Posted: 28 Jun 2018 07:34 AM PDT
¡No es una broma, esta bebida tiene más beneficios de los que tu crees! Entérate aquí cuáles son.Si eres de los que acostumbran salir los jueves por una cerveza con los compañeros después del trabajo, entonces probablemente querrás hacer de esta práctica un hábito diario.
¿La razón? Un estudio acaba de comprobar que beber una o dos cervezas diarias es una buena alternativa para mejorar tu salud y reducir el estrés causado por la jornada laboral.
El organismo encargado de dicho estudio fue el American Society of Human Genetics, que compartió que tomar una o dos bebidas con alcohol al día es benéfico para la salud, lo cual se determinó a través de pruebas de ADN que daban fe de cuánto alcohol había ingerido cada persona.
Para la sorpresa de los investigadores, los resultados arrojaron que aquellos que consumían un par de bebidas diariamente tendían a gozar de una mejor salud y a tener una menor edad biológica, siempre y cuando se tratara de copas con bajo porcentaje de alcohol, como cerveza o vino.
Según otro estudio realizado en España, la cerveza ayuda a prevenir enfermedades relacionadas con el envejecimiento celular y la oxidación.
Jesús Román Martínez y Antonio Villarino Marín, encargados de la investigación, afirman que el lúpulo, un componente importante de la cerveza, contiene propiedades que ayudan a combatir el envejecimiento del cuerpo humano.
Además, los compuestos del lúpulo son antioxidantes y actúan sobre la pared de las arterias funcionando como antinflamatorios.
Pero, ¿entonces ir al bar después de trabajar es la opción?
Aunque definitivamente no es ideal ir a embriagarse todos los días saliendo de la oficina, no ocurrirá nada si llegando a casa te sirves un poco de vino o cerveza mientras te relajas y disfrutas de tu tiempo libre.
Los expertos recomiendan que una mujer consuma diariamente máximo 330 mililitros de cerveza y un hombre 660 mililitros, para disfrutar de sus beneficios sin que se manifiesten sus efectos adversos.
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MAPA DE VISITAS
Beberse una cerveza al salir del trabajo es la clave para la ‘eterna juventud’
Quince años sin Katharine Hepburn: así fue su discreto paso por España
Cuando Katharine Hepburn se fue, un 29 de junio de 2003, pocos lo esperaban. Algunos pensaban que el icono feminista del Hollywood clásico ya había muerto a sus 96 años. Otros pensaban que la autoproclamada 'abuela del mundo' tenía que ser inmortal. La primera mujer que llevó pantalones en el cine mantuvo una relación de 25 años con Spencer Tracy o desafió las normas imperantes en un conservador Hollywood, nos dijo adiós hace ahora quince años. Y aunque la memoria colectiva se diluye con el tiempo, es de esperar que su carácter indómito y la aureola idealizada del cine clásico la hagan perdurar mucho tiempo más.
Con su aspecto de niña bien de la Costa Este norteamericana, pocos podrían imaginarla en la España de Franco que soñó con sus películas. Pero, en el verano de 1970, Hepburn se paseó por las calles de Atienza, un pequeño pueblo de Guadalajara. Allí se rodaban 'Las Troyanas', una adaptación de la obra clásica de Eurípides en la que la actriz ya exhibía su veteranía. Tenía 63 años y su posición de mito ya estaba garantizada.
Contaba la revista 'Vanity Fair' que, en principio, la buena de Kate iba a alojarse en el hotel Eurobuilding de Madrid. Cansada de hacer el trayecto en coche día sí y día también, acabó alquilando la casa de un militar llamado Francisco Medina. El hombre, que residía en la capital de nuestro país, estaba encantado de poder prestar su casa a una leyenda viva del Hollywood dorado. También de contárselo a sus amigos.
Tal y como recordaban los vecinos para esa publicación, Kate no hizo demasiados amigos en un rodaje en el que compartía protagonismo con Irene Papas o Vanessa Redgrave. Vestida de manera informal y con sandalias, acompañada de un señor que la acompañaba con una sombrilla para evitarle los rigores del verano, Hepburn trataba de pasar desapercibida. Su tristeza y hermetismo podían tener su razón de ser. Dicen que por las calles manchegas todavía arrastraba la pena por la muerte de Spencer Tracy. El que fue su gran amor, su eterno compañero de profesión y de vida, casado con una mujer de la que nunca pudo divorciarse (era católica y su hijo era sordo; la culpa evitó una separación oficial), había muerto tres años antes, poco después de rodar 'Adivina quién viene esta noche'.
Kate ni siquiera pudo ver la película completa porque se ponía a llorar. Tal era su amor por el actor que durante gran parte de la década de los 60 se retiró para ayudarle a combatir su alcoholismo. Que una feminista por antonomasia como ella hiciera algo así era meritorio. También era normal que, durante aquellos días de rodaje en Guadalajara, Hepburn no hiciese la misma vida social que el resto de sus compañeros de reparto. Mientras otras actrices se relajaban en un bar del pueblo y descubrían los alrededores de la tierra castellana, ella se parapetaba bajo las cuatro paredes del chalé que había alquilado.
Los años pasaron y aquella visita se convirtió en leyenda para personas tan importantes de nuestra industria como el humorista, representante y cineasta Enrique Herreros, que no olvidó incluirla en su libro de memorias. No se sabe si el recuerdo de nuestra querida España fue importante o no en la memoria de una mujer que siempre hizo lo que quiso. Lo que está claro es que 'Las Troyanas' no fue ningún éxito de taquilla. La película tampoco había visto la luz para serlo, ya que se trata de una exquisita adaptación de un clásico griego no apta para todo el mundo. Sí para perpetuar el mito de esta mujer que aseguró que el secreto del éxito es no dar siempre a los demás lo que quieren de ti.
En una entrevista con la periodista Barbara Walters, esta le habló de su 'manía' de llevar siempre pantalones y le preguntó si tenía alguna falda. Ella, sin pensarlo, le espetó: “Sí, señorita Walters. Tengo una. La llevaré a su funeral”. Una ácida respuesta que seguro que conocen algunos de los habitantes de Atienza y también muchos seguidores de Katharine Hepburn y su inteligencia. Con ella, el siglo XX murió un poco más. También toda una forma de entender el cine y la vida que jamás volverá
OTRA VEZ KEANU REEVES DEJÓ A TODOS PENSANDO CON SU MENSAJE
Posted: 25 Jun 2018 05:30 AM PDT
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"Los pensamientos curan más que los medicamentos", asegura el revolucionario científico Bruce Lipton
"Los pensamientos curan más que los medicamentos", asegura el revolucionario científico Bruce Lipton
Posted: 25 Jun 2018 06:23 AM PDT
Bruce Lipton reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la energía por su capacidad para curar. El científico asegura que los medicamentos matan a más de 300.000 personas al año en EEUU y subraya el poder de la mente para la autocuración.
Bruce Lipton, un biólogo celular estadounidense de 70 años, causó una pequeña revolución en el mundo científico tras lanzar su libro “La biología de la creencia” en 2006, que sería declarado posteriormente uno de los mejores libros científicos y que acercaba los conceptos de ciencia y espíritu.
Este biólogo celular norteamericano unió en sus estudios ciencia y espíritu y plantea con fuerza su visión sobre la energía vital del ser humano.
Bruce Lipton planteaba lo siguiente: lo que condiciona a todo organismo vivo es su “entorno” físico y energético, y no su carga genética, como afirma la síntesis evolutiva moderna y que los seres humanos, como organismos vivos, no estaban determinados por sus genes, sino condicionados por el entorno y sobre todo por sus creencias, lo que los convertía en dueños absolutos de su destino.
Para explicarlo, Lipton pone el siguiente ejemplo: “nos han hecho creer que el cuerpo es una máquina bioquímica controlada por genes sobre los que no podemos ejercer ninguna autoridad. Eso implica que somos víctimas de una situación. No elegimos estos genes, los recibimos al nacer y ellos programan lo que sucederá."
"Yo ya trabajaba con las células en los años 60 y fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Cogí tres grupos de células y las puse en tres placas, y cambié el medio de crecimiento y los componentes del medio ambiente en cada una de ellas."
"Luego verifiqué que en una de las placas se formó hueso, en otra músculo y, en otra, células liposas. ¿Qué fue lo que controló el destino de cada una de ellas si eran genéticamente idénticas?"
"Eso demuestra que los genes no lo controlan todo, es el ambiente. El ser humano es el que controla, dependiendo de cómo lee el ambiente, de cómo su mente lo percibe. La conclusión es que no estamos limitados por nuestros genes, sino por nuestra percepción y nuestras creencias”.
“Cuando tú crees que los genes controlan tu vida tienes una excusa para considerarte una víctima. Hay enfermedades que sí, en efecto, son causadas por un gen, pero estas enfermedades equivalen a menos del 2% de los malestares que sufre la población mundial.
La mayoría de la gente viene a este mundo con genes que deberían permitirles vivir una vida feliz y saludable.
Las dolencias más comunes actualmente, como la diabetes, los problemas del corazón y el cáncer, son el resultado de la interacción entre múltiples genes y sobre todo de los factores medio ambientales y no son el resultado de un único gen como se ha venido sosteniendo.
Por eso se cree que la mayoría de las enfermedades tienen una causa genética o hereditaria y que por tanto no podemos hacer nada para defendernos de ellas o para curarnos. Las personas viven en un constante miedo esperando el día en que sus genes actúen contra ellos y se enfermen mortalmente. El cáncer es un buen ejemplo de esto”, añade.
Los medicamentos, una farsa
El científico dedicó parte de su libro a abogar por un nuevo tipo de medicina, una que tenga en cuenta el poder de la energía y su capacidad para curar. “Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero la mayoría de las veces causan más problemas que beneficios."
La medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”.
Pero, en realidad, estos efectos no son secundarios, sino directos. Según recientes estadísticas en EE.UU., ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año!
Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda”.
Bruce Lipton añade en su libro que “si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania.
La mente es energía. Cuando piensas transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química.
Esto, por supuesto, es muy inconveniente para las empresas farmacéuticas mundiales, porque si se aceptara este postulado no podrían vender sus productos. Las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo.
Por lo demás, así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina y las empresas farmacéuticas no quieren ir por ese camino.
Saben que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer”.
Uno de los planteamientos del biólogo molecular que más llamaron la atención en la comunidad científica fue que las células de nuestro cuerpo tenían una especie de memoria.
“Las células aprenden a través de la experiencia, de su contacto con el medio que las rodea, y luego guardan una memoria que les permite adaptarse mejor y anticiparse a los cambios. Es decir, las células son inteligentes. ¡Esta memoria incluso se mantiene intacta en las células de los órganos que se han donado!”.
Energía vital que se transfiere
El doctor Bruce Lipton, al contrario que otros colegas de su especialidad, también sostiene que la energía vital de un ser humano no necesariamente muere con la muerte física, dando pie a fenómenos como la reencarnación.
“Para explicar esto de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen un programa televisivo de Bruce."
"Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión.
Pero si otro ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí."
"Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad? ¿Por qué tenemos un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si sólo existiera el espíritu, ¿cómo sé a qué sabe el chocolate?"
"Y sí sólo tengo una parte física y no una parte espiritual, ¿cómo puedo experimentar y emocionarme con una puesta de sol? ¿Y cómo voy a sentir cuando estoy enamorado? La lección más importante de todo esto es que estar vivo es un regalo, y que hay que experimentar alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará más sano”.
(Las opiniones y recomendaciones expresadas por Bruce Lipton no necesariamente reflejan las de los integrantes de nuestra página, y de ningún modo reemplazan o anulan las consultas a profesionales de la salud.)
Fuente: Intereconomía
No quiero un novio, quiero un compañero de camino", una genial carta que te inspira a viajar por la vida
"No quiero un novio, quiero un compañero de camino", una genial carta que te inspira a viajar por la vida
Posted: 25 Jun 2018 07:27 AM PDT
La juventud es una de las cosas y etapa más bonitas de la vida, nunca seremos más jóvenes de lo que somos hoy, hay que disfrutar de esa dulce libertad de equivocarnos (Por supuesto, con su debida responsabilidad ante todo).No quiero un novio, quiero un compañero de camino:
He llegado a un punto de mi vida en que ya me estoy cansando de los amores de un rato, ya no quiero más juegos; quiero algo más intenso, que despierte y mueva mi alma.
Desde luego que en estos tiempos y a estas alturas, no me asustan, ni intimidan los “juegos amorosos”, “frees”, amigovios, amigos con derecho, etc. Como gusten llamarle, al contrario creo que a pesar de que en ocasiones puede no resultar como uno lo espera, también es emocionante, divertido y lo he disfrutado bastante.
Y he aprendido a manejar mis sentimientos y emociones en cada situación, y por lo mismo, también he aprendido mucho de cada vivencia; buena, mala o extraña, finalmente mi decisión, lo que yo quería y me hacía feliz o sentir bien.
Ahora me conozco un poco más, y aunque quizá en ocasiones no esté completamente segura de lo que quiero para ciertos aspectos de mi vida, sí tengo la certeza y plena convicción de lo que no quiero.
Ya no soy la misma de antes. He sido víctima y también victimaria. He tenido que enfrentarme con el dolor de perder a alguien y he renacido de las cenizas. He tocado el amor con las palmas de mis manos, pero se me ha ido entre los dedos.
Por eso, no quiero un novio. No deseo a un hombre al que le entregue mi alma y después se la lleve a pedazos. No estoy interesada en amores de medio tiempo, ni con fecha de vencimiento.
Quiero un compañero de camino. Un hombre que, además de ser mi enamorado, también me acompañe en el sendero de vida que he decidido tomar. Y que para él yo sea la única mujer con la que anhela recorrer, día a día, todos sus caminos.
Ya no quiero una relación frágil, inconstante, ni insegura, ya no estoy dispuesta a lidiar, ni gastar mi tiempo en relaciones falsas, inestables o sin compromiso… Sin futuro. No quiero a un hombre santo ni perfecto, porque yo no soy santa, ni mucho menos perfecta, y no busco serlo, pero…
Sí busco a un compañero de vida, y no precisamente un novio o amante, simplemente quiero a alguien que esté dispuesto a ser mi cómplice y a aventurarnos, volando juntos, más nunca amarrados.
Que aunque no entienda mis cicatrices, las ame como cualquier otra peca o lunar de mi piel. Que sostenga mi mano, sin encadenar mi alma. Un valiente para afrontar cualquier adversidad que se nos presente.
Un romántico y detallista, mas no cursi, ni irrealista. Alguien que a pesar de que yo me sienta como una chica “rara” él me considere única y especial, al menos para sus ojos.
Qué no se enamore de mí solo por cómo me vea un viernes o sábado por la noche, sino de mi esencia y esa manía tan mía de soñar despierta y contemplar las cosas poco convencionales de la vida.
Alguien para quien sea yo su mejor amiga, y él para mí, mi mejor amigo, quien me rete intelectualmente y me prenda físicamente, y podamos pasar horas y horas hablando de todo y nada, hasta que alguno de los dos nos venza el sueño.
Quiero a alguien que me haga llorar de risa y no de tristeza, que no rompa mi corazón, y mejor rompa mis medias, que no lastime mi alma y mejor me lleve con dulzura y pasión a la cama.
Alguien en quien pueda confiar mi alma en sus brazos y mi cuerpo en sus manos, donde sus abrazos combinen perfecto con los míos y su aroma con mi piel.
Un ser con quien pueda desenvolverme con tal autenticidad, que me vea con ojos de fascinación; como si quizá fuera magia.
Alguien que no dude que siempre estaré ahí para él incondicionalmente, pero que tampoco lo dé por hecho, que no se atormente por mi pasado, que no lo cuestione, ni lo juzgue, y mejor apoye y disfrute nuestro presente, e imagine y motive nuestro futuro.
Que se enamore de mi lado oscuro, de todos esos demonios que no me dejan dormir, y altere los latidos de mi corazón, agite mi respiración, alimente mis sueños e ilusiones, revolucione mis neuronas y encienda mis pasiones; que su presencia me cautive y que sus palabras y caricias me enloquezcan.
No quiero a alguien que cosa mis alas, ni repare mi alma, pues sería una encomienda egoísta que alguien ajeno a mí repare lo que yo misma causé, quiero a alguien que me complemente y no que me complete, porque yo misma me completo día a días, y además estoy consiente de que nadie tiene la obligación de arreglar mis despojos, ni llenar mis propios vacíos.
No quiero entregar mi corazón por una porción limitada de tiempo, con el temor de que, en cualquier momento, deje de latir y se resigne al dolor. No quiero que se lleven una parte de mí y me dejen un agujero en el pecho.
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