La maternidad es un sentimiento universal, pero cada una lo vivimos a nuestra manera, con nuestros recursos (copiados o inventados) y adaptándolo a nuestra personalidad. No hay una madre igual a otra, pero sí hemos detectado unas categorías más o menos definidas. ¿Con cuál te sientes más identificada?
La Voz de la Experiencia
Cualquier cosa que te pase con tus hijos, ya le ha pasado a ella. Dos. Cinco. Veinte veces. Y no dudará en contártelo con pelos y señales y decirte qué es lo que tienes que hacer exactamente (con anécdotas más largas que una telenovela venezolana). Se sabe todas las teorías, todos los trucos y lo que hay que hacer en todas y cada una de las posibles situaciones. Y no dudará en decirte que eso es lo que tienes que hacer tú.
Está de vuelta de todo. Su visión de la maternidad es una mezcla inaudita de trucos prácticos, teorías variopintas, aplomo y pasotismo relajado.
La Mejor Amiga
Les deja comer palomitas a medianoche, pintar las paredes del salón y se apunta a cazar hadas en el jardín ahora mismo. Es su mejor amiga, su confidente, una más en la pandilla. Vamos, que le cuesta asumir el rol que le ha tocado en la vida y evita todas las responsabilidades (porque es menos divertido, claro)
En el fondo, no quiere que sus hijos la vean como una figura autoritaria, la que pone normas y prohíbe hacer cosas divertidas.
Doña Perfecta
Experta en todo lo que se propone: en mullir cojines, limpiar mocos y en cualquiera que sea la profesión que haya elegido. Sus niños tienen que ser tan perfectos como ella: jamás llevan las orejas sucias, sacan las mejores notas y no comen chuches, sólo verduras crudas y lo que hayan dicho los nutricionistas este año que hay que comer. Maneja su casa de la misma forma que su empresa: con la máxima eficacia y sin despeinarse.
En el fondo, su búsqueda de la perfección le hace caer en la ansiedad, pasarse de controladora y abusar de las críticas.
La Impredecible
Cambia de teoría educativa tanto como Zara de colecciones y los políticos de excusa para no cumplir sus promesas electorales. Unos días está a favor de la disciplina y la rutina espartana, otros es una firme defensora de la crianza natural, otros del sistema Triple P o súper fan de la Teoría New Age (la silvestre). Todo dependerá de la teoría educativa de moda o del bestseller del momento.
Es insegura, caótica y podríamos decir que su estado emocional es como el de un ascensor sin frenos.
La Cansina
¿Has pagado ya la contribución? ¿Te has lavado las manos? ¿Cuándo te casas? A ver si te buscas un trabajo serio… Su estrategia es como la de la tortura con la gota de agua: ella insiste, insiste, insiste más, inasequible al desaliento y con la esperanza de que algún momento la cosa termine calando (o su vástago termine enloqueciendo).
En el fondo sólo quiere lo mejor para sus hijos, aunque lo mejor sea lo que ella cree y no lo que ellos quieran. Y no parará hasta conseguirlo.
La Cariños
Esta madre es como un subidón de azúcar. Siempre tiene una palabra amable, un abrazo, una palmadita en la espalda y la palabra “amor” preparada. Su forma de solucionar los problemas implica tomar una buena taza de chocolate y dar soluciones edulcoradas. Es muy protectora y negacionista, no quiere ver el mal que hay su alrededor y si por ella fuera el mundo se pararía, los niños no crecerían y su casa siempre olería a galletas recién horneadas.
Experta en negar la realidad.
La que no termina de verse de madre
No es que no quiera a sus hijos, es que no se ve encerrada en casa, dando lecciones sobre cómo comportarse todo el rato y ocupándose de tener una vida tradicional. Ella lo intenta con todas sus fuerzas, pero la verdad es que tiene una vida personal demasiado rica como para renunciar a ella. Aficiones, trabajo, amistades... todo es tan interesante. Y lleva tanto tiempo. Luchará por hacer lo que tiene que hacer, pero por instinto maternal no le viene nada de nada.
En Trendencias|Manifiesto de una buena madre trabajadora de hoy en día