En 2003 salió a la luz el libro “El Código Da Vinci”, una novela de misterio que se volvió un éxito instantáneo, y pronto millones de personas estaban fascinadas con una de las pinturas más importantes de la historia: “La Última Cena”. Desde entonces muchos han creído lo que el libro decía, que una de las figuras centrales no era la de Pedro sino la de María Magdalena, que había un sin fin de pistas en la pintura que llevarían a quien las supiera interpretar al Santo Grial, que la verdadera identidad de Jesús estaba escondida y muchas más cosas. Entre aclamaciones y fuertes criticas, la pasión por el libro fue superada, pero sin duda ese libro le dio nueva vida a una de las obras de arte más importantes de la historia.
La pintura de Leonardo da Vinci fue creada entre 1495 y 1497 y desde entonces los hombres se han encargado a lo largo de la historia de crear algunos mitos y leyendas alrededor de la pintura. También existen algunos datos curiosos que no mucho conocen, pues si bien es una pintura famosa, muchos se han adaptado a la idea de que es una pintura pequeña en un museo, lo cual es completamente falso. A continuación te dejamos con algunas cosas que quizá no sabías acerca de una de las obras maestras de uno de los mayores genios que la humanidad ha tenido.
“La Última Cena” se encuentra en la pared del convento Dominico de Santa Maria delle Grazie en Milán, lugar donde fue creado; y, a diferencia de lo que muchos piensan, el mural no fue creado sólo porque da Vinci decidió regalarle a la humanidad una de sus obras más enigmáticas, en realidad fue por encargo del duque Ludovico Sforza.
“La Última Cena” es un mural de 460 cm de alto por 880 cm de ancho ejecutado al temple y óleo sobre capas de yeso. Esto intentó ser revolucionario en la época, pero la realidad es que el experimento fue una obra fallida. Los murales se hacían al fresco, pero da Vinci, en su afán de experimentar utilizó una nueva técnica que finalmente no resulto efectiva, por lo que hoy las pinceladas del artista son prácticamente inexistente, teniendo más bien una obra reconstruida a partir de las restauraciones.
“La Última Cena” es un mural de 460 cm de alto por 880 cm de ancho ejecutado al temple y óleo sobre capas de yeso. Esto intentó ser revolucionario en la época, pero la realidad es que el experimento fue una obra fallida. Los murales se hacían al fresco, pero da Vinci, en su afán de experimentar utilizó una nueva técnica que finalmente no resulto efectiva, por lo que hoy las pinceladas del artista son prácticamente inexistente, teniendo más bien una obra reconstruida a partir de las restauraciones.
Otra de las razones por las que el artista experimentó con esta técnica es porque el fresco se secaba muy rápido, y él se habría visto obligado a trabajar con rapidez, cuando la verdad es que Leonardo da Vinci era conocido por pasar largos periodos inactivo mientras pintaba alguna obra, era un procastinador profesional.
La pintura captura el momento exacto en el que Jesús revela que será traicionado por uno de sus discípulos, por lo que el artista buscó darle una reacción lógica y creíble a cada uno de los personajes. También muestra el momento exacto antes de que Jesús haga la eucaristía por primera vez.
También se cree que la figura de quien se convertiría en Santo Tomas tiene el dedo apuntando hacia el cielo para dar a entender que sería él quien después negaría la resurrección y tendría que meter su dedo en las heridas de Jesús para comprobarlo.
La obra fue diseñada para poder ser observada en su totalidad y tener una sensación de inmersión. Leonardo da Vinci logró darle esa perspectiva al trabajar el muro con un martillo y un cincel, logrando hacer mayores los efectos de profundidad.
Durante 1652, la obra fue dañada por la renovación del convento en el que se encuentra. Una puerta fue instaurada debajo de la obra de da Vinci y los píes de Jesús se perdieron para siempre.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la pintura fue protegida con grandes costales de arena. A pesar de eso los bombardeos la afectaron totalmente, pero fue una de las pocas cosas que se mantuvo en pie del monasterio. Después tuvo que ser restaurada nuevamente.
Estudios recientes dicen que el artista decidió poner de fondo un área que podría ser la zona norte del lago Como en Italia.
Judas es uno de los personajes más importantes de “La Última Cena” y alrededor de su figura hay distintos mitos. Antes de “El Código Da Vinci” existía la leyenda popular de que el artista se había tardado muchos años en poder terminar la pintura, pues no encontraba al modelo perfecto para pintar a Judas. El día que lo hizo se sorprendió porque la persona que encontró fue justamente una a la que años antes había utilizado como modelo, pero en esa ocasión el modelo había sido Jesús. Al parecer el tiempo y una vida llena de pecado lo habían demacrado considerablemente. Esto es falso, durante años han existido las historias de que una vida con pecado afecta el aspecto físico, pero como mencionamos anteriormente, da Vinci tardó tres años en terminar la pintura debido a que era propenso a perder el tiempo.
Lo que sí es real acerca de Judas es que el modelo al que utilizó fue un verdadero criminal. En esa época da Vinci visitó distintas cárceles de Milán, buscando alguien que pudiera servirle en tan importante y trascendental tarea.
También existe la teoría de que da Vinci se autorretrató en la figura de Santiago el Menor (segundo personaje desde la izquierda). Lamentablemente esa es una teoría que parece no ser cierta. Los historiadores lo creen debido a que la figura se muestra de perfil y con ese ángulo la cara se parece bastante a los retratos que existen sobre da Vinci.
Algunas de las teorías acerca de la obra son bastante extremas. Tal como lo explora Dan Brown en su novela, la identidad de Juan ha sido cuestionada y comparada con María Magdalena. Los primeros en hacerlo fueron Lynn Picknett y Clive Prince en “The Templar Revelation”, libro en el que decían que todo era el trabajo de la Iglesia Católica para enterrar la verdadera identidad de Jesús.
El mundo de la música también se ha entrometido en la obra. En 2007 el músico italiano Giovanni Maria Pala hizo una canción de 40 segundos basándose en supuestas notas musicales escondidas en la obra.
Una de las teorías más alocadas, y que lamentablemente no sabremos si es cierta, es la de la investigadora del Vaticano Sabrina Sforza Galitzia. Ella dijo que de acuerdo a estudios matemáticos y astrológicos realizados a partir de la pintura, encontró una predicción catastrófica: el mundo terminará debido a una inundación que sucederá entre el 21 de marzo y el primero de noviembre del año 4006.