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LA PIEDRA - CUENTO



“Existía una persona cruel, la cual no podía soportar ver nada sano ni bello sin destrozarlo.
Al borde de un oasis se encontró con una joven palmera. Esto le irritó, así que cogió una pesada piedra y la colocó justo encima de la palmera y, entonces, con una mueca malvada pasó por encima de la misma.
La joven palmera intentó eliminar la carga, pero fue en vano……
…… así que, con el tiempo, el joven árbol probó una “táctica” diferente……
…… y así fue como esta palmera cavó hacia el interior de la arena para soportar su peso hasta que sus raíces ¡sorpresa! encontraron una fuente escondida de agua.
Entonces la palmera creció más alta que todos los otros árboles. Con el agua de las profundidades de la tierra y el Sol de los cielos se convirtió en un árbol majestuoso.
Años más tarde, el hombre malvado regresó para disfrutar de la imagen de la pequeña palmera que había destrozado, pero no pudo encontrarla en ningún lugar.
De repente un alto árbol se inclinó, le mostró la piedra sobre su copa y le dijo:
- “Tengo ‘algo’ que comentarte: tu daño me hizo más fuerte”.

(Reflexión:
En circunstancias adversas, y no pudiendo desprendernos de ellas, deberemos realizar un intenso trabajo de progreso personal en forma de “cambio de estrategia”: fortaleciendo nuestro interior…… dejando crecer nuestras “raíces” alimentándolas de la tierra que es nuestra base…… y creciendo y creciendo más y más.
SIEMPRE DE ADENTRO HACIA FUERA.)

GESTIONAR EL SUFRIMIENTO


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Sufrimos frustrados por lo que desearíamos que fuera y no es, por lo que esperábamos que hubiera sido y no fue, por lo que queremos que sea y no llega. Generamos pensamientos negativos repetitivos y nos anclamos en sentirnos víctimas, nuestro pesar aumenta y se vuelve adictivo. Cuando cavilamos mucho sobre lo que no funciona, nos agotamos mental y emocionalmente, acumulamos malestar y no podemos decidir con claridad. Si además nos anclamos en preguntas como “¿por qué sigues cometiendo los mismos errores?, ¿por qué me toca vivir esto?”, sentimos dolor, pena y rabia.
Podemos cambiar de rumbo si prestamos atención a lo que nos aporta bienestar, preguntándonos y conversando sobre qué solución nos beneficiaría más, adónde nos gustaría llegar, qué es lo que nos ilusiona. Según sea nuestro discurso interior, contribuimos a sufrir más o menos.
La mayoría de las personas tienen miedo de volver a sí mismas, porque temen enfrentarse al dolor que hay en su interior” (Thich Nhat Hanh)
Cuando uno padece, suele tener más preguntas que respuestas. Si se repite la pregunta que le lleva a la tristeza y a la decepción, se queda atrapado en el pozo del sufrimiento. Para no incrementarlo, seamos conscientes de los interrogantes que nos planteamos y elijamos bien el que conviene.
Es necesario controlar nuestros pensamientos para que no provoquen un efecto de martillo sobre el clavo que a base de golpes profundiza en el agujero. Lo que ocurrió ya pasó, pero dejó herida, y con los pensamientos recurrentes de angustia, rencor o culpa nuestra herida no se cura. Entonces intentamos huir del sufrimiento. Huimos de él absorbiéndonos en las acciones. Lo ocultamos con consumismo, juegos de azar, adicciones, acontecimientos deportivos. Tomamos decisiones por miedo a sufrir o huyendo, y dejamos conflictos por resolver. No afrontamos lo que nos ocurre, no nos permitimos sentirlo. Escapándonos del dolor, este se acumula en nuestro interior, hasta que uno se encuentra deprimido o con necesidad de explotar.

Primer paso: escucharse

ILUSTRACIÓN DE JOÃO FAZENDA
No incrementemos el sufrimiento dándole vueltas en nuestro interior. Los primeros pasos para sentirnos aliviados son escucharse; luego, comunicarse, escribir, pasear por la naturaleza, rodearse de buenos entornos donde haya silencio y así dejar que salga lo que hay dentro para conseguir clarificarnos. De otra forma, las sombras internas se convierten en monstruos. Y como consecuencia, uno se siente impotente con los sentimientos que le acechan.
Creemos tiempos y espacios para tomar perspectiva respecto a lo que vivimos. Paremos unos instantes varias veces al día y respiremos centrándonos de forma consciente en este acto. Practiquemos mirar y escuchar sin juzgar. Observemos. Reflexionemos. Meditemos. Tomemos distancia para no ahogarnos. Con la práctica de la atención plena y de la meditación generamos una actitud que nos permite reconocer y abrazar nuestro sufrimiento transformándolo.
Si vivimos obsesionados por la satisfacción de lo inmediato y estamos permanentemente huyendo de los inconvenientes y de las adversidades, nos debilitamos. Una sociedad que elimina el sufrimiento huyendo de él es frágil porque se siente permanentemente amenazada. La sociedad occidental está orientada hacia el éxito. Sufrir se asocia a fracaso, a ser flojo, a no llegar, a sentir que uno no forma parte del sistema productivo y no sirve.
Tememos lo que desconocemos, lo que no tiene forma, lo que está en nuestra sombra, diría Carl G. Jung. Permitirnos espacios y tiempos para estar solos de vez en cuando facilita establecer un diálogo interno con el cual descubrir y conectar con nuestra fuerza personal. Si uno está bien consigo mismo, le será más fácil estar bien en el entorno y con los otros. Si uno se siente cómodo, no huirá de sí mismo. Gozará estando solo y también en compañía. Es en la soledad cuando uno puede escucharse mejor. El sufrimiento emocional nos indica que quizá estamos aguantando algo que deberíamos soltar. Tal vez hemos de aprender a decir no o sí, o a poner límites; tal vez debemos cuidarnos más, o necesitamos más silencio.
Al no escuchar lo que el abatimiento nos señala, llega un momento en que se produce una grieta interna. Hemos huido de nuestra propia voz interior que nos quiere comunicar algo. El desconsuelo indica la posibilidad de un cambio latente. Cuando encontramos el sentido de nuestra angustia, esta se transforma.
Con motivación se atraviesan las dificultades que se presentan para lograr nuestro objetivo. Cuando la serpiente tiene que desprenderse de su piel vieja, escoge transitar por dos piedras próximas que le aprieten, le rasquen y le ayuden a eliminar su piel. Ese tránsito le provoca dolor, pero le ayuda a deshacerse de lo viejo para dar lugar a lo nuevo. Es el final de un proceso y el inicio de otro. Y en ese tránsito sufrimos. Si nos resistimos a atravesarlo, la angustia se incrementa, pues no soltamos lo que ya no nos aporta, lo que necesitamos, ni damos espacio a lo que quiere nacer. Uno puede enquistarse en ese dolor, alargando el padecimiento y haciéndolo agónico.
Cuando el ser humano tiene un para qué, puede atravesar cualquier cómo” (Viktor Frankl)
El sufrimiento nos indica que algo nuevo está naciendo. Si mantenemos puesta la marcha atrás, no avanzamos, podríamos decir que la herida se infecta. Si asumimos y pasamos el dolor, dejamos paso a lo nuevo. Hay que fluir aunque sea en mitad de la incertidumbre. No sabemos lo que nos espera después de ese cambio, y esa inquietud nos puede provocar una falta de fuerza interior. Sin embargo, desprenderse de lo que nos daña es lo que nos libera, nos fortalece y nos hace libres.
Por ejemplo, uno puede sentirse invadido por el sufrimiento que le provoca la pérdida de un ser querido y estar años y años padeciendo. O bien, aunque haya perdido a un hijo, a una madre, a un gran amigo, puede conectar con los momentos llenos de sentido y felicidad vividos con ellos, y aunque probablemente habrá una sombra de dolor con el recuerdo, este no ocupará ni nublará todo. Uno sentirá el agradecimiento por esos momentos.

Para conectarnos

LIBROS
‘Después del éxtasis, la colada’
Jack Kornfield
‘La liebre de marzo’ y
‘Estás aquí. La magia del
momento presente’
Thich Nhat Hanh
PELÍCULA
‘En busca de la felicidad’
Gabriele Muccino
Cuando atravesamos el sufrimiento, nadie puede responder por otro. Este es un sentimiento intransferible y, aunque nos demos cuenta, nadie puede hacer nada, cada uno debemos recorrer ese camino por nosotros mismos. Si, para evitar que una mariposa sufra al salir del capullo, le ayudamos a abrirlo, la mariposa no utiliza su propia fuerza, sus alas se debilitan y se muere. Es ella la que debe atravesarlo para fortalecerse y así poder volar. Cada uno tenemos que salir de las propias redes que nos envuelven y reforzarnos en el tránsito.
Sin embargo, compartir la dificultad, darle nombre y expresarla, aligera la carga. Es más fácil si lo identificamos, lo nombramos, lo escuchamos, lo miramos cara a cara y lo humanizamos. Lo que ocurre a veces es que la vergüenza o el miedo a lo que pensarán al ver nuestra vulnerabilidad o debilidad, o a que nos etiqueten como alguien fracasado, dificulta que compartamos nuestro sufrimiento. Debemos aprender a acompañar al que se encuentra en esta situación sin juzgarle. Una mirada amorosa que acoge ese dolor y no juzga cuando uno se abre a ser escuchado y a compartir ayuda a expresarse para soltar el dolor acumulado en nuestro interior. Y cuánto más hayamos pensado que seríamos juzgados, si descubrimos en el otro ternura y comprensión, eso es profundamente liberador. Tener dónde expresar y manifestar lo que nos angustia descarga nuestro peso.
Para aligerar, nos ayudará también escribir. Elaborar una carta dirigida a uno mismo, en la que se conversa con la parte que sufre y está herida. Ejercitando la verdadera presencia, conseguimos aliviar la angustia que hay en nuestro interior.
Se trata de transformar las adversidades y los monstruos, que son nuestros miedos, en aliados sobre los que cabalgamos. El mito de san Jorge es un ejemplo de transformación: el miedo y el dolor que simboliza el dragón se convierten en una cabalgadura que libera a la princesa. San Jorge no mata al dragón, sino que monta sobre él porque lo ha integrado.
En una sociedad que nos prohíbe nuestras debilidades, ¡qué liberador es manifestarse vulnerable!”
(Javier Melloni)
Entregarse en el tránsito que implica el sufrimiento y no eludirlo hace que aquello que parece un obstáculo y una gran devastación se convierta en una oportunidad. No es fácil dar este salto. Pero la clave está en confiar. En un espacio en el que impera este clima se crean nuevas dinámicas liberadoras que nos revitalizan y nos abren al sentido de vivir. Creemos que a cada instante respiraremos, que a cada paso que demos el edificio aguantará, que cuando lleguemos a casa nos encontraremos con la persona a quien hemos dejado. Nuestra vida está hecha de confianza. Cuando nos convertimos en seres recelosos, nos deshumanizamos. La confianza nos humaniza. Vivamos en la fe radical de que todo tiene sentido más allá de lo que podemos percibir con nuestras cortas miradas.

LA FIESTA GRANDE DE VALENCIA - LAS FALLAS

Para que conozcáis mas las fiestas de las Fallas comenzaré por poneros este video en el podeis ver las telas de los trajes típicos de fiesta de la mujer valenciana.



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LAS ALAS SON PARA VOLAR


LOS ENEMIGOS DE LA LIBERTAD Por El Gran Wyoming

La sociedad, condicionada por los medios de comunicación, está muy afectada por los casos de corrupción económica que se repiten día tras día, que parecen no tener fin y, visto el desarrollo de las causas judiciales, tampoco consecuencias. La impunidad va ganando la batalla a la Justicia y el rumor, leve al principio, pero creciente, de que el caso Gürtel, que ha ocupado horas y horas en las televisiones y radios, y toneladas de papel en los medios escritos, nos está vacunando para prepararnos psicológicamente ante la futura noticia de que esta trama que delata al partido del Gobierno como encubridor, colaborador y beneficiario de los hechos, va a quedar en nada. Eso dicen, debido a la prescripción de algunos de los delitos, la falta de colaboración de la justicia suiza, defectos de forma, eliminación de pruebas que fueron obtenidas sin las debidas garantías y otros imponderables que suelen darse cuando la causa juzgada tiene más poder que la que juzga, debido a esta peculiar división de poderes que rige en nuestro, así llamado,Estado de derecho.

El Gobierno, pretendiendo hacer creer a los ciudadanos que lucha contra la corrupción, toma medidas en dirección contraria al limitar en el tiempo el período de instrucción, limitación que se suma a la de falta de medios, con lo que, en la práctica, imposibilita la investigación de los casos complejos legalizando de hecho la impunidad.

Decía que el personal se encuentra cautivo de esta conmoción delictiva y este shock le incapacita para evaluar una realidad todavía más perniciosa que la evidencia del latrocinio al que se han echado las clases dirigentes. Hoy quiero poner el acento sobre la corrupción sistémica, la degeneración que sufre el Sistema Democrático por las acciones perversas que llevan a cabo responsables del ejercicio de la función pública que luchan contra la libertad y la democracia. 

Hace un tiempo, con motivo del despido de los trabajadores de Telemadrid, un periodista británico me comentaba que tal cosa no se hubiera producido en su país, porque los periodistas más conservadores, fachas que decimos aquí, no hubieran consentido la intromisión de los políticos en el ejercicio de la labor profesional de sus compañeros. Los trabajadores de Telemadrid denunciaban, una y otra vez, cómo las noticias se manipulaban para convertir los informativos de la cadena en espacios de propaganda al servicio al principio de la presidenta, doñaEsperanza Aguirre, y más tarde del Partido Popular. Nadie escuchaba. Tampoco sus compañeros de otros medios que se limitaban, en el mejor de los casos, a reproducir los comunicados del colectivo de periodistas Salvemos Telemadrid.

Es decir, el periodista inglés me decía que esta manipulación era posible por la falta de dignidad de los informadores españoles como colectivo, insistiendo en que, en su país, los periodistas de derechas hubieran fulminado a su líder si intentara entrometerse en el derecho al ejercicio de la información de cualquier medio, también, por su puesto, de la competencia. 

No sé hasta qué punto es cierto, pero me vale con la exposición. Aquí damos por hecho que la manipulación existe y son las urnas las que deben castigar estas acciones, abandonando a su suerte el derecho a la información, que es un pilar central del Sistema Democrático.

En estos momentos se están produciendo, de nuevo, unos hechos gravísimos, esta vez en Televisión Española. La dirección de los informativos nombrada por el Gobierno, está llevando a cabo cambios y traslados de profesionales, ateniéndose exclusivamente a criterios políticos con el fin de manipular la información y convertir la televisión pública en un órgano de propaganda a su servicio con el dinero de todos los españoles, también con el de los que repudian este tipo de acciones características de los regímenes totalitarios. Sí, es cierto que nos enteramos de que se producen, pero la impunidad prevalece. Los periodistas informan de lo que ocurre, se indignan y miran para otro lado.

Aunque parezca mentira, existen asociaciones de prensa en nuestro país. No se manifiestan en torno al problema. No toman medidas para atajarlo. No denuncian al Gobierno por estas acciones execrables que delatan el espíritu antidemocrático de sus responsables. No plantean ni convocan acciones para atajar estas prácticas antisistema. 

No faltan, claro está, los que defienden estas cribas sectarias y aún piden más contundencia con unos medios que, dicen, están al servicio de la izquierda en exclusiva. El otro día escuché en una radio por la mañana a un, así llamado, periodista que pedía la intervención de Rajoy para atajar esta deriva izquierdista de los medios de comunicación.

Supongo que la mayoría de los que están leyendo esto han visto la intervención de la que se postula como candidata a la Alcaldía de Madrid, doña Esperanza Aguirre, en el programa Espejo Público de Antena 3 haciendo de su aparición una exposición de lo que es un comisario político en toda regla. Ella lo llamará libertad de expresión, porque estos demócratas reciclados no distinguen entre una cosa y otra. Comenzó su intervención con una recriminación a Susana Griso por poner su programa al servicio de la propaganda en favor de Syriza –era el lunes siguiente a las elecciones griegas–para pedir, inmediatamente después, que se dejara de hacer propaganda a Podemos en esa cadena y en su hermana laSexta, a la que llama Aló Pablo, en referencia al programa que hacía Chávez porque doña Esperanza, en su hipocresía liberal, está indignada con la falta de libertad de expresión en Venezuela. ¡Olé presidenta! Hay que ver, esta mujer ve propaganda por todas partes.

Susana Griso contuvo en solitario como pudo a su invitada intentando hacerla ver que no era propaganda sino información lo de dar espacio en su programa a las elecciones griegas, pero los otros contertulios, entre ellos Casimiro García Abadillo, que la tiene contratada como colaboradora, asistían pasivos a la exposición de lo que no debe hacer jamás un político. No la pusieron en su sitio, dejando desolados a los espectadores. Al margen de la anfitriona, ninguno la paró los pies exigiéndole un mínimo de respeto por la profesión del periodismo y el derecho que les asiste a los ciudadanos a estar informados sin la coacción de la autoridad competente. ¡Qué sumisión tan bochornosa!Si están dispuestos a tragar de esa manera delante de las cámaras, podemos hacernos una idea de lo que ocurre en las redacciones de nuestro país. Y eso, a pesar de que esta señora ya no ostenta ningún cargo público, sólo en su partido. Puestos a dar lecciones, alguno de ellos debería haberle explicado cuál es el cometido de un político en una democracia y cuáles son las líneas rojas que nunca debe cruzar. Aunque ha ejercido diferentes cargos desde el año 1983, ella que afirma que el paso por la política debe ser breve, puede que aún esté a tiempo de aprender en qué consiste el lugar de un político en este Sistema o, por lo menos, debería escucharlo.

Los periodistas allí presentes miraron para otro lado sin sentirse humillados, pero los ciudadanos amantes de la libertad que contemplamos esas imágenes sí sentimos pisoteado ese derecho fundamental cuya administración depositamos en manos de los periodistas. 

Lo que está pasando en Televisión Española es una vergüenza y los periodistas de este país deben dejar de inhibirse y plantear ya, de una vez por todas, una defensa de la libertad del ejercicio de su profesión que no es otra cosa que una defensa del derecho de los ciudadanos a la información y a la libertad. No se entiende la democracia sin estos derechos.

A pesar de los años transcurridos, la caspa de sus hombros sigue procediendo del cuero de la piel de toro de aquella España de montañas nevadas, banderas al viento y prietas las filas.

Hoy, como siempre, necesitamos un periodismo al servicio de la libertad, de los ciudadanos, no de los que mandan. Díganselo. Cada vez. En cada convocatoria. 

No renunciemos a una televisión pública al servicio de la información, como la de los países democráticos. No es mucho pedir después de tantos años. 

La corrupción no se limita al robo de las arcas, la inoculan en la esencia del Sistema que, podrido, caerá sin remedio para dejar paso a otros tiempos que tanto añoran.

Los periodistas tienen mucho que decir. Díganlo. No dejéis que os arrebaten esa libertad que los ciudadanos ponemos en vuestras manos.
Uníos.