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ALGO QUE NUNCA DEBIO DE OCURRIR

Es bueno recordar para que nunca jamás vuelva a ocurrir, el ser humano es capaz de crear las cosas mas bellas del mundo y también las mas horribles.

Unos 300 supervivientes participarán este martes en los actos con motivo de la conmemoración del 70 aniversario de la liberación del campo alemán nazi de concentración y exterminio Auschwitz-Birkenau, en Polonia, y piden que se recuerde una y otra vez el holocausto.
Entre ellos, se encontrará Angela Orosz, que vuelve por primera vez a Auschwitz desde que nació en este campo de exterminio hace 71 años. 'Estoy nerviosa, siento que voy a caminar sobre tumbas, cada pulgada tiene la sangre de alguien en ella', explica esta superviviente a Europa Press.
En ese lugar donde reinó la muerte, 1,1 millones de personas fallecieron en cinco años, entre ellos 960.000 judíos de varios países europeos. En esta galería puedes ver cómo es ahora aquel lugar que, un día, fue el infierno.
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RECETA - FOCACCIA ITALIANA DE ACEITUNAS VERDES Y ROMERO

  • TIEMPO DE PREPARACIÓN: 120 MINUTOS
focaccia italiana

INGREDIENTES

  • 350 gr. de harina de trigo de fuerza
  • 200 ml. de agua tibia
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • ½ cucharada de sal
  • ½ cucharada de azúcar
  • 7 gr. de levadura seca de panadería (o 20 gr. de levadura fresca)
  • 40 gr. de aceitunas verdes deshuesadas
  • 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • 1 cucharada de romero fresco
  • Sal gruesa
Este “pan” tradicional italiano es una preparación simple y sencilla, elaborada con ingredientes básicos, similares a la masa de pizza. Es un alimento muy versátil, que puede disfrutarse como tal, como aperitivo, o convertirse en un plato más completo si le añadimos ingredientes al gusto: queso, verduras, embutido, etc. La focaccia más sencilla suele prepararse tan solo con aceite de oliva, sal y romero. Hoy voy a añadirle unas aceitunas verdes para darle un toque mediterráneo, y resultará deliciosa. Con la focaccia se logra el milagro de que una masa simple se convierta en algo sabroso y exquisito.
El nombre de focaccia significa “hogaza” en italiano, y procede del latín “focus” (fuego). Es decir, una pieza de masa de pan cocinada sobre fuego. Su origen se remonta a los tiempos de los antiguos etruscos o griegos, acabando en la actualidad siendo uno de los platos más típicos de la gastronomía italiana. Con la emigración a los países de Latinoamérica, llegó a Argentina y Uruguay, donde está muy presente en su gastronomía, junto a otros platos populares como la pizza y la pasta. Alguna de las focaccias más ricas que he comido ha sido en casa de amigos argentinos, cuyos abuelos emigraron a Buenos Aires hace muchas décadas.
Basándonos en documentos italianos, algunos la vinculan a la localidad de Recco, en la provincia de Génova. En el siglo XVI, la población fue sitiada por piratas, y el alimento básico se basó en una masa elaborada con harina, aceite y sal. Otra historia relaciona la focaccia también con esa zona de Liguria, porque en ella abundan los olivos, y el aceite es uno de los ingredientes clave de esta elaboración. Una vez más un plato italiano conquista mi cocina, y espero que a vosotros también en cuanto la probéis. Es una receta sencilla pero os aviso de que lleva su tiempo el prepararla, pues hay que respetar los tiempos de levedado y reposo de la masa.

PREPARACIÓN DE LA FOCACCIA ITALIANA

  1. La base para nuestra focaccia va a ser preparar una masa sencilla. En un bol grande echamos la harina de fuerza, la levadura seca, y el azúcar. Mezclamos bien con las manos o con una cuchara. (Si usáis levadura fresca, os recomiendo disolverla en el agua tibia).
  2. A continuación hacemos un hueco en medio de la harina y vertemos el agua. Vamos mezclando poco a poco, trabajando con las manos, de fuera hacia dentro. Añadimos el aceite, lo vamos incorporando a la masa, y también echamos la sal.
  3. Una vez tengamos una masa más o menos compacta, la seguimos trabajando sobre la encimera. Echamos harina sobre ella, sacamos la masa del bol y amasamos sin parar durante unos 10-12 minutos. Irá cogiendo elasticidad y será bien homogénea.
  4. Hacemos una bola con la masa. Echamos harina en el bol que hemos usado, colocamos la masa y dejamos levedar durante 60 minutos, en un lugar seco y a ser posible cálido. Tapamos con un paño de algodón limpio.
  5. Pasado el tiempo habrá doblado más o menos su volumen. Retiramos la masa del bol, y volvemos a darle un breve amasado para que coja volumen.
  6. En una bandeja metálica (en mi caso es de 21×30 cm.), vertemos un poco de aceite y engrasamos uniformemente. Extendemos la masa con la ayuda de los dedos, presionando hacia las esquinas. Si se os atraganta el proceso, usad un rodillo de cocina y luego pasadla a la bandeja. Nos quedará una altura de entre 1,5-2 cm.
  7. Con la yema de los dedos hacemos unos huecos en la masa. Esparcimos un poco de sal gruesa. Rociamos la superficie de la masa con aceite de oliva, colocamos las aceitunas en rodajas y las hojas de romero. Dejamos reposar otros 30 minutos.
  8. Precalentamos el horno a 250º C durante 10 minutos, en la función “calor total” (o similar). Colocamos ahora en “arriba-abajo”, introducimos la bandeja/molde y horneamos 15 minutos a esa temperatura. Si veis que vuestro horno apura mucho, tapad la focaccia con papel de aluminio, para que no se queme.
  9. Retiramos del horno y dejamos atemperar antes de consumir. Queda una masa esponjosa, con aire en su interior y muy sabrosa. Podéis disfrutarla templada o incluso fría. A mí no me ha sobrado nada, pero si es el caso, guardarla en un recipiente tapado y os durará unos 2 días en buen estado.
Hoy la he preparado con estos ingredientes pero la focaccia admite casi todo lo que os apetezca: cebolla, tomate, con o sin queso, anchoas, jamón, etc. Podéis experimentar y hacer las variaciones que más os apetezcan.
Una última cosa, si todavía no te has suscrito a mi canal de youtube, anímate y hazlo ahora. Solo te llevará 5 segundos, es gratis y solo tienes que pinchar aquí y utilizar tu cuenta de gmail. Espero que este año seamos una gran comunidad, llena de vídeos de rechupete.
Podéis ver todas las fotos del paso a paso en el siguiente albúm.
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Dime cómo tomas decisiones en pareja y te diré cuán feliz serás



Si dos personas están saliendo, viven en la misma ciudad, duermen varias noches a la semana juntos y se encaminan hacia el matrimonio, ¿no tiene sentido compartir piso y, de paso, ahorrar un poco de dinero? La mayoría de las parejas responden con un "sí". Sin embargo, ¿sabías que vivir juntos antes del matrimonio aumenta el riesgo de divorcio?
De hecho, antes de firmar un contrato de arrendamiento juntos, cada cual debería preguntarse: ¿Nos estamos dejando llevar por las circunstancias o hemos decidido realmente irnos a vivir juntos? No se trata de una mera diferenciación terminológica, de la forma en la que hayas decidido este paso dependerá cuán feliz será en tu vida en pareja.

A demostrar esta idea llega un estudio realizado en la Universidad de Virginia, en el cual se analizaron diferentes factores relacionados con el matrimonio en aras de predecir su estabilidad y nivel de felicidad. Más de 1.000 personas con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años que mantenían una relación de pareja estable formaron parte de este estudio.

A lo largo de 5 años, 418 de estas personas contrajeron matrimonio. Los psicólogos escudriñaron en su relación de pareja, analizando cada una de las etapas trascendentales de esta, como la primera cita, la primera relación sexual o la decisión de irse a vivir juntos. Después evaluaron su nivel de satisfacción y felicidad con la vida que llevaban.

Más libertad para elegir, más probabilidades de equivocarse


En el pasado, los hitos por los que pasaba una pareja estaban bastante bien establecidos, podemos afirmar que estaban ritualizados. Las personas comenzaban a conocerse, el hombre se declaraba, pasaban a la fase de noviazgo, cada cual en su casa, luego llegaba el matrimonio y más tarde los hijos. Esta estructura era muy rígida por lo que no es extraño que en la actualidad la mayoría de las parejas decida alterar el orden de esos factores.

Hoy cada pareja tiene mayor libertad para elegir cuándo irse a vivir juntos, cuándo tener hijos y cuándo casarse. Obviamente, esa libertad es beneficiosa pero también encierra más riesgos ya que algunas personas podrían tomar decisiones de manera menos reflexiva. De hecho, en realidad muchos no toman decisiones sino que se van dejando llevar por las circunstancias.

Los datos de este estudio demuestran que las parejas que simplemente se dejan llevar mantienen relaciones más pobres y su nivel de felicidad es menor, en comparación con aquellas que toman decisiones intencionales sobre sus principales hitos. Por eso, estos psicólogos afirman que la manera en que una pareja tome una decisión cuenta mucho para su futura satisfacción.

En la investigación se pudo apreciar que solo el 28% de las parejas que se fueron a vivir juntas movidas por las circunstancias eran felices, mientras que esta cifra ascendía al 42% en aquellas parejas que habían pensado seriamente la decisión. También se pudo apreciar que 1/3 de las personas que reconocían que habían iniciado una relación sin reflexionar mucho sobre ella, dejándose llevar por las situaciones, se sentían infelices con sus matrimonios.

¿Por qué es mejor decidir que dejarse llevar?


Cuando debemos tomar una decisión, pensamos cuidadosamente en los detalles, no nos dejamos llevar solo por la pasión sino que también analizamos aspectos más prácticos, como los intereses comunes con la otra persona o qué queremos realmente de la vida. Tomar decisiones en pareja implica comunicarse con el otro, comprender sus puntos de vista y exponer los nuestros. Por tanto, estas parejas asumen una actitud más proactiva y reflexiva, la cual les ayudará en otros momentos de su vida, cuando tengan que enfrentar verdaderos problemas. Esa actitud puede ser la clave para sentirse satisfechos y felices en el matrimonio.

Sin embargo, las parejas que simplemente se dejan llevar, pueden terminar casándose con la persona errónea o sin la madurez necesaria. Actuar por inercia puede conducirnos a tomar decisiones que, si las hubiésemos pensado un poco más, no habríamos tomado o habríamos postergado hasta que llegase un momento más adecuado. Por tanto, no es difícil comprender por qué muchas de estas parejas se sienten insatisfechas e infelices en su vida conyugal. 

Decidir en vez de dejarse llevar implica un verdadero acto de compromiso, no solo con la otra persona sino con nosotros mismos y con la decisión. De hecho, varios estudios han demostrado que cuando tomamos una decisión, nos obligamos a ser consecuentes con esta y solemos sentirnos más satisfechos. 

Moraleja: Si quieres que la relación de pareja funcione, es mejor tomar decisiones con conocimiento de causa. No actúes por inercia, reflexiona y habla con tu pareja.