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Revive Con Este Video La Destrucción De Pompeya



En el año 79 antes de Cristo, la ciudad de Pompeya fue destruida por una erupción volcánica. La historia de ese horrible día captó la atención de la humanidad quizás más que cualquier otro desastre natural. Todos los días miles de turistas visitan la ciudad de Pompeya y reflexionan sobre lo terrible que esta inesperada experiencia supuso para los habitantes. Ahora, gracias a las impresionantes imágenes de las computadoras, podemos ver lo qué realmente ocurrió durante ese día.






El campo geomagnético de la Tierra está fluctuando


El campo geomagnético de la Tierra está fluctuando

Jarro del levante con sello de Judea (TAU)
Una serie de fragmentos de jarros de arcilla cocida con el registro de los sellos reales del gobierno de Judea -Jerusalén y sus alrededores- permitió a un equipo de investigadores internacionales datar en manera cronológica y con gran exactitud la disminución de la intensidad del campo magnético de la Tierra, iniciada en el siglo VIII a.C.
Estos resultados, más los datos de estudios anteriores permitieron postular que la Tierra tiene un Campo magnético variable, que ha fluctuado en el último milenio, lo que aclara de paso uno de los grandes enigmas de Einstein.
El reciente descenso de la fuerza del campo, aparentemente no sería un fenómeno único del que preocuparse, ya que “el campo se ha debilitado y se ha recuperado a lo largo de los últimos milenios”, indicó el Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, el 15 de febrero.
“Albert Einstein consideró el origen del campo magnético de la Tierra uno de los cinco problemas no resueltos más importantes de la física. El debilitamiento del campo geomagnético, que se extiende desde el núcleo del planeta hacia el espacio ultraterrestre y fue registrado por primera vez hace 180 años, ha suscitado preocupación por parte de algunos, por el bienestar de la biosfera”, destacó la Academia.

LA FELICIDAD


RECETA - TORRE DE PAPAS AL AJO CON PIMIENTOS

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4 Porciones
Ingredientes
  • 3 papas grandes
  • 3 cucharadas de aceite vegetal
  • 2 cucharadas de perejil picado
  • 2 dientes de ajo picados
  • 4 pimientos italianos

Preparación. Rebana las papas y colócalas en una olla con agua y sal. Hiérvelas hasta que suavicen, pero que no estén totalmente cocidas. Reserva.
Calienta en una sartén dos cucharadas de aceite a fuego alto. Dora las papas.
Cuando estén casi listas, añade el ajo, salpimienta y, justo antes de retirarlas, agrega el perejil.
Corta el pimiento  en tiras. Saltéalo en una sartén con el aceite restante a fuego alto. Salpimienta.
Distribuye las papas para formar cuatro torres. 

André Rieu - Greatest Moments


Esto es lo que ocurre cuando mantienes la mirada 4 minutos (experimento social)

Instituto MensalusCentro de Psicología, Coaching y Crecimiento Personal
El psicólogo y filósofo Dr. Arthur Aron, profesor de la Universidad de Stony Brook (Nueva York), lleva 40 años estudiando el amor, la amistad, la intimidad y todos aquellos elementos que refuerzan e inducen a la cercanía interpersonal. 
Con este objetivo, Arthur realizó un estudio en el que diferentes personas debían sostener la mirada en los ojos de su pareja durante 4 minutos. Anteriormente, todas ellas habían respondido a 36 preguntas creadas especialmente para profundizar en las conexiones emocionales.
Esta semana, el equipo del Instituto de Asistencia Psicológica Mensalus nos presenta este interesante vídeo en el que observamos los resultados del experimento y constatamos el enorme poder de la mirada.

El poder de una simple mirada

Antes de nada, puedes visualizar el contenido audiovisual a continuación:

¿Por qué 4 minutos resultan tan reveladores?
La comunicación alcanza su máximo esplendor en el momento en que hacemos uso de todos los sentidos. Esta puesta en marcha no necesariamente debe ser simultánea, lo importante es que demos protagonismo a cada uno de ellos en el momento preciso y prestemos atención a su idiosincrasia.
De hecho, ofrecer exclusividad a un sentido, por momentos, puede convertirse en un potente amplificador de la interacción. Y no solo eso; puede, en cuestión de segundos, llegar a profundizar en conceptos que van más allá de las palabras.
En nuestro día a día, ¿miramos?
Miramos pero no siempre contemplamos. En realidad, nos extraña hacerlo e, incluso, nos sentimos incómodos (“me pones nervioso”, “por qué me miras y no dices nada”, “me cuesta aguantar la mirada tantos segundos”, etc.). 
Los 4 minutos sirven a los participantes del experimento para justamente eso, contemplar a la persona en su plenitud y hacer un reconocimiento mutuo. El resultado son preguntas y respuestas desde el silencio que encuentran un hilo conductor: la complicidad.
El diálogo que se establece es apasionante. Unos ojos dicen “háblame de ti” y los otros responden “hablo de lo que soy cuando estoy contigo”. 
Unos definen “esto es lo que nos une” mientras los otros responden “esto es lo que nos convierte en la pareja que somos”. Unos piden “dime qué es lo que deseas” y los otros contestan “seguir escuchando todo aquello que, hasta ahora, no habíamos dedicado tiempo a decirnos”. Parece que las conversaciones no tienen fin.
¿Cómo podemos potenciar la mirada en la comunicación?
Para empezar, integrándola en todos los contextos, no únicamente en aquellos espacios más íntimos. La mirada es, tal y como señalábamos, un acto de reconocimiento mutuo. Evitar el contacto ocular es signo de distancia y desconexión (desligamos la persona que tenemos en frente de nuestro mensaje). Si no contemplamos al otro, restamos importancia a su posición. Por ello es tan importante transmitir su valía a través de mirar y ser mirado. 
La mirada “que habla” va acompañada de la escucha activa, de la atención plena. Estar presentes en el aquí y el ahora conlleva una mirada que fluye al son de las palabras: una mirada atenta pero no fija.
Muchas veces, miramos al otro pero no escuchamos, únicamente oímos...
Cierto. Miramos, sí, pero estamos pensando en aspectos ajenos a la conversación. Esta mirada es claramente distinta: pierde consistencia, es vacía, inexpresiva. Mirar con detenimiento incluye un “baile ocular” que acompaña el ritmo de las palabras. En ese instante la mirada se alimenta de la emoción que evoca el discurso y la comunicación ofrece y recibe, no es estática. Es así como consigue acercar ambas partes.
¿De qué otros modos podemos “acortar las distancias”?
La cercanía en las relaciones personales depende por supuesto de diversos factores, pero existen dos elementos que especialmente son determinantes en la comunicación. Hablamos del tono de voz y el lenguaje corporal.
Aprender a escuchar el tono y el cuerpo es algo que trabajamos desde la Psicología y el Coaching. Por ejemplo, en aquellas ocasiones donde el paciente expresa incomprensión o manifiesta sentirse incomprendido, no únicamente analizamos el discurso explícito, también leemos el formato, tanto el que se ve como el que se escucha. Resulta revelador cuando, en futuras conversaciones, dichos formatos cambian y las sensaciones son totalmente distintas (“nos hemos dicho lo mismo pero esta vez no me he sentido solo/a”).
¿La emoción es la protagonista del acercamiento?
Exacto. Aquél sentimiento que se desprende de la interacción es el que, la mayor parte de las veces, marca el rumbo de las siguientes. Por este motivo es tan importante leer nuestro lenguaje y aprender a empatizar con el lenguaje del otro. 
¿Con qué mensaje podemos quedarnos hoy?
La comunicación es compleja y precisa de ser atendida como se merece. Dicho esto, quizás podemos quedarnos con un valioso mensaje que lanza el experimento que hoy hemos compartido:
“En la comunicación, disfruta y siéntete poderoso de mirar y ser mirado”.

¿Conocías Los Beneficios De Las Bayas De Acai?


Si quieres saber por qué todo el mundo se vuelvo loco por las bayas de acai, probablemente deberías escuchar la información contenida en este video. Estas bayas contienen toda una gama de beneficios para la salud.
 

¿Sabías que la inteligencia se hereda de la madre?



Las personas inteligentes deben agradecerles a sus madres ya que, según la ciencia, son ellas las principales encargadas de transmitirle los genes relacionados con la inteligencia. Por tanto, quizá los estereotipos de género que hemos arrastrado a lo largo de tantos siglos estén a punto de dar un vuelco radical. Las madres solteras que quieran tener un hijo inteligente no necesitan buscar a un Premio Nobel en un banco de esperma y es probable que los hombres comiencen a encontrar en la inteligencia de las mujeres su mayor atractivo.

En la base de esta teoría se encuentra lo que se conoce como “genes condicionados”, los cuales se comportan de manera diferente según su origen. En práctica, estos genes tienen una especie de etiqueta bioquímica que permite rastrear su origen e incluso desvela si son activos o no dentro de las células de la descendencia. Curiosamente, algunos de esos genes condicionados solo funcionan si provienen de la madre. Si ese mismo gen se hereda del padre, es silenciado. Obviamente, otros genes funcionan de manera contraria; es decir, solo se activan si provienen del padre.

Las células de la madre se dirigen a la corteza cerebral, las del padre al sistema límbico


Sabemos que la inteligencia tiene un componente hereditario, pero hasta hace poco se pensaba que este dependía tanto del padre como de la madre. Sin embargo, diferentes investigaciones desvelan que los niños tienen mayores probabilidades de heredar la inteligencia de su madre ya que los genes de la inteligencia se encuentran en el cromosoma X.

Una de las investigaciones pioneras en este ámbito se realizó en el año 1984, en la Universidad de Cambridge, aunque le siguieron muchas más. En estos experimentos se analizó la coevolución del cerebro y el condicionamiento del genoma, para concluir que los genes maternos contribuyen en mayor medida al desarrollo de los centros de pensamiento del cerebro.

En el primer estudio los investigadores crearon unos embriones de ratones especiales que tenían únicamente los genes de la madre o los del padre. Sin embargo, cuando llegó el momento de trasladarlos al vientre de un ratón, los embriones murieron. Así fue como se descubrió que existían genes condicionados que se activaban solo cuando eran heredados de la madre y que son vitales para el desarrollo adecuado del embrión. Al contrario, el legado genético del padre es esencial para el crecimiento de los tejidos que más tarde forman la placenta. 

En aquel momento los investigadores hipotetizaron que si esos genes eran tan importantes para el desarrollo del embrión, era probable que también desempeñaran funciones relevantes en la vida de los animales y las personas, quizá incluso podrían determinar algunas funciones cerebrales. El problema era cómo demostrar esa idea ya que los embriones con genes de un solo progenitor morían rápidamente.

Los investigadores encontraron la solución: descubrieron que los embriones podían sobrevivir si mantenían las células embrionarias normales y manipulaban el resto. Así crearon diferentes ratones manipulados genéticamente que, asombrosamente, no se desarrollaron de la misma forma. 

Los que tenían una dosis extra de genes maternos desarrollaron una cabeza y un cerebro muy grande, pero tenían cuerpos pequeños. Al contrario, los que tenían una dosis extra de genes paternos tenían cerebros pequeños y cuerpos grandes. 

Al profundizar en estas diferencias los investigadores identificaron células que solo contenían genes maternos o genes paternos en seis partes diferentes del cerebro que controlaban distintas funciones cognitivas, desde los hábitos alimenticios hasta la memoria. 

En práctica, durante los primeros días de desarrollo del embrión, cualquier célula puede aparecer en cualquier parte del cerebro, pero a medida que los embriones maduran y crecen, las células que tenían los genes paternos se acumulaban en algunas zonas del cerebro emocional: el hipotálamo, la amígdala, la zona preóptica y el septum. Estas áreas forman parte del sistema límbico, que es el encargado de garantizar nuestra supervivencia y está involucrado en funciones como el sexo, la alimentación y la agresividad.

Sin embargo, los investigadores no encontraron ninguna célula de los padres en la corteza cerebral, que es donde se desarrollan las funciones cognitivas más avanzadas, como la inteligencia, el pensamiento, el lenguaje y la planificación. Los científicos creen que esta diferenciación se debe a un proceso de diferenciación genómica que facilita una expansión no lineal del cerebro durante su desarrollo, en especial de la corteza cerebral.



Nuevos estudios, nuevas luces


Por supuesto, los científicos han continuado investigando esta teoría. Años más tarde, Robert Lehrke desveló que gran parte de la inteligencia de los bebés depende del cromosoma X. Además, demostró que como las mujeres tienen dos cromosomas X, tienen el doble de probabilidades de heredar las características vinculadas a la inteligencia. 

Recientemente, investigadores de la Universidad de Ulm en Alemania estudiaron los genes involucrados en los daños cerebrales y descubrieron que muchos de ellos, sobre todo los que están relacionados con las habilidades cognitivas, se encontraban en el cromosoma X. De hecho, no es casualidad que la discapacidad mental sea un 30% más común en el género masculino.

Sin embargo, quizá uno de los resultados más interesantes en este sentido proviene de un análisis longitudinal llevado a cabo en el Medical Research Council Social and Public Health Sciences Unit de Escocia. En este estudio se entrevistaron anualmente desde el año 1994 a 12.686 jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y los 22 años. Los investigadores tuvieron en cuenta diferentes factores, desde el color de la piel y la educación hasta el nivel socioeconómico. Así descubrieron que el mejor predictor de la inteligencia era el C.I. de la madre. De hecho, el C.I. de los jóvenes se apartaba tan solo una media de 15 puntos del de sus madres.

La genética no es la única responsable


Si nos apartamos del ámbito genético, también podemos hallar otros estudios que desvelan que la madre desempeña un rol importante en el desarrollo intelectual de sus hijos, a través del contacto físico y emocional. De hecho, algunos estudios apuntan que el apego seguro está íntimamente vinculado a la inteligencia.

Investigadores de la Universidad de Minnesota, por ejemplo, encontraron que los niños que han desarrollado un apego seguro con sus madres desarrollan un juego simbólico más complejo a la temprana edad de dos años, son más perseverantes y muestran menos frustración durante la resolución de problemas. 

Esto se debe a que el apego seguro les brinda a los niños la seguridad necesaria para explorar y la confianza suficiente como para resolver problemas sin desanimarse. Por otra parte, estas madres también les suelen proporcionar a los niños diferentes niveles de ayuda en la resolución de problemas, los cuales contribuyen a estimular aún más sus potencialidades.

La importancia de la relación afectiva para el desarrollo del cerebro ha sido demostrada por investigadores de la Universidad de Washington, quienes desvelaron por primera vez que un apego seguro y el amor de las madres es fundamental para el crecimiento de algunas partes del cerebro. Estos investigadores analizaron durante 7 años la forma de relacionarse de las madres con sus hijos y descubrieron que cuando estas apoyaban emocionalmente a los niños y satisfacían adecuadamente sus necesidades intelectuales y emocionales, a los 13 años el hipocampo de estos pequeños era un 10% mayor que el de los niños que tenían madres distantes emocionalmente. Vale aclarar que el hipocampo es una zona del cerebro vinculada con la memoria, el aprendizaje y la respuesta ante el estrés.

Por supuesto, esto no significa que la relación con el padre no sea igualmente desarrolladora para los niños, solo que, debido a nuestra estructura social e incluso a los estereotipos de género que aún subsisten, suelen ser las madres quienes pasan más tiempo con sus hijos pequeños.

¿Podemos hablar realmente de inteligencia heredada?


Se estima que entre un 40-60% de la inteligencia es heredada. Esto significa que el porcentaje restante depende del entorno, la estimulación y, por supuesto, las características personales. De hecho, la inteligencia no es más que la capacidad para resolver problemas. Sin embargo, lo curioso es que para resolver problemas, incluso un problema matemático o físico, también entra en juego el sistema límbico pues nuestro cerebro funciona como un todo. Por tanto, aunque la inteligencia es una función que está íntimamente relacionada con el pensamiento racional, también influye la intuición y las emociones, que genéticamente hablando, es el punto en el que entra la contribución del padre.

Por otra parte, no debemos olvidar que aunque un niño tenga un elevado C.I., es necesario estimular esa inteligencia y alimentarla a lo largo de la vida con nuevos retos que representen un desafío constante. De lo contrario, la inteligencia se estancará.

Más allá de lo que afirme la genética, los padres no se deben desanimar porque también pueden contribuir mucho al desarrollo de sus hijos, sobre todo estando disponibles emocionalmente y convirtiéndose en su modelo. El C.I. con el que nacemos es importante, pero no determinante.


Fuentes:
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Zechner, U. et. Al. (2001) A high density of X-linked genes for general cognitive ability: a run-away process shaping human evolution? Trends Genet; 17(12): 697-701.
Gécz, J. & Mulley, J. (2000) Genes for Cognitive Function: Developments on the X. Genome Res; 10: 157-163.
Vines, G. (1997) Mamá, gracias por la inteligencia. El Mundo; 253. 
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