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Madurar no es sumar sino aprender a restar


No siempre lo reconocemos, pero uno de nuestros mayores temores es la pérdida. De hecho, apenas conquistamos algo o a alguien, en vez de disfrutarlo plenamente, nos atenaza el miedo a perderlo. De esta forma pasamos gran parte de nuestra vida en un estado de ansiedad y zozobra, siendo incapaces de disfrutar los logros que hemos alcanzado.

La sociedad es, en gran parte, responsable de ese profundo y atávico temor. De cierta forma a todos nos han hecho llegar un mensaje muy claro: la vida es acumular. Eso significa que siempre debes tener más porque perder es sinónimo de derrota, en cualquier esfera de la vida.

Ese mensaje ha calado muy profundo y hace que siempre estemos corriendo, con la inútil pretensión de alcanzar algo nuevo y mejor. A veces corremos tanto que nuestra propia velocidad nos aturde. Lo curioso es que de esta manera nos olvidamos de disfrutar de cada momento porque siempre tenemos la vista puesta en el futuro, un futuro que debe contener cada vez más, porque creemos erróneamente que "más" es sinónimo de "mejor".

La vida es la mejor maestra


La vida, sin embargo, se encarga de poner todas las cosas en su lugar. Y nos enseña que en cierto punto del desarrollo lo que nos permite madurar no es seguir sumando sino aprender a restar. 

¿Qué deberíamos restar?

Lo queramos o no, tendremos que aprender a restar personas, incluso personas que en algún momento fueron muy importantes para nosotros.

También tenemos que aprender a restar estrés y tensión o estos le pasarán una factura demasiado elevada a nuestra salud.

Debemos aprender a restar apegos, siendo conscientes de que la vida cambia continuamente. Lo cual no significa querer menos, sino aceptar aquello que no podemos cambiar y seguir adelante.

También debemos aprender a restar expectativas, comprendiendo que estas son una fuente completamente innecesaria de desilusiones, frustraciones y tensiones. Aunque eso no significa dejar de soñar.

Es importante que dejemos de sumar cosas y comencemos a abrazar un estilo de vida más minimalista. Las cosas no llenarán el vacío emocional. En su lugar podemos aprender a reconectar con las cosas más simples.

También debemos aprender a restar planes, sobre todo aquellos que no son nuestros y no nos hacen verdaderamente felices. Elegir sabiamente las experiencias, en vez de atiborrarse de estímulos, nos permitirá vivir de manera más plena.

En fin, es importante restar todo aquello que no necesitamos y que no nos hace felices sino que solo añade una tensión innecesaria.

El miedo a restar se vence aprendiendo a soltar y dejar ir


Criados con la idea de que siempre debemos sumar, nos resistimos a restar. Sin embargo, una vez superada la resistencia inicial, encuentras un enorme placer en deshacerte de todo aquello que genera tensión, sufrimiento o simplemente es inútil. 

Poco a poco te vas dando cuenta de que caminas más ligero, y eso te resta preocupaciones, ansiedades y tensiones. Al ir más ligero de equipaje puedes disfrutar mucho más del viaje. La clave de la felicidad no radica en tener más sino en desear menos.

Steve Jobs fue un ejemplo de minimalismo, una tendencia que se hizo aún más evidente cuando supo que estaba enfermo ya que enfrentarse a su mortalidad le animó a deshacerse de todo aquello que no necesitaba.

Cuando el antiguo Director Ejecutivo de Apple, John Sculley, visitó por primera vez a Jobs en su casa se quedó impresionado. Describe así su visita: "Recuerdo que Steve prácticamente no tenía muebles en su casa. Tenía un cuadro de Einstein, a quien admiraba muchísimo, una lámpara de Tiffany, una cómoda silla y una cama. Él no creía que fuera necesario tener muchas cosas a su alrededor pero era increíblemente cuidadoso con las que elegía".

Puedes comenzar con pequeñas cosas y seguir esa limpieza psicológica en otras esferas de tu vida, será una especie de detox profundo. Recuerda que cuando descartas algo porque no lo necesitas, ganas más de lo que pierdes. Es un cambio que realmente vale la pena.