Todos, en alguna que otra ocasión, hemos recibido críticas injustas, críticas que incluso pueden llegar a ser ofensivas y que ni siquiera tienen una base firme. Es curioso que, en la mayoría de estos casos, esas críticas vienen acompañadas de fuertes sentimientos. Podemos notar que la persona que critica se siente profundamente enfadada y muestra una reacción emocional completamente desproporcionada, por lo que termina sacando nuestras palabras, acciones o actitudes de contexto.
Esas críticas pueden hacer mucho daño, pueden convertirse en auténticos dardos envenenados que impactan contra nuestra autoestima y autoconfianza. No podemos evitar esas críticas, pero podemos hacernos inmunes a ellas. Para lograrlo, nuestra mejor barrera protectora es saber que detrás de muchas de esas palabras se suele esconder un enrevesado mecanismo de proyección.
La crítica ofensiva dice más de quien critica que del criticado
La proyección es uno de los
mecanismos de defensa más comunes en la vida cotidiana. Se trata de un mecanismo que le sirve a la persona para defenderse de aquellos impulsos, deseos o pensamientos que no quiere reconocer como propios. Como resultado, se produce una profunda negación y la persona los atribuye a otros, los proyecta sobre los demás.
Reconocer esos impulsos, deseos o pensamientos sería demasiado doloroso para la persona ya que van en contra de la imagen idealizada que tiene de sí misma. Como resultado, los proyecta continuamente sobre los demás, y los critica cuando los reconoce, de esta forma establece una distancia psicológica, los aleja inconscientemente de sí. Sin embargo, como se trata de impulsos propios, esa crítica siempre va acompañada de una fuerte reacción emocional.
Obviamente, la proyección no ocurre de forma arbitraria, lo que sucede es que la persona descubre una brecha en el otro (un supuesto defecto) y la exagera. Por eso, un pequeño desliz o simplemente unas palabras que puedan ser malinterpretadas suelen ser la mecha que detona esa crítica destructiva.
El mecanismo de proyección se basa en la idea de que analizamos y reaccionamos al mundo tal y como lo vemos. Es decir, por mucho que intentemos ocultar esos impulsos o prejuicios, estos siguen mediatizando nuestra vida psicológica y nuestras reacciones.
Un ejemplo típico de proyección se da cuando una persona acusa a su pareja de serle infiel, aunque en realidad lo que sucede es que se siente culpable porque ha tenido esos pensamientos, pero se niega a aceptarlos ya que considera que la infidelidad es algo muy negativo.
De hecho, la
sensación de culpa es uno de los sentimientos que más se proyectan sobre los demás, al igual que los estereotipos. Por eso, hay personas que se agarran de un clavo caliente o de una palabra dicha sin reflexionar demasiado para acusar a los demás de racistas, sexistas, homófobos… cuando en realidad lo que sucede es que está proyectando sus propios prejuicios, esa parte de sí que se niega a aceptar.
Los “yos” repudiados
También existe una teoría muy interesante según la cual, nuestra personalidad está integrada por una multiplicidad de yos que toman el mando según sea necesario, para protegernos del peligro, garantizar nuestra supervivencia y lograr que seamos menos vulnerables.
Con algunos de esos “yos” nos sentimos a gusto pero otros nos resultan extraños o francamente desagradables, se trata de los
“yos” repudiados. Según esta teoría, esos yos se forman a partir de los comportamientos que han sido castigados y que no son aceptados socialmente. Sin embargo, las ideas, impulsos y emociones que se encuentran en su base no desaparecen sino que continúan existiendo, reprimidas en el inconsciente.
Para detectar esos “yos” repudiados basta pensar en aquellas características que más nos irritan en los demás. Cuando creemos ver nuestras características en los demás, se produce una reacción emocional intensa que nos impulsa a castigar o criticar al otro. De esta forma liberamos esa energía psicológica y no nos vemos obligados a integrar en nuestra personalidad esas cualidades que nos disgustan.
¿Cómo sobrevivir a un ataque verbal?
- Descubre las emociones que se encuentran en la base. Normalmente las críticas constructivas se realizan desde la racionalidad y el respeto. Esto significa que tienen una emocionalidad contenida. Cuando una crítica está desbordada de emociones, existen grandes probabilidades de que se trate de una proyección, de uno de esos “yos” repudiados. Por tanto, el problema no lo tienes tú, lo tiene quien te critica de esa forma.
- Recuerda que la crítica solo es una opinión. Hay demasiadas personas de palabra fácil y crítica pronta. En cualquier caso, recuerda que la crítica es tan solo una opinión, tan válida o inválida como cualquier otra. De hecho, es probable que esa persona que te critica se base en una imagen completamente sesgada de ti, sin conocerte como persona ni saber tu historia. No olvides que la crítica constructiva se basa en la comprensión y construye puentes, la crítica destructiva se basa en la incomprensión y levanta muros.
- Mantén la calma. En ocasiones es difícil mantener la calma, pero es la mejor arma que tenemos para enfrentar este tipo de críticas. Si pierdes el control y dejas que las emociones fluyan, el veneno de la crítica comenzará a entrar en ti. Por eso, intenta mantener una postura tranquila y racional. Pregúntate si puedes sacarle provecho a esa opinión, para crecer como persona y, si no es así, simplemente bórrala de tu mente. Una buena estrategia para evitar que te dañe consiste en encontrarle la faceta más absurda. Cuando nos reímos de las cosas que nos suceden les restamos impacto emocional y, por ende, logramos pasar página sin grandes consecuencias para nuestro equilibrio emocional.
¿Qué sucede si no aprendemos a defendernos de las críticas destructivas?
Tu autoestima y autoconfianza son las estructuras que más sufren con estas críticas. Si dejas que los demás proyecten sus miedos, inseguridades y prejuicios sobre ti, comenzarás a dudar de tus capacidades y luego experimentarás culpa y rechazo. Se trata de sentimientos que no conducen a ninguna parte y que solo te harán sentir mal.
Ese tipo de críticas te arrebatan uno de tus principales tesoros: la capacidad para sentirte bien contigo, de expresarte libremente y, en última instancia, la posibilidad de ser quien eres. Por tanto, es mejor protegerse de ellas.