Es probable que te hayas pasado media vida escuchando las opiniones de los demás, prestando atención a las críticas destructivas o incluso siguiendo consejos indeseados sobre cómo deberías enfocar tu existencia. Lo peor de todo es que muchas de esas críticas provienen de personas que realmente no te conocen bien, personas que no han tenido que ponerse tus zapatos para recorrer tu camino pero aún así se sienten con el derecho y la autoridad para juzgar tus decisiones.
El problema es que cuando le das demasiada importancia a esos juicios, las críticas terminan haciendo mella en tu autoestima, haciendo que dudes de ti, de las decisiones que has tomado y de tu valía como persona. Las críticas son como las malas hierbas, al inicio aparecen tímidamente pero si no las eliminas, terminarán ocupándolo todo e incluso impedirán que las cosas buenas florezcan.
¿Es posible ser inmunes a las críticas?
Es difícil lograr que las críticas no te afecten lo más mínimo. De hecho, si lo piensas un segundo es probable que recuerdes algunas de las críticas más ácidas que has recibido a lo largo de tu vida y que han dejado una huella en ti. Si cierras los ojos revivirás ese momento y volverás a escuchar esas palabras en tu mente.
No podemos negar que a todos nos importa la opinión de los demás sobre nosotros ya que nos agrada ser aceptados. Nuestro cerebro experimenta el rechazo social como un dolor auténtico, como si se tratara de dolor físico, porque estamos “programados” para vivir en sociedad y necesitamos el apoyo y comprensión de los demás.
Por otra parte, las críticas también duelen tanto porque normalmente las asumimos como un ataque personal. De cierta forma, toda crítica encierra un ataque velado a nuestra esencia, a nuestra forma de ser y actuar, a nuestros valores o incluso nuestra manera de ver la vida. Por eso las críticas son aún más dolorosas si provienen de personas que significativas para nosotros cuya opinión nos importa.
Sin embargo, aunque es muy difícil ser totalmente inmunes a las críticas, debemos aprender a afrontarlas o seremos nosotros quienes paguemos las consecuencias. Y el precio a pagar es muy caro.
Las cicatrices que dejan las críticas
- Te arrebatan la paz interior. Una crítica ácida, destructiva e inmerecida, dejará huellas inmediatas en nuestro estado de ánimo. Su primer efecto es hacerte sentir mal, quizá puedes enfadarte, entristecerte o desmoralizarte. En cualquier caso, esa persona habrá logrado uno de sus objetivos: arrebatarte la paz interior.
- Afectan tu autoestima y confianza. Si le prestas atención a las críticas destructivas, estas terminarán minando tu autoestima y harán que dudes de tus capacidades. Si una persona critica constantemente tus decisiones y comportamientos, al final terminarás pensando que tiene la razón y que hay algo malo en ti.
- Te estresan mucho. ¿Sabías que la hormona del estrés dura en el torrente sanguíneo más de 60 minutos y la oxitocina de un 'te quiero' se desvanece en apenas 5 minutos? Somos particularmente sensibles a los hechos desagradables, como las críticas y los comentarios negativos, los cuales provocan cambios a nivel fisiológico que tardamos bastante en procesar. De hecho, se estima que el efecto de una crítica es 12 veces más potente que el de un piropo.
Las críticas te afectarán tanto como tú lo permitas
"Hace mucho tiempo, un joven le suplicó a un gran maestro que le enseñara a pintar. El joven tenía un gran talento, mucha iniciativa y una gran creatividad, por lo que cuando comenzó a mostrar sus trabajos, que se alejaban bastante de los estándares artísticos, enseguida recibió muchas críticas del gremio.
Desalentado por los duros juicios, un día el joven le pidió ayuda a su maestro:
- Maestro, no sé qué hacer. Quizá no soy un buen pintor. Todos no tienen más que palabras críticas para mis cuadros.
El maestro sonrió y le respondió:
- Escucha las palabras de los críticos, pues te dirán lo que tus amigos ocultan y no son capaces de decirte. Pero no dejes que te abrumen. Recuerda que nunca se ha erigido una estatua en homenaje a un crítico. Las estatuas son para los criticados".
Esta sencilla historia nos brinda una gran enseñanza: debemos escuchar las críticas e intentar aprender de ellas, pero no debemos dejar que nos desanimen, sobre todo si se trata de juicios malintencionados. Después de todo, solo no se equivoca quien no hace nada en su vida, quien no se atreve a probar algo diferente, quien se mantiene en su zona de confort.
Recuerda además que te ha costado mucho llegar donde estás. Que tienes un pasado de resiliencia y que solo tú sabes lo duras que han sido las decisiones que has tenido que tomar. Por tanto, no permitas que personas que no conocen tu pasado te juzguen.
Por otra parte, también es importante que aprendas a lidiar con las críticas sin que estas provoquen un tsunami emocional en tu interior. Asume que se trata de una opinión, que puede ser más o menos acertada, pero no es un ataque contra tu persona, por lo que no es necesario que te pongas a la defensiva.
Te ayudará pensar en esa crítica como en una nube que, antes o después, desaparecerá. Y tener en mente la frase de Buda: “Quien te enfada, te controla”, no le des ese poder a quien te critica con ánimos de molestarte.
Aprende a distinguir las críticas destructivas de las críticas positivas
Las críticas no siempre son negativas, a veces pueden ayudarnos a crecer como personas y reparar errores que hemos cometido. No obstante, es fundamental que aprendamos a diferenciar las críticas positivas de las destructivas:
Crítica destructiva: Se centra en lo que se ha hecho mal, resalta únicamente la equivocación.
Crítica positiva: Se enfoca en cómo reparar el daño.
Crítica destructiva: Resalta las peores características o rasgos de la personalidad.
Crítica positiva: Se centra en el comportamiento, no implica un juicio sobre el valor de la persona.
Crítica destructiva: Normalmente suele devaluar y desmoralizar a quien la recibe.
Crítica positiva: Generalmente motiva a seguir adelante y esforzarse por mejorar.
Crítica destructiva: Hace que la persona se sienta culpable.
Crítica positiva: Mira al futuro, para solucionar el problema desde una actitud responsable.
Crítica destructiva: Implica un intento de control, la persona que critica asume una posición de superioridad moral.
Crítica positiva: Respeta la individualidad del otro, su autonomía y poder de decisión.