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MAYO DEL 68 La insumisión permanente


El relato del mundo sigue dominado por la generación que pilotó el mundo después de 1968

Daniel Cohn-Bendit, durante la evacuación de la Sorbona.
Daniel Cohn-Bendit, durante la evacuación de la Sorbona. JACQUES HAILLOT / GETTY IMAGES
Brilló 1968 y se apagó para siempre la luz de la revolución. O por lo menos eso creyeron algunos. Los setenta aún vivieron de sus reflejos, por los menos en países como España e Italia, y los ochenta fueron un largo túnel sombrío. Se impuso el “no hay alternativa”, coreado a dos voces: por un lado, la de los profetas del capitalismo global. Pero por otro lado, también, la de los sesentayochistas que, integrados en los poderes político, mediático e intelectual, hicieron de su gestión socialdemócrata de ese mismo capitalismo el único resultado posible de su revolución. Ellos habían hecho la revolución. A nosotros, a los que veníamos después, nos tocaba resignarnos con una vida dedicada a consumir, a comunicarnos y a triunfar, quien pudiera, sin que quedara ya ningún margen para cuestionar la realidad y transformar la vida. Nos ofrecían las prisiones de lo posible, con sus escaparates y sus vidas a la carta. Un mundo solo. Un pensamiento único. Y una idea de la revolución como algo ya pasado. Es lo que compartían, a pesar del simulacro de antagonismo, neoliberales y socialdemócratas.
Han pasado los años, muchos años si los contamos en tiempo de vida y en saltos generacionales. Ahora tenemos un mundo en crisis, expuesto a sus propios límites, planetarios y sistémicos. Parece que ese mundo se ha devorado a sí mismo y nos está triturando la vida con su voracidad depredadora. Del triunfo del capitalismo global a la catástrofe planetaria. Pero este relato sigue siendo demasiado simple. Muy pensamiento único. Y deudor, aún, de una narración en la que los únicos protagonistas siguen siendo ellos, la generación que pilotó el mundo después de 1968.
Después de décadas creciendo en los márgenes, percibo ahora cierto interés público por conectar las revueltas de entonces con las de los noventa hasta hoy
¿Qué ha pasado mientras tanto? Lo que ha pasado es que en los márgenes de este mundo único la mala hierba ha seguido creciendo y esparciendo sus semillas de insumisión. No había alternativa al Estado, decían, hasta que en 1994, en la Selva Lacandona de México, el zapatismo nos enseñó otra forma de entender el territorio y de practicar la comunidad. No había alternativa al capitalismo global y sus organismos transnacionales (FMI, Banco Mundial…), hasta que entre 1999 y 2002 el movimiento antiglobalización ensayó otras formas de pensar juntos el mundo. No había alternativa a la propiedad privada, pero el movimiento de okupación abría espacios de vida en pueblos y ciudades donde desprivatizar las relaciones y la sociabilidad. No había alternativa a la guerra, si deseábamos seguridad, pero el Movimiento contra la Guerra recordó al mundo que los muertos son siempre nuestros mientras los beneficios de la industria bélica siguen siendo de ellos. No había alternativa a la competitividad, pero a principios de los años 2000 el cooperativismo y la economía social rebrotaban en muchas de nuestras sociedades. No había alternativa a la corrupción y el 15-M dijo: “No nos representan”. No había alternativa al mapa de las naciones existentes, pero los deseos de democracia radical lo ponen hoy en cuestión, no solo en Cataluña. No había alternativa al patriarcado (con divorcio, conciliación y sexo libre), pero el feminismo no ha dejado de mutar y de crecer, recordándonos que las conquistas aparentes no siempre son un buen punto final.
Y así hemos seguido, a lo largo de más de 20 años, tejiendo infinitas revoluciones cotidianas, pequeñas y globales al mismo tiempo, creciendo y aprendiendo con ellas. No les hemos puesto una sola fecha, sino que acumulamos muchas, porque quizá el gran cambio respecto a las revoluciones anteriores es que ya hemos aprendido que las transformaciones radicales no tienen principio ni final. No se cuentan como los cuentos, sino que se despliegan como la vida, con altos y bajos.
Después de décadas creciendo en los márgenes, bajo el desprecio o el reproche de muchos de los sesentayochistas en el poder, percibo ahora cierto interés público por conectar las revueltas de entonces con las de los noventa hasta hoy. Hay continuidades claras: el rechazo a los dirigentes y a la toma del poder, la relación entre lo personal y lo político, el alejamiento respecto a las formas de organización clásicas (partidos y sindicatos), la geografía abierta de las luchas, que saltan de ciudad en ciudad a través de las prácticas, la importancia de los aprendizajes… Pero que las continuidades no nos lleven a repetir la tentación de su final. Las revoluciones no tienen padres ni patrones. Que nadie nos escriba un nuevo fin de la historia, porque lo que está en juego en cada revolución es que los que nos sucedan puedan seguir escribiendo sus propias historias inacabadas.

Polémica, depresiva y con infancia difícil: la María Callas que nadie conoce



Foto: María Callas en una imagen de archivo. (Gtres)
María Callas en una imagen de archivo. (Gtres)
El próximo 3 de mayo se es estrena
 'Maria by Callas', un largometraje que 
promete descubrir a una de las artistas más complejas 
del siglo XX

TIEMPO DE LECTURA4 min
“Primero perdí mi voz, luego mi figura y por último a Onassis”. Hasta cierto punto, esta queja de María Callas la representaba como personaje. Al igual que las grandes divas del melodrama, la que es considerada la gran cantante de ópera del siglo XX manifestó su sufrimiento a través de su arte. Como bien dijo Carrie Fisher, hay que hacer arte de tu sufrimiento.
El próximo 3 de mayo se estrena 'Maria by Callas', un largometraje que promete descubrir las aristas más complejas, difíciles y no necesariamente más conocidas de un personaje fundamental en la historia de la música. Todo el mundo conoce la triste historia de amor de Callas con Onassis, su temprana muerte o sus primeros éxitos, entre los que se cuentan aquella interpretación de 'Casta Diva' que, en 1947, la elevó hasta los altares. Menos conocido es su flirteo con la prostitución, fruto de una madre, Evangelia, que solía a hacerle compañía a soldados para conseguir comida.
Maria Callas y Tito Gobbi. (Gtres)
Maria Callas y Tito Gobbi. (Gtres)
Unas cartas que salieron a la luz en el 92 revelaron esos episodios, además de una infancia dolorosa y un carácter voluble que le hacía tomarse muy en serio las críticas que, con una ferocidad asombrosa, le hacían desde la prensa. Casi al mismo tiempo que comenzó su ascenso a la fama, también surgió una obsesión por la imagen que delataría sus inseguridades. Entre 1953 y 1954, por ejemplo, llegó a perder más de 40 kilos. Delgada, elegante y tímida, Callas representaba una figura enigmática que parecía salida de cualquier aria de una ópera de Puccini. Casada con Meneghini en 1949, su relación nunca pareció darle el suficiente empuje como para sentirse la gran diva de la ópera de su momento.
Pese a aquellos que la consideraban como tal, el camino para su gloria profesional no fue nada fácil. La noche en la que representó 'Madame Butterfly' en la Lyric Opera de Chicago en 1955, un oficial de justicia la reclamó, nada más terminar, por la demanda de Eddie Bagarozy. El que había sido su representante denunciaba que había incumplido la exclusividad que tenía con él. Aquella fue una de las primeras ocasiones en las que una diva de la ópera aparecía en la prensa sensacionalista. Para ella, desgraciadamente, no sería la última.
Callas en una imagen de archivo.(Reuters)
Callas en una imagen de archivo.(Reuters)
Como si de una Ana Karenina contemporánea se tratase, en noviembre del 59 abandonó a su marido para correr a los brazos del multimillonario Aristóteles Onassis. A partir de ese momento, los periodistas no la dejaron en paz. Retirada durante años para dedicarse en cuerpo y alma al que muchas veces calificó como el amor de su vida, la calidad de su voz fue menguando de manera considerable. Y como la heroína de Tolstoi, su apuesta por el amor no fue pagada con la misma moneda. Onassis acabaría abandonándola para casarse con la viudaJackeline Kennedy. La humillación fue tan considerable que acabó rematando su periplo doliente. No hubo medio en el mundo que no desmenuzase, de forma machista e indolente, el calvario y el desamor de la diva. “No debo hacerme ilusiones, la felicidad no es para mí. ¿Es demasiado pedir que me quieran las personas que están a mi lado?”, comentó una vez sobre su via crucis.
Cuando la relación entre Jackie y el magnate fracasó, este intentó volver a su lado, pero Callas jamás quiso perdonarle. Mucho menos volver con él. Para entonces, la huella del fracaso amoroso ya había hecho mella en ella. En 1973, cuando intentó volver a los escenarios de la mano de Giuseppe di Stefano, el resultado fue nefasto. Pese a su preparación, la gira acabó siendo un proverbial fracaso. Quizá fuese toda esa larga lista de sinsabores la que le produjo el fallo cardíaco que acabó con ella a los 53 años en su casa de París, un 17 de septiembre de 1977. Las razones de la muerte siempre estuvieron envueltas en el misterio. Las especulaciones sobre el suicidio abundan hasta el día de hoy, cuando una película promete descubrir las aristas más insospechadas de una mujer que, además de ser una incógnita, siempre tuvo un sencillo (e incumplido) deseo: ser feliz.

MUSICA - Beatles The Royal Philharmonic Orchestra


MÚSICA - INSTRUMENTAL ITALIANA


MÚSICA - ANDINA


MÚSICA - LAS 40 MELODÍAS MÁS GRABADAS DE LA HISTORIA


RECETA - HOJALDRE DE POLLO Y ESPINACAS


10 min
20 min
Medio
Hojaldre de pollo y espinacas


Ingredientes



1 masa de hojaldre de 200 gr
75 gr de espinacas frescas
1 pechuga de pollo
1 puñado de pasas
huevo

Preparación



PASO 1

Sobre la masa de hojaldre bien extendida, se sitúa en el centro un filete de la pechuga de pollo y encima unas pasas y unas pocas hojas de espinacas en crudo, repetimos tres veces.

PASO 2

Cerramos la pasta hacia el centro envolviendo el milhojas de pollo y espinacas y con la ayuda del huevo batido cerramos las juntas.

PASO 3

Horneamos durante 15 minutos en un horno precalentado a 220º y disfrutamos frío o caliente.

RECETA - BIZCOCHITOS INTEGRALES DE PLÁTANO Y NARANJA


Una receta sencilla en elaboración y presentación, una receta sin pretensiones y con un sabor lleno de recuerdos.

Tiempo total:

30 min.
Preparación:
10 min.
Cocción:
20 min.

Porciones:
22


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INGREDIEN-TES

  • 120 gr margarina
  • 50 gr azúcar
  • 50 gr azúcar moreno
  • 200 gr harina integral
  • 60 gr copos de avena
  • 20 gr salvado de avena
  • 2 plátanos (muy maduros)
  • Ralladura y zumo de 1/2 naranja
  • 1 tsp vainilla
  • 1/2 tsp canela
  • 1/2 tsp bicarbonato

INSTRUCCIONES

Precalentamos el horno a 170º y preparamos una bandeja de horno o un molde (rectangular o cuadrado, cuánto más grande mejor)
En un bol tamizamos la harina, el bicarbonato y la canela. en otro bol, machacamos los plátanos hasta hacerlos puré y les añadimos la ralladura de naranja.
Batimos la margarina con los azúcares hasta que se integren y quede una mezcla cremosa y homogénea. añadimos ahora el zumo de media naranja y batimos de nuevo.
Poco a poco añadimos la harina. cuando se haya integrado por completo añadimos el puré de plátano, la avena y el salvado. mezclamos bien de nuevo, obtendremos una masa bastante pegajosa. dejamos reposar.
Pasados 10 minutos vertemos nuestra mezcla sobre la bandeja o el molde, repartimos con una espátula por la superficie. debe quedar una capa fina de no más de un dedo de grosor.
Horneamos unos 20 minutos, hasta que veamos que el bizcocho tiene la superficie dorada.
Dejamos enfriar sobre la bandeja. cuando haya enfriado por completo, cortamos nuestros bizcochitos con un cortapastas o un chuchillo de sierra. a disfrutar! >^_^<

HUMOR - UNA DE JAIMITO

Durante una clase de moral y buenas maneras, la profesora dice a sus alumnos: 

- Miguel, si fueras a cortejar a una joven de buena familia, muy bien educada, durante una cena íntima para dos y tuvieras necesidad de ir a los servicios, ¿qué dirías? 

- Espérame un momento, que voy a echar una meadita. 

- Eso sería muy grosero y maleducado por tu parte. Juan, ¿cómo lo dirías tú? 

- Perdón, pero tengo que ir a los servicios. Vuelvo enseguida. 

- Eso está mejor, pero resulta desagradable decir "servicios" durante una comida.
 
jaimito y los buenos modales
- Y tú, Jaimito, ¿serías capaz de usar tu intelecto, al menos por una vez, para intentar mostrarnos tus buenas maneras? 

- Yo diría: "querida, te pido perdón por ausentarme un momento, pero voy a dar la mano a un íntimo amigo que espero poder presentarte después de la cena..."