en voz alta: “Probablemente no”. 

Muy bien contestó el expositor. Sacó de debajo de la mesa un cubo lleno de arena y empezó a echarlo en el jarro. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas.
Una vez más pregunto al grupo: ¿Está lleno este jarro? 

Esa vez, los estudiantes pensaron que sí estaría lleno, ¡era imposible meter nada más! 

Una vez más, el maestro sacó arena de debajo de la mesa y la vertió en el frasco, de manera que ocupara los espacios que habían dejado las piedras pequeñas. Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó: 

- ¿Cuál creen que es la enseñanza de esta pequeña demostración? 

Uno de los estudiantes levantó la mano y dijo: 

- La enseñanza es que no importa cuán lleno esté tu horario, si lo intentas, siempre podrás incluir más cosas. 

- ¡No! - replicó el expositor - la enseñanza es que si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en otro momento. 

Morajela: En la vida, como en el frasco, debemos preocuparnos por aquellas cosas o personas verdaderamente importante, que representan esas pelotas de golf. Si perdemos el tiempo en nimiedades o en proyectos que no nos reportan satisfacción ni son significativos, al final corremos el riesgo de no tener espacio para las cosas realmente importantes. 

5. El problema 

Un gran maestro zen se encargaba de enseñar a los jóvenes discípulos que habían llegado al monasterio. Cierto día el guardián del monasterio murió y había que sustituirlo. 

El maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a la persona que tendría ese honor. 

- Os presenntaré un problema - dijo- Aquel que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del monasterio. 

Trajo al centro de la sala un banco y colocó encima un enorme y hermoso florero de porcelana en el que se hallaba una preciosa rosa roja. 

- Este es el problema. 

Los discípulos contemplaron perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor... ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. 

Después de algunos minutos, un alumno se levanto, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación, lo retiró del banco y lo puso en el suelo. 

- Usted es el nuevo guardián - le dijo el gran maestro, y explicó- Fui muy claro, os dije que estábais delante de un problema. No importa cuán fascinantes o raros sean, los problemas deben ser resueltos. 

Moraleja: Este cuento psicológico nos advierte de los peligros de quedarnos atascados en la contemplación del problema, algo que ocurre a menudo en la vida cotidiana, cuando nos quedamos rumiando sobre la situación a resolver, aplazando la solución, muchas veces por miedo. En su lugar, solo debemos aprender a afrontarlos. Debemos recordar que muchas veces el peso de los problemas irresueltos es peor que las consecuencias del mismo.

EL BUSCADOR


RECETA - Flan de Naranja con Fresas




Este flan queda super suave, con un rico sabor. Fácil de preparar y queda delicioso. Estoy segura de que os va ha gustar!!!!



1 sobre y medio de preparado de flan Potax =(48 gr), se puede hacer con otro preparado de flan.

3 cucharadas de azúcar ( o al gusto)

250 ml leche entera

150 ml de zumo de naranja natural

La ralladura de una naranja

Caramelo liquido

Decoración:

Unas fresas

Hojas de hierbabuena



Yo he utilizado un molde rectangular con capacidad para 500 ml.
Vaciar el contenido del sobre de preparado en un recipiente seco. (este preparado no lleva el azúcar incorporado). Poner en un cazo la leche con las tres cucharadas de azúcar, el zumo y la ralladura de naranja, mezclar hasta que se disuelva. Poner a fuego lento sin parar de remover con unas varillas hasta que comience a hervir.

Verter inmediatamente en el molde que vallamos a utilizar, que previamente habremos bañado con el caramelo líquido.


Dejamos templar a temperatura ambiente. Después pasamos al frigo unas 6 horas. A mi me gusta dejarlo de un día para otro.

Sacamos y adornamos con las fresas y hojas de hierbabuena. 

Y ahora toca disfrutar este fácil y delicioso flan. Deseo que os guste!!!!

La casa pequeña: Una parábola para ver la vida con otros ojos

Posted: 21 Jun 2018 05:25 PM PDT

Un hombre, agobiado por la difícil situación en la que vivía, acudió a un rabino para pedirle consejo.



  – Rabino, mi casa es muy pequeña. Vivo con mi mujer, mis hijos y mis suegros en una habitación, por lo que nos estorbamos unos a otros. Nos pasamos el día gritándonos. No sé qué hacer – le dijo con tono desesperado.

  El rabino le preguntó si tenía una vaca. El hombre le respondió que sí, por lo que le aconsejó que la metiera también dentro de la casa.

   El hombre se quedó perplejo con el consejo del rabino pero lo siguió al pie de la letra, por lo que una semana más tarde regresó quejándose de que la convivencia era mucho más desagradable que antes.


  – Mete también en casa a tus dos cabras - le aconsejó el rabino.

 Una vez más, el hombre siguió el consejo, pero volvió de nuevo explicando que la situación había empeorado.

  El rabino le preguntó qué otros animales tenía. Cuando el hombre le respondió que sólo tenía un perro y algunas gallinas, el rabino le dijo que los metiera también en casa y volviera a la semana siguiente.

  Desconcertado, el hombre regresó a su casa y siguió el consejo del rabino pero esta vez, cuando volvió, estaba fuera de sí.

   ¡Esto es insoportable! Tengo que hacer algo o me volveré loco. ¡Por favor, ayúdeme!

  – Escucha con atención: coge la vaca y llévala al establo, saca las cabras al corral, deja al perro fuera de casa y devuelve las gallinas al gallinero. Y dentro de unos días ven de nuevo a verme. Cuando volvió, el hombre estaba eufórico.

  – ¡Ah, rabino! Ahora en casa hay mucho más espacio, solo están mi mujer, mis hijos y mis suegros. ¡Vaya mejora!

  Hay situaciones difíciles de tolerar. No cabe dudas. Pero la mayoría de las veces, somos nosotros quienes perdemos la perspectiva y añadimos más presión a una realidad que no es tan mala como la dibujamos. 

 A veces, necesitamos que las cosas empeoren para valorar lo que teníamos, como le ocurrió al hombre de la historia. El problema es que no siempre es posible volver atrás.


La adaptación hedonista, o por qué no valoramos lo que tenemos


   La adaptación es un mecanismo que nos permite sobrevivir incluso en las condiciones más adversas. Cuando nuestro entorno cambia, desplegamos una serie de recursos que nos permiten adaptarnos a las nuevas circunstancias.

  Esa es la razón por la cual logramos superar la muerte de una persona querida o una pérdida importante.

  Sin embargo, también nos adaptamos a los acontecimientos positivos. Nos adaptamos a las situaciones que producen placer y alegría, hasta el punto en que dejamos de valorarlas y estas dejan de producirnos satisfacción.


  Es lo que se conoce como adaptación hedonista. Con el paso del tiempo, la alegría y la excitación que despertaron algunas situaciones desaparece, pierden su novedad y las comenzamos a dar por sentadas.

  El problema de la adaptación hedonista es que, si no nos mantenemos atentos, caeremos en un bucle infinito de necesidades insatisfechas pues siempre desearemos más. 

  Apenas alcanzamos una meta, nos parece insuficiente y disfrutamos muy poco de lo que hemos logrado porque ya tenemos la vista puesta en la próxima meta. De hecho, Napoleón Bonaparte dijo que "la ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza".

  Esa es la razón por la que muchas personas no se sienten satisfechas, aunque aparentemente tengan todo lo que necesitan para ser felices.


La gratitud como vía para alcanzar la felicidad


  En la parábola, las circunstancias en las que vivía el hombre no cambiaron, lo que cambió radicalmente fue su manera de ver la realidad. Eso no significa resignarse y llevar una vida amargada. 

 Tampoco significa renunciar a nuestros sueños. Tan solo significa ser capaces de ver el lado positivo de la situación en la que nos encontramos y experimentar la gratitud.

  Desde hace siglos, el budismo afirma que la clave de la felicidad y la paz interior es la gratitud. Ahora diferentes experimentos psicológicos lo han comprobado. 

 Psicólogos de la Universidad de California y Miami, por ejemplo, reclutaron a 192 personas y las dividieron en tres grupos: a unas les pidieron que escribieran aquellas cosas por las que se habían sentido agradecidos a lo largo de la semana, otros debían apuntar las cosas que los molestaron y otros simplemente debían llevar un diario de los sucesos positivos y negativos que les habían ocurrido.


  Al cabo de 10 semanas, quienes escribieron sobre la gratitud no solo reportaron sentirse más felices sino que también eran más optimistas y se sentían más satisfechos con sus vidas. Por si fuera poco, también visitaron menos al médico que el resto de las personas.

  El poder de la gratitud se debe a que convierte lo que tenemos en suficiente. En vez de centrarnos en lo que nos falta y ver únicamente las cosas negativas, aprendemos a enfocarnos en el lado positivo y valoramos mucho más lo que tenemos. 

 Aunque somos conscientes de que hay un margen de mejora, somos capaces de ver la vida desde una perspectiva más positiva que nos ayuda a tolerar mejor lo que nos molesta.

  Ese cambio de perspectiva no conduce al estancamiento sino que nos permite vivir mejor la vida que tenemos, hasta que podamos hacer los cambios que deseamos.

  Eso significa perseguir tus metas pero no hipotecar tu vida a ellas y, sobre todo, no dejar que tu felicidad dependa de un futuro escurridizo.


McCullough, M. E. & Emmons, R. A. (2003) Counting Blessings Versus Burdens: An Experimental Investigation of Gratitude and Subjective Well-Being in Daily Life. Journal of Personality and Social Psychology; 84(2): 377–389.