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Así es como Einstein educó a su hijo


Rescatamos de los escritos del científico las claves universales para formar sabios (que no sabelotodos)

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El 31 de diciembre de 1999, la revista Time escogió al personaje del siglo XX. El rostro que aparecía en la portada no era el de un deportista, ni el de un actor o estrella del rock, ni un líder pacifista tras dos guerras mundiales; pertenecía a un sabio. La persona más importante fue Albert Einstein.
La educación es lo que queda cuando uno olvida todo lo que aprendió en la escuela” Albert Einstein
La influencia del científico (1879 – 1955) va más allá de su célebreteoría de la relatividad, que cumple cien años. Alguien que acumuló tanta ciencia debió de decir muchas cosas en el campo del aprendizaje, y las dijo. Pasó buena parte de sus días contando su pasión por aprender en ensayos, cartas y conferencias, que dejaron un goteo de citas inspiradoras entre las que hemos buceado para aprender a aprender. Algo nada desdeñable, dado que el aprendizaje es imperecedero. “El estudio y, en general, la búsqueda de la verdad y la belleza, conforman un área donde podemos seguir siendo niños toda la vida”, reflexionó en uno de sus textos recogidos por Helen Dukas y Banesh Hoffmann en The Human Side. New Glimpses from his Archives (Princeton University Press, 1979).
Un planteamiento que salpica con frecuencia sus escritos es el rechazo del aprendizaje como imposición. Einstein estudió siete años en el colegio Luitpold Gymnasium de Múnich, donde se aplicaba el memorismo, basado en repetir hasta retener. Frustrado, lo abandonó antes de acabar. “La enseñanza”, escribiría años después, “debe ser tal que pueda recibirse como el mejor regalo y no como una amarga obligación”, escribió en Mi visión del mundo (Tusquets, 1949).

Toca lo que te guste

Fallos en la educación

El aprendizaje mecánico, en opinión de Einstein, crea autómatas y aborta el talento individual.
1. Crea sumisos: “Utiliza como fundamento el temor, la fuerza y la autoridad. Este tratamiento destruye los sentimientos sólidos, la sinceridad y la confianza del alumno en sí mismo. Crea un ser sumiso”.
2. Fomenta la fuerza: “No despierta la productividad porque no hacen surgir los poderes psicológicos del alumno, ya que para la institución es más fácil utilizar la fuerza y despertar la ambición individual”.
3. No es fecunda: “La escuela debe estimular la inclinación del niño por el juego y el deseo infantil de reconocimiento. Guiar al niño hacia dominios que sean beneficiosos para la sociedad. La educación se fundaría así en una actividad fecunda y de reconocimiento (...) y el maestro sería una especie de artista en su actividad”.
En Notas autobiográficas (Alianza, 1949) describe el conflicto entre su método selectivo y las exigencias académicas: “Aprendí muy pronto a entresacar aquello que podía conducir a la entraña, prescindiendo de la multitud de cosas que atiborran la mente y la desvían de lo esencial. La pega era que para los exámenes había que embutirse todo ese material en la cabeza, quisieras o no (…). Es un grave error creer que la ilusión de mirar y buscar puede fomentarse a golpe de coacción y sentido del deber. Pienso que incluso a un animal de presa sano se le podría privar de su voracidad si se le obliga continuamente a comer cuando no tiene hambre”. Con ese resquemor, aconsejó a su hijo que tratara de encontrar placer en el aprendizaje, por encima de la rigidez del sistema. “Toca al piano principalmente lo que te guste, aunque la profesora no te lo asigne. Es la mejor manera de aprender, cuando estás haciendo algo con tal disfrute que no te das cuenta de que el tiempo pasa”, de la carta a su hijo Tete, recogida en Posterity: Letters of great americans to their children, de Dorie McCullough Dawson, 2008.
Para alcanzar la excelencia, anteponía la práctica a la teoría: “Las grandes personalidades no se forman con lo que se oye o se dice, sino mediante el trabajo y la actividad. Por consiguiente, el mejor método de educación ha sido siempre aquel en que se urge al discípulo a la realización de tareas concretas. Esto se aplica tanto a los primeros intentos de escribir del niño como a una tesis universitaria (...), a interpretar o traducir un texto, a resolver un problema de matemáticas o a la práctica de un deporte”, escribe enMis creencias (1939). Precisamente usó el deporte como analogía para explicar la diferencia entre aprendizaje y educación: “Si un hombre joven ha entrenado sus músculos y su resistencia física haciendo gimnasia y caminando, más tarde estará preparado para cualquier trabajo físico. Esto es análogo a la mente (…). No estaba equivocado aquel que dijo: ‘La educación es lo que queda cuando uno ha olvidado todo lo que aprendió en la escuela”, en Sobre la educación, 1936.
Einstein abogaba por una enseñanza que favoreciese la individualidad como aporte a la colectividad. “Deberían cultivarse en los individuos cualidades para el bien común. Esto no significa que (...) se convierta en simple instrumento de la comunidad, como una abeja (...). El objetivo ha de ser formar individuos que actúen con independencia y que consideren su interés vital el servicio a la comunidad” (Mis creencias).
Sin embargo, ¿qué gana uno cultivándose para servir a los demás? ¿Fama, dinero…? En el mismo libro dice: “Tenemos que prevenirnos contra quienes predican a los jóvenes el éxito como objetivo de la vida. (…) El valor de un hombre debería juzgarse en función de lo que da y no de lo que recibe. La tarea decisiva de la enseñanza es despertar estas fuerzas psicológicas en el joven”. Predicó con el ejemplo.

¿Por qué socialismo?


 
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El pasado día 25 de noviembre se cumplieron 100 años desde la presentación ante la Academia Prusiana de Ciencias, en Berlín, de la Teoría de la Relatividad.
No solo por esta histórica aportación sino por todo lo logrado a lo largo de su vida en materia científica, hoy nadie discutiría la extraordinaria inteligencia de A. Einstein y, sin embargo, las ideas que a alguien como él le parecían aconsejables, hoy serían consideradas inaceptablemente radicales no solo en el espectro del imaginario común sino incluso en el ámbito académico e intelectual mayoritario.
Hasta ese punto se ha impuesto el capitalismo.
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¿Por qué socialismo?

Albert Einstein | Monthly Review | Mayo 1949
¿Debe quién no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que si.
Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil por que la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana –como es bien sabido– ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.
Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó “la fase depredadora” del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.
En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por si mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y –si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos– son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.
Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: “¿porqué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?”
Estoy seguro que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?
Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.
El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por si mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra “sociedad”.
Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido  –exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas–. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral ha hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.
El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.
Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos — que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos — en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.
Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.
La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo –no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas–. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional– puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.
En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré “trabajadores” a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción –aunque esto no corresponda al uso habitual del término–. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.
El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.
La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo “puro”. La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un “ejército de parados”. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.
Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.
Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.
Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?
Tener claras las metas y problemas del socialismo es de gran importancia en esta época de transición. Y dado que, en las circunstancias actuales, la discusión libre y sin trabas de estos problemas se ha vuelto tabú, considero la fundación de esta revista un importante servicio público.

RECETA - Bizcocho de vino dulce y limón

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No se qué tendrán los bizcochos pero son dulces que me pierden. Por eso siempre ando probando recetas nuevas y tomando nota de trucos para hacerlos más esponjosos, ligeros y sabrosos. Esta semana he probado a añadir vino dulce a una de mis mezclas favoritas y el resultado me ha gustado tanto que quiero compartir con vosotros la receta del bizcocho de vino dulce y limón.
Con las cantidades que indico sale un bizcocho de vino dulce y limón grande y generoso. Si no vais a darle salida a tanta cantidad, podéis hacer dos cosas. Cortarlo en porciones y congelarlas o utilizar un molde más pequeño y reducir las cantidades en función. Aunque, lo mismo os gusta tanto como a mi y decidís hacerlo así de grande para poder ir picando cada vez que entréis en la cocina.

Ingredientes para un molde de 26 cms de diámetro o 12 raciones

  • 4 huevos "M", 100 g de vino blanco dulce (tipo Moscatel), 75 g de aceite de girasol, 1 limón (zumo y ralladura), 225 g de leche evaporada, 400 g de azúcar, 350 g de harina de trigo, 50 g de harina de arroz y 14 g de impulsor químico (tipo Royal).

Cómo hacer bizcocho de vino dulce y limón

Este bizcocho se elabora de forma muy sencilla, tan sólo hay que comenzar batiendo los huevos y agregar el resto de ingredientes, uno a uno, sin parar de batir la masa. Por ello, recomiendo que tengáis todos y cada uno de ellos pesados y listos para incorporar a la masa cuando les llegue el momento.
Podéis utilizar un robot de cocina. Yo, por ejemplo, he usado thermomix, pero no es indispensable. Unas varillas eléctricas también pueden servir y hacer buen papel. Y, en defecto de todo esto, pues un cuenco grande, un trapo sobre el que apoyarlo para que no se mueva, unas varillas metálicas y un brazo fuerte con el que batir sin parar.
Comenzamos batiendo los huevos, que habrán de estar a temperatura ambiente. A continuación añadimos el vino blanco dulce, batimos, e incorporamos el aceite de girasol. Cuando la mezcla esté homogénea, incorporamos el limón, tanto el zumo como la ralladura, y la leche evaporada. Batimos de nuevo hasta homogeneizar.
Ahora incorporamos los ingredientes secos, comenzando por el azúcar que, con el batido, se diluirá poco a poco. Seguimos por las harinas y el impulsor y lo hacemos lentamente hasta que esté bien incorporada y no queden grumos. Si hacemos el batido a mano, notaremos que cuesta un poco batir la masa, aunque no es una masa especialmente pastosa.
Lista ya nuestra masa, sólo queda cubrir la base de un molde apto para horno con papel sulfurizado, llenarlo con la mezcla y cocerlo en horno pre-calentado a 180 ºC durante, aproximadamente, 40 minutos o hasta que el bizcocho haya subido, esté dorado y bien cocido en su interior. Entonces retiramos del horno y dejamos enfriar antes de desmoldar. Espolvoreamos con azúcar glas antes de servir.
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Tiempo de elaboración | 60 minutos
Dificultad | Fácil

Degustación

Como ocurre con estos dulces, el bizcocho de vino dulce y limón es el acompañamiento perfecto del café, té, chocolate a la taza o vaso de leche del desayuno o la merienda. Tiene una miga compacta, prieta y muy jugosa, de esas que da gusto hincar el diente y que inundan el paladar de matices según entra por la boca. Podemos regarlo con un glaseado de limón y hacer de el un bocado de fiesta.

Bocados Solidarios, una encomiable iniciativa en ayuda de los más necesitados

27 de noviembre de 2015 | 15:01 CET

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Hace un par de años nació la Asociación de Cocineros y Reposteros Amateurs de España (Acrame) y, desde entonces, no ha parado de llevar a cabo iniciativas solidarias en ayuda de los más necesitados. Esta asociación, cuya labor es encomiable, ha colaborado con diferentes organizaciones sin ánimo de lucro, siempre fomentando y acercando el noble arte de cocinar a todo el mundo.
Acrame ha acercado la gastronomía a personas sin techo y a comedores sociales, promovido actividades con niños fomentando el interés por la cocina, ayudado a familias a diseñar menús de bajo presupuesto, sin renunciar a una alimentación saludable, etc. Por si esto no fuera suficiente, el pasado martes 24 de noviembre Acrame presentó su último proyecto: "Bocados Solidarios".

¿Qué es "Bocados Solidarios"?

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"Bocados Solidarios" es un libro-aplicación que reúne 45 recetas creadas por reconocidos chefs y profesionales del mundo de la gastronomía, concebido como una experiencia gastronómica y social. Los contenidos están divididos en bocados fríos, bocados calientes y bocados dulces para servir como postre. Las explicaciones, paso a paso y facilitadas por cada uno de los responsables, son claras y fáciles de seguir.

¿Quienes han participado en Bocados Solidarios?

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Detrás de estos "Bocados Solidarios" están los chefs Sergio Fernández, Alberto Moreno, David Pallás y Koldo Royo; Miguel Cobo y Rebeca Hernández, participantes de la primera y segunda edición de Top Chef; Juan Manuel Sánchez, ganador de la primera edición de Masterchef; Celia Lastres, concursantes de la segunda edición de Masterchef; José Ribagorda, presentador de los Informativos de Tele 5; y la actriz Silvia Tortosa.
A ellos se han querido unir bloggers e influencers del panorama actual, cuyo trabajo ha sido realizado de manera impecable y, sobre todo, de forma altruista. ¿El objetivo? Contribuir a que el día a día de los afectados por lesiones medulares sea un poco mejor, pues los fondos que se recauden serán, integramente, donados a la Asociación de parapléjicos y personas con gran discapacidad física de la Comunidad de Madrid.
"Bocados Solidarios ha servido para poner de nuevo de manifiesto que se puede hacer feliz al ser humano a través de la comida", comentó José Luis Barroso, Presidente de ACRAME, durante la presentación del proyecto el pasado martes 24 de noviembre de 2015

¿Dónde podemos encontrar "Bocados Solidarios" y cuánto nos va a costar?

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El libro-aplicación "Bocados Solidarios" está disponible en Play Market y se puede descargar ya mismo en móviles y tablets Android. En breve podremos descargarlo también en Apple Store. Yo ando a la espera de que llegue el día y deseando tenerlo en mi haber. El precio es de tan sólo 0,99€,una pequeña cantidad con la que solidarizarnos con los que más lo necesitan.
Más información | Acrame y Aspaym Madrid

COMO SOBREVIVIR A LA CRISIS- EMILIO DURO


Tres paisajes naturales para disfrutar de la naturaleza al máximo

24 NOVIEMBRE, 2015

Tres paisajes naturales para disfrutar de la naturaleza al máximo
Si eres de los que están cansados del ruido y del ajetreo de la ciudad, o simplemente del trabajo y el sin parar del día a día, en este post te presentamos tres paisajes naturales, que podrás visitar, organizando una escapada improvisada, gracias a los viajes a última hora de Expedia, para disfrutar de la naturaleza y relajarse, dejando a un lado, por unos días la rutina diaria y el estrés:

Playa de las catedrales (Lugo).

Muy cerca de Ribadeo, la bajamar nos va a dar un espectáculo fabuloso, nos descubrirá una de las playas más solemnes y hermosas de Galicia, de España y del mundo. Esta maravilla natural es el decorado soñado por cualquier fotógrafo.
Su nombre se debe a la curiosa forma de sus acantilados, alguno de ellos de más de 30 m de altura. Su curiosa forma ha sido esculpida en su roca oscura por el agua y el viento a lo largo de los años, dando su forma característica, asemejándose a bóvedas y arcos.
Una manera mágica de disfrutar de este paraíso natural es durante la bajada de la marea, paseando descalzo bajo las bóvedas, dejando que la brisa del mar nos acompañe.

El Naranjo de Bulnes (Asturias).

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© Miguel Sáenz de Santa María
El Naranjo de Bulnes es la cima más conocida de los Picos de Europa y símbolos del alpinismo español, un pico con 2.519 me de altitud, llamado también Picu Urriellu.
Solo pueden hacer cumbre alpinistas experimentados. Aunque no puedas ascender, puedes llegar hasta su falda y disfrutar de su espectacular porte, maravillosas panorámicas desde el recorrido desde Sostres, y además, montar en el funicular de Bulnes, dos alternativas bellas de aquella zona.
Cerca de esta maravilla de la naturaleza encontraremos aldeas muy pequeñas como Tielve y Poncebos. Encontraras en ellas la magia de la Asturias mas autentica y genuina.

El Valle de Baztan (Navarra).

En el corazón de Navarra nos encontramos con un valle pirenaico que por cultura y tradición y su enorme belleza natural, es un lugar obligado de visita cuando visitamos esta comunidad.
Un lugar de paso del Camino de Santiago que tiene la mejor y mayor conservada mancha forestal de Navarra e incluso de la Península Ibérica entera, la Selva de Irati.
Pasear por este valle, cuna del Euskera, nos permitirá disfrutar de la tradición cultural vascuence gracias a unos alojamientos rurales bien cuidados, con una rica gastronomía local con sus alimentos estrella, las carnes a la brasa y el queso.
¿A qué son maravillosos? Solo tienes que salir de las grandes urbes y marchar camino de estos tres regalos de la naturaleza, que nos harán olvidarnos por unos días de las preocupaciones y de los problemas que acumulamos días tras día en nuestras estresantes ciudades.
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Seguir leyendo: http://ecoinventos.com/tres-paisajes-naturales-para-disfrutar-de-la-naturaleza-al-maximo/#ixzz3sgJkrqgY

Albóndigas Caseras de la Abuela Nina. Receta de Aprovechamiento

Cocinando con las chachas


Posted: 26 Nov 2015 08:12 AM PST

En casa tenemos un lema: "la comida no se tira", así que lo intentamos aprovechar todo, y un plato que se presta mucho a esto es el cocido.
Nuestra madre pone el cocido en una olla maxi-grande, y ese día lo comemos con calabazas y habichuelas, que es como le llamamos aquí en Andalucía a las judías verdes.
Antes de añadirle las verduras saca el caldo, que lo comemos otro día como sopa con fideos o sopa de picadillo (con jamón, huevo y pan frito), y otras veces le echamos arroz con un tomate y un pimiento. Nos costaría mucho decidirnos por una ellos.



Parte de los garbanzos del cocido los reservamos para añadirlos  a las espinacas, y la pringá de casa (que lleva un jarrete de cerdo, una pechuga de pollo, tocino fresco, ...) la aprovechamos para hacer tortillas de carne, croquetas o estas albóndigas caseras de las que os traemos hoy la receta y que son la especialidad de la Abuela Nina.


Ingredientes:
  • Jarrete de cerdo y pollo sobrante de las carnes del cocido ("pringá")
  • 1/2 kilo de carne picada
  • Un huevo
  • Una cebolleta
  • Pan rallado fresco 
  • Ajo y perejil picado
  • Una zanahoria
  • Un vaso de vino blanco
  • Nuez moscada
  • Aceite de oliva virgen
  • Caldo de verduras
  • Laurel
  • Limón
  • Pimienta negra y sal
Elaboración: 
Picamos las carnes sobrantes de la "pringá". Las ponemos en el bol junto con la carne picada, el ajo y el perejil y una cebolleta, todo muy bien picado.
Después añadimos el huevo, el zumo de medio limón, las especias (pimienta negra y nuez moscada) y una pizca de sal.
Vamos añadiendo el pan rallado poco a poco, mientras mezclamos. Añadir el pan que admita para formar una masa compacta pero no demasiado seca.
A continuación vamos formando las albóndigas del tamaño que más os gusten y las pasamos por harina y a la sartén a freír con el aceite de oliva caliente. Reservamos.
En la olla añadimos un poco del aceite de haber frito las albóndigas y cuando este caliente añadimos la cebolla y la zanahoria. Refreímos un poco.
Añadimos las albóndigas reservadas, un vaso de vino blanco, dos hojitas de laurel y cubrimos con el caldo. Salpimentamos al gusto.
Dejamos cocinar hasta que se forme una salsa ligera y listo.

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