MAPA DE VISITAS

QUE LIBRO SE PUBLICO EL AÑO EN QUE NACISTE


Los libros son una ventana a nuevos universos, a diferentes formas de comprender la vida y a aventuras increíbles. También demuestran las preocupaciones de la sociedad y son un reflejo de la cultura en la que han nacido y crecido sus autores ya que por mucho que lo intenten, no pueden desprenderse del influjo de su época. 

Por eso, en esta ocasión os propongo emprender un viaje al pasado, exactamente al año de vuestro nacimiento, para conocer un poco más sobre el contexto literario que se estaba cociendo mientras abríais los ojos al mundo. 

Esta maravillosa lista elaborada por Cultura Inquieta se basa en esos libros que marcaron un antes y un después en la literatura. Otros simplemente se convirtieron en grandes éxitos de venta, indicándonos los intereses de aquel momento. Otras obras fueron más allá y sentaron un precedente para cambiar la manera de pensar de toda una generación.

Si no los habéis leído, os invito a hacerlo siguiendo el consejo de Borges: “uno llega a ser grande no por lo que escribe, sino por lo que lee”.

Los libros más emblemáticos a lo largo de 50 años


Cada libro está acompañado por alguna frase que invita a la reflexión, algunas de una dureza o clarividencia increíbles, pero si no conocéis la obra, haciendo clic en el título podréis encontrar un resumen de la misma.
1950. Crónicas marcianas, de Ray Bradbury

“Los hombres de Marte comprendieron que si querían sobrevivir tenían que dejar de preguntarse de una vez por todas: ¿Para qué vivir? La respuesta era la vida misma.” 

1951. Bestiario, de Julio Cortázar

“Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota de ritmo que nos ayuda a vivir”.

1952. El truco de los espejos, de Agatha Christie

"La psiquiatría se impuso durante la guerra. Lo único bueno que salió de ella."

1953. Casino Royale, de Ian Fleming

"¿Por qué la gente que no admite consejos siempre intenta darlos?"

1954. Lagar, de Gabriela Mistral

"La bailarina ahora está danzando, la danza del perder cuanto tenía."

1955. Aullido, de Allen Ginsberg

"He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos…"

1956. Crítica de la razón dialéctica, de Jean-Paul Sartre

"La conciencia se piensa a sí misma."

1957. El chivo expiatorio, de Daphne du Maurier

"Yo siempre espero que la gente se convide ella misma. La vida es muy corta para mandar invitaciones."

1958. Principiantes, de Colin MacInnes

"Quizá sea porque Dido esté en decadencia, o porque lo esté el diario, o simplemente porque estos días todo cae en los planos regazos de los reyes de la aleluya."
1959. Primera Memoria, de Ana María Matute

"Detente ahí, éste es mi mundo. Detente, ésta es la puerta privada de mi reino."

1960. Matar un ruiseñor, de Harper Lee

"Nunca conoces realmente a una persona hasta que no has llevado sus zapatos y has caminado con ellos."


1961. Trampa 22, de Joseph Heller

"No le disparan a usted. Disparan a todo el mundo. Quieren matar a todo el mundo."

1962. La naranja mecánica, de Anthony Burgess

"Es tan inhumano ser totalmente bueno como totalmente malvado."

1963. La insolación, de Carmen Laforet

"No nos gusta la guerra y al que le guste la guerra lo matamos."

1964. Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dahl

"No quiero para nada una persona mayor. Una persona mayor no me haría caso; no querría aprender. Intentaría hacer las cosas a su manera y no a la mía. De modo que necesito un niño."

1965. Ariel, de Sylvia Plath

"Morir es un arte, como cualquier otra cosa. Yo lo hago excepcionalmente bien."

1966. La madre, de Pearl S. Buck

"Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad".

1967. Cien años de soledad, de G. García Marquez

“El mundo habrá acabado de joderse -dijo entonces- el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.”

1968. Los ejércitos de la noche, de Norman Mailer

"La situación venía a ser como la de un muchacho a punto de saltar de un tejado a otro. Lo único que no debía hacerse era esperar…"

1969. Escritos de un viejo indecente, de Charles Bukowski

"Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado. Un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple."

1970. El informe de Brodie, de Jorge Luis Borges

"He sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola."

1971. Miedo y Asco en Las Vegas, de Hunter S. Thompson

"La sensación de victoria inevitable sobre las fuerzas del mal y de lo viejo. No de una forma mezquina o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente prevalecería."

1972. El muchacho persa, de Mary Renault

"Odiar la calidad es odiar a los dioses (...) Hay que saludarla en todas partes, entre pueblos desconocidos de remotos confines de la tierra; pero no hay que abaratarla jamás."

1973. Archipiélago Gulag, de A. Solzhenitsyn

"No tengo nada más que decir, y sin embargo me cuesta ceder el uso de la palabra. Mientras duren los debates, los acusados seguirán con vida. Pero cuando éstos terminen, terminarán sus vidas…"

1974. Abaddón el exterminador, de Ernesto Sabato

“Escribir al menos para eternizar algo: un amor, un acto de heroísmo como el de Marcelo, un éxtasis. Acceder a lo absoluto. O quizá necesario para gente como él, incapaz de esos actos absolutos de la pasión y el heroísmo…"

1975. El Origen, de Thomas Bernhard

"El suicidio y el pensamiento del suicidio son siempre la materia más científica, pero eso es incomprensible para una sociedad de mentiras."

1976. Entrevista con el vampiro, de Anne Rice

"La mayoría de nosotros preferimos ver morir a alguien que ser objeto de rudeza bajo nuestros techos. Es extraño, sí, pero muy cierto, te lo aseguro."

1977. La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa

“No les guardo rencor, estoy acostumbrado a la incomprensión de la gente. ¡Hasta siempre, señores!”

1978. El mundo según Garp, de John Irving

"Sólo se crece llegando al final de algo y empezando otra cosa.” 

1979. La historia interminable, de Michael Ende

"La fantasía no es una forma de evadirse de la realidad, sino un modo más agradable de acercarse a ella." 

1980. La conjura de los necios, John Kennedy Toole

"Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer.”

1981. De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver

“Creo que en el amor no somos más que principiantes.”

1982. La casa de los espíritus, de Isabel Allende

"Tenía la idea de que al poner nombre a los problemas, éstos se materializan y ya no es posible ignorarlos; en cambio, si se mantienen en el limbo de las palabras no dichas, pueden desaparecer solos, con el transcurso del tiempo. "

1983. La pianista, de Elfriede Jelinek

"El instinto de la manada siempre lleva a valorar muy alto lo mediocre."

1984. Neuromante, de William Gibson

"Sólo en determinados estados de ánimo, un individuo (...) llegaría a conocer los aspectos más dolorosos de la autoconciencia."

1985. El juego de Ender, de Orson Scott Card

“Puede que sea imposible disfrazarse con una identidad sin convertirse en lo que se finge ser.”

1986. Forrest Gump, de Winston Groom

"La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar."

1987. La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe

“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo, si pierde su alma?” 

1988. Los versos satánicos, de Salman Rushdie

"Algo andaba mal con la vida espiritual del planeta ... Demasiados demonios dentro de personas que aclamaban creer en Dios."

1989. Las edades de Lulú, de Almudena Grandes

"Él volvió a reclinarse contra el asiento, me miró, y yo me di cuenta de que el mundo se estaba viniendo abajo, el mundo se me estaba viniendo abajo."

1990. El buda de los suburbios, de Hanif Kureishi

"Creo que la felicidad sólo es posible si nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, nuestra intuición y nuestros deseos verdaderos."

1991. Maus, de Art Spiegelman

"De todos modos, las víctimas nunca podrán contar su versión de la historia, así que quizá sea mejor no contar más historias."

1992. El día que Nietzsche lloró, de Irvin D. Yalom

"Hay quienes no puede aflojar sus propias cadenas y sin embargo pueden liberar a sus amigos. Debes estar preparado para arder en tu propio fuego: ¿Cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas?"

1993. Trainspotting, de Irvine Welsh

“A veces pienso que la gente se hace yonqui, solo porque su subconsciente anhela un poco de silencio.” 

1994. Uno por dinero, de Janet Evanovich

"Hay hombres que entran el vida de una mujer y se la arruinan para siempre."

1995. Alta fidelidad, de Nick Hornby

"Las personas más desgraciadas que yo he conocido, románticamente hablando, son las que tienen un desarrollado gusto por la música pop."

1996. El Club de la lucha, de Chuck Palahniuk 

"Desempeñas trabajos que odias para comprar cosas que no necesitas."

1997. Harry Potter y la piedra filosofal, de J.K Rowling

"Hay muchos tipos de valentía. Hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos."

1998. Las partículas elementales, de Michel Houellebecq

"Una mentira es útil cuando permite transformar la realidad, pensó; pero cuando la transformación fracasa sólo queda la mentira, la amargura y la conciencia de la mentira."

1999. Melocotones helados, de Espido Freire

"Si tienes que irte, tienes que irte. Pero todos tenemos problemas. Todos vivimos situaciones difíciles. Sólo que unos nos enfrentamos a ellas, y otros nos escondemos."

2000. Ángeles y Demonios, de Dan Brown

"El miedo incapacita con mayor rapidez que ningún instrumento de guerra."

LA SERENIDAD


MUSICA - BALADAS DE LOS AÑOS 80 Y 90


LA SERENIDAD


¿Cómo nos afecta el miedo a decidir?


 Julia Marquez Arrico 7, Junio 2017 en Psicología2283 compartidos
Mujer mirando al mar sentada en una escalera
Pocos miedos están tan extendidos y son tan compartidos como el miedo a decidir. Decidir es una tarea en la que supuestamente somos expertos, decidimos cada día y a cada momento. Sin embargo, en algunas ocasiones nos vemos bloqueados y no sabemos qué opción escoger.
La incapacidad para tomar una decisión, puede ser vivida por personas de diferentes culturas, profesiones, estudios y niveles socioeconómicos. Vivimos en una sociedad cargada de información, conocimientos y que pone a nuestra disposición y permite una gran variedad de opciones para (casi) todo.
Por otro lado y en un primer momento, podemos pensar que contar con diferentes fuentes de información y opciones podría facilitarnos la toma de decisiones. Sin embargo, muchas veces es el contar con tantas opciones lo que hace difícil la tarea de decidir y nos conduce al bloqueo.
Una de las causas más frecuentes para ese bloqueo, sino la que más, en la toma de decisiones es una emoción: el miedo a decidir. Podemos sentirnos bloqueados, por ejemplo, ante la duda de si seguir con nuestra pareja o separarnos, cambiar de profesión o trabajo, tener hijos, escoger una carrera, etc.
Frente a situaciones importantes de nuestra vida o decisiones que no son reversibles, el miedo a decidir puede ser muy potente. Puede llevarnos a aplazar la decisión, con la incubación del malestar que esto supone. Es decir, si no sé qué hacer o qué camino seguir, dejo la decisión para más adelante. Podemos hacerlo con la esperanza de que aparezca una información nueva que nos dé seguridad o que sea el propio paso del tiempo el que selle algunas de las opciones que más nos bloquean. Como vemos el miedo a decidir influye en nuestra vida bastante.
El miedo a decidir puede adoptar diferentes formas, las cuales, a su vez, desencadenan diferentes problemas o síntomas de malestar emocional.
 Compartir
miedo a decidir

El miedo a equivocarnos

Este miedo podría decirse que es el más frecuente. Cuanto más importante sea la decisión, mayor tiende a ser el miedo a equivocarse. Hablamos de un miedo que tiene una función adaptativa muy importante: actuar con cautela y protegernos a nosotros y a los demás. Percibimos un gran precipicio y nos decidimos.
El miedo a equivocarse es un tipo miedo vinculado a la responsabilidad que tenemos sobre una elección. Nos hace reflexionar y valorar las posibles opciones antes de tomar una decisión. Es un miedo que está muy presente en situaciones que implica un cambio que es difícil o imposible de revertir y cuyas consecuencias vana ser importantes.
Algunas personas también pueden experimentar un fuerte miedo a decidir en situaciones que son reversibles y de importancia baja o media, e incluso experimentan un nivel de ansiedad elevado. Suelen ser personas muy raciones y que solo siguen las directrices de su intuición en casos muy contados.

Las consecuencias del miedo a equivocarnos

Sentir miedo ante la posibilidad de no escoger el camino correcto puede incapacitarnos. Nos puede conducir a un estado de indecisión sostenido, a tiempos de reacción prolongados y a la búsqueda exhaustiva de información externa respecto a qué decisión es mejor tomar.
Una de los principales derivaciones del miedo a equivocarse es la búsqueda de la información o conclusión definitiva. Es decir, experimentamos la falsa creencia de que pensando y pensando llegaremos a una conclusión segura y certera que terminará con el riesgo de meter la pata.
Un miedo intenso a equivocarse puede ocasionar lo que en psicología se llama “duda patológica”. La duda patológica se caracteriza por una búsqueda obsesiva de la certeza absoluta, la cual es reforzada por una compulsión mental que se expresa a través del planteamiento constante de dudas.

El miedo a no estar a la altura

En este caso, nos referimos a situaciones en las que la persona tiene bastante claro qué decisión quiere tomar, pero duda respecto a si podrá lidiar con los efectos o consecuencias de esa decisión. Por ejemplo, una persona que tiene que decidir si hacer o no una presentación en un congreso puede terminar declinando la invitación por este miedo precisamente, el de no estar a la altura de los demás ponentes, de las expectativas de los demás o de las suyas propias.
El miedo a no estar a la altura puede llevarnos a evitar roles de responsabilidad, concentrarnos en tomar decisiones de poca importancia y delegar en los demás aquellas decisiones más relevantes o de mayor peso. Los problemas que genera este miedo suelen estar relacionados con un sentimiento de escasa valía personal o baja autoestima.
Además, el miedo a no estar a la altura puede llevarnos a dejar pasar oportunidades por sentir que no estamos lo suficientemente preparados para las exigencias de la situación. Hablamos de un miedo que nos mantiene dentro de nuestra zona de confort y limita nuestro crecimiento personal. Por tanto, una forma efectiva de superar el miedo a no estar a la altura es trabajar para la mejora de nuestra autoestima.

El miedo a no tener el control o a perderlo

Este miedo aparece en aquellas personas con una alta necesidad de control. Si una persona con alta necesidad de control percibe que no todo lo que implica la decisión está bajo su mando, el proceso de toma de decisiones queda paralizado. Por ejemplo, muchas personas terminan rechazando un trabajo que implica proyectos en grupo por este motivo.
Gestionar la necesidad de controlarlo todo o relacionarnos con un fanático del control puede ser un desafío bastante estresante, ya que se trata de una necesidad muy poderosa. En casos extremos, la necesidad de control se observa en personas con Trastorno de Personalidad Obsesivo-Compulsiva.

¿Cómo identificar el miedo a perder el control?

El miedo a no tener el control o a perderlo puede observarse tanto durante el proceso de la toma de decisiones como en el momento de afrontar las consecuencias de la decisión. Los efectos de este miedo durante el proceso de toma de decisiones suelen ser:
  • La persona tiene que revisar toda la información disponible antes de decidir.
  • Se requiere de un tiempo indefinido para pensar en la decisión.
  • Se analiza una y otra vez cuáles son los pros y contras de las posibles opciones.
También podemos observar el miedo a perder el control cuando la decisión implica un cambio en la capacidad de control que la persona tiene. Es decir, controlamos la toma de decisiones, pero la opción que queremos escoger implica que cedamos parte de nuestro control. Proponernos dejar de controlar los resultados de algunas rutinas puede ser una buena forma de comenzar a perder este miedo.

Miedo al rechazo social

Sentirse querido, respetado y aceptado es una de las necesidades básicas del ser humano. El miedo al rechazo social es muy frecuente en situaciones en las que hay que tomar una decisión y todas las opciones posibles son, en cierto modo, perjudiciales.
Nos referimos a situaciones en las que escoger una opción lleva inevitablemente a desatender a una parte de mis necesidades o de las necesidades de los demás. Por ejemplo, situaciones estamos en posición de arbitrar en un enfrentamiento y tenemos que tomar una decisión a favor o en contra de las partes implicadas.

Problemas que genera el miedo al rechazo social

El miedo al rechazo social genera diferentes problemas, como la toma de decisiones basadas en la aprobación de los demás y no en las necesidades personales. En lugar de escoger aquello que nos haría más felices o sería más beneficioso, cuando tenemos miedo al rechazo social, escogemos aquello que les gustaría a los demás o que proyecta una mejor imagen de nosotros.
Para trabajar el miedo al rechazo social, pueden utilizarse técnicas de las Terapia de Tercera Generación, como por ejemplo de la Terapia de Aceptación y Compromiso. Estas técnicas orientan a la persona a aceptar ciertos aspectos de su vida y pensamientos que no puede cambiar y le ayudan a tomar decisiones según sus valores y necesidades personales.
Recuerda que tomar decisiones es una tarea a la que no puedes renunciar ni delegar. Ellas son tu timón y las que van a decidir tu futuro y te hacen responsable de él. En el caso de que sea alguno de los miedos descritos el que te paraliza siempre puedes consultar con un profesional.