MAPA DE VISITAS

Receta - Pastel de pasas


Opinión de los internautas
(1 votar)
Pastel de pasas
Origen de la receta:  Francesa
Adecuado para niños
Tipo de cocción:  horno
 
Tiempo de preparación: 20 minutos
Tiempo de cocción: 30 minutos
 
Ingredientes (6 personas):


Preparación: 

1. Precalentar el horno a 180°C
2. Mezclar en un recipiente mantequilla o margarina con azúcar
3. Añadir los huevos uno a uno y batir durante un rato
4. Añadir la harina y la sal batiendo constantemente
5. Añadir las pasas (se pueden utilizar también grosellas frescas o congeladas)
6. Verter toda la mezcla en un molde
7. Introducir el molde en el horno durante 30 mn
8. Espolvorear con azúcar glas cuando el pastel esté frío.

Relájate y disfruta


KRNOS

¿Por qué no dejas ya de preocuparte por lo que pasó, o por lo que vendrá?
Disfruta cada momento del presente, respira y déjate llevar. 

Cada instante es mágico
Deja de cerrarte a todo aquello bueno que la vida te ha preparado. Abre los brazos, yergue tu pecho, acepta que puedes llegar a ser tan feliz como quieras serlo. Deja a un lado ese camino de pesares. ¡Avigdor disfruta! Kronos, Ana Sabater.
¿Dónde estás? Aquí.
¿Qué hora es? Ahora.
¿Qué eres? Este momento.
Película: El Guerrero Pacífico.
Hemos llegado a un punto en el camino y miramos hacia atrás. Nuestra espalda está llena de cicatrices. Nos han dolido tantas cosas y hemos sufrido para llegar hasta aquí. Ha llegado el momento de abrirse al goce.
El instante es lo único que tenemos, no dejemos de vivirlo pensando que vendrá un futuro que lo sustituirá y ahí realmente seremos felices. Porque nuestro pasado, nuestro futuro y nuestro presente es este instante en el que estamos en el aquí y en el ahora.
En demasiadas ocasiones creemos que los acontecimientos de nuestra vida no han sido demasiado afortunados, que las cosas no sucedieron como esperábamos, pero se grabaron en nuestro archivo personal, han ocurrido y las necesitábamos para llegar a este instante.
Vivimos en el mundo del tiempo, sin agradecer, abrumándonos con el peso de nuestro día a día. Así nos enfrentamos a una rutina que parece no desenvolverse de la manera en la que pensamos que debiera ser. Nos aferramos a un pasado que contiene lamentos en un tiempo condicional de los pesares por lo no hecho, y nos reflejamos en la promesa de un futuro de mejoramiento. Mientras saltamos sobre el instante presente, lo infravaloramos como aquello que pasa circunstancialmente y que requiere de ajustes que se darán reales en un futuro imposible pero que vemos como el desencadenante de lo que buscamos. No es cierto. No saltemos sobre el hoy porque él será el ayer y el mañana. Porque aunque estemos acostumbrados a no ser, sino a dejarnos llevar, sí tenemos el poder de hacerlo.
No nos sintamos más culpables, todo es un juego, un papel que representamos en la película de nuestra existencia. Elijamos ser el protagonista al que le ocurren cosas estupendas. Vivamos con plenitud este momento en el que abrimos los brazos, respiramos hondo, y somos uno con el ahora.
¿Por qué nos aferramos a las cosas que no nos definen?
Nuestra vida se configura como un holograma en el que cada cosa tiene su lugar y todo forma parte de todo. Pero es una proyección irreal porque nosotros determinamos lo que allí ha de aparecer. Somos los maestros constructores de nuestra propia realidad.
¿Cómo se lleva esto a la práctica en una rutina que creemos demasiado abrumadora? Cada minuto es una prueba para estar aquí, para disfrutarlo, para sentirlo. La teoría la conocemos, el llevarla a cabo es nuestro reto. Solo sintiéndonos los actores principales podremos ser lo que queramos ser.
El goce de ser por ser, ese preciso momento en el que no eres más ni lo ansias, sino que lo único que hay es la esencia pura del aquí y ahora.
Alarga tus manos hacia el sol y deja que sus rayos inunden tu cuerpo, cierra los párpados y deja que el aire penetre en ti. Fluye como el agua, y déjate llevar por el viento que te mece como una hoja voladora. Sólo eso. Sin más.
El protagonista de la novela Kronos de Ana Sabater, un personaje llamado Avigdor Bassi está atormentado porque su vida no ha sido lo que él pretendía, incluso intenta un suicidio frustrado. Hijo de un padre maltratador y de una madre maltratada cree no merecer el disfrute. Se aferra a un camino de sufrimiento y pérdida. Hasta que llega a  un momento en su vida en el que es consciente de que esto no le conduce a encontrar lo que desea. Tiene que cambiarel sendero que transita. Vivir el presente porque el tiempo no existe, es una ilusión. Deja de aferrarse al pasado y abandona la proyección de futuro. Solo es hoy y ahora. Solo eso. Y en ese ahora está la elección del deleite de cada momento. Del fluir feliz hacia sus sueños. Es entonces cuando su búsqueda tiene un inicio hacia un encuentro.
La vida es eso que pasa mientras tú te quejas.
Despierta. Es la hora. ¿Y tú que quieres ser?

En la vida hay que ser humilde

Destacado

    En la vida hay que ser humilde© Depositphotos.com/Macniak
    “En la vida hay que ser humilde”. ¿Cuántas veces hemos oído esta frase?
    Lo que trata de explicar es que no debemos olvidar de dónde venimos ni lo que cuestan las cosas; también indica que conviene tener en cuenta a los demás y poner los pies en la tierra para no fantasear con delirios de grandeza.
    Ser humilde implica conocer, reconocer y aceptar nuestras debilidades, limitaciones y defectos, que van de la mano de nuestras capacidades, aspiraciones, retos, propósitos e intenciones. En definitiva, tener un conocimiento realista y no sesgado de los que somos. Conocernos de tal manera que no exageremos lo que no tenemos.

    El valor de la humildad

    “Humildad” es un término que proviene del latín humilitas, y éste, a su vez, de la raíz humus, relacionado con las partes “bajas” de la tierra, lo que favorece la fertilidad.
    Valores-Humildad3jpg

    En la madre naturaleza, el humus
    1.- Da consistencia a los suelos. La humildad es la base para construirnos como personas y evolucionar sobre pilares fuertes.
    2.- Hace más sencillo labrar la tierra, porque mejora las propiedades físicas del suelo. Nos permite conectar con nuestro yo y con nuestra esencia y así evaluar nuestro margen de maniobra y poder mejorar.
    3.- Desintoxica los suelos. La humildad nos aleja del egocentrismo humano, evitando que el mundo gire en torno a uno mismo.
    4.- Evita la formación de costras y la compactación. Nosotros también podemos evitar reacciones a la defensiva y críticas destructivas e injustificadas que dificultan las relaciones personales y la consecución de nuestros objetivos.
    5.- Ayuda a la retención y al drenado del agua. Educándonos en este valor podemos valorar y compartir los logros fruto del trabajo y el esfuerzo, valorando los apoyos y promoviendo la ayuda mutua.
    6.- Incrementa la porosidad del suelo. Debemos trabajar para ser flexibles y receptivos a nuevas ideas, propuestas y colaboraciones, y a compartir y valorar el trabajo ajeno.
    7.- Facilita la toma de nutrientes.Siendo personas humildes podemos relacionar, disfrutar y compartir las inteligencias  de las personas que nos rodean, ayudándonos a crecer como personas y profesionales.
    8.- Ayuda a conservar las hojas verdes. Las personas humildes conservan cosas buenas y se rodean de gente que disfruta de su compañía porque llenan de sencillez sus vidas.
    9.- Estimula las cosechas. La humildad promueve nuevos logros reconocidos, valorados y disfrutados sanamente por uno mismo y los demás.
    10.- Controla la salud y el metabolismo de la planta. Siendo humildes estamos en equilibrio con nosotros y con lo que nos rodea.
    Con todo esto podemos hacer un símil: el humus es al árbol lo que la humildad a la persona. Sin olvidar que antes de las hojas, flores o frutos que se ven, somos semillas y raíces.
    No se trata de aceptar las debilidades y limitaciones y estancarse. Tampoco se trata de obviarlas y actuar como si no existieran. Ser humilde es entender que vivimos en continuo proceso y cambio y que siempre se aprende de todo y de todos. Que, conociéndonos, somos capaces de trabajar esos límites y debilidades y avanzar.
    Creer que lo sabes todo te cierra las puertas a tu evolución personal y profesional y te distancia de las personas.

    La humildad nos permite silenciar nuestras virtudes, permitiendo que los demás descubran las suyas.
    Clay Newman

    ¿Cómo reconocer a una persona poco humilde?

    Valores-Humildad2
    1.- Aquellos que carecen de humildad suelen creer que saben todo de todo y escuchan poco y hablan mucho, convirtiendo las supuestas conversaciones en monólogos. Les encanta escucharse.
    2.- Confunden la humildad con ser blando y piensan que los demás se aprovecharán de ellos, por lo que están a la defensiva.
    3.- Se cierran a su propio proceso evolutivo y, con ello, al cambio, porque consideran que viven en el top de su vida personal y profesional.
    4.- Su empatía es pobre y no miden las consecuencias de sus palabras en los demás. Dañan la autoestima de otros, unas veces con intención y otras sin ella, dificultando la conexión con las personas.
    5.- Se creen autosuficientes y les cuesta trabajar en equipo. No ven en los demás la suma, sino que molestan o entorpecen su camino.
    6.- Suelen moverse por el interés, siempre pensando en los beneficios que les pueden aportar los demás en sus objetivos.
    7.- Son poco agradecidas a las aportaciones o ayudas y la restan importancia de esa aportación a sus logros. Así que se atribuyen los éxitos que son trabajados en equipo directa o indirectamente. Interpretan que dar las gracias es ser menos.
    8.- Magnifican, por otro lado, sus aportaciones, y guardan constantemente en la recámara la frase “si no fuera por mí…”.
    9.- Tapan sus errores, los justifican o hacen responsables a los demás; la cuestión es echar balones fuera. Viven a la defensiva y preparan sus futuros discursos e historias de forma que favorezcan su interés.  
    Entonar el mea culpa es algo que sólo harán en una situación extrema o por interés. En ocasiones actúan como si nada hubiera pasado, pensando que el tiempo todo lo cura. Pedir perdón y perdonar es tabú para ellos.
    10.- Les cuesta reconocer la valía de los demás e incluso se permiten perjudicarles con tal de mantenerse en su supuesto mundo perfecto. Parecen un yoyó, siempre con su “yo… yo… yo…” al inicio de sus frases.
    11.- Ante las correcciones o sugerencias, se ponen a la defensiva o hacen oídos sordos.
    12.- No piden opinión para nada porque creen no necesitarla.
    13.- Son egocéntricos: creen que todo gira a su alrededor. No tienen en cuenta las circunstancias de los demás, así que su presencia suele incomodar.
    14.- Suelen ser orgullosos, prepotentes, vanidosos, inflexibles; discuten, imponen su opinión y necesitan que les den la razón.

    Beneficios de la humildad

    La humildad te da libertad, tranquilidad; siendo humilde te liberas de la costumbre actual de ser comparado; te permite cuestionar lo que hasta ahora te tomabas al pie de la letra; te otorga capacidad de escucha sin estar a la defensiva; te permite ser mejor persona y dormir tranquilo.
    En definitiva, la humildad te permite VIVIR (con mayúsculas) en tu entrono personal, social, laboral y deportivo.
    No decimos que no trabajes tus éxitos y tus objetivos y que no te esfuerces para superar tus límites y los compartas por el orgullo personal que te suponen, incluso que los celebres. Pero hazlo siempre con humildad. La humildad es ese freno que permitirá que no descarriles en tu viaje.
    No olvides educar en el perdón y la gratitud con el ejemplo, porque son los pilares de la humildad. Reconoce y valora si te piden perdón o te dan las gracias, porque animas a que lo hagan de nuevo.

    Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.
    Antonio Porchia

    AMORES QUE CREAN, AMORES SANOS.....


    Posted: 06 May 2015 12:27 AM PDT



    El verdadero propósito de la pareja no es “estar juntos”, sino “crear juntos”.

    Más importante que él o ella, la verdadera atención debería centrarse en nosotros mismos al momento de entrar en una relación. ¿Quién es él/la que está entrando en esta relación? ¿Estoy satisfecho conmigo mismo? ¿Puedo tolerar, o mejor aún, disfrutar, mi propia compañía?

    El hombre o mujer con quien formamos pareja no tiene el deber de amarnos, ni de sanarnos. No se puede entrar en una relación para sentirnos realizados, ni completos. Una relación que tiene como principio ser un paliativo para la propia soledad, frustración o desamor está condenada al fracaso.

    Una persona que persigue al amor de su vida creyendo que este le dará lo que no puede darse a si mismo/a va derecho a una fatal decepción. Nadie puede darte lo que no te das a ti mismo/a. 

    Quien ve en su pareja su escape, o un terapeuta, poco a poco se condena al agotamiento, ya que no “consigue lo que quiere” de su ser amado.

    El verdadero propósito de la pareja ni siquiera es “estar juntos”, sino “crear juntos”. Una pareja que no crea va en contra del impulso del Universo. Una pareja es creadora de vida, actos, obras. Pueden ser hijos, cuentos, libros, cuadros, poesía, canciones, empresas, negocios.

    En conjunto somos distintos. En una pareja son 3: Tú, Yo, y la Relación. 

    La relación se convierte en un ser por sí misma. Un ser que no tiene porque invadir los caminos y mundos propios de cada individuo que la integra. Una pareja sana respeta mutuamente el espacio del otro. Mi espacio interior es sagrado, tan sagrado como el tuyo.

    Yo Soy, satisfecho conmigo mismo, Tu Eres, satisfecha contigo misma. En la medida que esto sea así, creamos juntos.


    Por Nicolás Tamayo.

    Los puentes de Madison

    Puentes de Madison


    Los viejos sueños eran buenos. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido

    -No quiero necesitarte. 
    -¿Por qué?
    -Porque no puedo tenerte
    Francesca Johnson lleva una vida tranquila en una granja junto a su marido y sus hijos. Tras la marcha de su familia a una feria, Francesca se queda sola en la casa. Un día recibe la inesperada visita de Robert Kincaid, un fotógrafo de National Geographic que está visitando el condado de Madison,Iowa, por motivos profesionales, ya que debe fotografiar los viejos puentes del lugar.
    El amor y la admiración mutua no tardarán en despertar la pasión escondida de sus corazones.
    La obra de Clint Eastwood (“El jinete pálido”, “Cazador blanco, corazón negro”) sorprendió a propios y extraños. El actor y director nacido en San Francisco tenía acostumbrado regalar al respetable toneladas de buen cine de acción; ya sea como intérprete, con la “Trilogía del dólar” como principal referente (“Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”) o con magistrales títulos dirigidos por el californiano, como “Infierno de cobardes”, “Bird” y “Sin perdón”. Pero en 1995 Eastwood decidió cambiar de género.
    Cambió el revolver por un ramo de flores y una extraordinaria sonrisa y, de la mano de una inconmensurable Meryl Streep, dio en el clavo.
    La tesitura que plantea el film es más que interesante ya que está, y estará siempre, de actualidad; la protagonista es una mujer casada, buena esposa, buena madre y cariñosa, pero que lleva una vida anodina.
    Un día conoce a un hombre tan atractivo como interesante y la duda surge: ¿Merece la pena traicionar la confianza de tu pareja por un episodio aislado de ensoñación?
    Todos hemos tenido a lo largo de nuestra vida situaciones en los que nuestra fuerza devoluntad ha sido sometida a un duro examen. Es inevitable que nos sintamos atraídos alguna vez por otras personas, ya sea por su personalidad, por su físico, etc. Si, como en el caso de la protagonista, llevamos una vida aburrida, sin color, nuestra capacidad para reflejar en alguien nuestro hastío es más probable.
    Puede que veamos en otro hombre, o en otra mujer, todo lo que nosotros deseamos ser o tener. El principal detonante es la inseguridad y el aburrimiento.
    Por supuesto que existe otro factor: la “otra persona”, la segunda mitad de nuestra pareja. Si nos sentimos abandonados y menospreciados lo más normal es que, tarde o temprano, busquemos fuera de nuestra relación aquello que anhelamos todos: reconocimiento.
    Por el contrario, si nuestra mujer o novia, o nuestro marido o novio, nos corresponden como queremos y como creemos que nos merecemos, el buscar en otros lo que no tenemos puede ser fruto de nuestro egoísmo. Se trata de un hecho que parte de nuestra capacidad innata de estar disconformes con todo aquello que nos rodea, por muy bueno que sea.
    ¿Somos malas personas si sucumbimos ante las fauces del engaño? No necesariamente. Todos cometemos errores de toda índole. Lo que sí es preocupante es la reincidencia en este tipo de acciones. Si repetimos actos de engaño y traición sólo quiere decir una cosa: somos mentirosos y traidores.
    Además, a nosotros no nos gusta que nuestra pareja sea infiel, por lo que ¿Por qué deberíamos cometer actos que odiamos que nos hagan a nosotros? Pues porque puede que seamos, la sociedad en general, unos hipócratas.

    ¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!






    10993458_10152787462338284_7786747265701857568_o

    ¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!


    Esta es tu vida. Haz lo que amas, y hazlo a menudo. Si no te gusta algo, cámbialo. Si no te gusta tu trabajo, déjalo. Si no tienes tiempo suficiente, deja de ver la televisión. Si estás buscando el amor de tu vida, para; te estará esperando cuando estés haciendo cosas que realmente quieres.
    Para de analizarlo todo, la vida es simple. Todas las emociones son fantásticas. Cuando estés comiendo, aprecia cada bocado. Abre tu mente, brazos y corazón a cosas y gente nueva, estamos unidos por nuestras diferencias. Pregunta a la próxima persona que veas cuál es su pasión y comparte un sueño inspirador con ella.
    Viaja a menudo; perderte te ayudará. Algunas oportunidades sólo vienen una vez, aprovéchalas. La vida es la gente que conoces, y las cosas que creas con esas personas. Sal fuera y empieza a crear. La vida es corta. Vive tu sueño, lleva a cabo tu pasión.
    Manifiesto Holstee

    La vida es tan corta que no podemos esperar a que lo que queremos venga hacia nosotros, debemos de volar hacia ello. Porque al final lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.
    Hay una enorme diferencia entre conocer el camino y andarlo. Muchos conocemos o creemos conocer el camino que hemos de recorrer pero pocos disfrutamos de la experiencia de recorrerlo.
    Crece, estudia, encuentra al amor de tu vida, cásate, ten hijos, trabaja para sacarlos adelante, ten unos nietos maravillosos y espera a que tu vida se duerma. ¿De verdad esto es para todos? ¿De verdad que es lo que queremos?
    Me resulta complicado creerlo. Si preguntamos a un jugador cuál es la mejor forma de jugar nos dirá que no la hay. Depende del momento, de su situación y de la de su oponente, del significado que ofrece la jugada y de cómo se componga el entorno en ese momento. Lo mismo pasa con la vida.

    Captura

    No derroches tu tiempo, es relativo


    Somos el ahora y el aquí, eso es lo importante. El tiempo es vida y tú no sabes cuánto te queda. Algunos de nosotros tratamos en un momento u otro encontrar el sentido a la vida. Lo que no pensamos es que VIVIR es el único sentido de esta. De verdad, la vida no está montada para que la programemos o la desperdiciemos planteándonos qué sentido tiene vivir.
    No importa el sentido de la vida en términos generales porque vivir es libre. Que nada ni nadie te diga lo que tienes que hacer o sentir en ningún momento. Que no te importe el qué dirán, porque solo te hace libre vivir a tu manera.
    Eso sí, vivir la libertad también tiene un precio que no puedes eludir: la responsabilidad.Recuerda que tu libertad acaba donde comienza la de los demás, nunca hagas daño por iniciativa propia. Explora tus valores y ponlos en práctica.
    Ríe cuando quieras reír y llora cuando necesites hacerlo, pues la vida no tiene límites para ti. Cambia lo que quieras cambiar aunque eso suponga que corras el riesgo de fallar. Unas veces se gana y otras se aprende, por lo que si no obtienes lo que quieres al menos estarás creando equipaje.
    No esperemos a llegar a la cumbre para admirar las vistas, todas las posiciones tienen algo bello. Cada punto de nuestro recorrido puede convertirse en un ensueño aín cuando creemos estar en una terrible pesadilla.

    No tengas miedo a soñar, la mente viaja sin boleto


    Recuerda que la sociedad es egoísta, no esperes que los demás valoren lo que haces o no haces. Ten seguridad en ti mismo y en lo que construyes. No hagas castillos en el aire, no vendas humo. Aprecia lo que tienes y no desees en exceso lo que no tienes.
    La felicidad en la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar. Pon tu pasión al 100% en cada paso que des, ámate a ti mismo sobre todas las cosas y cultiva nuevos amores pero, sobre todo, replantéate tus prioridades a diario.

    Arriésgate a vivir tu propia vida, porque el mayor peligro es no vivirla.

    La desaparición de la Atlántida: un recuerdo global

    La desaparición de la Atlántida: un recuerdo global
    Ilustración de La Atlántida


    Aunque hoy en día la cultura religiosa va definitivamente a la baja, muchas personas recordarán haber aprendido en la escuela el famoso episodio del Diluvio universal que se narra en la Biblia judeo-cristiana. Es una historia que se ha mantenido viva durante milenios en el terreno religioso o mítico y que se ha vinculado al no menos famoso relato del arca de Noé, según el cual un reducido grupo de personas y un gran número de animales se salvaron de una enorme catástrofe natural. Dicho evento fatídico era presentado por las Sagradas Escrituras como un castigo de Dios ante la maldad de los humanos, lo que habría puesto fin a un mundo remoto y legendario.
    El Diluvio es un mito clásico sobre la destrucción de la Humanidad
    El Diluvio es un mito clásico sobre la destrucción de la Humanidad
    En fin, lo que quizá tanta gente no sepa es que el tema del arca de Noé y la destrucción de un mundo a través de un castigo divino de proporciones gigantescas no es ni mucho menos un asunto propio de una religión o de un pueblo concreto. La narración del Diluvio es, de hecho, una historia que se repite en muchísimas culturas y que además está ligada a la existencia de una Humanidad anterior a la nuestra y que pereció casi totalmente en el desastre. Estamos hablando pues de otro mito también muy difundido desde la Antigüedad: la Atlántida.
    En efecto, el mito de la Atlántida comporta en realidad dos grandes temas entrelazados en un solo relato: por un lado, la existencia de una civilización muy avanzada, en una cierta Edad de Oro, y por otro el recuerdo de una gran catástrofe geológica que acabó con dicha civilización y que de algún modo fue uncastigo de los dioses. Este mito, además, está relacionado con otra creencia muy extendida en diversos pueblos de la Antigüedad acerca de una cierta historia cíclica, en la cual la Humanidad pasa por varias etapas de nacimiento, desarrollo y destrucción, en un contexto de tiempo circular, no lineal.
    Ahora bien, hablar de la Atlántida, en un sentido estricto, es hablar de Platón y de sus dos famosos diálogos, el Critias y el Timeo, en los cuales se esboza el origen y el devenir de esta gran isla. Y aunque la historia narrada por Platón es muy conocida, vale la pena rescatar los principales argumentos de este mito:
    • El punto de partida es el supuesto relato de Solón, un sabio griego que en el siglo VI a. C. visitó Egipto; allí escuchó la historia de la Atlántida de boca de unos sacerdotes de Tebas.
    • Se trataba de una isla situada más allá de las columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar), o sea, en pleno océano Atlántico. Esta isla era mayor que la Libia y el Asia unidas, aproximadamente como el norte de África y Oriente Medio, en términos actuales.
    • La Atlántida era un rico y vasto imperio, que albergaba una avanzada civilización. Este gran imperio estuvo en guerra contra una primitiva Atenas, pero resultó vencido por los atenienses.
    • La Atlántida desapareció completamente bajo las aguas por efecto de un gran cataclismo, unos 9.000 años antes de que el relato llegase al conocimiento de los griegos (hacia el 9500 a. C.).
    • La destrucción de la Atlántida fue un castigo impuesto por Zeus ante la arrogancia y degeneración que habían desarrollado los atlantes.
    Platón situó la Atlántida más allá de las columnas de Hércules, esto es, más allá de Gibraltar, en el Océano Atlántico.
    Platón situó la Atlántida más allá de las columnas de Hércules, esto es, más allá de Gibraltar, en el Océano Atlántico.
    Por tanto, ya tenemos unos datos básicos que sitúan la Atlántida en el tiempo y el espacio, y nos muestran un mundo altamente civilizado que desapareció completamente a causa de una gran catástrofe global. En este punto es cuando podemos sumergirnos en las antiguas mitologías de varias regiones y culturas del mundo y descubriremos que la Atlántida no es tan sólo un tema griego (o egipcio), sino que realmente es de carácter planetario, sea cual fuere su supuesta localización geográfica. De hecho, existen en el mundo –en todos los continentes– unas 500 leyendas sobre el Diluvio, de las cuales sólo una pequeña parte se deriva directa o indirectamente de la Biblia.
    Así pues, tenemos antiquísimas historias similares que nos hablan de grandes territorios desaparecidos en un tiempo lejano por acción de una catástrofe de proporciones colosales. Por ejemplo, en la Antigua Mesopotamia existía la historia de Aralu, un lugar paradisíaco situado en el océano occidental. A su vez, los antiguos egipcios situaban al oeste la morada de sus almas y la tierra de sus antepasados remotos. Asimismo, conservaban una leyenda sobre una gran inundación que acabó con una humanidad pecadora, como se constata en un texto hallado en la tumba de Seti I. En una línea similar, varios pueblos del norte de África mantenían antiguas tradiciones sobre un continente o isla al oeste que se hundió bajo las aguas.
    Más al norte, ya en Europa, la mitología céltica de Irlanda recogía el relato de la llegada de hombres procedentes de una isla al oeste, liderados por un tal Partholon. Por otra parte, en el Mahabharata hindú tenemos también una referencia más o menos directa a la Atlántida, según este fragmento: “Siete grandes islas del mar de Occidente, cuyo imperio tenía por capital la ciudad de las Tres Montañas, destruida por el arma de Brama.”
    Pero sin duda, la fuente legendaria más repetida sobre el Diluvio y el mundo perdido procede, como ya hemos comentado, de la tradición hebraica. Así, tenemos por un lado el Libro de Enoc, que narra la historia de este personaje, abuelo de Noé, e incluye una mención al castigo de la raza humana por obra de un cataclismo. Por otro lado, está la archiconocida versión del Antiguo Testamento (concretamente del Génesis), personificada en la figura de Noé. Según este relato, Dios desea borrar a la Humanidad de la faz de la Tierra, y para ello decide enviar un diluvio que cubra toda la tierra. Sin embargo, se propone salvar del castigo a Noé, un hombre justo, y a su familia. Así pues, le ordena construir una nave, según unas precisas instrucciones, para albergar a todos ellos y a una pareja de cada especie animal. Tras 40 días de diluvio, en que pereció todo rastro de vida, cesó el desastre y las aguas fueron bajando poco a poco. Finalmente, el arca fue a parar a lo alto de un monte. Y desde allí Noé dejó ir una paloma para comprobar si las aguas ya habían descendido lo suficiente, cosa que pudo corroborar cuando el ave volvió con una rama de olivo en su pico. Al abandonar el barco, Noé realizó un sacrificio a Dios, el cual conminó a su gente a que se multiplicaran y repoblaran la Tierra.
    Esta historia, como otros muchos relatos bíblicos, tiene visos de haber sido adaptada del mito mesopotámico de Utnapishtim –o Ziusudra, o Atrahasis, entre otros nombres– que forma parte del poema de Gilgamesh. En este caso, se da la variante de que existe un dios colérico (Enlil) que quiere acabar con los hombres y un dios protector (Ea/Enki) que avisa oportunamente a Utnapishtim y le insta a que prepare un barco ante el desastre que se avecina. El resto de la historia es prácticamente idéntica, incluido el detalle de la paloma.
    En cambio, las tradiciones y leyendas del otro lado del Atlántico se refieren a ese mundo perdido como un lugar más allá del mar, el este. Así, Aztlán sería una tierra mítica que según los antiguos aztecas habría desaparecido tras un gran cataclismo (además, para reforzar esta asociación, la palabra nahuatl atlsignifica “agua”). En general, la existencia de la Atlántida y de los atlantes se relaciona directamente con la aparición de unos dioses civilizadores que llegaron a las costas americanas y luego, una vez cumplida su misión, se marcharon hacia el este. Este sería el caso típico de Quetzalcóatl, identificado como un hombre blanco y barbado, vestido con una simple túnica. Asimismo, la tradición maya-quiché recordaba la existencia de un país oriental que consideraban como un auténtico edén.
    Las antiguas civilizaciones precolombinas conservaban mitos e incluso  representaciones artísticas sobre la destrucción de Aztlán.
    Las antiguas civilizaciones precolombinas conservaban mitos e incluso representaciones artísticas sobre la destrucción de Aztlán.
    Sobre el Gran Diluvio en concreto, los aztecas creían que el cuarto mundo había sido destruido en una terrible inundación por obra de la diosa Chalchitlicue. Sólo escaparon con vida un hombre y una mujer –Coxcoxtli y su esposa Xochiquetzal– que, tras haber sido advertidos previamente por otro dios, pudieron eludir el desastre construyendo una gran barca en la embarcaron también varios animales y abundantes provisiones de grano. Y como en la historia bíblica, se repite el envío de pájaros hasta que uno de ellos vuelve; en este caso, un colibrí que portaba una rama frondosa en su pico. En la cultura maya tenemos una leyenda idéntica del diluvio, en esta ocasión enviado por el dios Hurakán. Además, según el libro sagrado quiché, el Popol-Vuh, la Humanidad de ese tiempo (los “hombres de madera”) fue exterminada por un gran diluvio por haberse vuelto contra la divinidad creadora. Sin embargo, no todos perecieron; el Gran Padre y la Gran Madre sobrevivieron para repoblar el mundo otra vez.
    También es muy conocida la historia de los indios hopi de Norteamérica que hablan de la tercera destrucción de la Humanidad mediante una gran inundación. En esta catástrofe habría perecido un gran continente llamado Kasskara, que estaría situado en el Pacífico, lo cual supone una variación de la clásica versión atlántica y apunta a otros mitos paralelos como el de Mu.
    En Sudamérica, los indios cañaríes, de los Andes ecuatorianos, también recogen el mito de un gran diluvio. En este relato, dos hermanos se salvaron al subir a una montaña mágica que se elevaba al mismo tiempo que las aguas.  También cabe reseñar que los conquistadores españoles encontraron en Venezuela un reducto llamado Atlán, que estaba habitado por indios de raza blanca, los cuales, según sus propias leyendas, serían descendientes de los supervivientes de un gran diluvio. A su vez, en la zona del lago Titicaca y la ciudad de Tiahuanaco –entre Perú y Bolivia– se conservaba la tradición de una enorme inundación que acabó con un mundo primigenio habitado por gigantes. Después de que bajaran la aguas, la deidad Viracocha creó una nueva humanidad, pero no ya de gigantes sino de hombres hechos de barro (y aquí tenemos una nueva conexión con la mitología bíblica).
    En la Antigua Grecia se repite el mismo modelo, siendo Deucalión el personaje central y Zeus el dios supremo que decide castigar al género humano. Deucalión, avisado por Prometeo, también construye un arca y se embarca en ella junto a su esposa Pirra y una pareja de cada animal. Luego se desata un gran diluvio y, tras el retroceso de las aguas, la nave acaba suspendida sobre el monte Parnaso.
    Y si nos vamos a Asia, tenemos la antigua mitología china de los pueblos yao y miao, según la cual los hermanos Fu Xi fueron los únicos supervivientes de un tremendo diluvio. También ellos se refugiaron en una barca. En las leyendas védicas de la India, un hombre llamado Manu Vaisvasvata sobrevive a un gran diluvio después de recibir un aviso por parte del dios Vishnu, encarnado bajo la forma de Matsya, un hombre pez. Vishnu le ordenó construir un gran barco y llevar con él una pareja de cada especie animal y vegetal. Como en otros relatos, Manu acabó a salvo en lo alto de una montaña.
    Finalmente, cabe mencionar que en tierras aparentemente aisladas e inconexas de otros centros de civilización, como las islas del Pacífico y Australia, se mantienen leyendas sobre disputas entre divinidades que resultaron en la destrucción de un antiguo mundo, tragado por las aguas, tras el cual surgiría un nuevo mundo renacido. Por ejemplo, los nativos de Hawai conservan el mito de la destrucción del mundo a causa de un diluvio, si bien luego fue recreado por el dios Tangaloa. Incluso los indígenas de la remota isla de Pascua también referían una historia según la cual sus antepasados habían alcanzado la isla huyendo de un terrible diluvio que había asolado la mítica isla o continente de Hiva.
    Según las leyendas, los antiguos habitantes de la isla de Pascua habrían sido supervivientes de la catástrofe que destruyó un continente llamado Hiva
    Según las leyendas, los antiguos habitantes de la isla de Pascua habrían sido supervivientes de la catástrofe que destruyó un continente llamado Hiva
    Como se puede apreciar, todos estos relatos tienen muchos puntos similares (por no decir idénticos) que no tienen fácil explicación, a no ser que aceptemos un difusionismo cultural masivo del mito, o sea, que una historia nacida en un lugar concreto se extendiera en tiempos prehistóricos por todo el planeta. Otra opción sería recurrir al llamado inconsciente colectivo de Jung, o simplemente considerar que se trata de múltiples narraciones sobre diversas catástrofes locales de parecidas características. De hecho, la ciencia moderna –si bien acepta la existencia de fuertes alteraciones geológicas y climáticas al final de la última glaciación– niega que existiera un gran cataclismo global, ocurrido en todo el mundo y en un plazo de tiempo relativamente corto. En general, cualquier referencia al catastrofismo suele ser rechazada de firme, porque el paradigma actual se inclina más por el uniformismo o gradualismo, que apuesta por cambios pausados a lo largo de períodos de tiempo muy extensos. Así pues, en este escenario, los elementos comunes de las leyendas serían meras exageraciones y coincidencias.
    No obstante, muchos autores alternativos aseguran que tanta coincidencia no puede ser fruto del azar ni del difusionismo ni de otras circunstancias, sino que es síntoma de una realidad única que ocurrió en tiempos inmemoriales y que fue recogida por las culturas humanas en todos los rincones del globo. Dicho en otras palabras: que existió un mundo altamente civilizado (¿la Atlántida?) anterior al nuestro y que resultó destruido por efecto de una gran catástrofe natural, cuyo origen sigue siendo causa de controversia y debate, si bien se han barajado diversas hipótesis como un vuelco en el eje del planeta o el impacto de un gran cometa o asteroide. En todo caso, lo que parece bastante probable es que el planeta estuvo sometido a una situación crítica extrema hace unos 12.000 años y que el recuerdo global de tal catástrofe se tradujo en múltiples mitologías que no casualmente coincidirían en narrar unos mismos hechos.
    La gran pregunta que queda pendiente es si estos hechos afectaron sólo a unas comunidades de hombres primitivos cazadores-recolectores o si se llevaron por delante a toda una civilización que quedó tal vez sepultada por las aguas y por el propio mito.
    © Xavier Bartlett 2015
    Licenciado en Prehistoria e Hª Antigua por la Universidad de Barcelona
    atlantida
    Ilustración de La Atlántida